Tema 47. La música instrumental en el Romanticismo Flashcards
La música de cámara en el Romanticismo
Los rasgos propios de la música de cámara no armonizaban del todo con el ideal y el estilo de muchos de los compositores románticos puesto que carecía del intimismo y expresividad personal que proporcionaban las piezas para piano solo o el Lied y de los colores luminosos y la sonoridad de la música orquestal. Por ello, compositores como Wagner, Liszt o Berlioz, no contribuyeron con repertorio de cámara, que quedó relegado a aquellos que tenían una mayor afinidad con la tradición clásica como Schubert o Brahms.
Música de cámara con piano en el Romanticismo
A lo largo del siglo XIX, la música de cámara con piano ocupa el lugar que el cuarteto de cuerda había ostentado durante el Clasicismo.
Una de las obras más tempranas de este género es el Quinteto «La Trucha» de Schubert, escrito para piano, violín, viola, violonchelo y contrabajo. De Mendelssohn destacan los Cuartetos con piano op. 1-3 y los dos Tríos con piano op. 49 y 66, quizás las obras camerísticas más populares de Mendelssohn, constituyendo una buena muestra de la escritura del compositor.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la música de cámara con piano adquiere una nueva dimensión de la mano de Brahms que es, sin duda, uno de los grandes compositores de este género, considerado por Grout (1999) el auténtico sucesor de Beethoven. Entre su producción se encuentra el Trío con piano en si op. 8.
Introducción Tema 47. Música instrumental en el Romanticismo
Tal y como recoge di Benedetto (1987), a lo largo del siglo XIX, la música instrumental irá ganando terreno de manera paulatina gracias a los festivales y las actividades regulares de las salas de conciertos. Los compositores y ejecutantes ya no serán los encargados de la difusión de la música instrumental, como ocurría a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, si no que surgirá un entramado de empresarios, salas de conciertos, editores musicales, orquestas, etc. que permitirán el establecimiento del concierto de música instrumental como parte fundamental de la vida musical europea del momento
Agrupaciones de cuerda en el Romanticismo
Las características propias del cuarteto de cuerda, que responden a los rasgos esenciales del Clasicismo, hacen que este tipo de obras no sean del gusto de todos los compositores románticos, sino solo de aquellos más afines a la época clásica como Schumann o Brahms.
De Schubert se conservan quince cuartetos de cuerda de los cuales, los doce primeros, siguen la tradición clásica vienesa. En sus tres últimos cuartetos puede apreciarse su nuevo estilo personal; estos cuartetos están escritos en la menor (sobre el tema de Rosamunda), re menor (con el tema de La doncella y la muerte) y sol mayor, será el más extenso y más relevante de todos ellos.
Mendelssohn escribió siete cuartetos dentro de la estética clásica. Por su parte, Schumann solo cuenta en su catálogo con tres cuartetos de cuerda dedicados a Mendelssohn, con una densa elaboración temática que recuerda a Beethoven; asimismo, están cargados de abundantes ideas y de los ritmos de puntillo tan característicos de Schumann.
Al igual que con la música de cámara con piano, en la segunda mitad del siglo XIX Brahms se erige como figura de especial relevancia en este terreno. Sus cuartetos de cuerda están fechados entorno a la década de los años setenta. Tras años de investigación y estudios preparatorios compone sus Tres cuartetos op. 51 op. 67.
En Francia compusieron cuartetos de cuerda Saint-Saëns, Frank o Fauré. En Italia destaca el Cuarteto de Verdi. En Rusia y los países eslavos compusieron cuartetos Tchaikovsky, Borodin, Dvorak o Smetana.
Otras agrupaciones de cuerda son las configuradas por los quintetos y los sextetos. Ambos géneros no son, como en épocas anteriores, meras ampliaciones del cuarteto: durante el Romanticismo se configuran como géneros independientes. Destacan Schubert y Brahms.
Agrupaciones de viento en el Romanticismo
Durante el siglo XIX, las agrupaciones de instrumentos de viento aparecen en muchas y variadas formas. El desarrollo y evolución de los aerófonos a lo largo de este siglo permitió la inclusión de los mismos en bandas de metales y en la orquesta sinfónica. Asimismo, las mejoras en la técnica instrumental permitieron el cromatismo tonal, una entonación más clara y un manejo más fácil. Las exigencias de los compositores aumentan, en búsqueda de un espíritu personal y abandonando el carácter de divertimento del siglo anterior.
Las principales agrupaciones parten de los dúos y tríos para instrumentos iguales o distintos, en ocasiones combinados con piano. Los cuartetos de viento suelen configurarse con flauta (oboe), clarinete, fagot y trompa. En cuanto al quinteto de viento, este surge como nuevo género con flauta y oboe, clarinete, fagot y trompa, o como cuarteto de viento con piano. Por último, los septiminos, octetos y nonetos, sin tipo de distribución establecido, donde se amplían los graves con instrumentos como el contrafagot, y se combinan con instrumentos de cuerda.
Piezas más destacadas para agrupaciones de viento en el romanticismo
Entre las piezas más destacadas se encuentran las producciones de Rossini, Reicha, Strauss y Spohr. Weber también compone numerosas obras cargadas de colorismo y virtuosismo como su Gran dúo concertante para clarinete y piano op. 48. Mendelssohn cuenta, entre otras obras, con las Dos piezas de concierto para clarinete, corno di basseto y piano op. 113 y 114. También Schumann compone para instrumentos de viento y piano como Phantasiestücke para clarinete op. 73, Tres romanzas para oboe op. 94 (también interpretadas por violín o clarinete) y Cuentos de hadas para clarinete, viola y piano op. 132. De Brahms son las Dos sonatas para piano y clarinete en fa menor y mi bemol op. 120 núm. 1 y 2, inspiradas en los conciertos para clarinete de Weber, el Trío para clarinete, violonchelo y piano op.114 y el famosísimo Quinteto para clarinete y cuerdas op.115.
El piano romántico. Introducción
A lo largo del siglo XIX el piano va acrecentando su popularidad, lo que supone un incremento de la literatura pianística, que abarca obras para ser interpretadas en la intimidad de los salones de las casas, así como piezas virtuosísticas y de gran brillantez que eran ejecutadas en las salas de concierto.
A comienzos de siglo hubo dos escuelas de ejecución pianísticas muy marcadas. Por un lado, la de Hummel, discípulo de Mozart, caracterizada por la claridad de la textura y la fluidez de la técnica. Por otro, la escuela de Beethoven, en la que los rasgos más característicos eran la plenitud del sonido, la amplitud del espectro dinámico, los efectos orquestales, la ejecución dramática y la riqueza del vigor técnico. Ambas escuelas se verán en el estilo de Clementi, influyente compositor, pianista y maestro italiano del momento.
Paralelamente al aumento de las exigencias técnicas y el desarrollo de nuevos estilos pianísticos, surgen diversas e importantes escuelas de ejecución y composición. En este sentido, algunos pianistas buscaban la elegancia, el sentimiento, la nitidez y la luminosidad (como Field), mientras otros aspiraban a causar una fuerte impresión en el público, y cargaban su interpretación de audacia y exhibicionismo (como Thalberg). Un tercer grupo era el formado por los grandes virtuosos, destacados por sus dotes tanto en la interpretación como en la composición; a este grupo pertenecen Liszt o Rubinstein.
El piano en el romanticismo temprano. Schubert
Franz Schubert (1797-1828)
Las obras para piano de Schubert presentan un alto contenido lírico y melódico que alterna con un dramatismo que se convierte inmediatamente en agitación expresiva. Según Michels (1992), la sensibilidad lírica de Schubert se corresponde con su talento compositivo; su teclado era delicado y producía fantásticos resultados con el uso del pedal.
Entre su repertorio se encuentran obras de todos los géneros y formas pianísticas propias de su época como hojas de álbum, divertimentos, fantasías, fugas, momentos musicales, impromptus, rondós, scherzi, sonatas o variaciones, así como diferentes tipos de danzas y marchas.
El piano en el romanticismo temprano. Mendelssohn
Felix Mendelssohn-Bartholdy (1809-1847)
Además de compositor, Mendelssohn también era un pianista virtuoso, lo que se reflejaba en sus obras para piano. Su música exige una técnica fluida, si bien su estilo es elegante y sensible, alejado de la violencia y bravura de otros compositores románticos (Grout 1999). Entre sus obras se encuentran tres sonatas, preludios y fugas (un ejemplo su admiración por J.S. Bach), variaciones y fantasías. Sus obras más conocidas son las Melodías sin palabras, formadas por cuarenta y ocho piezas breves. Sin embargo, su obra más ambiciosa son sus Variaciones serias en re menor op. 54.
Piano en el Romanticismo pleno. Schumann
Robert Schumann (1810-1856)
Durante muchos años fue un gran concertista de piano, hasta que una lesión en la mano derecha acabó con su carrera; desde entonces se dedicará a la composición y a sus tareas de escritor y director en el Nuevo período musical de Leipzig. Todas las obras escritas hasta 1840 estaban destinadas al piano y entre ellas se encuentran sus piezas más importantes, como la serie de variaciones titulada Estudios sinfónicos y la Fantasía en do mayor op. 17. El resto de su producción está formada por piezas breves que solía organizar en ciclos como Papillons op. 2, Carnaval op. 9, Piezas de Fantasía op. 12, Escenas de niños op. 15, Kreisleriana op. 16, etc. Asimismo, cabe destacar su Álbum de la juventud op. 68, que reúne un conjunto de pequeñas piezas infantiles.
Tal y como recoge Grout (1999), Schumann encarna, con su música, las profundidades, contradicciones y tensiones del espíritu romántico.
Piano en el Romanticismo pleno. Chopin
Frédéric Chopin (1810-1849)
Casi la totalidad de la producción de Chopin está destinada al piano, siendo sus principales obras dos conciertos y algunas obras piezas para piano y orquesta, tres sonatas, veintisiete estudios, cuatro scherzi, cuatro baladas, veinticuatro preludios, tres impromptus, diecinueve nocturnos, valses, mazurkas, polonesas…
Sus Estudios op. 10 y op. 25 ya no corresponden a las piezas de ejercicios de Czerny o Kramer, sino que son muestra de su genial pianismo, cargado de expresividad y con un fuerte componente poético (Michels 1992). Estos estudios están cargados de grandes dificultades técnicas, que eran hasta el momento impensables. Sus Nocturnos son piezas ensoñadoras, impregnadas de la atmósfera del claro de luna. Asimismo, sus Preludios son escenas románticas de gran expresividad y sus sonatas son sucesiones de cuatro piezas individuales.
A pesar de no ser un gran virtuoso del piano (pero sí un gran pianista), todas sus obras exigen al intérprete una técnica y pulsación inmaculadas, un imaginativo uso de los pedales y una discreta aplicación del tempo rubato (Grout 1999).
Piano en el Romanticismo pleno. Liszt
Franz Liszt (1811-1886)
Liszt fue uno de los grandes virtuosos del piano de su momento. En su estilo como compositor entran en juego numerosos factores: su herencia húngara, su formación germánica en Viena, la influencia del Romanticismo literario parisino y su ideal de música programática. Su estilo pianístico partió de la idea de Chopin del uso del tempo rubato y de los pedales, así como sus innovaciones armónicas que Liszt siguió ampliando.
Una gran parte de la literatura pianística del compositor húngaro está formada por transcripciones o arreglos, fantasías sobre arias operísticas, transcripciones de canciones de Schubert, de sinfonías de Berlioz y Beethoven, de fugas para órgano de J.S. Bach… Este tipo de piezas permitió dar a conocer dichas obras a un público que no tenía posibilidades de acercarse a las obras originales. Asimismo, otro tipo de composiciones son sus Rapsodias húngaras, basadas en melodías nacionales (zíngaras).
Entre sus estudios se encuentran los Doce estudios trascendentales, dentro de los que se incluye el famoso Mazeppa que posteriormente orquestaría y ampliaría para dar lugar al poema sinfónico homónimo. Otra serie de estudios son los Grandes estudios de Paganini y los tres Estudios de concierto.
Una obra que merece una especial mención es la Sonata en si menor por sus grandes dimensiones y su innovación estructural al servicio de la intensidad expresiva en un solo movimiento. En su conjunto, es una magnífica adaptación del principio del desarrollo cíclico característico del poema sinfónico.
En sus últimas obras experimenta con la tonalidad y la lleva al límite de la atonalidad usando escalas de tonos enteros, tríadas aumentadas y la tonalidad psicológica como en Nubes grises de 1881.
Piano en el Romanticismo tardío. Brahms
Johannes Brahms (1833-1897)
Brahms es la figura más destacada del último período romántico. Sus modelos a seguir son Schubert y Beethoven, dejando de lado la elegancia de Chopin y la brillantez de Liszt. Desde el punto de vista de la técnica, su obra se caracteriza por una sonoridad plena, figuraciones de acordes quebrados, líneas melódicas que se duplican en octavas, terceras o sextas, utilización de ritmos cruzados y apoyaturas a modo de acordes. Dentro de su producción, la variación juega un importante papel siendo, según Grout (1999), una de las pruebas de su preferencia por las estructuras propias del Clasicismo, llegando a utilizar pequeñas variaciones de material musical en sus piezas más breves. Entre sus obras se encuentran sus conciertos, la Sonata en fa menor, las Variaciones y fuga sobre un tema de Haendel y las Variaciones sobre un tema de Paganini.
La música orquestal en el Romanticismo. Introducción
Al igual que ocurre con la música de cámara, la sinfonía representa un género de música absoluta que produjo un conflicto entre la nueva expresión romántica y la antigua forma clásica. Entre las principales formas orquestales románticas destacan el concierto, la sinfonía, el poema sinfónico, la obertura, la suite orquestal y otras como la música de ballet o las variaciones orquestadas.
La música orquestal en el Romanticismo temprano y pleno. Schubert
Schubert compuso nueve sinfonías, además de numerosos fragmentos orquestales. Todas ellas ejemplifican la originalidad armónica distintiva de su estilo. Todas las sinfonías de Schubert tienen formas regulares clásicas y ninguna de ellas puede juzgarse como programática. En este sentido, Grout (1999) afirma que son románticas únicamente en virtud de su música, su lirismo y sus «fascinantes excursiones armónicas y timbres encantadores».
Entre sus sinfonías más destacadas se encuentran la Sinfonía núm. 8 en si menor D. 944 «La incompleta», escrita en un período de transición donde ya se reflejan los síntomas de su enfermedad, la Sinfonía núm. 9 en do mayor «La Grande» y la Sinfonía núm. 7 D. 849 «Gastein», actualmente perdida pero descubierta y admirada por Schumann en su época y dirigida por Mendelssohn en Leipzig.