19. Rosas (1829-1832) (1835-1852) Flashcards
Primer gobierno de Rosas (29-32)
Lo eligen gobernador en 1829 hasta 1832. Le otorgarán facultades extraordinarias (P.e y P.j)
En el interior gobernaba Quiroga y en el litoral López. Los tres compartían los mismos principios, pero al mismo tiempo los tres aspiraban a alguna forma de supremacía nacional. Realizan el Pacto federal, el cual los obligaba a convocar un Congreso. Rosas se opuso a que se realizara dicho Congreso y no fue convocado.
El primer gobierno de Rosas fue un gobierno de orden; no fue una tiranía despótica, aunque más tarde los historiadores harían extensivas a su primer gobierno algunas características del segundo. En este primer momento, se apoyó en algunos de los dirigentes del “Partido del Orden” de la década anterior, lo cual ha permitido que fuera acusado de ser el continuador del Partido Unitario, aunque con el tiempo se distanciaría de ellos.
Esta primera administración de Rosas fue, también, un gobierno progresista: se fundaron pueblos, se reformaron el Código de Comercio y el de Disciplina Militar, se reglamentó la autoridad de los jueces de paz de los pueblos del interior y se firmaron tratados de paz con los caciques, con lo que se obtuvo una cierta tranquilidad en la frontera.
No obstante, la supremacía lograda no estuvo asociada a un apoyo incondicional de toda la población. Rosas debió enfrentar, por el contrario, una dura resistencia durante el curso de su gobierno.
Entre mandatos (1832-35)
A fines de 1832, la legislatura reeligió a Rosas. Se dijo durante muchos años que rechazó su reelección porque no se le concedían las facultades extraordinarias, lo que no es exacto: no se sentía capaz de gobernar -ni quería hacerlo- sin la unanimidad de la opinión pública en su favor. Esperaría que lo llamaran desesperadamente, mientras buscaba la forma de hacerse imprescindible.
En su lugar fue electo Juan Ramón Balcarce, importante militar de la época de la guerra de independencia y jefe de un grupo federal no totalmente rosista, a quien Rosas entregó el gobierno el 18 de diciembre de 1832.
Lo precede Viamonte y luego Maza
Campaña al desierto: Inmediatamente Rosas emprendió la llamada campaña al desierto, es decir, territorios ocupados por tribus aborígenes en el sur de la provincia de Buenos Aires. Entre los objetivos de la campaña se cuentan el incorporar tierras para la ganadería y el acabar con los malones que asolaban la frontera. La columna de Rosas llegó hasta el Río Negro, incorporando 2900 leguas cuadradas de terreno y reduciendo la acción de los indígenas. Al finalizar la campaña, firmó tratados de paz con varios caciques secundarios, que se convirtieron en útiles aliados.
Guerra civil en el Norte y Asesinato de Quiroga
Un conflicto entre las provincias de Tucumán y Salta llegó al estado de guerra civil, particularmente a partir del momento en que la ciudad de San Salvador de Jujuy decidió separarse de la segunda, formando la provincia de Jujuy. El gobernador salteño, Pablo Latorre, pidió ayuda al gobierno de Buenos Aires.48
Maza optó por consultar la situación con Rosas y Facundo Quiroga —establecido en Buenos Aires— antes de decidir qué actitud tomar, ya que existía la sospecha de que se hubiera formado un grupo partidario de la secesión en las provincias del norte. Finalmente, a pedido del primero, envió a Quiroga a mediar entre ambos gobiernos, mientras Rosas le pedía que hiciera ver a los pueblos que no era tiempo para la organización constitucional.
Quiroga entonces debía intentar persuadir a los gobiernos de interior de la inconveniencia de convocar un Congreso, argumentando que el no era el momento oportuno.
Al regreso de su misión, una partida de milicianos atacó la galera en que viajaba Quiroga y lo asesinó en el paraje denominado BARRANCA YACO —jurisdicción de Córdoba— el 16 de febrero de 1835. A nadie escapó que se trataba de un crimen político, y todas las acusaciones se centraron en los hermanos Reinafé
Luego de la muerte de Quiroga, Rosas ordenó que comparecieran ante un tribunal nacional, pero al no recibir respuesta alguna, puso a la provincia bajo sitio, apoyado por Estanislao López que quería despegarse de los acontecimientos de Barranca Yaco, interrumpiendo todas las comunicaciones y el comercio de Córdoba. Cuándo José Vicente Reinafé terminó su mandato, junto a dos de sus hermanos, fueron enjuiciados en Córdoba y se los declaró a todos inocentes de la muerte del caudillo riojano. No contento con el resultado del tribunal cordobés, Rosas invoca inmediatamente el Pacto Federal y ordena que los hermanos Reinafé, juntamente con los otros conspiradores, fueran llevados a Buenos Aires para ser juzgados. Luego de un vasto proceso judicial, se los declaró culpables y el 25 de octubre de 1837 José Vicente y Guillermo Reinafé, junto con Santos Pérez y otros diez, fueron colgados en la Plaza de la Victoria. Días antes, José Antonio Reynafé había muerto en la cárcel.
Qué sucede luego del asesinato de Quiroga?
La legislatura porteña temió volver a recrear la “anarquía del año 20” o los enfrentamientos de 1828, por lo que estuvo dispuesta a renunciar a su iniciativa y protagonismo, y entregó a Rosas los poderes tan reclamados.
La Sala de Representantes volvió a elegir a Rosas como gobernador, cediéndole no solo las facultades extraordinarias, sino además la suma del poder público.
LEY DE ADUANA 1835 (Segundo mandato de Rosas)
Era una ley proteccionista. Se declararon 3 tipos de productos para el puerto: los prohibidos, los permitidos y los que debían pagar el derecho de aduana.
Los negocios de Buenos Aires se basaban principalmente en el comercio con Gran Bretaña. Proteger las actividades internas implicaría el encarecimiento de todos los artículos en los que los comerciantes, hacendados y saladeristas bonaerenses gastaban sus ingresos, es decir que implicaba la reducción de sus ingresos reales. Y además, el desarrollo productivo general provocaría el encarecimiento del trabajo asalariado, que para los exportadores era meramente un costo.
Por su parte, las demás provincias necesitaban de la protección para poder sobrevivir y crecer frente a la superioridad productiva europea y norteamericana: Santa Fe podía abastecer de leña a todo el país, pero la desprotección hacía que el negocio se perdiera a manos del carbón inglés. La industria vitivinícola de San Juan, Mendoza, La Rioja y Catamarca era de alta calidad pero el precio al cual llegaba el vino extranjero al litoral no permitía a estas provincias interiores pagar el transporte terrestre necesario. La poderosa industria textil del Virreinato se había desmantelado luego de la liberalización de 1809: Cochabamba era el centro textil de todo el Alto Perú. Tucumán, por su parte, proveía el algodón. Corrientes, Catamarca, Tucumán, Córdoba, Salta y Santiago del Estero encontraron también, por entonces, su principal riqueza en la producción textil, mediante telares domésticos.
Se impusieron aranceles del orden del 35 % a la mayoría de los productos extranjeros que hacían competencia con las producciones nacionales. En otros casos, los aforos alcanzaron el 50 %, y el ingreso de muchos productos fue directamente prohibido. También se diseñaron incentivos al transporte marítimo realizado con buques nacionales, y se impusieron derechos a la exportación de cuero (de alrededor del 25 %) para capturar para el Estado una parte de la renta ganadera. Las mercaderías sacadas para el interior, por su parte, como lo había pedido Ferré en 1831, fueron libradas de todo gravamen. Paralelamente, la ley no se limitaba a favorecer los intereses argentinos. De acuerdo con una política de solidaridad hispanoamericana, los productos de la Banda Oriental y Chile sufrían aranceles menores.
Sin lugar a dudas, la ley de Aduana de Buenos Aires desató un vertiginoso desarrollo económico en todo el territorio nacional, tan grande que no pudo ser disimulado por los enemigos de Rosas. Así, en pocos años se logró un autoabastecimiento tan profundo que cuando las flotas francesa e inglesa bloquearon los puertos nacionales -entre 1838-1840 y entre 1845-1849-, no sólo no lograron la rendición argentina sino que hasta colaboraron en la tarea de proteger a las industrias patrias de la competencia de los capitalistas extranjeros.
Mazorca, oposición y vida intelectual
Mazorca: Trabajos sucios. Se encargaban de matar a quienes estaban en contra del gobierno de Rosas. Les daban 24 horas para exiliarse o los mataban. En un momento del gobierno de rosas, todos se encontraban exiliados en Montevideo.
Inspirada por Rosas, la Federación pretendió restaurar el orden colonial. Abandonó la misión educadora del Estado, prefiriendo que se encargaran de ella las órdenes religiosas. Optó por entregar las grandes extensiones de tierras a sus allegados.
El clero lo apoyaba, y muy especialmente los jesuitas. A ellos les concedió autorización para reabrir los establecimientos de enseñanza.
Su fuerza militar fue constituida por los gauchos, quienes simpatizaban con él.
La fidelidad a la Federación debía ser demostrada públicamente con el uso del cintillo rojo o la adopción de la moda federal. Los disidentes quedaron al margen de la ley y su persecución fue despiadada por parte de la Mazorca.
En general, la vida intelectual se vio estancada, a cargo de las órdenes religiosas. Se abandonaron los pocos instrumentos y aparatos de investigación que había en la ciudad y se suprimieron los recursos para la enseñanza.
Urquiza trabajó intensamente difundiendo la enseñanza primaria y fundando colegios de estudios secundarios en Paraná y Concepción del Uruguay.
Movimientos de rebeldía contra la oposición
Los movimientos de rebeldía contra la federación surgieron como fenómenos locales y como fenómenos generalizados. Existieron 5 revoluciones unitarias al mismo tiempo contra Rosas, y todas fracasaron:
• Ramón Maza en Buenos Aires (fusilado por la Mazorca)
• Castelli en Buenos Aires (derrotado por Prudencio Rosas)
• Lavalle desde Montevideo
• Astrada en Corrientes, quien fue desollado vivo
• Avellaneda en Tucumán, decapitado
La provincia quedó entonces en paz.
El ejército de Lavalle, que constituía la mayor esperanza de los rebeldes, fue derrotado, donde emprendió su retirada hacia el Norte. Lo asesinaron en Jujuy
Montevideo se convirtió en el principal centro de acción de los emigrados antirrosistas.
Sarmiento publicó “Facundo”, vigoroso ensayo de interpretación historicosocial del drama argentino. En Montevideo había una prensa vehemente, y se procuraba allí hallar la fórmula política que permitiera la conciliación de todos los adversarios de Rosas.
Bloqueo francés (1838 - 1840)
INCIDENTE ROSAS- ROGER
Rosas se negó a tratar cuestiones diplomáticas con él, por carecer de las credenciales de rigor como encargado de negocios. Roger se negó con arrogancia a solicitarlas a su gobierno y consideró la exigencia como un insulto.
Algunas de esas cuestiones se relacionaban con César Hipólito Bacle, un impresor suizo que regenteaba la Litografía del Estado Argentino, quien había sido detenido el 2 de marzo de 1837 por traición. El vicecónsul solicitó el 4 de marzo de 1837 que se lo remitiera a Francia para juzgarlo en el caso de que fuese culpable; posteriormente exigió directamente que, de serlo, se le concediera el perdón. No obtuvo respuesta alguna del gobierno.
Rosas siguió negándose a tratar estas cuestiones con Roger, manteniendo su exigencia de que se acreditara debidamente. Ya no se trataba sólo de protocolo, se había convertido en cuestión de honor, y la actitud amenazante del vicecónsul francés y el apoyo desembozado que daba a los enemigos de la Confederación ciertamente no ayudaba a solucionar el diferendo.
En 1838 Francia le exige a Rosas lo siguiente:
- Suspender la aplicación de la ley del servicio militar a los súbditos franceses y garantizar el tratamiento de nación más favorecida hasta concertar un tratado general.
- Reconocer las indemnizaciones reclamadas por los ciudadanos franceses
Ante la falta de una respuesta satisfactoria, el 28 de marzo de 1838 la escuadra francesa declaró bloqueado el puerto de Buenos Aires
El 23 de septiembre Roger presentó un nuevo ultimátum a Rosas concediéndole 48 horas para aceptar las reclamaciones, plazo que Rosas dejó caer sin responder.
Se desataron conflictos por todo el país como por ejemplo en la Isla Martin Garcia.
Al verse impedidos de exportar, los grandes terratenientes pudieron suspender la faena de ganado, aumentar el número de vientres, acaparar cueros e invertir en nuevas tierras, por lo que no sufrieron la crisis y tras el bloqueo se vieron incluso en mejor situación. En cambio, los pequeños hacendados se vieron obligados a vender carne a precio vil, lo que para el pueblo compensaba la creciente inflación, pero para los pequeños productores significaba la ruina. (!!!!!!)
El bloqueo francés finaliza con el tratado Mackau-Arana, consistiendo en que a Confederación Argentina y Francia se concedían recíprocamente la condición de nación más favorecida. No obstante, Francia renunciaba a solicitar en adelante los derechos civiles y políticos en el futuro pudieran reconocerse a los ciudadanos de otros Estados sudamericanos.
Finalmente, el bloqueo fue levantado y la isla de Martín García, así como los barcos capturados, fueron devueltos al gobierno de Buenos Aires.
El tratado debilitó significativamente a los opositores a Rosas
Bloqueo anglo-francés (1845-1850)
Tuvo lugar entre el 2 de agosto de 1845 y el 31 de agosto de 1850. Durante el mismo, las escuadras británica y francesa cerraron al comercio todos los puertos de la Confederación Argentina y los de la República Oriental del Uruguay, con excepción del de Montevideo.
Por el Pacto Federal de 1831, en lo concerniente a relaciones exteriores, la autoridad nacional era el gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Por lo tanto, era únicamente el gobierno porteño quien debía decidir sobre la navegación de los ríos.
A este efecto, Rosas sostenía que los ríos de la Plata y Uruguay debían ser considerados interiores, aunque compartidos entre la Argentina y el Uruguay. Por su parte, el río Paraná debía ser considerado sin discusión un río interior de la Confederación Argentina.
Esa política perjudicaba los intereses de los países ubicados aguas arriba de ambos ríos, especialmente al Paraguay, bloqueado por Rosas que se negaba a reconocer su independencia y el Brasil. Y perjudicaba, también, a los comerciantes europeos que aspiraban a comerciar directamente – sin la intromisión de Buenos Aires – con el Paraguay y el oeste brasileño.
Las continuas exigencias de los países europeos para una apertura de los ríos interiores fueron alejando progresivamente al gobierno porteño de la diplomacia e intereses comerciales de estos países, especialmente de Gran Bretaña.
Desde la firma del empréstito con la Banca Baring, en la década de 1820, Buenos Aires se veía sometida al pago de obligaciones de la deuda pública, que en su mayor parte estaba en manos de acreedores británicos. Pero, desde la época de la guerra civil contra la Liga del Interior, y especialmente desde el Bloqueo Francés, el gobierno porteño se había atrasado considerablemente y había llegado finalmente a suspender el pago de la deuda externa.
Los comerciantes británicos, tanto los radicados en Buenos Aires como sus corresponsales en Gran Bretaña, consideraban la política financiera de Rosas como irresponsable, ya que el gobierno no intentaba saldar su déficit fiscal ni frenar la desvalorización del papel moneda, procesos que deprimían la actividad comercial en el Río de la Plata.
Los comerciantes británicos habían confiado en que la paz interna, a partir de fines de 1841, mejoraría la situación fiscal y monetaria en Buenos Aires, pero el gobierno de Rosas no se había conformado con derrotar a una parte de sus enemigos: ambicionaba derrotarlos sucesivamente a todos. Esto incluía las provincias rebeldes, pero también al gobierno de Montevideo.
Mientras tanto, ante la poca efectividad del sitio de Montevideo producido por Oribe sobre una ciudad que mantenía sus comunicaciones marítimas liberadas, el 9 de marzo Rosas anunció que, a partir del 1 de abril de 1843 el puerto de Montevideo sería sometido a un bloqueo parcial. Éste estaba limitado a impedir la entrada de
“…todo buque que conduzca artículos de guerra, carnes frescas o saladas y cualquier clase de consumos.”
El resto del comercio se declaraba libre.
El bloqueo por las fuerzas anglo-francesas fue justificado por las mismas por la participación del ejército argentino, dependiente del gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, en la Guerra Grande en Uruguay. Según las fuerzas interventoras, ésta era un ataque directo a la independencia de ese país, estaba acompañada de crueldades injustificadas y perjudicaba los intereses comerciales de Francia y Reino Unido en la cuenca del Río de la Plata.
En la práctica, importaba mucho más a las potencias agresoras obligar a la Argentina y al Uruguay a reconocer a sus ríos interiores como no sujetos a su soberanía y comerciar libremente a través de estos ríos.
La acción militar anglo-francesa no obtuvo la ansiada rendición de Rosas, aunque logró sostener al gobierno de Montevideo durante seis años. Finalmente, la intervención fue levantada por medio del Tratado Arana-Southern y el Tratado Arana-Lepredour.
Sitio de Montevideo (1843-1851)
En 1839 estalló la Guerra Grande (1839-1851). El conflicto se extendió entre el 10 de marzo de 1839 y el 8 de octubre de 1851. Los beligerantes fueron, por un lado, los blancos de Uruguay, encabezados por Manuel Oribe, aliados de los federales argentinos, liderados entonces por Juan Manuel de Rosas; y, por otro los colorados, aliados de los unitarios argentinos. El conflicto trascendió ampliamente la colectividad propia de las repúblicas platenses y contó con la intervención, diplomática y militar, del Imperio del Brasil, Francia y Gran Bretaña, además de la participación de fuerzas extranjeras (italianos de Giuseppe Garibaldi, españoles y franceses), algunos de los cuales actuaron en condición de mercenarios.
De 1839 a 1842 los enfrentamientos se produjeron fuera del territorio oriental. El escenario fue el territorio argentino donde se enfrentaron unitarios y federales. Rosas puso a Oribe al frente del ejército federal y Juan Galo Lavalle hizo lo mismo con Rivera, el cual quedó al mando del ejército unitario.
Mientras Oribe sitiaba Montevideo, los colorados organizaron el Ejército de la Defensa, comandado por el militar unitario argentino José María Paz y el oriental Melchor Pacheco y Obes. A él se sumaron varios grupos de las colectividades francesa, española e italiana que formaron “legiones” que numéricamente superaron en conjunto a los propios efectivos orientales con los que contaban los colorados.
Batalla de la Vuelta de Obligado (1845)
Enfrentó a la Confederación Argentina liderada por el brigadier Juan Manuel de Rosas (1793-1877) —quien nombró comandante de las fuerzas defensoras al general Lucio N. Mansilla (1792-1871)— y a la escuadra anglo-francesa, cuya intervención se realizó bajo el pretexto de lograr la pacificación ante los problemas existentes entre Buenos Aires y Montevideo.
MANSILLA VS INGLESES
En el marco de la Guerra Grande, una flota anglo-francesa – integrada por 22 barcos de guerra y 92 buques mercantes – fue interceptada por tropas argentinas, al mando del general Lucio Norberto Mansilla.
Aprovechando el relieve de la costa del río Paraná en ese lugar, Mansilla dispuso a gran parte de su tropa en la especie de playa baja ubicada antes de las barrancas que en ese punto tienen casi 20 metros de altura; considerando acertadamente que los invasores anglofranceses atacarían con su artillería primeramente a las baterías argentinas ubicadas en lo alto de tales barrancas, de este modo las tropas argentinas ubicadas en la parte baja podían hostigar la aproximación a las costas de los navíos y hacer frente con mayor eficacia a los desembarcos invasores.
Finalmente, los anglo-franceses consiguieron forzar el paso y continuar hacia el norte, atribuyéndose la victoria
En las orillas de ambas provincias, la flota invasora fue atacada repetidamente.
En cambio, la flota anglo-francesa logró algunos resultados comerciales en la provincia de Corrientes, que desde hacía varios años permanecía rebelde a la autoridad nacional del general Rosas.
No obstante, el resultado comercial de la campaña fue muy escaso, debido a la pobreza y falta de efectivo en Corrientes y Paraguay. La mayor parte de las mercaderías que portaban quedaron sin colocar. Su costo financiero, después de los daños infligidos por las fuerzas argentinas, se elevó enormemente. Por lo tanto, si bien lograron algunos resultados políticos, los beneficios económicos esperados se trocaron en un fuerte quebranto.
Tras varios meses de haber partido, las fuerzas y naves agresoras debieron regresar a Montevideo.
De modo que la victoria anglofrancesa resultó pírrica: tanto la decisión de las fuerzas defensoras, como las complicaciones que imponía ―e impone actualmente― el sinuoso cauce del Paraná a la navegación, hacían excesivamente costoso intentar nuevamente la navegación del mismo en contra de la voluntad del gobierno argentino.
La batalla tuvo gran difusión en toda América. Chile y Brasil cambiaron sus sentimientos (que hasta entonces habían sido hostiles a Rosas) y se volcaron, momentáneamente, a la causa de la Confederación.
Esta batalla ―pese a ser una derrota táctica― dio como resultado la victoria diplomática y militar de la Confederación Argentina, debido al alto costo que demandó la operación. Implícitamente, la resistencia opuesta por el gobierno argentino, obligó a los invasores a aceptar la soberanía argentina sobre los ríos interiores. Gran Bretaña, con el Tratado Arana-Southern, de 1847, concluyó definitivamente este conflicto y en marzo de ese año ordenó el retiro de su flota. Francia tardó un año más, hasta la firma del Tratado Arana-Lepredour.
Estos tratados reconocían la navegación del río Paraná como una navegación interna de la Confederación Argentina y sujeta solamente a sus leyes y reglamentos, lo mismo que la del río Uruguay en común con el Estado Oriental. (!!!!!)
Batalla de Caseros (1852)
En la Batalla de Caseros, ocurrida el 3 de febrero de 1852, el ejército de la Confederación Argentina, al mando de Juan Manuel de Rosas, Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, fue derrotado por el Ejército Grande, compuesto por fuerzas del Brasil, el Uruguay y las provincias de Entre Ríos y Corrientes, liderado por el gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, quien se había sublevado contra Rosas el 1 de mayo de 1851 en que lanzó el llamado Pronunciamiento de Urquiza.
Cada año Rosas presentaba la renuncia al cargo, a sabiendas de que ésta sería rechazada. El pronunciamiento de Urquiza consistió en la efectiva aceptación de la renuncia de Rosas por parte de la Provincia de Entre Ríos, que reasumía su capacidad de conducir su comercio y relaciones exteriores con otras naciones hasta tanto no se formalizara la constitución de una República.
Urquiza invadió el Uruguay con el apoyo de la flota brasileña, que entró en los ríos Paraná y Uruguay; en julio, Rosas declaró la guerra al Brasil. Las tropas del sitio se pasaron a Urquiza, por lo que aquél terminó por capitular. Tanto los sitiadores como los sitiados fueron incorporados a las fuerzas de Urquiza.
En noviembre, los aliados firmaron un segundo tratado, en el que se comprometían a derribar a Rosas. El Brasil aportó una enorme suma para la campaña, parte como subsidio y parte en calidad de préstamo. Los gobiernos del interior lanzaron toda clase de invectivas y amenazas contra Urquiza, pero no enviaron ayuda alguna a Rosas.
El 3 de febrero de 1852, en la batalla de Caseros, el Ejército Grande se impuso sin dificultad. Rosas abandonó el campo de batalla y se dirigió a la ciudad, donde redactó su renuncia. Refugiado en la legación británica, días después partió hacia Inglaterra, donde residió hasta su muerte.
La noticia de Caseros sacudió a las provincias, y en las semanas siguientes la mitad de sus gobernadores fueron reemplazados por federales moderados; el resto se apresuró a entrar en contactos amistosos con Urquiza.
Había finalizado la etapa rosista y se iniciaba la de la Organización Nacional: al año siguiente se sancionaría la Constitución Nacional, y en 1854 Urquiza asumiría como primer presidente constitucional del país.