Meditaciones Marco Aurelio Flashcards
Aparta tu sed
de libros, para no morir gruñendo, sino verdaderamente resignado y
agradecido de corazón a los dioses.
Marco Aurelio aconseja a sí mismo que no se deje llevar por un deseo insaciable de adquirir conocimiento a través de los libros, sino que encuentre satisfacción y paz interior. La sabiduría verdadera no se encuentra únicamente en la acumulación de conocimientos, sino en vivir de acuerdo con los principios filosóficos, aceptar la vida como es y estar agradecido por lo que se tiene
Recuerda cuánto tiempo hace que difieres eso y cuántas veces has
recibido avisos previos de los dioses sin aprovecharlos. Preciso es que a partir
de este momento te des cuenta de qué mundo eres parte y de qué gobernante
del mundo procedes como emanación, y comprenderás que tu vida está
circunscrita a un período de tiempo limitado. Caso de que no aproveches esta
oportunidad para serenarte, pasará, y tú también pasarás, y ya no habrá otra.
Reconocimiento del Tiempo: Refleja la importancia de no diferir nuestras decisiones y acciones significativas. Marco Aurelio señala cómo ha pospuesto ciertos objetivos y ha ignorado las señales y oportunidades ofrecidas por los dioses (o el destino).
Conciencia del Lugar en el Universo: Insta a recordar el lugar que uno ocupa en el cosmos y su conexión con el gobernante del mundo (una referencia a la razón universal o Logos en la filosofía estoica).
Limitación del Tiempo: Hace hincapié en la temporalidad de la vida, recordando que no se debe desperdiciar el tiempo, ya que es finito.
Necesidad de Serenarse: Llama a la acción inmediata para alcanzar la serenidad y vivir en armonía con la naturaleza y el universo. La oportunidad para hacerlo es ahora, y si se deja pasar, nunca volverá.
- Al despuntar la aurora, hazte estas consideraciones previas: me
encontraré con un indiscreto, un ingrato, un insolente, un mentiroso, un
envidioso, un insociable. Todo eso les acontece por ignorancia de los bienes
y de los males. Pero yo, que he observado que la naturaleza del bien es lo
bello, y que la del mal es lo vergonzoso, y que la naturaleza del pecador
mismo es pariente de la mía, porque participa, no de la misma sangre o de la
misma semilla, sino de la inteligencia y de una porción de la divinidad, no
puedo recibir daño de ninguno de ellos, pues ninguno me cubrirá de
vergüenza; ni puedo enfadarme con mi pariente ni odiarle. Pues hemos
nacido para colaborar, al igual que los pies, las manos, los párpados, las
hileras de dientes, superiores e inferiores. Obrar, pues, como adversarios los
unos de los otros es contrario a la naturaleza. Y es actuar como adversario el
hecho de manifestar indignación y repulsa.
Marco Aurelio nos invita a adoptar una actitud de comprensión y cooperación hacia los demás, recordando que todos compartimos una misma esencia y que las acciones de otros, aunque negativas, no pueden dañar nuestra virtud interna. Este enfoque estoico nos ayuda a mantener la calma, la dignidad y la paz interior en nuestras interacciones diarias.
A todas horas, preocúpate resueltamente, como romano y varón, de
hacer lo que tienes entre manos con puntual y no fingida gravedad, con amor,
libertad y justicia, y procúrate tiempo libre para liberarte de todas las demás
distracciones. Y conseguirás tu propósito, si ejecutas cada acción como si se
tratara de la última de tu vida, desprovista de toda irreflexión, de toda
aversión apasionada que te alejara del dominio de la razón, de toda
hipocresía, egoísmo y despecho en lo relacionado con el destino. Estás
viendo cómo son pocos los principios que hay que dominar para vivir una
vida de curso favorable y de respeto a los dioses. Porque los dioses nada más
reclamarán a quien observa estos preceptos.
Marco Aurelio nos invita a vivir cada momento con intención y virtud, abordando nuestras tareas con una dedicación completa y auténtica. Al vivir cada acción como si fuera la última, eliminamos la irreflexión y la negatividad, manteniéndonos firmemente en el camino de la razón y la virtud. Al simplificar nuestros principios y vivir de acuerdo con ellos, no solo llevamos una vida favorable, sino que también honramos a los dioses con nuestras acciones.
¡Te afrentas, te afrentas, alma mía! Y ya no tendrás ocasión de
honrarte. ¡Breve es la vida para cada uno! Tú, prácticamente, la has
consumido sin respetar el alma que te pertenece, y, sin embargo, haces
depender tu buena fortuna del alma de otros.
Marco Aurelio nos insta a reflexionar sobre cómo hemos vivido nuestras vidas y a hacer cambios para honrar nuestro propio ser. Vivir auténticamente, respetar nuestra propia alma y no depender de otros para nuestra fortuna son principios clave para llevar una vida virtuosa y significativa. Este pasaje es un llamado a la acción, recordándonos la urgencia de hacer estos cambios antes de que sea demasiado tarde.
No te arrastren los accidentes exteriores; procúrate tiempo libre para
aprender algo bueno y cesa ya de girar como un trompo. En adelante, debes
precaverte también de otra desviación. Porque deliran también, en medio de
tantas ocupaciones, los que están cansados de vivir y no tienen blanco hacia
el que dirijan todo impulso y, en suma, su imaginación.
Marco Aurelio nos insta a no dejarnos llevar por las distracciones externas y a encontrar tiempo para el aprendizaje y el crecimiento personal. Evitar una vida sin dirección, “girando como un trompo”, y tener un propósito claro son esenciales para vivir de manera significativa y plena. La independencia de los accidentes exteriores y el enfoque en un objetivo claro nos permiten vivir con propósito y dirección, evitando el agotamiento y la desorientación.
No es fácil ver a un hombre desdichado por no haberse detenido a
pensar qué ocurre en el alma de otro. Pero quienes no siguen con atención los
movimientos de su propia alma, fuerza es que sean desdichados.
Marco Aurelio nos recuerda que la introspección y la autoconciencia son claves para la felicidad. Mientras que enfocarse demasiado en los pensamientos y sentimientos de los demás rara vez es la causa de la desdicha, la falta de atención a nuestros propios pensamientos y emociones sí lo es. Practicar la introspección y seguir con atención los movimientos de nuestra propia alma nos permite vivir de manera más consciente y equilibrada, llevando a una vida más satisfactoria y en paz.
Es preciso tener siempre presente esto: cuál es la naturaleza del
conjunto y cuál es la mía, y cómo se comporta ésta respecto a aquélla y qué
parte, de qué conjunto es; tener presente también que nadie te impide obrar
siempre y decir lo que es consecuente con la naturaleza, de la cual eres parte.
Marco Aurelio nos insta a comprender nuestra relación con el universo y a actuar en armonía con la naturaleza. Al recordar constantemente la naturaleza del conjunto y la nuestra propia, podemos vivir de manera más consciente y en sintonía con el orden natural. La libertad de actuar y hablar de acuerdo con la naturaleza es un principio central del estoicismo, que nos guía hacia una vida de virtud y sabiduría.
Desde una perspectiva filosófica afirma Teofrasto en su comparación
de las faltas, como podría compararlas un hombre según el sentido común,
que las faltas cometidas por concupiscencia son más graves que las cometidas por ira. Porque el hombre que monta en cólera parece desviarse de la razón con cierta pena y congoja interior; mientras que la persona que yerra por concupiscencia, derrotado por el placer, se muestra más flojo y afeminado en sus faltas. Con razón, pues, y de manera digna de un filósofo, dijo que el que peca con placer merece mayor reprobación que el que peca con dolor. En suma, el primero se parece más a un hombre que ha sido víctima de una injusticia previa y que se ha visto forzado a montar en cólera por dolor; el
segundo se ha lanzado a la injusticia por sí mismo, movido a actuar por
concupiscencia.
las faltas por concupiscencia merecen mayor condena. La razón es que estas faltas no solo son el resultado de un deseo personal de placer, sino que también muestran una debilidad de carácter. Por el contrario, la ira, aunque también errónea, surge de un lugar de sufrimiento o reacción a una injusticia.
- En la convicción de que puedes salir ya de la vida, haz, di y piensa
todas y cada una de las cosas en consonancia con esta idea. Pues alejarse de
los hombres, si existen dioses, en absoluto es temible, porque éstos no
podrían sumirte en el mal. Mas, si en verdad no existen, o no les importan los
asuntos humanos, ¿a qué vivir en un mundo vacío de dioses o vacío de
providencia? Pero sí, existen, y les importan las cosas humanas, y han puesto
todos los medios a su alcance para que el hombre no sucumba a los
verdaderos males. Y si algún mal quedara, también esto lo habrían previsto, a
fin de que contara el hombre con todos los medios para evitar caer en él. Pero
lo que no hace peor a un hombre, ¿cómo eso podría hacer peor su vida? Ni
por ignorancia ni conscientemente, sino por ser incapaz de prevenir o corregir
estos defectos, la naturaleza del conjunto lo habría consentido. Y tampoco
por incapacidad o inhabilidad habría cometido un error de tales dimensiones
como para que les tocaran a los buenos y a los malos indistintamente, bienes
y males a partes iguales. Sin embargo, muerte y vida, gloria e infamia, dolor
y placer, riqueza y penuria, todo eso acontece indistintamente al hombre
bueno y al malo, pues no es ni bello ni feo. Porque, efectivamente, no son
bienes ni males.
Este pasaje refleja una visión estoica en la que la vida debe vivirse con virtud y sabiduría, independientemente de las circunstancias externas. Se destaca la importancia de actuar siempre con integridad y de confiar en la providencia divina. La conciencia de la mortalidad y la neutralidad de las circunstancias externas son claves para entender el verdadero bien y mal según esta filosofía.
La neutralidad moral de las circunstancias externas subraya que el verdadero bien y el verdadero mal residen en la virtud y el vicio, respectivamente, no en las condiciones externas de la vida de una persona.
Muerte, vida, gloria, infamia, dolor, placer, riqueza y pobreza son circunstancias que afectan por igual a las personas buenas y malas. Estas circunstancias son, por lo tanto, moralmente neutras; no son ni bienes ni males en sí mismas.