TEMA 9 - La Segunda República Flashcards
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La proclamación de la Segunda República. El Gobierno provisional y la Constitución de 1931. El Sufragio fememnino.
9.1
Tras la dimisión de Primo de Rivera en enero de 1930, Alfonso XIII nombró al General Berenguer nuevo jefe de gobierno, el cual trató de volver al sistema de la Restauración. Sin embargo, no contó con el apoyo de los ciudadanos ni conservadores ni liberales, teniendo además que hacer frente a la crisis económica. En agosto de 1930, republicanos, nacionalistas y más tarde el PSOE firmaron el Pacto de San Sebastián, con el fin de derribar la monarquía e instaurar un régimen plenamente democrático. Para ello formaron un comité revolucionario encabezado por Alcalá Zamora. Se ideó un pronunciamiento militar reforzado por una huelga general para proclamar la República. Sin embargo ni el pronunciamiento ni la huelga fueron secundados siendo los líderes militares fusilados y los civiles encarcelados. Esto hizo que la causa republicana ganara fuerza; intelectuales como Ortega y Gasset (El error Berenguer), Machado, Marañón Pérez de Ayala crearon la Asociación al servicio de la República. En Cataluña Macià y Companys fundan Esquerra Republicana contra la monárquica Lliga regionalista.
En febrero de 1931, Alfonso XIII sustituyó a Berenguer por el almirante Aznar, quien convocó elecciones municipales en abril. Aunque los partidos monárquicos obtuvieron más votos, la coalición republicano-socialista ganó ampliamente en las grandes ciudades. Por ello, viendo Alfonso XIII que no contaba con el respaldo popular se exilió en Italia. Así, el catorce de abril de 1931 se publicó la Segunda República. A su vez Macía autoproclamó la República catalana independiente, pero las nuevas autoridades la echaron para atrás a cambio de la promesa de conceder grandes cuotas de autonomía a Cataluña.
Tras la marcha del rey, se constituyó un gobierno provisional (abril-diciembre de 1931) presidido por Alcalá Zamora con representantes de los partidos del Pacto de San Sebastián (Partido Radical de Alejandro Lerroux, Acción Republicana de Manuel Azaña, socialistas como Prieto o Largo Caballero y nacionalistas). Alcalá Zamora convocó elecciones a Cortes Constituyentes para elegir un nuevo gobierno y aprobar nuevas reformas. Por un lado se fundieron reformas militares. El ministro Azaña aprobó un decreto que exigía a los oficiales jurar lealtad a la República (existía la posibilidad de retirarse con haberes). La Reforma Agraria fue un proyecto presentado para contratar como braceros preferentemente a los vecinos del municipio. En la reforma laboral se adoptó la Ley de Jurados Mixtos. En cuanto a las reformas territoriales se presentaron los Estatutos de Autonomía del País Vasco y Cataluña, pero las Cortes nacionales rechazaron el vasco por ser inconstitucional por lo que tuvieron que transcurrir cinco años hasta poder volver a ser presentado. Sin embargo estas medidas junto a la crisis económica provocaron huelgas y enfrentamientos por parte de la oposición. El conflicto más grave fue el liderado por el Cardenal Segura que derivó a la quema de iglesias. Esto dañó grandemente la imagen de la República y perdió apoyos entre los burgueses e intelectuales.
Pese a todo, indudablemente la principal medida del gobierno fue la creación de la Constitución de 1931, marcada por los ideales de los partidos republicanos, el PSOE y nacionalistas. Las características principales fueron: Un Estado definido como una república democrática y de trabajadores, la laicidad; se reconoció la libertad de conciencia y culto y se dio una fuerte separación entre la Iglesia y Estado (prohibición de enseñanza a las órdenes religiosas, disolución de los jesuitas, aprobación del matrimonio civil y del divorcio). En cuanto a la jefatura de Estado, el Presidente de la República era elegido por seis años por las Cortes (con un igual número de compromisarios que de Diputados). Sus principales cargos eran el nombramiento del jefe del Gobierno y la disolución de las Cortes hasta dos veces (si en la tercera se consideraba innecesaria la aceleración de elecciones, el presidente podía ser cesado). El Poder Ejecutivo residía en el gobierno aunque las Cortes podían retirarle su apoyo. El Legislativo recaía sobre las Cortes unicamerales (Parlamento) quienes controlaban al gobierno. También se dio una descentralización territorial; se reconocía el derecho de autonomía de las regiones si el estatuto era aprobado en referéndum por dos tercios de los electores regionales, después era derivado a las Cortes nacionales. Si era rechazado, se debía esperar cinco años para presentar un nuevo estatuto. También se creó un tribunal de garantías constitucionales que velaba por la constitucionalidad de las leyes. La Constitución también incluía el derecho a la educación primaria universal financiada por el Estado, definiendo un nuevo modelo de enseñanza pública, laica y mixta. Por último, el sufragio universal establecía por primera vez el derecho de voto de la mujer, lo que abrió debate entre los partidos. A favor de esto se encontraba el Partido Republicano Radical (Clara Campoamor) y en contra los partidos Radical Socialista (Victoria Kent) y el PSOE (Margarita Nelken), quienes sostenían que las mujeres votarían a la derecha influidas por la Iglesia. El sufragio femenino fue aprobado por 161 frente a 121 votos en contra. La Constitución de 1931 fue una de las primeras en Europa en reconocer este derecho.
El BIenio Reformista. Política territorial, realizaciones sociales y culturales. Reacciones desde los diversos posicionamientos.
9.2
Aprobada la Constitución de 1931, las Cortes eligieron en diciembre de ese mismo año a Niceto Alcalá Zamora como Presidente de la República y a Manuel Azaña como Presidente del Gobierno. Azaña incluyó en el Poder Ejecutivo a ministros de todos los grupos políticos del gobierno provisional (a excepción del Partido Radical de Lerroux), para así buscar el apoyo de la clase obrera y de los nacionalistas. Con esto se da comienzo al bienio reformista (1931-1933). El objetivo de Azaña era modernizar el país mediante un programa de reformas, el cual se hubo de enfrentar a obstáculos como la gran deuda pública, o la fuerte reacción de la oposición.
Entre las reformas más relevantes se encuentra la agraria. En el campo español había surgido la dificultad de los agricultores de acceder a la propiedad de la tierra (fracaso de las desamortizaciones del siglo XIX), lo que condujo a una gran conflictividad social (reflejada en el trienio bolchevique), por esto se aprobó la Ley de Bases para la reforma agraria en 1932, la cual expropiaba los latifundios para su entrega a jornaleros, pero fracasó por la falta de financiación para indemnizar a los propietarios y la frustración de los campesinos ante la lentitud de las reformas, quienes mostraron su descontento mediante protestas y ocupaciones de tierras. Militarmente, Azaña apostó por la democratización del Ejército (lealtad institucional, subordinación a la autoridad civil, reducción del número de oficiales, reforma del sistema de reclutamiento y su profesionalización). Además, se creó la guardia de asalto y se proclamó la Ley de Defensa de la República. En cuanto a la reforma secularizadora, esta se centró en abolir la confesionalidad católica del Estado de la Constitución de 1876, ya que la de 1931 establecía la libertad religiosa y la laicidad del Estado. Se dio el fin de la financiación pública del clero, prohibición de enseñanza a las órdenes religiosas, disolución de los jesuitas, aprobación del matrimonio civil y el divorcio, además de la nacionalización de tierras (Ley de Confesiones y Congregaciones). En la reforma laboral, el aumento de salarios y mejora de condiciones eran las principales reivindicaciones del movimiento obrero (radicalizados por los efectos de la Primera Guerra Mundial), por ello la Constitución recogió el derecho al trabajo y reforzó los mecanismos de protección laboral. El ministro Largo Caballero (PSOE), impulsó la Ley de Jurados Mixtos de Arbitraje, la negociación colectiva y la jornada de ocho horas en el campo. Además, la República hizo una reforma educativa y cultural, promoviendo una educación exclusivamente pública, laica, obligatoria, gratuita y mixta. Para ello crearon miles de escuelas. También se dieron mejoras en la instrucción del profesorado, se extendió la cultura al mundo rural (Misiones Pedagógicas), fomentó la lectura (Feria del Libro de Madrid) y se crearon nuevas universidades. Por último, se dio una reforma territorial. En la constitución de 1876 se estableció un Estado centralista, el cual la Constitución de 1931 abolió, reconociendo el derecho de autonomía a las regiones. Se tramitaron dos Estatutos de Autonomía; el vasco fue rechazado por las Cortes por ser inconstitucional, pero el Estatuto de Cataluña fue aprobado, concediéndose amplias potestades de autogobierno (Generalitat, cooficialidad del catalán).
Por otro lado, el gobierno de Azaña tuvo que enfrentarse a una dura oposición durante el Bienio. El sector conservador (Ejército, Iglesia…), no estuvo de acuerdo con las reformas. Primero intentaron liquidar el sistema por la fuerza (fallido golpe de Estado del general Sanjurjo en agosto de 1932), después, mediante la reorganización de los partidos de derechas para combatir las reformas desde el Parlamento. Se crearon CEDA (Confederación Española de derechas autónomas) liderada por Gil Robles, la Falange Española, fundada por Primo de Rivera, y Renovación Española, liderada por Calvo Sotelo.
En el otro lado de la oposición se encontraba la extrema izquierda, a quien la escasez de recursos para financiar la reformas, le llevó a una gran conflictividad social (huelgas, ocupaciones de tierras), fuertemente reprimidas. Los anarquistas declararon a la Segunda República como un régimen enemigo de obreros y campesinos, criticando al Gobierno de no llevar a cabo suficientes mejoras.
Finalmente, el escándalo en Casas Viejas (enero de 1933), causó la dimisión de Azaña. Por ello, Alcalá Zamora disolvió las Cortes y convocó elecciones, las cuales fueron ganadas por amplia mayoría por CEDA (115 diputados) y el Partido Republicano Radical de Lerroux (102 diputados).
El bienio de la CEDA y del Partido Radical. El Frente Popular. Desórdenes públicos. Violencia y conflictos sociales.
9.3
El Bienio CEDA (1933-1936) comienza tras la dimisión de Azaña en 1933. Tras la dimisión de Azaña en 1933, Alcalá-Zamora disolvió las Cortes y convocó elecciones, ganadas en amplia mayoría por CEDA, pero por su dudosa lealtad a la República Alcalá-Zamora escogió a Lerroux (el Partido Republicano fue el segundo más votado) para gobernar con el apoyo parlamentario de CEDA, desarrollando una política contraria a la del Bienio Reformista (1931-1933): Se suspendió la reforma agraria (devolución de tierras a los antiguos propietarios) y educativa. Paralizó además la tramitación de nuevos Estatutos de autonomía , reanudó la financiación estatal de la Iglesia y concedió la amnistía a los golpistas de 1932. Pese a esta política, Gil Robles (CEDA) consideró insuficientes esta medidas y para que CEDA no le retirase su apoyo, Lerroux incluyó a tres ministros cedistas en el Gobierno (octubre 1934), lo que fue considerado como una amenaza por la izquierda radical y los nacionalistas, temerosos de una transición del régimen democrático a uno fascista. Por esto la UGT convocó una huelga conocida como la insurrección de octubre. En Barcelona, Companys proclama el Estat Catalá dentro de una República Federal en España, pero fue sofocado por el Ejército; El Gobierno catalán fue encarcelado y se canceló su estatuto de autonomía. En Asturias, la UGT y la CNT actuaron unidos, llamando a la guerra y a la dictadura del proletariado. Se tomaron minas y fábricas y asaltaron iglesias, pero a la semana, las tropas de África al mando del general Franco acabaron con la revuelta.
La insurrección de Octubre tuvo grandes consecuencias; provocó cerca de 1.500 fallecidos, 30.000 detenidos y una profunda fractura social reflejada en la derechización del gobierno de Lerroux; Además de la cancelación de la autonomía catalana, aprobó una nueva Ley Agraria contraria a las reformas de 1932 y Gil-Robles, ministro de Guerra, nombró en puestos clave del Ejército a militares conservadores (Mola, Franco). Otra consecuencia fue el aumento de la tensión política. En la derecha José Calvo-Sotelo agrupó a los monárquicos más extremistas en el Bloque Nacional, a la vez que la Falange Española y la Comunión Tradicionalista (carlistas) se radicalizaron. En la izquierda, el PSOE se dividió en reformistas (Prieto) y revolucionarios (Largo Caballero), Azaña agrupó a los republicanos de izquierdas en una única formación (Izquierda Republicana).
En septiembre de 1935, tras varios escándalos (estraperlo, Tayá-Nombela), Lerroux dimitió, pero Alcalá-Zamora rechazó de nuevo ofrecer el Gobierno a Gil-Robles, por lo que disolvió el Parlamento y convocó elecciones para febrero de 1936. La izquierda (republicanos, socialistas, comunistas y nacionalistas) formó el Frente Popular, que pretendía recuperar las reformas del Bienio Reformista y dar la amnistía a los represaliados de la insurrección de 1934. La derecha, sin embargo, se presentó dividida. El resultado de las elecciones fue la victoria del Frente Popular por un pequeño margen, pero el sistema electoral le concedió una amplia mayoría de diputados. Azaña encabezó como jefe de Gobierno, las reformas prometidas; Restablecimiento de la autonomía catalana, aceleración de la reforma agraria, para los represaliados y neutralización de los militares más reaccionarios (Franco fue enviado a Canarias y Mola a Navarra). En mayo de ese mismo año las nuevas Cortes destituyeron a Alcalá Zamora como presidente por considerar improcedente la última disolución del Parlamento y fue sustituido por Manuel Azaña ahora jefe de Estado y ofreció el gobierno a Indalecio Prieto quien lo rechazó. Finalmente se eligió como Jefe de Gobierno a Casares Quiroga.
A todo esto, los conflictos sociales y la violencia fueron constantes, lo que causó una mayor radicalización de los partidos. La derecha se opuso al régimen republicano y a las reformas (conspiraciones militares de Sanjurjo y Mola y represión tras los Sucesos de octubre de 1934), lo que les llevó a organizar un golpe de Estado liderado por el general Mola. La izquierda también se vio afectada por la insurrección de 1934, la acción de casas viejas y la quema de iglesias, por lo que la UGT y la CNT se unieron contra el gobierno mediante la ocupación de tierras y huelgas, amenazando al Parlamento. Se ilegalizó la Falange Española y Primo de Rivera fue encarcelado. Finalmente el asesinato de Castillo desencadenó el asesinato de José Calvo Sotelo el 13 de julio, lo que precipitó la sublevación militar y el golpe de Estado fracasó, desencadenando en la Guerra civil (1936-1939)