TEMA 11 - La dictadura franquista Flashcards
revisar todos
El Franquismo. Fundamentos Ideológicos del régimen franquista en el contexto histórico europeo.
11.1
El franquismo fue una dictadura militar que Franco instauró hasta su muerte (1939-1975) tras su victoria en la Guerra Civil y ser nombrado jefe de Estado, aunque su naturaleza ha generado el debate entre si fue un sistema totalitario o uno autoritario. Estos se distinguen por su ideología; mientras que el totalitarismo busca transformar la vida de la sociedad en su totalidad mientras que los principios de un autoritarismo no son tan extremos. Además, el totalitarismo se caracteriza e identifica con la figura de un líder carismático inseparable del partido. Otra diferencia es la política: El totalitarismo monopoliza (partido único), mientras que el autoritarismo deja un pequeño pluralismo político. Un totalitarismo además se caracteriza por una omnipresencia del Estado, tiene el control de la economía, las instituciones y los medios de comunicación, sin embargo el autoritarismo presenta instituciones autónomas del Estado. Finalmente el totalitarismo va a eliminar cualquier tipo de oposición, mientras que el autoritarismo permite un cierto grado . La Academia de la Historia lo define como un régimen totalitario y filo-fascista. Autores como Paul Preston argumentan esto basándose en que el Estado controlaba todas las esferas de la vida social (educación, religión, cultura). Por el contrario, otros autores como Stanley G. Payne mantienen que fue autoritario ya que la ideología no constituyó un elemento fundamental de régimen y que sí se permitió una cierta pluralidad política y cultural en las últimas décadas de la dictadura. Lo que sí está claro es que** tuvo en todo momento un carácter dictatorial, reaccionario y militarista.**
El contexto histórico en el que surge el franquismo es en una Europa de entreguerras, en el cual los sistemas democráticos entran en crisis debido a la aparición de regímenes totalitarios antiliberales como el fascista, nacionalsocialista y el comunista. El fascismo surge en Italia en la década de 1920 de la mano de Mussolini como oposición al socialismo, creando un Estado centralizado. El nazismo fue enunciado por Adolf Hitler en Alemania alrededor de 1930. Se caracterizó por un ultranacionalismo extremo y racional y un control total de la sociedad. Finalmente el comunismo nace en la URSS en 1917, inspirado en el marxismo, de la mano de Lenin tras el triunfo de la Revolución Rusa, tratando de eliminar la propiedad primaria y la desigualdad de clases. Su sucesor, Stalin, instauró un régimen de terror y promovió el culto al líder.
Los fundamentos ideológicos del régimen franquista fueron el tradicionalismo (defensa de la familia, la religión, el orden y la propiedad), nacional-catolicismo (los principios del régimen eran los del catolicismo), el antiliberalismo (rechazo del parlamentarismo y partidos políticos), anticomunismo y centralismo (negación del nacionalismo periférico en defensa de la unidad de España).
El franquismo contó con varios apoyos institucionales y sociales, denominados las familias. La** Iglesia** legitimó la dictadura y el régimen reconoció la confesionalidad del Estado, la financiación pública de la Iglesia y el control de la educación. Reforzada por el Concordato de 1953, la alianza se mantuvo intacta hasta el Concilio Vaticano II (1965), que alejó a la Iglesia de la dictadura. Otra de las familias fue el Ejército, aunque poco a poco fue perdiendo peso político (a excepción de figuras como Carrero Blanco), también la Falange, que controlaba el Ministerio de Trabajo y el sindicato único, pero perdió importancia tras la derrota del Eje en la II Guerra Mundial. Por último se encontraban los grupos sociales como la oligarquía económica, la burguesía provinciana y la industrial catalana y vasca, que beneficiadas por el proteccionismo apoyaron al régimen. Estas familias ejercieron su influencia a través de las Cortes, ministros del Gobierno (de forma equilibrada entre todas las familias en función de la evolución política). Así, familias inicialmente importantes como la carlista o los monárquicos fueron cediendo paso frente a otras como los católicos o los tecnócratas.
Además de estos apoyos, el régimen contó con leyes represivas para controlar a la oposición como la Ley de Responsabilidades Políticas, Ley sobre la Represión de Masonería y el Comunismo o la Ley de Represión de Bandidaje y el Terrorismo.
Institucionalización del Régimen. Relaciones internacionales y etapas políticas.
11.2
La conspiración iniciada por el general Mola fue apoyada por diversos grupos políticos (monárquicos, carlistas, falangistas…). Aunque todos coincidían en el deseo de acabar con la Segunda República, diferían en la naturaleza política que el nuevo Estado debería adoptar. Esta decisión acabó recayendo en el general Franco, en quién se concentró todo el poder. Franco estableció una dictadura militar de naturaleza autoritaria, nacionalista y reaccionaria. A falta de una Constitución por su carácter antiliberal, la dictadura se institucionalizó de forma gradual mediante las Leyes Fundamentales del Régimen. La Ley de la Administración General del Estado (1938) concentró todo el poder en Franco como jefe de Estado, Gobierno y Ejército además del partido único FET de las JONS (Movimiento Nacional desde 1943). El Fuero del Trabajo (1938) prohibió las huelgas y formó el Sindicato Vertical (único permitido). La Ley de Cortes (1942) estableció una cámara corporativa consultiva. El Fuero de los Españoles se creó en 1945 y en ese mismo año se aprobó la Ley de Referéndum Nacional que permitía convocar consultas populares mediante plebiscito. En 1947 se aprueba Ley de Sucesión a la Jefatura de Estado (el titular debía ser propuesto por Franco).
A estas leyes se añadieron las nuevas Leyes Fundamentales: Ley de Principios Fundamentales del Movimiento Nacional (1958), que redefinió el Régimen como una monarquía tradicional, católica, social y representativa y la Ley Orgánica del Estado (1967), aprobada en referéndum, la monarquía autoritaria se sucedería en don Juan Carlos de Borbón, y establecía la posibilidad de separar la Jefatura del Estado y del Gobierno (Franco ostentó ambas hasta 1973).
La política exterior franquista fue variando para adaptarse a la situación internacional. Durante los primeros años, se dio un alineamiento con el Eje. España se declaró neutral en la Segunda Guerra Mundial, pero el éxito de Hitler llevó a Franco a alinearse con el Eje declarándose no beligerante. Tras la entrevista de Hendaya, Hitler rechazó las condiciones de Franco para entrar en la guerra, pero Franco envió a Alemania recursos y voluntarios contra la URSS (División Azul). En 1943, ante las derrotas del Eje, Franco recuperó la neutralidad. Tras la Segunda Guerra Mundial, España fue aislada mundialmente; La ONU rechazó el ingreso de España y retiró sus embajadores, y EEUU la excluyó del Plan Marshall. Finalmente, EEUU pasó a considerar a Franco como un aliado contra el comunismo durante la Guerra Fría, estableciéndose el Pacto Militar Bilateral, que junto al Concordato con el Vaticano (ambos en 1953), supusieron el fin del aislamiento, completado con el ingreso en la ONU (1955) y la visita del presidente Eisenhower (1959).
Sin embargo, los éxitos vinieron acompañados de la pérdida de las últimas colonias (pérdida de Marruecos, 1956 y Guinea), el rechazo al ingreso en la CEE (Comunidad Económica Europea) y la crisis por Gibraltar, además de la invasión marroquí del Sáhara (Marcha Verde).
El Franquismo atravesó tres diferentes etapas. En el Primer Franquismo (1939-1959), el régimen nacional -sindicalista comenzó una dictadura dirigida por militares y falangistas, pero tras las derrotas del Eje llevaron a Franco a reemplazar a los germanófilos por católicos para buscar el apoyo de los Aliados. Se redujeron los fusilamientos y la simbología fascista y se aprobaron leyes fundamentales (para dar apariencia de democracia). Pese a todo, no se pudo evitar un aislamiento internacional que dificultó la recuperación económica de posguerra.
Durante el Segundo Franquismo (1959-1973) el régimen se consolidó gracias al reconocimiento internacional y el crecimiento económico (ministros tecnócratas del Opus Dei) y completó la institucionalización con la aprobación de la Ley de Principios Fundamentales del Movimiento Nacional y la Ley Orgánica del Estado (1967). Además, los tecnócratas impulsaron leyes de carácter aperturista: Ley de Prensa e Imprenta que abolía la censura y Ley de Libertad Religiosa que reconocía la libertad de culto.
Durante el Tercer Franquismo (1973-1975) se dió la crisis del régimen. En 1973 Franco nombra presidente del Gobierno a Carrero Blanco, pero a finales de ese año es asesinado por ETA y Francon le sucede con Arias Navarro, quien promovió una pequeña reforma (Espíritu del 12 de febrero). Su principal medida fue la Ley de Asociaciones Políticas que fue rechazada por las familias del régimen. Además, la crisis económica aumentó con la conflictividad social (huelgas, protestas) mientras que los encarcelamiento de los líderes sindicalistas (política represiva) y la pena de muerte de ETA y FRAP aumentó la presión internacional (alejamiento de la Iglesia y el Ejército). A la muerte de Franco (20 de noviembre de 1975) termina el franquismo con una gran tensión política, económica y social.
Transformaciones sociales y económicas
11.3
Hasta los años 60, la sociedad española mantenía una estructura rural dominada por la oligarquía agraria, con una pequeña clase media urbana y la Iglesia como institución más influyente. Era una sociedad inmovilista basada en los valores tradicionales católicos: religión, familia, patria y orden.
El desarrollismo de los 60 provocó profundos cambios sociales. España pasó a ser un país urbano e industrial. El auge económico y la llegada masiva de turistas cambiaron la mentalidad y las costumbres. Estos cambios se reflejaron en el crecimiento demográfico, la población activa, la migración, el crecimiento urbano, las clases sociales y la mentalidad.
La población aumentó por el Baby Boom de los años 60, favorecido por la política pronatalista del régimen y la mejora de la renta. La estructura de la población activa dejó de estar dominada por el sector primario, creciendo la ocupación en la industria y los servicios. A partir de los 60, aumentó la incorporación de la mujer al mercado laboral.
El éxodo rural, escaso durante la autarquía, se intensificó con el desarrollismo. Millones de personas emigraron del campo a áreas industriales (Cataluña), turísticas (Levante) o grandes ciudades (Madrid). Cerca de dos millones emigraron al extranjero, sobre todo a Alemania, Francia, Suiza y Bélgica.
El éxodo rural provocó un gran crecimiento urbano. En 1975, ⅔ de la población vivía en ciudades. La expansión se realizó sin planificación, con la creación de barrios marginales y ciudades dormitorio en torno a Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao.
En cuanto a la estructura social, la posguerra dejó una sociedad inmovilista con una oligarquía agraria e industrial dominante, una clase media reducida y un campesinado mayoritario con bajos niveles de vida. Con el desarrollismo aumentaron los trabajadores industriales y la clase media, que al final del franquismo era el grupo social más numeroso.
Los modos de vida y mentalidad también cambiaron. Durante el primer franquismo, la moral católica impuesta por la Iglesia y la censura mantenían la sociedad tradicional. En los años 60, la influencia del turismo, el crecimiento económico y la educación favorecieron la secularización y el alejamiento de parte de la Iglesia respecto al régimen, especialmente tras el Concilio Vaticano II (1965).
La economía franquista tuvo dos etapas: autarquía y desarrollismo. La autarquía (1939-1959) buscaba la autosuficiencia económica, con una fuerte intervención estatal, creación de industrias públicas y limitación de importaciones. El resultado fue desastroso: no hubo crecimiento económico durante los años 40 y el racionamiento se mantuvo hasta principios de los 50.
Más tarde tuvo lugar el desarrollismo (1959-1973). La crisis llevó a la entrada de tecnócratas del Opus Dei en el Gobierno (1957), que impulsaron el Plan de Estabilización (saneamiento de la economía) y la liberalización económica (reducción del control estatal sobre la economía y apertura al exterior). Este plan saneó la economía, redujo la intervención estatal y abrió el país al exterior. El crecimiento se basó en la abundante mano de obra barata, la inversión extranjera, el turismo y las remesas de emigrantes.
A pesar del crecimiento económico, el desarrollismo tuvo carencias: bajos salarios, falta de Estado del bienestar, industrias dependientes del exterior y fuertes desequilibrios territoriales. Para paliarlos, se crearon los Planes de Desarrollo (1962), su duración era de cuatro años (hubo tres), que buscaban fomentar la industrialización en zonas deprimidas, aunque no lograron corregir los desequilibrios.
La crisis del petróleo de 1973 puso fin al desarrollismo. El aumento del precio del crudo agravó el déficit comercial, la inflación y la deuda externa. El regreso de emigrantes aumentó el desempleo y la tensión social, con un crecimiento de huelgas reprimidas por el régimen.
La represión, el exilio y los movimientos de protesta contra la dictadura. La cultura durante el franquismo en España y en el exilio
11.4
La dictadura franquista se asentó gracias a una dura represión, que se institucionalizó mediante la aprobación de la Ley de Responsabilidades Políticas (1939), Supresión de la Masonería y el Comunismo (1940), Seguridad del Estado (1941) y Represión del Bandidaje y el Terrorismo (1947). También se aplicó la represión al ámbito cultural mediante la censura, control estatal de los medios de comunicación o la prohibición del catalán, euskera y gallego. Durante la posguerra inmediata fueron fusiladas, encarceladas o expurgadas miles de personas. En 1963 se creó el Tribunal de Orden Público para juzgar delitos políticos, pero durante esta década disminuyó considerablemente la represión. La respuesta popular fue el exilio, lo que supuso una gran pérdida demográfica, económica y cultural para España. Fueron comunes los exilios a Francia y países latinoamericanos. Se estima que hubo unos 500.000 exiliados, de los que unos 170.000 nunca regresaron.
La oposición antifranquista estuvo compuesta por grupos de diversas ideologías, quienes reclamaban el restablecimiento de la democracia. Esta evolucionó en tres etapas. Durante la primera posguerra, la oposición se limitó a sobrevivir organizada en partidas guerrilleras (maquis). Su principal acción fue la fracasada invasión del Valle de Arán (1944). Paralelamente, en el exilio, los republicanos denunciaban el totalitarismo del franquismo y los monárquicos reivindicaban el restablecimiento de una monarquía constitucional con Juan de Borbón como rey (Manifiesto de Lausana 1945).
La segunda etapa fue entre los años cincuenta y sesenta. El PCE renunció a la lucha armada (disolución de los maquis) en favor de reivindicaciones pacíficas de masas (huelga de tranvías en Barcelona, revuelta Universitaria de Madrid) e hizo una llamamiento a la reconciliación nacional en 1956. El PCE más tarde fundó el sindicato clandestino Comisiones Obreras (CC.OO.). En 1962 se celebró la Conferencia de Munich, en la que participaron todos los partidos españoles democráticos (no los comunistas). Además los nacionalismos vasco y catalán se reivindicaron, nace ETA que se inclina por la lucha armada. Por otra parte, la Iglesia que había sido pilar fundamental del régimen, se distancia tras el concilio Vaticano II.
En la oposición durante el franquismo, el PCE continúa liderando la lucha obrera, estudiantil y vecinal. Además, se crearon grupos monárquicos, liberales y democristianos y surgieron bandas comunistas terroristas (FRAP, GRAPO). Para 1975, el deterioro de la salud de Franco llevó a la oposición a unirse en dos grupos: la Junta Democrática (liderada por el PCE de Santiago Carrillo) y la Plataforma Democrática (liderada por el PSOE de Felipe González). También se fundó la UMD (Unión Militar Democrática).
La cultura en España durante el franquismo estuvo marcada por una dura censura. Se distinguen tres corrientes principales. La corriente oficial exaltó los valores del franquismo (destaca Agustín de Foxá). La corriente liberal consiguió por otro lado atraer a los franquistas más alejados del régimen (Ridruejo). Finalmente, pese a una inicial censura absoluta, los cambios sociales de los 60 y la nueva Ley de Prensa de 1966 dieron lugar a la corriente de protesta. En la literatura, nació el realismo con dramaturgos como Buero Vallejo (Historia de una escalera), poetas como Blas de Otero, cantantes como Serrat, novelistas (Miguel Delibes), y pintores (Salvador Dalí).
La cultura en el exilio estuvo marcada por los principales intelectuales de la época, que al pertenecer al bando republicano, su exilio dejó un vacío cultural en España. La actitud de estos autores es de crítica y oposición al régimen. Entre los escritores exiliados se cuentan Juan Ramón Jiménez (Diario de un poeta recién Casado), premio Nobel de literatura, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Pedro Salinas o Jorge Guillén. Relativos a las artes plásticas se exiliaron Pablo Picasso y el cineasta Luis Buñuel. Además, también Ortega y Gasset o María Zambrano. También perdió España grandes científicos como Severo Ochoa. Destaca la labor de la editorial clandestina Ruedo Ibérico, que publicaba obras prohibidas tanto en España como entre los exiliados.