2.1. Sociologia long Flashcards
Efectos sociales del desarrollo del turismo
Capítulo 1: Evolución del turismo y del ocio en la sociedad
1.3. Turismo y sociedad
Efectos sociales del desarrollo del turismo
La influencia del turismo genera consecuencias, muchas negativas, si se siguen patrones de desarrollo a favor de los grandes grupos intermediarios y especuladores que controlan al turismo industrializado.
Estas repercusiones no siempre son negativas, muchos de los cambios sociales, económicos y culturales que propicia el turismo son muy favorables para las sociedades receptoras, un nuevo orden social de efectos liberalizadores para la población local, ya que puede mejorar sus condiciones de vida, en el plano económico, y en la cultura, la libertad, la amplitud de miras, la sanidad… y el acceso a infraestructuras, dotaciones y servicios que hubieran tardado años en conseguir.
El proceso de imitación
Los locales adoptan modas y hábitos de los turistas, especialmente los jóvenes, lo que genera cambios sociales y de consumo.
Es el efecto ejemplo o demostración - demostration effect - la población receptora se ve atraída por los productos, modas de consumo y comportamiento de los turistas.
Pearce (1989), cuando la toma de contacto entre turistas y nativos no es muy profunda, como con el turismo industrializado o de masas, la simple observación del comportamiento de los visitantes induce a cambios en las actitudes, en los valores y en la conducta por parte de la población de la zona receptora.
Cooper (1993). A esto es a lo llama ‘impactos socioculturales indirectos’. Cuando se confrontan grupos de personas con culturas, pautas de comportamiento y modos de vida diferentes por medio de la actividad turística, los influidos son los de la población receptora y no los turistas, siempre y cuando exista un cierto desequilibrio entre estos últimos y los locales.
Jenkins (1997). Generalmente suele ser así, ya que los turistas viajan desde los países más acomodados del mundo hacia destinos inferiores.
La conducta turística de masas es responsable de la transformación de valores y de la modificación de los patrones de consumo tradicionales en las sociedades visitadas, imponiendo pautas de comportamiento estandarizadas y occidentalizadas.
El turista es percibido como una persona superior en el plano económico, con más libertad, actitudes modernas y un comportamiento condescendiente ajeno a la vida tradicional de las sociedades receptoras.
Todo ello predispone a los autóctonos a escapar de las estrechas y severas normas de su comunidad para adoptar la cultura de los turistas.
La población más joven es la que primero, y con mayor facilidad, se adapta a los cambios y, tras ellos, el resto de la sociedad.
Así es como el efecto demostración que acompaña al turismo es capaz de transformar, por completo, el orden social de las poblaciones receptoras.
Alteraciones de los comportamientos
El turismo puede generar alteraciones en la conducta moral de la sociedad, asociadas a la prostitución, drogas y otros problemas.
El turismo es acusado de producir un fuerte impacto en la conducta moral de las sociedades receptoras.
La llegada de los turistas ocasiona situaciones, actitudes y comportamientos que no tienen cabida en el orden de valores de la sociedad tradicional.
Actividades no deseadas como la prostitución, el consumo de drogas, la inseguridad ciudadana, el juego… son aspectos negativos asociados al desarrollo del turismo, aunque no hayan sido introducidos por él, pero puede que sí acrecentados.
Transformación de la cultura autóctona
Las tradiciones locales pueden verse transformadas en espectáculos para los turistas, banalizando la cultura autóctona.
El turismo puede provocar una pérdida del sentido cultural propio en las sociedades receptoras cuando la cultura local es utilizada como entretenimiento para los turistas.
Puede llegar al extremo de perder la cultura autóctona por introducir una cultura estandarizada que poco tiene que ver con la propia, pero es la que se vende a los visitantes en sus países de origen y es la que esperan encontrar y pagar por ella.
Ante la gran afluencia de visitantes, se comercializan los productos ‘típicos’, en un proceso de banalización o vulgarización de los productos de artesanía y recuerdos.
En España, la típica flamenca encima de la tele, o carteles de toros con el nombre del turista, o las castañuelas… españoles se pasean por ciudades de Europa tocados con una montera o un sombrero cordobés para reafirmar su españolismo. El resto de artesanía y cultura española carece de interés para el turismo de masas.
Celeridad en los cambios
El turismo transforma rápidamente las ciudades, afectando la estructura urbana y demográfica.
El turismo propicia una rápida trasformación en la forma de vida local, a una velocidad vertiginosa, lo que hace que su control sea difícil y se lleguen a situaciones nocivas para los intereses de los centros receptores a largo plazo.
Muchas pequeñas localidades han pasado, en diez años, a convertirse en grandes y modernas ciudades de ocio, con una oferta de servicios e infraestructuras muy desarrollada, impensable pocos años antes.
Aparecen grandes bloques de apartamentos y hoteles, avenidas y paseos, cafeterías, bares, restaurantes; el comercio da un salto cualitativo y cuantitativo; la población crece en valores absolutos gracias al proceso de inmigración favorecido por el turismo y los puestos de trabajo que oferta; la estructura demográfica cambia de forma contundente; la tipología de los empleos se altera por completo…
Hay múltiples ejemplos en el litoral del Mar Mediterráneo: Marbella, Torremolinos, Águilas, Benidorm, Lloret de Mar, Saint Tropez, Antibes, Rimini, Corfú, Limassol…
Discriminación de los nativos en el acceso a los nuevos puestos de trabajo
Los puestos mejor remunerados son ocupados por forasteros, mientras que los locales ocupan empleos de baja calificación.
Se produce una marginación de la población indígena en el negocio turístico. Las labores de mayor responsabilidad y mejor pagadas recaen sobre profesionales reclutados fuera de la localidad.
Los autóctonos, en las primeras fases del desarrollo turístico, ocupan los puestos de trabajo menos cualificados y con menores retribuciones económicas.
Cuando el nivel de desarrollo es muy bajo en la zona que comienza a crecer turísticamente, las ocupaciones de los residentes pertenecen al sector primario, agricultura, ganadería y pesca, y la cualificación profesional de la industria turística no se corresponde con la de la mayor parte de la población receptora.
Los trabajos de menor entidad en turismo no requieren de formación específica, basta un corto período de aprendizaje o de adaptación laboral, quienes se emplean en esta industria desempeñan las funciones más simples o de menor relevancia, trabajos no cualificados y con bajos salarios.
Por el contrario, la mano de obra que exige mayor cualificación es de fuera: arquitectos, promotores, directivos, gerentes, directores, maîtres, jefes de sección… que precisan de un conjunto de cualidades, formación y experiencia que, en un principio, es difícil encontrar en estos nuevos núcleos turísticos.
Si un grupo hotelero abriese un hotel en una isla caribeña, sus directivos y roles de mayor compromiso serían reclutados entre el personal de la propia compañía, con sobrada y demostrada profesionalidad. No se arriesgaría a ofrecer estos empleos a los nativos, se les reservarían los cometidos de menor responsabilidad.
Efectos sobre el consumo local y la inflación
El turismo aumenta la demanda de productos locales, elevando los precios y afectando a la población.
La demanda de productos agrícolas por parte de la industria turística puede ocasionar una nueva producción local, el aprendizaje de nuevas técnicas y de aumento de aportes alimenticios, así como autonomía en el abastecimiento.
Tras la llegada del turismo, algunas localidades incrementan su población y mantienen a lo largo de todo el año una importante población flotante.
Benidorm: de sus 5.000 habitantes en los años 50, ha pasado a casi 55.000 en el año 2000 pero su población de hecho no desciende de las 125.000 personas.
La demanda de productos agrícolas es muy superior a la de tiempos pasados, por lo que es conveniente potenciar la agricultura y tratar de ser autosuficientes.
Al iniciarse el turismo de masas, estas poblaciones pueden volcarse con el turismo y abandonar las cosechas o pueden poner las tierras de agricultura a disposición de los promotores inmobiliarios y perderse para siempre, una vez urbanizadas.
Pueden surgir denuncias por la disminución de los abastecimientos de esos bienes para la gente local y elevar sus precios.
Esta contradicción es generada por la carencia de una adecuada política de desarrollo turístico.
Las mejoras en el bienestar por la abundancia de puestos de trabajo tienen como contrapunto las pérdidas consecuentes por la elevación de los precios y de la vida en general.
Las fluctuaciones estacionales del turismo pueden provocar ciclos, también estacionales, en los precios de la alimentación.
El turismo es un factor de inflación en la economía de las poblaciones locales. Los municipios turísticos son también más caros en la oferta inmobiliaria, en los impuestos municipales, en los servicios que ofrecen…
Los fenómenos de especulación y el deterioro del ecosistema
El turismo inmobiliario consume grandes espacios naturales, degradando el ecosistema.
El turismo residencial o inmobiliario es, dentro de los modelos turísticos, el mayor consumidor de espacio.
Provoca la desaparición de tierras fértiles en las costas, deltas o inmediaciones de aeropuertos, por el alza en los precios del suelo.
La presión urbanística hace que se construyan grandes urbanizaciones y complejos hoteleros en lugares de atractivo paisajístico y en primera línea del mar, de gran valor inmobiliario, sin contar con el grave impacto medioambiental que se produce.
Prácticamente toda la costa mediterránea se ha urbanizado, con repercusión sobre el medio ambiente: pérdida de paisajes altamente valorados, contaminación del medio marino, saturación de las redes viarias, ruidos, dificultad en la regeneración natural de las playas…
Estos impactos negativos tienden a moderarse cuando las sociedades receptoras se modernizan y desarrollan.
Su mayor influencia e incidencia se produce en los primeros estadios del turismo, cuando comienza a instalarse en países o zonas subdesarrolladas o en vías de desarrollo, ya que en estas zonas receptoras se cuenta con estructuras muy débiles, incapaces de moderar o mitigar los cambios.
A pesar de los costes sociales e impactos, muchas sociedades tratan de incorporarse a los circuitos turísticos para salir de su estado de pobreza y ver paliadas sus necesidades, como el trabajo, y escapar de una vida llena de privaciones.
A través del turismo, podemos analizar el complejo proceso de cambio social que se produce cuando entran en contacto dos culturas muy diferentes:
- la de los turistas, generalmente más avanzada económicamente y que tenderá a ser imitada, y
- la local, relacionada con una sociedad mucho más estancada y tradicional.
El turismo crea el encuentro de individuos, con un enriquecimiento de los sistemas de valores un choque de culturas, pero también un choque de sociedades, el enfrentamiento de mundos muy distintos.
Según la OMT (1997) el potencial de conflicto es evidente.
Las etapas del turismo
Capítulo 1: Evolución del turismo y del ocio en la sociedad
1.2. Las etapas del turismo
PRIMERA ETAPA
- Turismo incipiente o elitista, en el que su práctica quedaba restringida a aquellas minorías con mayores recursos económicos.
La nobleza aristocrática y la alta burguesía determinan el movimiento turístico desde sus orígenes, con la aparición del Grand Tour, a partir del siglo XVI, y que se puede extender hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial.
Durante este largo período, a mitad del siglo XIX, con el desarrollo del capitalismo, la industrialización y las revoluciones tecnológicas, se suma la clase capitalista, los que desempeñan ocupaciones liberales y la nueva clase media alta.
En el periodo final se incorpora la clase media, los recién ascendidos funcionarios y los empleados de tipo medio. Para esta estrecha capa social, la financiación de unas vacaciones sólo podía llevarse a cabo si se disponía de algún tipo de renta extraordinaria, como el tener alguna propiedad.
SEGUNDA ETAPA
- Fase de transición. Se inicia, de forma tímida, la popularización del turismo, precursora del turismo masivo, hasta la primera mitad del siglo XX.
En los comienzos emerge en el mercado turístico, cada vez con mayor fuerza, la clase media y alta de los empleados que, sin ser propietarios, pueden vivir exclusivamente del producto de su trabajo.
Las vacaciones pagadas se imponen cada vez más; la capa más alta de la nueva clase media adopta el rol de turista, por impulsos sociales y por necesidad de descanso.
TERCERA ETAPA
- Turismo industrializado o masivo, iniciado a partir de finales de los 50, tras las consecuencias económicas de la Segunda Guerra Mundial: las mayorías, pequeños empleados y obreros tienen acceso a su práctica habitual.
La masificación del turismo fue posible gracias a las revoluciones tecnológicas, el aumento masivo de riqueza y la renta disponible, junto con los cambios de igual trascendencia en los estilos de vida y los comportamientos (Lickorish y Jenkins, 1997).
También por el abaratamiento de los viajes turísticos por la aparición de los vuelos charter y los touroperadores con agresivas políticas para bajar los precios.
Los viajes por aire eran un medio menor en el transporte de pasajeros antes de la Segunda Guerra Mundial; pero el desarrollo del transporte aéreo de pasajeros se vio favorecido por la introducción revolucionaria de aviones reactores de cabina ancha, de gran eficacia y equipamiento, lo cual llevó a una reducción en la duración del viaje y a una disminución del precio (Lickorish y Jenkins, 1997).
El escaso desarrollo económico de algunos países receptores, como España, con un nivel de vida inferior a los emisores, favoreció a la expansión del turismo, sus precios baratos permitieron a la clase obrera de Europa pasar unas vacaciones con holgura.
CUARTA ETAPA
- Turismo post-industrial. A partir de mitad de los años ochenta, se caracteriza por una fuerte recesión, sobre todo en España, que obliga a cuestionarse el modelo turístico tradicional de sol y playa.
El turismo actual precisa de modelos de turismo alternativos para atender y satisfacer las nuevas necesidades de un turismo que se hace más exigente y con preocupaciones culturales, medioambientales, de calidad de los productos y del servicio ofrecido… y que buscan mayores y mejores ofertas complementarias.
El atractivo de ‘productos de masas’, centrados en sol y playa, ya no es suficiente para asegurar el éxito de un destino turístico a largo plazo.
La demanda y el comportamiento tradicionales se ven superados por nuevas modas y preferencias; surgen nuevos intereses en las sociedades desarrolladas que, acostumbrada a viajar, es experimentada y sofisticada en cuanto a viajes y ocio.
Se incrementa el interés por la especialización en una actividad, viajar por un motivo: la cultura, el deporte, la salud, el aprendizaje o en busca de aficiones.
La reducción en el coste de los viajes internacionales abre nuevas posibilidades e incrementa las fuerzas competitivas. Low-cost.
En qué consistía el Grand Tour y cuáles son sus semejanzas y divergencias con el turismo de élite y con el turismo de masas
El Grand Tour fue una práctica cultural y educativa que tuvo lugar principalmente entre los siglos XVII y XIX, destinada a los jóvenes de la aristocracia europea, especialmente de Inglaterra.
Se trataba de un viaje por Europa, enfocado en el conocimiento de las grandes ciudades culturales, como París, Roma, Florencia y Venecia, con el objetivo de completar la formación cultural, artística y social de los participantes.
Características del Grand Tour:
- Propósito Educativo:
o Enfatizaba el aprendizaje de idiomas, la adquisición de conocimientos clásicos y el aprecio por el arte y la arquitectura. - Duración Prolongada:
o Podía extenderse por meses o incluso años, dependiendo de los recursos de la familia. - Público Selecto:
o Estaba reservado a las élites, debido a los costos elevados y los objetivos educativos aristocráticos. - Destinos Clásicos:
o Se centraba en ciudades con una rica herencia cultural y artística, especialmente en Italia y Francia. - Acompañamiento de Tutores:
o Los viajeros solían ir acompañados por guías o tutores que aseguraban el cumplimiento de los objetivos educativos.
Semejanzas y Diferencias con el Turismo de Élite y el Turismo de Masas
Semejanzas con el Turismo de Élite:
- Selectividad Social:
o Tanto el Grand Tour como el turismo de élite están reservados a grupos con alto poder adquisitivo y estatus social. - Enfoque en el Conocimiento y el Lujo:
o Ambos privilegian experiencias exclusivas, relacionadas con el arte, la cultura y el acceso a servicios de lujo. - Exclusividad de los Destinos:
o Se centran en lugares con gran significado cultural o estético, buscando autenticidad y prestigio.
Diferencias con el Turismo de Élite:
1. Duración:
o El Grand Tour podía durar años, mientras que el turismo de élite actual se adapta a tiempos más cortos debido a las limitaciones modernas.
2. Propósito:
o El Grand Tour tenía un objetivo principalmente educativo, mientras que el turismo de élite enfatiza el confort, el lujo y el estatus.
Divergencias con el Turismo de Masas:
1. Accesibilidad Económica:
o El Grand Tour era accesible únicamente para las élites, mientras que el turismo de masas es asequible para un espectro amplio de la población.
2. Nivel de Exclusividad:
o En el Grand Tour, la exclusividad y el prestigio eran clave, mientras que el turismo de masas busca satisfacer la demanda de grandes números con servicios estandarizados.
3. Tipo de Experiencia:
o El Grand Tour valoraba la profundidad educativa y cultural, mientras que el turismo de masas se centra más en el ocio, la diversión y el acceso rápido a experiencias generalizadas.
4. Impacto en los Destinos:
o El Grand Tour tenía un impacto limitado debido al pequeño número de participantes, mientras que el turismo de masas puede generar problemas como saturación, contaminación y pérdida de autenticidad.
Conclusión
El Grand Tour sentó las bases del turismo moderno al resaltar el valor cultural y educativo de los viajes. Aunque tiene similitudes con el turismo de élite actual en términos de exclusividad y búsqueda de experiencias enriquecedoras, contrasta radicalmente con el turismo de masas en cuanto a accesibilidad, propósito y escala.
La teoría de la clase ociosa de Veblen
Capítulo 2: Teorías e investigaciones sociológicas
2.10. La teoría de la clase ociosa - Thorstein Veblen
La obra de Thorstein Veblen escrita en 1899 ‘La teoría de la clase ociosa’, es considerada como la obra pionera dedicada al ocio, donde se hace énfasis en la nueva burguesía, que desbancó con su poder adquisitivo a la aristocracia.
En la introducción se presentan conceptos que tuvieron importantes repercusiones y contribuyeron en general a la teoría económica.
El ocio como consumo, el consumo ostentoso, lleva a un tipo de comportamiento de la nueva burguesía, interpretada en una investigación entre conceptos no muy conocidos entonces, como la teoría económica y la generalización etnológica y que, en la actualidad, es un libro teórico indispensable en el conocimiento de la posición y el valor de la clase ociosa dentro del factor económico de la vida moderna.
La teoría de la clase ociosa de Veblen encierra muchas de las claves de la sociología del ocio, y se articula, además de la introducción, en las siguientes partes:
- La emulación pecuniaria
Es la imitación de las acciones y conductas de los que tienen mucho dinero, que se procura igualar y superar, y comienza cuando surge la propiedad y con ella la clase ociosa. El ocio y la propiedad se encuentran unidos en los procesos de evolución económica, social y cultural de las sociedades y las comunidades.
Entre las primeras formas de propiedad figura la de la mujer, propiedad del hombre: la práctica de arrebatar al enemigo las mujeres en calidad de trofeos dio lugar a una forma de matrimonio-propiedad, que produjo una comunidad doméstica con el varón por cabeza.
- El ocio ostensible
Es una de las principales caras de esta teoría, en la que el término de ocio no comporta indolencia o quietud.
Significa pasar el tiempo sin hacer nada productivo: por un sentido de la indignidad del trabajo productivo, o como demostración de una capacidad pecuniaria que permite una vida de ociosidad, de manera que esta clase social debe impresionar a través del ocio honorífico en el que, según los cánones y valores sociales, está regida su conducta y modo de existencia.
Este ocio se sitúa también por medio de bienes valiosos para aumentar la reputación, donde se ofrecen regalos valiosos a los conocidos y se les invita a fiestas y diversiones caras y, dentro de esta clase ociosa, van apareciendo estructuras y funciones diferentes a medida que se va incrementando la riqueza.
Existe una relación entre el ocio ostensible y el consumo ostensible, que tiene como denominador común el derroche y como finalidad, el conseguir y mantener una reputación.
- El nivel pecuniario de vida
Marca, según las normas sociales, el deseo de vivir en proporción a una cantidad de bienes consumidos y, una vez que se ha adquirido una escala de gastos, es muy difícil retroceder y rebajar el nivel, así pues, el canon que sirve para medir la reputación, tiene que adaptarse a las circunstancias económicas, las tradiciones y el grado de madurez espiritual de la clase determinada cuyo esquema de vida trata de regular. - Los cánones pecuniarios de gusto
Son normas de vida aceptadas en relación con la clase social, cantidad y grado de bienes consumidos, evitando observaciones y comentarios desfavorables, y se refiere a un consumo que sea visible, otro tipo de consumo que no está a la vista - ropa interior, artículos alimenticios, utensilios de cocina, aparatos caseros… -, se introducen en parámetros más flexibles. - El vestido
Como expresión de la cultura pecuniaria, se encuentra entre los elementos vistosos más fácilmente detectables, que implica una expresión de la cultura pecuniaria para conseguir una apariencia respetable, más que la finalidad de protección de las personas, y muestra con facilidad que no se dedica a ningún tipo de trabajo productivo. El vestido obedece al rumbo cíclico de los modos y los estilos de boga del momento. - La exención de tareas industriales
Forma parte de ser y constituir la clase ociosa, que son clases conservadoras. La función de la clase ociosa en la evolución social consiste en retrasar el movimiento y en conservar lo anticuado…
Los miembros de la clase adinerada no ceden a la demanda de innovación con la misma facilidad que otras personas, porque no se ven obligados a hacerlo así.
Los esquemas de respetabilidad aprueban favorablemente el conservadurismo de la clase adinerada y es decoroso, mientras que el cambio y la innovación es vulgar, de clase inferior.
- La conservación de rasgos arcaicos
Responde a la presión que ejerce la institución de una clase ociosa respecto a un punto de vista, que ha conseguido ser aceptado como patrón o norma de vida autoritario. Se vigilan los hábitos mentales y las aptitudes e inclinaciones de las personas.
Esos dos grandes principios del gasto ostensible y la exención de tareas industriales afectan al desarrollo cultural, tanto porque guían los hábitos mentales de los hombres y controlan así el desarrollo de las instituciones, como porque conservan, con criterio selectivo, ciertos rasgos de la naturaleza humana que conducen a la facilidad de la vida bajo el esquema general de la clase ociosa y controlan de este modo la disposición real de ánimo de la comunidad.
- Las supervivencias modernas de la proeza.
La propensión combativa del estadio depredador, por ejemplo, en los deportes: la caza, la pesca o los juegos atléticos permiten ejercitar la destreza y la ferocidad y astucia emulativas, características de la vida depredadora.
La supervivencia de la proeza es muy necesaria en la época moderna, y se manifiesta en dos direcciones, una hacia la fuerza y otra hacia el fraude, y se encuentran en la guerra, en las preocupaciones pecuniarias y en los juegos y deportes.
- La creencia en la suerte
Está dentro de la inclinación a los juegos de azar, forma parte del temperamento bárbaro y tiene un valor económico directo, pero existe otro factor que motiva la inclinación a las apuestas, y es el deseo del presunto ganador de incrementar el cómputo de su bando a costa del perdedor. - Las observancias devotas
Se detectan en los juegos atléticos, cuyos participantes muestran una devoción ciega y una sumisión ingenua y complaciente. Existe una íntima relación entre el temperamento deportivo y la devoción arcaica, sobre todo para el fomento de las competencias atléticas y algunos juegos de habilidad y suerte, que se asemejan al consumo devoto de bienes y servicios: el hábito devoto gana en cierta medida en alcance y complicación en aquellas clases de las comunidades modernas que disponen de un mayor grado de riquezas y de ocio. - Las supervivencias del interés no valorativo
Son una serie de actividades de la clase ociosa, principalmente las mujeres, que se realizan por un interés no valorativo y no religioso: obras sociales, del sacerdocio o clero de las sectas. - El saber superior como expresión de la cultura pecuniaria
Corresponde a hábitos mentales convenientes a ciertos fines que se forman bajo la guía de profesores y tradiciones académicas.
La teoría de los mitos del turismo
Capítulo 2: Teorías e investigaciones sociológicas
2.11. La teoría de los mitos del turismo - Jurdao
Jurdao es uno de los especialistas en estudios del turismo, y ha estudiado a fondo los procesos, especialmente en las primeras etapas del turismo de masas, en las que los mitos del turismo se mantuvieron y extendieron a todos los radios de acción, ya fuese en zonas locales y nacionales, como en regionales e internacionales.
Esta ideología del turismo predominó en la década de los 60 del siglo XX, y se destacó por su alcance internacional y el enorme desarrollo económico alcanzado, que tuvo efectos positivos para los países desarrollados, y representó en aquel entonces una gran reserva de potencial para los países menos desarrollados.
Crick (1985): la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) mantuvo la idea de que en el turismo se hallaba un potencial de crecimiento prácticamente ilimitado, llevando al Banco Mundial y a las Naciones Unidas a promoverlo en los países en vías de desarrollo, y se proclamó el año 1967 como el Año Internacional del Turismo.
A partir de aquí, un buen número de países en vías de desarrollo apostaron por la potenciación del turismo, sin planificación ni estudios previos, con consecuencias nefastas en algunas zonas del mundo.
Los primeros en defender estas tendencias fueron los urbanizadores, especuladores del suelo y las empresas internacionales vinculadas al sector de la construcción.
Jurdao (1992) distingue en los mitos del turismo cuatro vertientes:
- Generador de empleo y riqueza.
- Vía de comunicación cultural.
- Vía positiva para la conservación.
- Generador de cambio.
- El turismo como generador de empleo y riqueza.
La obtención de puestos de trabajo y la generación de riqueza representaron los factores que movilizaron a la clase política para obtener los apoyos suficientes a nivel nacional y local, y poner en funcionamiento la introducción del turismo de masas.
El tiempo demostró que, en realidad, la mayoría de los puestos de trabajo tenían un perfil de empleo poco cualificado, y la inflación se impuso ante la eliminación de otras alternativas productivas como la agricultura.
Se produce en este momento el fenómeno de dominación de los propietarios del suelo agrario (los campesinos) por parte de los urbanizadores, que especularon de manera importante la compra del suelo.
En España se construyen multitud de hoteles en toda la costa, y los ecosistemas locales van desaparecieron junto con la estructura cultural, social y económica de familias campesinas que perdieron su posición.
Estas poblaciones locales sufrieron un trasvase hacia los sectores de la construcción y hostelería, y surgieron zonas turísticas como Torremolinos, Benalmádena, Fuengirola, Marbella o Estepona.
Jurdao refleja el cambio económico y la transformación de la estructura social en estas zonas costeras españolas en sus investigaciones: el urbanizador, apoyado por los caciques locales, ofrece al campesino por sus fincas agrarias unas sumas de dinero muy inferiores a su valor urbano, pero que al campesino le parecen suficientes para resolver su futuro.
Esto hace que los campesinos hayan sido los grandes sacrificados del nuevo orden económico.
Los arrendatarios, aparceros y pequeños campesinos quedaron ya desde los primeros años del turismo en una situación difícil. Pronto vendría la soledad y el aislamiento.
Los campesinos sufrieron la presión de una economía urbana arrolladora, de enormes recursos, que los expulsó de sus tierras y urbanizó sus fincas, perdiendo su medio de vida tradicional, su municipio y su estructura económico-social, quedando sólo retazos de su cultura…
En el término de Mijas había en 1948 en el catastro agrario 1.185 propietarios españoles de fincas agrarias en explotación, y en 1975 tan sólo quedaban 2.
(Vries, Bryden, Lewis, Salgado). Lo mismo sucedió en otras regiones del mundo.
En la zona del lago Chapal en México se convirtió en simples asalariados a los aborígenes propietarios que vendieron su tierra.
En la isla de Montserrat en el Carobel Oriental, en 1978, se perdieron 1.126 acres de tierra de producción agrícola, se pasó del 60% de mano de obra dedicada a la producción agrícola, a un 67% en la construcción y un 20% a la agricultura respectivamente.
- El turismo como vía de comunicación cultural
Es uno de los mitos que hacen referencia explícita al multiculturalismo en las sociedades del ocio, y es uno de los vértices más importantes del turismo.
Turistas, residentes, anfitriones y nativos se encuentran, y después se enfrentan, en una relación e interacción social que lleva al estudio de estos fenómenos socioculturales gestados en las etapas de introducción del turismo en la sociedad de destino.
La comunicación es requisito indispensable para las relaciones sociales, clave en el acercamiento a las culturas de las sociedades de destino, el intercambio de símbolos y mensajes culturales produce núcleos multiculturales en determinados hábitats.
Es lo que se ha llamado hermanamiento de pueblos y otros tópicos similares.
Jurdao señala la falsificación de las áreas culturales de las zonas y sociedades de destino turísticas:
· Para el nativo, el turista es cuando más una fuente de ingresos, una herramienta que genera algunos mal pagados puestos de trabajo.
· Los turistas ven a los nativos como muñecos exóticos.
El turismo transforma la cultura del pueblo anfitrión en mercancía enlatada para uso del turista.
El turista va envuelto en su burbuja cultural, y al llegar a las zonas turísticas, espera a la vez estar lejos y cerca de su país. Quiere ver cosas extrañas, pero a través de su cultura, con los ojos de su cultura.
El nativo ha de mercantilizar su cultura para que el turista pague por ella.
Puede haber contactos y tropiezos entre turistas y nativos, pero jamás comunicación.
Se produce el fenómeno de la cultura empaquetada que sugirió Crick, se vende la cultura de la misma manera que los terrenos, la comida basura, el servicio de habitaciones y los derechos de paso, ya que al turista se le vende una imagen del destino turístico en un todo que puede ver cuando estime oportuno - recursos naturales, tradiciones, cultura, rutas…
Es un paquete con un precio al igual que cualquier otro producto que se vende en el mercado.
Martinez Quintana (2015). En la perspectiva sociológica, lo sustancial es la falsificación de las culturas en esta compraventa, algo que no sucede con otros recursos y patrimonios físicos, históricos y artísticos, que ya se han completado y terminado en otras etapas evolutivas de la historia.
Las culturas, con sus costumbres, hábitos, maneras de ser, pensar y actuar, resultan vulnerables a la falsificación, dominación y transformación, por la demanda imperante, al ser fuerzas vivas en las poblaciones de destino.
Turner observa, en esta fase del turismo de masas, que al turista se le ofrece una zona paradisiaca, atrayente, exótica, para disfrutar y descansar, pero no para preocuparse o interesarse por los problemas locales, cuando lo que se requiere es un descanso y disfrute del tiempo de ocio y libre del tiempo y fatiga del trabajo.
Sólo tras la satisfacción de las necesidades de relax en el hotel, la piscina o la playa, puede llegar a interesarse por las costumbres, la historia, lo étnico y lo primitivo.
La percepción de los turistas respecto de los nativos en la etapa de introducción del turismo, y en el turismo de masas, es de gentes pobres, ignorantes y supersticiosas, con costumbres ancestrales convertidas en un espectáculo desprovisto de identidad cultural.
Rivers (1973,1974): las ceremonias tradicionales nupciales en Túnez llegaron a organizarse por encargo, al igual que las exhibiciones de danzas rituales de los habitantes de las reservas indias de Norteamérica y muchos otros fenómenos turísticos repletos de imitaciones y copias de toda pieza artística, incluidas personas y ciudades, réplicas e imitaciones que decoran hoteles, salas de conferencias, entornos artificiales de naturaleza…
Otro tipo de comunicación es el del turista residencial de urbanizaciones privadas, de diferentes nacionalidades en conjunto con los anfitriones, residentes y nativos, ghettos donde prácticamente no hay relación ni comunicación alguna entre ellos.
Cohen llega más lejos al tachar de forasteros y no de huéspedes a los turistas que no entran a formar parte del conglomerado moral de la cultura visitada que, en lugar de agasajar al sujeto turista como viajero, que llega al lugar para visitarlo y conocerlo, se le agasaja simplemente con una técnica para vender.
- El turismo como vía positiva para la conservación
Hace referencia a la vulnerabilidad de los entornos naturales y culturales, de las sociedades de destino turísticas, que sufren la invasión masiva y constante de los visitantes occidentales contemporáneos que destrozan playas paradisíacas, bosques frondosos, obras de arte frecuentemente fotografiadas, pueblos pintorescos, que ponen inscripciones en las paredes de las grutas y repercuten a la individualidad étnica, con su expansión e instalaciones.
- El turismo como generador de cambio
Ha sido descrito, en el caso de Hawai en 1971, como una transformación impresionante que padeció esta zona con la invasión del turismo, en la que se abrieron las puertas de par en par a la drogadicción, la prostitución y la codicia de los criminales que buscaban ganar dinero fácilmente.
Igual sucedió en Tailandia, que prácticamente se especializó en el comercio sexual.
Las transformaciones que han sufrido muchas zonas de destino han sido nefastas, por la intensidad de los impactos negativos en el contexto social, cultural, natural y artístico, dominando a las poblaciones residentes al estilo imperialista, con las leyes del mercado.
Esta ideología triunfalista del turismo que surgió en la década de los 50 del siglo XX, se resquebraja en la década de los 70 y se convierte en una trampa, por las fisuras que ya se habían abierto, y es cuando las disciplinas sociales como la antropología y la sociología comienzan a estudiar las manifestaciones y consecuencias de los acontecimientos más destacados, y de los fenómenos socioculturales más urgentes.
Consumo y clases sociales
Capítulo 2: Teorías e investigaciones sociológicas
2.3. Consumo y clases sociales
Los países occidentales han experimentado una tendencia a la homogeneización en la disposición de determinados bienes que ha atemperado el conflicto de clases tradicional, configurando una sociedad de clase nivelada, en la que los comportamientos y actitudes de las distintas clases sociales tenderían a acercarse.
- Thorstein Veblen percibió el fenómeno de ruptura de barreras interclasistas en su obra, al afirmar que: en las comunidades civilizadas modernas, las líneas de demarcación entre las clases sociales se han hecho vagas e inestables, y donde esto ocurre, la norma que gradúa la reputación, impuesta por la clase superior, extiende su influencia coactiva a lo largo de la estructura social hasta los estratos más bajos, sin tener que salvar para ello sino obstáculos muy ligeros.
El resultado es que los miembros de cada estrato aceptan como ideal de decoro el esquema general de la vida del estrato superior más próximo y dedican sus energías a vivir con arreglo a ese ideal.
En el caso del turismo ocurre igual: la clase superior va marcando la pauta a seguir por los grupos sociales ascendentes: los lugares puestos de moda se convertirán en lugares de turismo deseados por los grupos sociales que pretenden tal movilidad social.
En relación con el consumo, la tesis de la sociedad nivelada tiene dos consecuencias:
- Negación de la desigualdad. Se está negando, en términos generales, la desigualdad social y la existencia de conflicto entre distintas clases sociales con intereses contrapuestos;
- Importancia de nuevos fenómenos sociales como el consumo. Ante la igualdad de condiciones de vida y la ausencia de conflicto, se pone la atención sobre otros fenómenos sociales que sirvan para analizar la dinámica social y las relaciones entre los grupos sociales.
Entre estos nuevos fenómenos hay que considerar las pautas de consumo, y el papel del consumidor en la sociedad moderna.
Esta nivelación se ha producido en cuanto a la disposición de unos mínimos niveles de posesión de bienes por parte de los ciudadanos de los países avanzados, pero:
- No dice nada respecto a las relaciones de poder y dominación, en una sociedad estructuralmente jerarquizada en la que persisten la clase poseedora de poder y la clase desposeída del mismo;
- No dice nada respecto a la jerarquización y las relaciones de explotación, la apropiación económicamente opresiva de los frutos del trabajo de una clase por otra, que se mantiene en la sociedad post-industrial.
Estos elementos siguen articulando el conflicto social en los países avanzados actuales, y el conflicto entre países en el contexto de la globalización dominante.
Las formas de consumo y los estilos de vida de la sociedad capitalista han sido analizados tradicionalmente como dependientes de la situación laboral.
- La ocupación del cabeza de familia, el hombre, ha sido un factor que ha influido en las pautas de consumo y en los estilos de vida de los miembros de la familia, por la importante influencia del nivel salarial en el hogar, y también porque el tipo de trabajo realizado fuera del hogar tiene efectos sobre los valores, los deseos y las creencias de los miembros de la familia.
Los trabajos de Goldthorpe sobre el comportamiento de la clase obrera en los años 50 y 60 en el Reino Unido hallaron importantes diferencias entre dos estilos de vida bien diferenciados: el de la clase obrera tradicional y el de la clase obrera emergente, especialmente en la industria automovilística.
- Los trabajadores de las fábricas fordistas centraban sus actividades de tiempo libre en el hogar, pasando tiempo con su familia, veían más TV, tenían al menos un coche que utilizaban para viajar por placer y para ir la trabajo.
- Los trabajadores de las industrias tradicionales (minería, construcción de barcos…) no centraban sus actividades de tiempo libre en el hogar; sino que el hombre pasaba más tiempo con otros hombres en lugares públicos o asistiendo a espectáculos deportivos, y estaban poco interesados en ocuparse de la familia.
La situación en la actualidad es muy diferente, la nivelación de clase ha producido una homogeneización de las pautas de consumo en la sociedad, y una mayor independencia de dichas pautas respecto a la situación en la estructura ocupacional de una persona.
El prestigio social y el consumo de masas
El consumo tiene una dimensión económica evidente, y una dimensión cultural muy importante, por la progresiva relativa autonomización de los procesos culturales en la sociedad moderna, respecto a los procesos económicos.
Se ha roto el vínculo tradicional entre producción y consumo propio de la sociedad industrial.
- En la sociedad industrial tradicional, el consumo reproducía la estratificación social que arranca de la esfera de la producción.
- En la sociedad industrial avanzada, el consumo, como fenómeno cultural, ha alcanzado grados de autonomía respecto al sistema productivo, lo que explica un cambio social por el que se da una importancia creciente al status del consumidor, con independencia de su situación en el sistema productivo.
La mayor importancia del consumidor y del consumo como fenómeno clasificador de los comportamientos sociales, independientemente de la posición en el sistema productivo, entraña cierta dificultad en su contrastación empírica. Uno de los trabajos más emblemáticos en esa dirección ha sido la obra de Pierre Bourdieu.
Como señala Brubaker: El espacio conceptual en que Bourdieu define la clase no es el de la producción, sino el de las relaciones sociales en general. Las divisiones de clase no se definen de acuerdo con las diferencias en las relaciones con los medios de producción, sino en virtud de las diferencias en las condiciones de existencia, las diferencias en los sistemas de disposiciones producidos por los distintos condicionamientos, y el diferente grado de posesión de poder o capital.
En la actualidad, esta sociedad de consumo ya no responde sólo a la lógica de la satisfacción, que pone el consumo en relación con las necesidades del consumidor, como era propio del sistema social del pasado, sino que pone el consumo en relación con la producción y manipulación de significantes sociales, que se expresan:
- como proceso de significación y comunicación, funcionando como un código donde la práctica del consumo adquiere un sentido, equivalente a un lenguaje.
- como proceso de clasificación y diferenciación, donde los objetos y signos funcionan no sólo como diferencias significativas de un código, sino como valores que confieren status dentro de una jerarquía.
Enfatizar la importancia de las pautas de consumo en el análisis de las relaciones sociales y en la conformación de la nueva sociedad, no significa que deje de ser importante la posición en la estructura ocupacional.
Crompton: la evidencia empírica sugiere que las asociaciones más fuertes con los comportamientos y las actitudes, son las que se establecen con la clase ocupacional.
El consumo de bienes y servicios guarda correspondencia con el nivel social, y la ocupación es un buen indicador de este nivel social.
- A principios de la era industrial, el consumidor solía clasificarse en relación con la ocupación según dos variables: nivel salarial y status ocupacional.
- A finales de la era industrial, estas variables condicionan el comportamiento del consumidor, pero no de forma tan mecánica y delimitada.
La relativa independencia del sistema productivo ha favorecido la diversificación de las formas de consumo y de los estilos de vida, sin desvincular los hábitos y patrones de consumo de los grupos sociales de otras variables tradicionalmente válidas para explicar las relaciones sociales, como es la posición en el sistema productivo.
El estudio de Veblen sobre el tipo de consumo de las clases ociosas a finales del siglo pasado ya puso en evidencia las limitaciones del análisis económico para comprender la importancia cultural del consumo.
Hoy en día, la importancia de la cultura ha aumentado, ya que el consumo de bienes y servicios no relacionados directamente con la subsistencia se ha generalizado.
Otros autores más actuales, como Baudrillard, han enfatizado esa autonomía del consumo respecto a la producción.
En el análisis de las estructuras simbólicas del consumo cabe destacar a los autores franceses Pierre Bourdieu y Jean Baudrillard.
- Bourdieu considera que los distintos grupos sociales tratan de ‘distinguirse’ a través de sus pautas de consumo. Un concepto básico para esa pretendida distinción es el de ‘capital cultural’, con lo que se quiere decir que en la sociedad moderna hay una evidente diferencia de renta entre las clases sociales, lo cual en sí mismo marca desiguales oportunidades de consumo.
No obstante, una mayor capacidad económica de consumir no significa la asimilación o aceptación de esa persona por otro grupo social superior, sigue habiendo una desigualdad de ‘capital cultural’, de educación, el gusto por determinadas actividades como el teatro, la lectura, la práctica de deportes, un turismo determinado, unas actividades de tiempo libre diferentes…
La perspectiva de análisis del consumo de Bourdieu enfatiza las posiciones sociales en una estructura de acceso a las formas económicas y simbólicas de capital.
Esto no significa que las posiciones concretas en una estructura social produzcan un grupo homogéneo de personas con similares comportamientos vitales.
Un comportamiento social como el consumo es un conjunto de prácticas sociales y culturales que establecen diferencias entre grupos sociales.
- Baudrillard, por el contrario, mantiene una postura determinista respecto a la influencia de la posición estructural. Para él, el consumo ha devenido en un proceso activo de construcción de la identidad de un grupo social.
Lo que en Bourdieu es distinción de clase, en Baudrillard es identidad de clase.
El sentido atribuido al consumo en uno y otro autor es diferente.
En el primero, una clase social realiza un tipo de consumo para marcar las diferencias y mostrar lo que se es; en el segundo, lo que un grupo social concreto consume constituye su identidad como grupo.
Para Bourdieu, la identidad de clase es previo al acto de consumir, mientras que para Baudrillard esa identidad se construye a posteriori, considerando el consumo como un proceso en el que el comprador de un producto o servicio se involucra activamente en tratar de crear y mantener un sentido de identidad.
Para Baudrillard, el objeto de consumo se hace apto para el consumo cuando se ha convertido en signo, cuando tiene significación social.
El consumo es un sistema que asegura la secuencia de signos y la integración del grupo, es a la vez un sistema moral (de valores ideológicos) y un sistema de comunicación, una estructura de intercambio’.
La sociedad de consumo moderna es la generación de deseos individuales a través de una industria cultural que gestiona el valor simbólico de lo consumido.
Los distintos tipos de consumo describen categorías para entender la complejidad de la sociedad moderna, tienen relación con estilos de vida característicos que determinan cada día en mayor medida un nuevo entramado social.
La autonomía del consumo y del consumidor no es absoluta; y reafirmando el valor cultural del consumo en el modelo de sociedad dominante en los países más avanzados, su interpretación debe hacerse en un contexto social en el que también ha de considerarse el sistema de producción.
El consumo, así concebido, encuentra factores explicativos en los cambios experimentados en la sociedad, como consecuencia de la nueva etapa de globalización del capitalismo.
En esta etapa, el sistema de producción necesita un tipo de consumidor cada vez menos arraigado en la cultural local y más preparado para el consumo global.
El problema de la globalización respecto al consumo en general, y el consumo de los productos turísticos en particular, lleva a plantear la cuestión de la convergencia o divergencia de los rasgos dominantes de los valores de los países occidentales, y, en última instancia, en la existencia de diferentes estilos de vida.
No es que la posición en la estructura laboral ya no sea importante para definir a los grupos sociales, simplemente es que dicha posición ha perdido peso en el capitalismo avanzado, y ya no definen en exclusividad el comportamiento de las personas.
Por el contrario, han emergido otros elementos significativos conferidores de identidad de grupo y de un consumo identitario.
Autenticidades
Capítulo 3: Turismo y ocio en la naturaleza y en las ciudades
Autenticidades
En un marco complejo y cotidiano se desenvuelve la mercantilización de la cultura (Greenwood, 1977), impulsada por la necesidad económica y promoviendo el desarrollo y crecimiento de bienes e ideas patrimoniales en las gentes.
La necesidad, la competitividad y la posibilidad de las clases medias de acceder al mercado turístico de la cultura ha abierto las puertas a la revisión teórica y técnica de la idea de cultura – patrimonio, de lo tradicional y lo auténtico.
El modelo ideal se trastoca, algunos rasgos y procesos pasan a materializarse como productos (Richards) y, algunos productos culturales desarrollados para el mero consumo pueden exhibir ‘autenticidades emergentes’ (Cohen), y ser aceptados como auténticos tanto por turistas como por otros consumidores culturales (locales y residentes en el entorno).
Esto es un proceso de producción cultural que desemboca en un producto que, por la forma de presentación y consumo, conduce a un nuevo proceso cultural o regeneración cultural.
La autenticidad buscada por el turista y vivida por el residente no necesariamente tiene que coincidir con la materialidad forjada en un área.
La autenticidad tiene más que ver con el cómo se presenta y se percibe la interpretación de la experiencia y artefacto, con sus valores y estética, que con la cosificación de la experiencia y el artefacto mismo.
La autenticidad es creada individualmente como un constructo contextualizado en las propias experiencias del sujeto, representando una alternancia de experiencia que compensa las pautas y rutinas de lo cotidiano, donde se entremezclan los estereotipos del estilo de vida y uso de la cultura material de los visitados, con la imagen vendida de los mismos.
A esto se añade el anhelo de los visitantes para consumir, compartir y apropiarse de esa forma cultural, de ese trozo de patrimonio.
La autenticidad está determinada no sólo por lo consumido, el producto cultural, sino también por los procesos culturales en los que se encuentra involucrado el propio consumidor.
El producto consumido puede no ser tradicional para los locales, pero, para el turista, lo construido artificialmente parece más real que lo real mismo.
El mito de la cultura-destino paradisíaco y los productos que facilitan su consumo prevalecerá si es percibido como tal.
El enfrentamiento entre experiencias ‘reales’ y pseudo eventos, entre lo auténtico y lo inventado, es más retórico y reivindicativo que práctico.
Si se asume que el turista consume culturas, además de otros bienes y servicios, y que el turismo puede ser incorporado a las culturas, deberíamos condicionar ‘realidad’ y ‘autenticidad’, ‘pasado’ y ‘tradición’, a la percepción, contenidos y significados que los individuos tengan del objeto, proceso o rasgo en promoción.
Las expectativas, las motivaciones, los estereotipos con los que cada individuo – turista potencial – cargue o sea cargado, dan contenido y sentido a aquellas atracciones o productos culturales. Es cuestión de puntos de vista, según el usuario.
Lo aparentemente más antiguo no es más auténtico, simplemente es más viejo.
Si genera réditos, no importa si los pobladores locales consideran lo presentado al turista como tradicional, como un invento o una patraña.
La base de lo presentado está vinculada a los significados locales, pero sintetizados y adornados para su consumo, por los cultural brokers y dinamizadores culturales, convirtiendo o reinventando elementos y procesos en algo que pueda ser comprado, renovado y desechado.
La alta competencia entre los destinos y el marketing casi homogéneo de sus productos hace que el turista encuentre una oferta de destinos y productos que le permite elegir con comodidad según sus expectativas, tiempo y recursos económicos.
Para distinguir el destino, se intentan aumentar los ingresos con nuevos atractivos y mejora en la accesibilidad, lo que lleva consigo un incremento en el número de visitantes (contraproducente) o una ampliación del arco de turistas potenciales (a más actividades mayor combinación de expectativas).
Los precios suelen subir, con lo que el destino se vuelve más dependiente de las posibles fluctuaciones del mercado.
El turismo, prescindible al no ser de necesidad básica, depende del nivel de renta de los países emisores y sus periodos de crecimiento, estancamiento y recesión económica.
La demanda es muy elástica, pequeñas fluctuaciones en los precios pueden inhibir las expectativas del turista sobre determinados destinos, o ser éstos sustituidos por otros de menor calidad.
El ‘factor indiferencia’ es el desinterés que el turista manifiesta frente a determinados productos o atractivos considerados básicos, por estar condicionado al consumo de otros productos o recursos.
Tal indiferencia suele estar marcada por motivaciones personales y por el marketing indirecto (documentales no turísticos, anteriores campañas publicitarias o de conservación, el boca a boca).
En teoría, una amplia gama de recursos productos combinados compensaría la indiferencia por alguno, los visitantes se inclinarían por el destino, atraídos por cualquiera de ellos, y acabarían consumiendo, básicamente, los mismos bienes y servicios.
Las condiciones del encuentro en entornos turísticos
Capítulo 3: Turismo y ocio en la naturaleza y en las ciudades
Encuentros
Para el turismo, la conjunción directa o indirecta de los grupos participantes en el sistema conduce inevitablemente a la aculturación, afectando esta en mayor medida a la población residente, en tanto que está continuamente expuesta al contacto cultural y responde, en último término, del grado de satisfacción del visitante respecto al destino y sus productos asociados.
El encuentro entre las culturas y variaciones culturales involucradas en el proceso turístico ocasionará los diversos modos de impactos socioculturales y gran parte de los socioeconómicos.
La ‘hipótesis del contacto’ (Reisinger) estipula que el encuentro entre diferentes culturas, al menos en el sistema turístico, puede preparar el terreno para la comprensión y minimizar los riesgos de prejuicios, conflictos y tensiones, favoreciendo el intercambio en igualdad de condiciones.
Los estudios de caso han mostrado cuáles son los costos e impactos por la llegada y por el cese del flujo de turistas, pero todo indica que, en conjunto, los residentes manifiestan actitudes positivas, estando dispuestos a soportar el componente que los analistas consideramos negativo.
La baja calidad del trabajo, el incremento del coste del nivel de vida y la competencia por los servicios compartidos con los turistas, quedan solapados por el progreso económico que trae el turista.
En los periodos de recesión turística aumentan las críticas al turismo y al turista, favorecido porque, lejos de aquella conexión intercultural genuina e ingenua, los encuentros turísticos se caracterizan por su tendencia a la relación comercial, en la que la persona-turista es contemplada como un recurso económico, un proveedor de bienes, que sólo como visitante.
Los individuos, en general, cumplen roles complementarios, orientados instrumentalmente: uno requiere bienes, información o servicios, y el otro cumple con lo solicitado a cambio de remuneración, una práctica habitual como consumidores.
En el encuentro en una situación turística, las partes están claramente definidas, uno es turista y el otro, anfitrión.
El cliente-turista mantiene un número de encuentros limitado con la misma persona o grupo de la contraparte, mientras que el flujo de visitantes ‘atendido’ por los anfitriones es mucho más numeroso.
Los residentes toman ‘estilos’ de interacción útiles para esas relaciones efímeras, reservando otros para los contactos más cotidianos.
El contacto, el diálogo, viene determinado por tales estereotipos y fronteras simbólicas que se fortalecen por la repetición e intensidad de los encuentros.
Ser uno u otro, turista o anfitrión, implica diferentes asunciones, expectativas y procedimientos interpretativos que forman identidades sociales concretas con posiciones específicas en una estructura social que, en el caso de los residentes, se verá alterada por las relaciones entre estos grupos – étnicamente diferentes y con lenguajes distintos.
En destinos consolidados, tales identidades son perfectamente articuladas y capaces de actualizarse al ritmo que impone el sistema turístico, conjugando los aspectos estático y simple de los primeros con la complejidad y dinamismo de las segundas.
Una combinación que, hasta el momento, ha dado buenos resultados para la explotación del turista como recurso, por la intención de obtener un beneficio por un bien o servicio prestado, de una parte, o de conseguir la máxima complacencia por lo pagado, de la otra, y se ha vuelto cotidiana.
El turismo como vía para el ‘contacto intercultural’, favorecedor de la paz y el entendimiento entre los pueblos, es presentado ahora como un motor para los cambios y la transformación o renovación cultural local.
Las relaciones entre turistas y locales son asimétricas, en términos
económicos y en cuanto a la relación de poder o dominio, sobre todo por la distinción entre el tiempo de ocio de uno y el tiempo de trabajo del otro para satisfacer el ocio del primero.
Esto no implica que la población local acepte pasivamente un papel asignado desde fuera, pero los encuentros tienen un importante componente de obligación-imposición, ya que las alternativas económicas al turismo no están fácilmente al alcance de todos.
Tipología de Turismo de Valene Smith
La tipología de las distintas formas de turismo definidas en términos de la clase de movilidad de tiempo libre que prefiera el turista, de Valene L. Smith:
• Turismo étnico: comercializado en términos de costumbres ‘típicas’ y exóticas de pueblos indígenas. Actualmente entendido como ‘el viaje con el propósito de observar las expresiones culturales y los estilos de vida de pueblos realmente exóticos […] Las actividades típicas en el destino pueden incluir visitas a hogares nativos, asistencia a danzas y ceremonias y la posibilidad de participar en rituales religiosos’ (McIntosh; Goeldner, 1986) o, como lo refirió van der Berghe, una búsqueda de lo étnicamente exótico en un ambiente no tocado, primiti vo y auténtico, que implica la ‘experiencia de primera mano con los practicantes de otras culturas’ (Harron; Weiler, 1992 apud Moscardo; Pearce, 1999, p. 417).
• Turismo ambiental: suele estar supeditado al turismo étnico y atrae a un turismo selectivo hacia zonas remotas donde vivir las relaciones entre el hombre y el medio. Su equivalente actual es el ecoturismo, que ha sido definido como’viajes hacia áreas naturales relativamente poco alteradas o no contaminadas con el objeto específico de estudiar, admirar y disfrutar el paisaje, la flora, la fauna, al igual que las manifestaciones culturales (pasadas y presentes) características de esas áreas’ (Williams, 1992, p. 143), con cualidades atribuidas tales como integridad ecológica y sociocultural, responsabilidad y sostenibilidad, aunque éstas no aparezcan siempre en el ecoturismo como producto (Cater, 1994, p. 3) en un viaje de naturaleza comprensiva hacia las comunidades anfitrionas (Wight, 1994).
• Turismo recreativo: resumido por la apetencia de sol, mar, arena y sexo e impulsado por ‘lo bonito’ del destino y por el relax de ‘lo natural’. Entendido hoy como el nuevo turismo de masas, con demandas que combinan las clásicas y estereotipadas con aspectos culturales patrimoniales y el ocio nocturno (discotecas, restauración, salas de juego, casinos…).
• Turismo cultural e histórico: abarcaba en el momento de construcción de la tipología desde lo ‘pintoresco’ y el ‘color local’, los vestigios de una vida en proceso de extinción, hasta los circuitos de ruinas, monu mentos y museos, pudiendo incluir ciudades o espacios donde se desarrollaran los acontecimientos a resaltar. El ICOMOS (Internacional Council of Sites and Monuments) define el turismo cultural, siguiendo las directrices de la WTO, como ‘un movimiento de personas esencialmente por una motivación cultural, tal como el viaje de estudios, representaciones artísticas, festivales u otros eventos culturales, visi tas a lugares y monumentos, folklore, arte o peregrinación’. La definición revisada de turismo cultural incluye a su homónimo y al turismo histórico en las categorización de Smith (1992). Pero además se hace bastante difícil separarlo por completo del turismo étnico, salvo porque no cuenta con el elemento diferencial del ‘exotismo’ y porque, en tanto que productos individuales, puede ser complementario al turismo recreacional, de mayor número y frecuencia de turistas sobre los destinos.
Perfiles de usuarios urbanos
Capítulo 4: El Turista
Perfiles de usuario urbano
Residente tradicional
Figura que mantiene una relación fuerte y estable con su entorno, el ‘vecino de toda la vida’, sumergido en un contexto social basado en la proximidad.
Edad: personas adultas y mayores, nacidas en la ciudad, o que viven en ella desde hace tiempo, se sienten parte de la misma y ajenos a otros contextos que puedan visitar ocasionalmente. El grado de vinculación social al territorio es elevado, por una dimensión laboral ‘local’ y fuertes vínculos de tipo familiar.
Presenta una identidad centrada en lo local, formada cuando todavía la cultura ‘global’ no era cotidiana, y los modelos de comportamiento y consumo se desarrollaban en la sociedad local y nacional.
Su estilo de vida es producto de la rutina, sedimentada en el tiempo, poco sujeta a cambios significativos.
El ámbito espacial es fijo y concentrado. Excepto por razones de trabajo, su movilidad está limitada al barrio o al área restringida alrededor de su vivienda.
Respecto al tiempo libre, las actividades y el contexto espacial donde se desarrollan, se enmarcan en una dimensión rutinaria, de la cual solo ocasionalmente salen, para aprovechar las oportunidades de consumo y ocio que proporciona la ciudad.
La relación con el entorno exterior se limita a un restringido círculo espacial y social de familiaridad, en el cual se sienten cómodos y protegidos. Son personas poco propensas al cambio y al descubrimiento. El dinamismo urbano se percibe como una amenaza a la tranquilidad y estabilidad de su estilo de vida, y la relación con otras tipologías de usuarios urbanos es escasa, salvo si tienen un enlace familiar.
Excluyendo, en el caso de algunos, los desplazamientos a lugares de origen propio o de la familia, la relación con el viaje queda en la dimensión de lo ocasional, de lo extraordinario y dependiente de la intermediación de la industria del turismo de masa. Cuando viajan, se convierten en turistas ‘tradicionales’.
Nuevo inmigrante tradicional
Tradicional se refiere a las modalidades en que se realiza la experiencia migratoria.
El nuevo inmigrante tradicional representa la primera generación de individuos que llegan de países del Tercer Mundo, por razones básicamente económicas, con un bagaje identitario muy arraigado en el territorio donde se han criado, y que han dejado por un periodo que puede abarcar años, décadas o el resto de la vida.
Desarrollan una doble y significativa vinculación territorial, desequilibrada, por un lado o el otro, según donde residan parejas e hijos.
La movilidad es relativamente limitada, a lo largo del eje entre el país de procedencia y el territorio de acogida.
Una fuerte identidad cultural, muy distinta de la local, y unas condiciones sociales críticas, dificultan una rápida integración en el tejido local. Con frecuencia permanecen en enclaves bien definidos en el entorno urbano.
Autóctono cosmopolita
En muchos casos está conectados a los residentes ‘tradicionales’ con una significativa - no exclusiva - vinculación cultural e identidaria con la ciudad, por haber nacido y vivido en su área metropolitana.
Son las nuevas generaciones, criados en un contexto cultural distinto al de sus padres. Su formación sociocultural se ha visto influenciada por la globalización y la afirmación de la sociedad individualista.
La identidad personal se presenta como estratificada e híbrida, por la pertenencia a una realidad territorial local y al desarrollo de una metacultura global.
Respecto a los vínculos sociales, presenta una situación de mayor libertad respecto a los residentes tradicionales. La progresiva elevación de la edad para tener hijos hace que no presenten significativas vinculaciones de tipo familiar.
El estar todavía en formación o en un mercado de inestabilidad ocupacional, determina una situación profesional poco vinculante en el medio y largo plazo.
Su movilidad puede llegar a alcanzar niveles relativamente altos, por los presupuestos culturales que le permitirían moverse ‘por el mundo’ con mayor facilidad y tranquilidad, tienen la posibilidad de viajar frecuentemente a otros destinos urbanos, por razones profesionales o de turismo.
Han crecido en paralelo al proceso de reconversión del sistema económico de la ciudad hacia el sector terciario, están acostumbrados a la constante transformación de su panorama y abanico de ofertas.
Las generaciones precedentes expresan mayores y crecientes expectativas de consumo, para cuyo disfrute se desplazan por todo el espacio urbano.
Nuevo residente
Tiene aspiraciones y prioridades diferentes al inmigrante tradicional.
En lugar de viajar para ‘ganarse la vida’ y mejorar sus condiciones económicas, es atraído por la oportunidad de poder vivir en un contexto estimulante, que probablemente haya visitado en el pasado, como turista.
Puede implicar una valoración de tipo profesional, que integra una consideración global de las calidades de la ciudad, de su oferta y de su atmósfera, jóvenes con estudios y carreras creativas, o en busca de experiencias culturales.
Muchos lo intentan y algunos lo logran, otros esperan tiempos mejores; mientras tanto, disfrutan de la oferta y de la ‘onda’ juvenil y cosmopolita.
La dimensión del tiempo libre y de las oportunidades de consumo es central para entender las razones para transferirse a otra ciudad sin tener la posibilidad o la voluntad de integrarse en la clase creativa local, por el cual se aceptan situaciones laborales no favorables, incluso peores de las de sus países de procedencia.
Esto explica también porqué este segmento poblacional se caracteriza por una mayor ‘transeúntidad’ con relación a otras tipologías de residente.
Cuando se empiezan a priorizar aspectos laborales o sociales de otro tipo, el appeal de la ciudad puede no ser ya suficiente para decidir seguir residiendo en ella.
La necesidad de un cambio, la voluntad de emprender una nueva fase en un nuevo contexto, esa ‘compulsión por la movilidad’, puede haber sido la base de la decisión de dejar el domicilio habitual, para ir a vivir una experiencia en otro contexto.
Para algunos, es una ocasión para dilatar la propia etapa juvenil, antes de adentrarse en el mundo de los adultos. Otros optan por quedarse más tiempo, profundizar la relación sociocultural y reforzar la vinculación a la ciudad de acogida, por una mayor estabilidad laboral, o la creación de un nuevo núcleo familiar.
Trabajador suburbano (commuter)
Guido Martinotti (1993) asocia la formación de la metrópolis de ‘primera generación’ con el commuting, la integración de una ‘población flotante’ de trabajadores que acuden diariamente a sus puestos de trabajo en la ciudad, desde su residencia fuera de ella, entramando un paisaje urbano de grandes flujos de movilidad suburbana.
Esta relación con la ciudad no puede ser continua y lineal, queda interrumpida a diario por la vuelta a casa.
La permanencia en el centro tiene que ver con razones laborales, el vínculo es menos importante en cuanto a la dimensión del tiempo libre; sin vínculos ‘afectivos’.
Indovina, 1988. el conocimiento de la ciudad se limita al entorno próximo al trabajo, del que los trabajadores huyen en cuanto se acaba el horario laboral.
La oferta de ocio del centro ejerce fuerte atracción sobre el territorio circundante, cuya intensidad depende del grado de proximidad y accesibilidad al centro urbano.
Cuanto más nos alejamos del centro, aumenta el coste, económico y de tiempo, relativo al consumo en él. Con el aumento de la distancia, el desplazamiento al centro por ocio, asume un carácter ocasional y extraordinario.
Turista tradicional
Típico producto del turismo de masas, es la traducción turística del residente tradicional, con una elevada vinculación social y cultural al territorio de procedencia.
La estancia media y el nivel de repetición en destinos urbanos son inferiores a otros tipos de destino, la ‘transeúntidad’ de este grupo resulta particularmente elevada.
El carácter extraordinario del viaje y la falta de familiaridad con contextos urbanos diferentes al habitual (en comparación con grupos más cosmopolitas) determinan la necesidad de los servicios de operadores del sector turístico.
El turista tradicional es adverso al riesgo y a lo desconocido. Busca una diversidad ‘moderada’ y mediada, para que la búsqueda de informaciones y claves de interpretación no suponga un esfuerzo (o coste) excesivo, o que el encuentro se convierta en un indeseado ‘choque cultural’.
Cuanto menor es la preparación cultural, más limitado el contacto directo con el territorio y sus habitantes.
Urry (1990). Esta labor de familiarización del destino depende de una simplificación de la realidad urbana, llevada a cabo por la industria turística, a través de la selección y comunicación de los elementos más conocidos y característicos, ofrecidos al turista tradicional, según la duración de su visita.
Los turistas tradicionales suelen seleccionar los recursos y las actividades más emblemáticos. El ámbito espacial queda limitado a los principales atractivos y alrededores, con una intensa oferta de servicios accesorios como los de restauración, comida rápida, y la oferta comercial turística, como recuerdos o prensa extranjera.
Así se configuran las zonas turísticas donde el visitante se puede mover (y consumir) sin problemas, en un contexto concebido o expresamente desarrollado para él.
Minca, 1996. Se trata de áreas que responden a ‘principios jerárquicos y segregativos y a lógicas de división territorial’, donde el ‘cultivo’ turístico se impone sobre otros usos del espacio urbano, y cuyos límites son fácilmente reconocibles.
Tim Edensor (2006) propone el concepto de ‘tourist taskscape’: un paisaje representado por espacios simplificados, purificados de elementos extraños y caóticos, donde las ‘formas visuales y funcionales’ se reducen a unas pocas imágenes clave, resultado de la manipulación por esos actores, por ejemplo los TTOO, que derivan sus beneficios de empresa de un ‘consumo rápido’ de la ciudad.
Nuevo turista cultural
Esta figura puede presentar valores medianos de vinculación social al territorio de procedencia, sobre todo a nivel laboral.
Comporta la necesidad de limitar el viaje a pocos días, normalmente el fin de semana, o a estancias más largas durante vacaciones, o a repetir el viaje más veces.
A nivel cultural este grupo presenta un perfil menos limitado a la dimensión local, estando acostumbrado a un estilo de vida algo más inspirado por modelos culturales globales.
En cuanto a vinculaciones y potencialidades en movilidad, presenta claras analogías con la figura del autóctono cosmopolita, tienen cierta familiaridad con el viaje y los contextos urbanos.
Maitland (2008, p. 18) los define como ‘expertos consumidores de ciudad’.
Su conocimiento y capacidad de ‘decodificación’ del contexto urbano, y su condición cultural, les permite emanciparse del sistema de filtros de la industria turística.
Expresan un tipo de demanda que no coincide con (o rechaza) la actividad turística tradicional, se dirige hacia elementos intangibles de la cultura local, vista como un ‘proceso’ (la producción de significado) y no solo un objeto material.
Reclaman una oferta cultural menos estandarizada y más amplia respecto al patrimonio histórico-artístico, en el espacio urbano entero.
El paisaje cultural que les atrae, y en el que intervienen, es complejo, expresión del carácter de la ciudad, determinado por la calidad, amplitud y variedad de la oferta.
La oferta de ocio nocturno y las oportunidades de shopping forma parte del atractivo.
El alojamiento y la restauración pueden convertirse en elementos complementarios al resto de la oferta urbana (como los hoteles de diseño y la oferta gastronómica).
Para el nuevo turista cultural, su propia experiencia urbana, implica elegir entre los elementos que componen la oferta general.
A diferencia del turista tradicional, la selección es un proceso más individualizado, que depende de los intereses personales y el nivel de conocimiento del paisaje urbano, en lugar de las propuestas de las guías turísticas.
El nuevo turista urbano puede, y busca, salir del estricto ámbito del circuito turístico tradicional y alcanzar cualquier sector de la ciudad: espacios ‘post-turísticos’.
Turista de negocios
En cuanto a la vinculación territorial, el turista de negocio es similar al nuevo turista cultural. Por su trabajo, viaja frecuentemente a destinos urbanos, lo que le convierte en experto consumidor de ciudad y una figura cosmopolita.
Pearce, 2005. En general la permanencia en el destino es muy breve.
Una parte importante del tiempo en la ciudad se relaciona con el objeto del viaje, la participación en encuentros de trabajo, congresos u otras situaciones profesionales.
El tiempo residual puede ser utilizado para extensiones informales de reuniones, eventos mundanos o breves excursiones por la ciudad, para aprovechar una oferta particular de restauración o de ocio nocturno, en ocasiones guiados por los mismos residentes con los que se han relacionado por razones profesionales.
Experiencias tradicionales de turismo pueden realizarse cuando hay previstas excursiones de tipo cultural en la agenda de trabajo.
Las prioridades del viaje determinan una movilidad en el espacio urbano fuera de los circuitos turísticos tradicionales, que pueden cruzarse en ocasiones.
Presenta un discreto grado de repetición en el número de viajes, sobre todo en grandes ciudades, porque pueden ser frecuentes, o repetidas, las ocasiones de viajar a un mismo destino por razones profesionales, como las ferias y congresos anuales.
Post-bohemio
El post-bohemio representa una figura emergente adentro del panorama de la ciudad; su influencia sobre algunas dinámicas urbanas es cada vez más significativa, sobre todo en algunas áreas de las ciudades estrella del ‘nuevo turismo cultural’ de las últimas décadas, como Barcelona.
Es el perfil que mejor encarna las nuevas tendencias surgidas en el turismo urbano.
El término hace referencia al mundo de los bohemios de la segunda mitad del siglo XIX, con los cuales pueden tener interesantes analogías, aunque no comparten sus principios ideológicos, en la comunidad artística de hace más de un siglo, en torno al parisino Barrio Latino, una forma de vivir alternativa y antagonista al sistema de convenciones y reglas de la sociedad burguesa.
Los bohemios parisinos profesaban un espíritu de libertad con respecto a las vinculaciones geográficas, inspirado en la cultura gitana.
Una libertad de los bienes materiales, un estilo de vida frugal sin la preocupación del futuro, disfrutando de los placeres de la vida sin inhibiciones, prescindiendo, en lo posible, del dinero.
Una actitud hedonista a partir de un principio de escasez.
Los post-bohemios no representan una nueva forma de contracultura consciente, como los movimientos beat e hippie, o el movimiento no global.
Más que a una adhesión ‘existencial’, el post-bohemio se refiere a una condición temporal, un estilo de vida provisional, en línea con los principios de la sociedad líquida.
El prefijo ‘post’, en vez de ‘neo’, se elige para no sugerir una línea de continuidad ideológica con los antiguos bohemios, y para resaltar esta figura como la más paradigmática en la sociedad postmoderna.
El post-bohemio es la figura intermedia e intersticial, definida según un principio de diferenciación con respecto a grupos más conocidos y estudiados.
Su permanencia en el destino es relativamente extensa, desde semanas hasta meses, con un nivel de vinculación territorial muy bajo, que le permite gozar de una elevada condición de movilidad.
Son jóvenes de la primera generación totalmente criada en la época postfordista, desancorados de lo ‘local’ e interesados por modelos de consumo ‘globales’.
Pueden gozar de cierta familiaridad con los contextos urbanos, por experiencias previas en diferentes ciudades, es un grupo poblacional con un perfil cosmopolita, sin vinculaciones sociales particulares, ni a nivel familiar ni profesional.
Para un número creciente de personas, toma relevancia la perspectiva de una vida laboral intermitente, por la creciente desregulación del mercado laboral, que fomenta los modelos contractuales a tiempo determinado, con periodos alternados de actividad e inactividad.
Elliot y Lemert (2007). Esto les lleva a proponer el concepto de ‘pobreza dinámica’.
Los periodos de actividad e inactividad son momentos en los que el individuo alterna su participación en el proceso productivo con las actividades de consumo, periodos en los cuales su función económica se agota en el ámbito del consumo.
En esta situación es cuando se puede realizar la condición del post-bohemio.
La perspectiva de un periodo indefinido de inactividad laboral o formativa es la ocasión de realizar esa compulsión ‘postmoderna’ por el cambio y la movilidad, para reconfigurar la propia cotidianeidad en un contexto espacial diferente de lo habitual.
Los post-bohemios reflejan ese nomadismo de la sociedad postmoderna, al cual aspiraba el bohemio del siglo XIX.
Bauman (2005, p. 3). Los post-bohemios son personas ‘ligeras, briosas y volátiles’ que se sienten como en casa en muchos lugares, y en ninguno en particular.
Maitland, 2008. El nuevo ‘territorio de atraque’ debe presentar las condiciones culturales para que el post-bohemio pueda desarrollar un inmediato, y superficial, ‘sentido del lugar’.
La reconfiguración temporal de la propia cotidianeidad no tiene que alterar el propio estilo de vida, más bien, desarrollarlo y escenificarlo en un contexto estimulante.
Amendola, 2003. Los post-bohemios expresan una ‘demanda de ciudad’, la posibilidad de experimentar el estilo de vida urbano hecho de ‘elecciones y oportunidades’ (Hannigan, 1998).
Expresan un deseo de libertad y seguir los propios intereses e inclinaciones para poder vivir una ‘extraordinaria cotidianeidad’ aprovechando la extensa oferta y el anonimato en un entorno nuevo, en la ciudad contemporánea.
El objeto de la experiencia turística es representado por la atmósfera de la ciudad y que el post-bohemio quiere vivir y ‘absorber’.
La competitividad del destino depende de la imagen que es capaz de proyectar.
Suelen prescindir de los servicios turísticos: la larga estancia les hace optar por otras soluciones de alojamiento, diferentes a la hotelera, no solo por razones económicas; sino tener una referencia doméstica, aunque sea provisional: ‘mi casa / habitación’.
Hay quien recurre a las agencias de alquiler de apartamentos turísticos, pero la costumbre es dirigirse al mercado informal, lo cual impide tener una constancia estadística directa del fenómeno.
La creciente importancia se intuye por el significativo incremento del precio del alquiler en algunas áreas ‘bohemias’ de la ciudad, en el proceso de convertirse en turística (el barrio de la Barceloneta).
En la fase previa a la llegada, el post-bohemio activa canales informales, amigos o contactos, anuncios en Internet, para encontrar piso o habitación en alquiler.
El piso compartido parece ser la solución más práctica y elegida, también por razones de carácter social, para entrar en contacto con personas que, por llevar más tiempo en la ciudad, pueden ayudar en la etapa de familiarización con el nuevo contexto.
La ubicación es un aspecto prioritario en la elección del alojamiento, más que las condiciones del piso, la extensión o número de habitaciones, la calidad del edificio y del mobiliario, o las características de las personas con quien compartirlo.
El post-bohemio acepta tener un estilo de vida más frugal respecto a su domicilio habitual, optando por una residencia más económica a fin de poder seguir disfrutando del gran espectáculo de la metrópoli ya que ‘la ciudad entera es su jardín, su comedor, su sala de estar y de lectura’ (Freixa Lobera, 2003).
Para el post-bohemio, el periodo vacacional puede ser aprovechado para seguir las propias inclinaciones, dedicar más tiempo a intereses culturales o actividades de ocio.
Michel Onfray (2009): una vez en el destino, el post-bohemio optaría por la práctica de un hedonismo filosófico ‘que pone el ser en el centro y el tener en la periferia’, en lugar de un hedonismo material y la obtención de objetos, como el antiguo bohemio.
Éste no busca la comodidad de lo privado; anhela la proximidad con lo público, lo urbano, allí donde ‘siempre pasa algo’, donde ‘hay movida’, ‘donde hay gente’.
El post-bohemio no está interesado en la intimidad de la experiencia turística; no desarrolla aquella mirada ‘romántica’ (Urry, 1990) del turista tradicional, que considera la presencia de otros visitantes una interferencia negativa en el momento solemne de la contemplación del patrimonio histórico-artístico.
Chris Rojek (1997). La ‘atracción por cambiar los códigos de conducta’ es el anhelo a poder aflojar los frenos inhibitorios. ‘que puedas hacer lo que quieras por la calle’.
La ciudad como promesa de libertad, con acceso a una oferta variada y aparentemente inagotable.
La visión deja el paso a un acercamiento ‘corporal’ a la experiencia turística, para ‘absorber’ la atmósfera urbana e interactuar con el entorno.
La experiencia turística representa el estilo propio de vida urbano, una manifestación libre de la propia identidad, de lo que es o aspira a ser.
Es la ciudad escena, no la ciudad museo del turismo tradicional; la ciudad teatro que nunca cierra, donde cualquiera puede ser espectador y actor al mismo tiempo.
La fascinación hacia la gran ciudad reside también en la variedad de dinámicas, un ‘zapping cultural’ (Minca, 1996) que permite diseñar una ciudad à la carte.
Es la posibilidad de escoger entre una oferta urbana variada y accesible que permita una libre y ‘extraordinaria’ reconfiguración de la propia cotidianeidad.
Los Post-bohemios
Capítulo 4: El Turista
Perfiles de usuario urbano
El Post-bohemio
El post-bohemio representa una figura emergente adentro del El post-bohemio representa una figura emergente adentro del panorama de la ciudad; su influencia sobre algunas dinámicas urbanas es cada vez más significativa, sobre todo en algunas áreas de las ciudades estrella del ‘nuevo turismo cultural’ de las últimas décadas, como Barcelona.
Es el perfil que mejor encarna las nuevas tendencias surgidas en el turismo urbano.
El término hace referencia al mundo de los bohemios de la segunda mitad del siglo XIX, con los cuales pueden tener interesantes analogías, aunque no comparten sus principios ideológicos, en la comunidad artística de hace más de un siglo, en torno al parisino Barrio Latino, una forma de vivir alternativa y antagonista al sistema de convenciones y reglas de la sociedad burguesa.
Los bohemios parisinos profesaban un espíritu de libertad con respecto a las vinculaciones geográficas, inspirado en la cultura gitana.
Una libertad de los bienes materiales, un estilo de vida frugal sin la preocupación del futuro, disfrutando de los placeres de la vida sin inhibiciones, prescindiendo, en lo posible, del dinero.
Una actitud hedonista a partir de un principio de escasez.
Los post-bohemios no representan una nueva forma de contracultura consciente, como los movimientos beat e hippie, o el movimiento no global.
Más que a una adhesión ‘existencial’, el post-bohemio se refiere a una condición temporal, un estilo de vida provisional, en línea con los principios de la sociedad líquida.
El prefijo ‘post’, en vez de ‘neo’, se elige para no sugerir una línea de continuidad ideológica con los antiguos bohemios, y para resaltar esta figura como la más paradigmática en la sociedad postmoderna.
El post-bohemio es la figura intermedia e intersticial, definida según un principio de diferenciación con respecto a grupos más conocidos y estudiados.
Su permanencia en el destino es relativamente extensa, desde semanas hasta meses, con un nivel de vinculación territorial muy bajo, que le permite gozar de una elevada condición de movilidad.
Son jóvenes de la primera generación totalmente criada en la época postfordista, desancorados de lo ‘local’ e interesados por modelos de consumo ‘globales’.
Pueden gozar de cierta familiaridad con los contextos urbanos, por experiencias previas en diferentes ciudades, es un grupo poblacional con un perfil cosmopolita, sin vinculaciones sociales particulares, ni a nivel familiar ni profesional.
Para un número creciente de personas, toma relevancia la perspectiva de una vida laboral intermitente, por la creciente desregulación del mercado laboral, que fomenta los modelos contractuales a tiempo determinado, con periodos alternados de actividad e inactividad.
Elliot y Lemert (2007). Esto les lleva a proponer el concepto de ‘pobreza dinámica’.
Los periodos de actividad e inactividad son momentos en los que el individuo alterna su participación en el proceso productivo con las actividades de consumo, periodos en los cuales su función económica se agota en el ámbito del consumo.
En esta situación es cuando se puede realizar la condición del post-bohemio.
La perspectiva de un periodo indefinido de inactividad laboral o formativa es la ocasión de realizar esa compulsión ‘postmoderna’ por el cambio y la movilidad, para reconfigurar la propia cotidianeidad en un contexto espacial diferente de lo habitual.
Los post-bohemios reflejan ese nomadismo de la sociedad postmoderna, al cual aspiraba el bohemio del siglo XIX.
Bauman (2005, p. 3). Los post-bohemios son personas ‘ligeras, briosas y volátiles’ que se sienten como en casa en muchos lugares, y en ninguno en particular.
Maitland, 2008. El nuevo ‘territorio de atraque’ debe presentar las condiciones culturales para que el post-bohemio pueda desarrollar un inmediato, y superficial, ‘sentido del lugar’.
La reconfiguración temporal de la propia cotidianeidad no tiene que alterar el propio estilo de vida, más bien, desarrollarlo y escenificarlo en un contexto estimulante.
Amendola, 2003. Los post-bohemios expresan una ‘demanda de ciudad’, la posibilidad de experimentar el estilo de vida urbano hecho de ‘elecciones y oportunidades’ (Hannigan, 1998).
Expresan un deseo de libertad y seguir los propios intereses e inclinaciones para poder vivir una ‘extraordinaria cotidianeidad’ aprovechando la extensa oferta y el anonimato en un entorno nuevo, en la ciudad contemporánea.
El objeto de la experiencia turística es representado por la atmósfera de la ciudad y que el post-bohemio quiere vivir y ‘absorber’.
La competitividad del destino depende de la imagen que es capaz de proyectar.
Suelen prescindir de los servicios turísticos: la larga estancia les hace optar por otras soluciones de alojamiento, diferentes a la hotelera, no solo por razones económicas; sino tener una referencia doméstica, aunque sea provisional: ‘mi casa / habitación’.
Hay quien recurre a las agencias de alquiler de apartamentos turísticos, pero la costumbre es dirigirse al mercado informal, lo cual impide tener una constancia estadística directa del fenómeno.
La creciente importancia se intuye por el significativo incremento del precio del alquiler en algunas áreas ‘bohemias’ de la ciudad, en el proceso de convertirse en turística (el barrio de la Barceloneta).
En la fase previa a la llegada, el post-bohemio activa canales informales, amigos o contactos, anuncios en Internet, para encontrar piso o habitación en alquiler.
El piso compartido parece ser la solución más práctica y elegida, también por razones de carácter social, para entrar en contacto con personas que, por llevar más tiempo en la ciudad, pueden ayudar en la etapa de familiarización con el nuevo contexto.
La ubicación es un aspecto prioritario en la elección del alojamiento, más que las condiciones del piso, la extensión o número de habitaciones, la calidad del edificio y del mobiliario, o las características de las personas con quien compartirlo.
El post-bohemio acepta tener un estilo de vida más frugal respecto a su domicilio habitual, optando por una residencia más económica a fin de poder seguir disfrutando del gran espectáculo de la metrópoli ya que ‘la ciudad entera es su jardín, su comedor, su sala de estar y de lectura’ (Freixa Lobera, 2003).
Para el post-bohemio, el periodo vacacional puede ser aprovechado para seguir las propias inclinaciones, dedicar más tiempo a intereses culturales o actividades de ocio.
Michel Onfray (2009): una vez en el destino, el post-bohemio optaría por la práctica de un hedonismo filosófico ‘que pone el ser en el centro y el tener en la periferia’, en lugar de un hedonismo material y la obtención de objetos, como el antiguo bohemio.
Éste no busca la comodidad de lo privado; anhela la proximidad con lo público, lo urbano, allí donde ‘siempre pasa algo’, donde ‘hay movida’, ‘donde hay gente’.
El post-bohemio no está interesado en la intimidad de la experiencia turística; no desarrolla aquella mirada ‘romántica’ (Urry, 1990) del turista tradicional, que considera la presencia de otros visitantes una interferencia negativa en el momento solemne de la contemplación del patrimonio histórico-artístico.
Chris Rojek (1997). La ‘atracción por cambiar los códigos de conducta’ es el anhelo a poder aflojar los frenos inhibitorios. ‘que puedas hacer lo que quieras por la calle’.
La ciudad como promesa de libertad, con acceso a una oferta variada y aparentemente inagotable.
La visión deja el paso a un acercamiento ‘corporal’ a la experiencia turística, para ‘absorber’ la atmósfera urbana e interactuar con el entorno.
La experiencia turística representa el estilo propio de vida urbano, una manifestación libre de la propia identidad, de lo que es o aspira a ser.
Es la ciudad escena, no la ciudad museo del turismo tradicional; la ciudad teatro que nunca cierra, donde cualquiera puede ser espectador y actor al mismo tiempo.
La fascinación hacia la gran ciudad reside también en la variedad de dinámicas, un ‘zapping cultural’ (Minca, 1996) que permite diseñar una ciudad à la carte.
Es la posibilidad de escoger entre una oferta urbana variada y accesible que permita una libre y ‘extraordinaria’ reconfiguración de la propia cotidianeidad.
Enumera y explica la tipología de turista elaborada por Yiannakis y Gibson (1992), que atiende a los roles que desempeñan los turistas
Capítulo 4: El Turista
4.2. Tipología de los roles turísticos de Yiannakis y Gibson
Yiannakis y Gibson (1992) - su sistema tipológico está basado en una escala de tres dimensiones, con la que analizan los procesos por los que los comportamientos de los turistas son conceptualizados y medidos.
Los resultados demuestran la existencia de, al menos, 14 comportamientos turísticos diferentes, basados en la motivación que tiene el turista a la hora de planificar su manera de disfrutar del ocio.
Tipo de rol
- Intereses y preferencias
Amante del sol
- Interesado por el relax y placeres del sol, la arena y el mar
Buscador de acciones excitantes
- Interesado en fiestas, night club y sexo
Antropólogo
- Interesado en encuentros con la gente, comidas y lengua locales
Arqueólogo
- Las ruinas y yacimientos arqueológicos, historia de antiguas civilizaciones
Turista de masas organizado
- Vacaciones organizadas (paquetes), compra de souvenirs y fotografías
Aventurero
- Interesado por los riesgos y nuevas sensaciones
Explorador
- Interesado por los viajes de aventura y explorar nuevos lugares
Elitista (Jet-set)
- Vacaciones en sitios exclusivos, donde van las celebridades
Espiritualista
- Adquirir conocimientos para dar sentido a la vida
Turista individual (de masas)
- Visitar lugares masivos, pero individualmente
Turista de clase alta
- Viajar en primera clase, estancia en los mejores hoteles y restaurantes
Turista de mochila (drifter)
- Sin plan
Escapista
- Huir de la rutina
Deportista
- Practicar los deportes favoritos
El estudio fue llevado a cabo en diferentes fases (I, II, III, IV) entre 1986 y 1990 mediante entrevistas telefónicas:
- Fase I. Una muestra elegida al azar de 396 adultos de Connecticut (USA)
- Fase II. Otra muestra de 312 graduados y estudiantes no licenciados de la Universidad de Connecticut
- Fase III. Una muestra al azar de 527 griegos
- Fase IV. Una muestra de 500 adultos de la misma ciudad.
Tuvieron en cuenta la edad, el sexo y el nivel educativo.
* Edad: entre los 18 y los 74 años, siendo la media de 37,5 años.
* Nivel educativo: el 47% contaba con 4 años de college.
Los roles turísticos fueron medidos originalmente usando 36 descripciones basadas en las tipologías de roles de Cohen (1979) y Pearce (1982, 1985).
Para medir las respuestas se utilizó una escala Likert de 0 a 5 (nada/muy de acuerdo).
Los resultados sugieren la existencia de tres dimensiones bipolares:
* Simulación - Tranquilidad.
* Extranjería - Familiaridad.
* Estructura - Independencia.
La gente adopta sus preferencias turísticas cuando están en lugares donde encuentran un equilibrio óptimo entre familiaridad (la burbuja de Cohen) y extranjería; simulación y tranquilidad; y estructura e independencia.
Yiannakis y Gibson reducen el sistema a tres grandes tipos de turistas:
* turista culto;
* turista de masas;
* turista de jet-set.
Modelo psicográfico de personalidad turística de Plog
Modelo psicográfico de personalidad turística - Plog
“Stanley Plog (1972), psicólogo del turismo cuya popularidad no se corresponde con el rigor científico que presentan sus trabajos, establece una definición de turista, dentro del marco de su modelo psicográfico de personalidad turística.
Existen características de la personalidad, a través de las que se puede clasificar a la población a lo largo de un continuum bipolar de tipos de personalidad, con dos polos:
• Alocentrismo - prefieren experiencias independientes del turismo de masas.
• Psicocentrismo - tienen la tendencia contraria
Entre ambos, se sitúan otros intermedios:
• semialocentrismo, cercano al primero
• semipsicocentrismo, próximo al segundo
• mediocentrismo en el centro.
El continuum queda por tanto dividido en cinco segmentos: alocéntrico, semialocéntrico, mediocéntrico, semipsicocéntrico, psicocéntrico.
Alocéntricos
Difieren de valores normales
· Busca variedad
· Aventurero
· Seguro de sí
· Zonas poco turísticas
· Nuevas culturas
· Destino novedoso
· Viaje no organizado
· Avión
Casi Alocéntricos
Viaje como oportunidad de probar nuevo estilo de vida
· Negocios, conferencias, meetings, convenciones
· Turistas temáticos
· Turistas deportivos
Midcéntricos
Viaje como norma cultural impuesta por sistema de vacaciones pagadas
· Paquetes preparados de agencias de viaje
· Viaje como escape a la rutina en algún lugar cómodo con familia y amigos
Semipsicocéntricos
Viaje como norma sociocultural
· Utilizan los servicios de las agencias de viajes (paquete preparado)
Psicocéntricos
Acuerdo con normas y valores sociales
· Autoinhibido
· Nervioso
· No aventurero
· Destinos familiares
· Actividad casera
· Atmósfera familiar
· Viaje organizado
· Desplazamiento terrestre
Un 4% de la población es puramente alocéntrica y el 2,5% puramente psicocéntrica.
Plog enumera 28 características de personalidad que describen el alocentrismo y psicocentrismo individual, capturadas en tres rasgos dominantes de personalidad:
1. limitación territorial (territory boundness),
2. ansiedad generalizada (generalised anxieties)
3. sentido de impotencia (sense of powerlessness).
Los factores que caracterizan cada una de las dimensiones bipolares:
Alocentrismo
Factores
Atrevimiento [Venturesomeness]
Impulsa a los usuarios a ser los primeros en el descubrimiento de nuevos destinos y conceptos. Huida de la masificación y gregarismo. Predominio del riesgo y la audacia.
Masculinidad [Outdoorsman]
Determina la tendencia de viajar hacia entornos rurales o no urbanos, huyendo del lujo en sí. Desplazamiento en vehículo propio. Disfrute de la pesca, camping, caza.
Impulsividad [Impulsivity]
Activa la necesidad de actuar (decisión de viajar) con inmediatez y precipitación sin mucha planificación económica. Predominan las sensaciones y vivencias del momento. Propensión a vivir el momento: estos consumidores son grandes gastadores.
Autoconfianza [Self-confidence]
Está relacionada con la voluntad y satisfacción de hacer cosas únicas, insólitas y muy diferentes. Se trata de personas que deciden ellas mismas sus destinos para lograr sentirse diferentes.
Psicocentrismo
Factores
Planificación [Planfulness]
Necesidad de planificación turística y productos y programas preparados. Predomina la búsqueda de gangas y ofertas especiales.
Búsqueda de placer [Pleasure seeking]
Necesidad de un alto nivel de comodidad, lujo y confort en los diferentes aspectos del viaje.
Intelectualismo
Alto nivel de interés y deseo por la cultura, orientando hacia destinos históricos y culturales o también actuales donde explorar (visitas a museos, etc.). Es el modo que tiene el consumidor de canalizar su afán aventurero, pero no de un modo impulsivo sino más bien moderado.
Orientación personal
Deseo de maduración a través de la experiencia con nuevas gentes y culturas del mundo. Está dominado por el deseo de madurar a través de la experiencia del viaje. Para que pueda darse en un viaje de corta duración, no mediante estancia estable, es necesario combinar: gran sociabilidad, un grado de desorganización en el viaje, no caótico, encaminado a ofrecer la libertad necesaria para poder convivir con otras gentes y culturas de un modo más directo, cierto grado de impulsividad, aventuras únicas.
“
Tipología de turismo de Pearce
El concepto de turista, ligado al de turismo, ha sido tratado desde diferentes disciplinas: la psicología, la sociología, la antropología.
Definiciones Psicosociales:
o Smith (1989): El turista dispone de tiempo libre y viaja voluntariamente para cambiar de ambiente.
o Pearce (1982): Los turistas son una categoría homogeneizada, aunque históricamente diferenciada de otras movilidades como congresos o viajes de negocios.
Roles Turísticos (Pearce):
o Plantea criterios para diferenciar roles turísticos de no turísticos, basados en:
Rango de roles turísticos.
Separación de roles turísticos y no turísticos.
Relación entre roles.
Uso social de la experiencia de viaje.
Partiendo de dichos criterios, Pearce propone a una muestra de 100 viajeros que relacionen 15 roles con 20 conductas asociadas al viaje, determinando cada sujeto en qué grado cada conducta se asociaba a cada rol. (tabla 3.2) Posteriormente, desde una perspectiva contraria, Pearce presenta las 20 categorías conductuales y los cinco roles asociados, ordenados por la importancia. Tabla 3.3
Roles asociados al comportamiento de viaje
Categorías Viajeros - Conductas (5) relacionadas con la actividad turística (por orden de importancia relativa)
- Turista - Hace fotos, compra souvenirs, viaja a sitios famosos, estancia en un solo lugar y no entiende a la población local.
- Viajante - Estancia en un solo lugar, experimenta la comida local, viaja a sitios famosos, hace fotos y explora sitios privados.
- Excursionista - Hace fotos, viaja a sitios famosos, está alienado, compra souvenirs, contribuye a la economía local.
- Jet-set - Lleva vida de lujo, busca estatus social, busca placeres sensuales, prefiere interactuar con la población local, viaja a sitios famosos.
- Persona de negocios - Busca estatus social, contribuye a la economía local, no hace fotos, prefiere interactuar con la población local, vive una vida de lujo.
- Emigrante - Tiene problema de lengua, prefiere interactuar con la población local, no entiende a la población local, no vive una vida de lujo y no
explota a la gente local. - Ecologista - Interesado por el medio ambiente, no compra souvenirs, no explota a la gente local, explora sitios privadamente, hace fotos.
- Explorador - Explora sitios privadamente, interesado por el medio ambiente, asume riesgos físicos, no compra souvenirs, observa la sociedad local.
- Misionero - No compra souvenirs, busca el significado de la vida, no vive una vida de lujo, no busca placeres sensuales, busca observar a la sociedad ¡ocal.
- Estudiante extranjero - Experimenta con la comida local, no explota a la población local, hace fotos, observa la sociedad que visita, asume riesgos físicos.
- Antropólogo - Observa la sociedad que visita, explora sitios privadamente, está interesado por el medio ambiente, no compra souvenirs, hace fotos.
- Hippie - No compra souvenirs, no lleva vida de lujo, no está interesado por el estatus social, no hace fotos, no contribuye a la economía local.
- Deportista internacional - No está alienado, no explota a la población local, no entiende a la población local, explora sitios privadamente, busca el significado de la vida.
- Periodista extranjero - Hace fotos, observa a la sociedad que visita, va a sitios famosos, asume riesgos fisicos, explora sitios privadamente.
- Peregrino - Busca el significado de la vida, no lleva vida de lujo, no le atañe el estatus social, no explota a la población local, no compra souvenirs.
Los efectos de la turistificación
5.2.5. Los efectos de la turistificación: hacia un catálogo de amenazas
Los centros urbanos están sometidos a un proceso de cambio permanente.
En el momento actual, la turistificación es uno de los vectores más importantes de transformación, con efectos sobre las dimensiones formales, funcionales, sociales y simbólicas de estos espacios (García et al., 2017).
La inserción de la función turística tiene efectos positivos y negativos. Foco en los segundos, ya que son amenazas directas derivadas de la ola actual de turistificación.
La conversión de una amenaza en vector real de deterioro va a depender de la intensidad del crecimiento turístico, de las características concretas de los lugares afectados y de las medidas de gobierno adoptadas.
La interrelación entre procesos incrementa el riesgo global, ya que las amenazas tienden a retroalimentarse en un círculo vicioso cuyas consecuencias finales son difíciles de discernir.
5.2.5.1. Deterioro del paisaje urbano
El turismo de ciudad no genera un paisaje propio, más bien refuncionaliza y resignifica algunos de los paisajes preexistentes, en especial aquellos dotados de valor patrimonial.
No obstante, existe una impronta física del turismo vinculado a la implantación de:
• Palacios de congresos y equivalentes; 2.
• Hoteles y otros tipos de alojamiento; 3.
• Instalaciones vinculadas a programas de acogida del destino, como los quioscos de información turística y la señalética; y 4.
• Cartelería y expositores asociados a los establecimientos turísticos.
Además de estas implantaciones directas, hay toda una serie de intervenciones urbanas en las que la motivación turística está presente, desde la creación de grandes contenedores culturales hasta las operaciones de peatonalización.
El turismo aparece a nivel de discurso justificativo, aunque su sentido global supera la mera dimensión turística.
Cuando la actividad turística se gestiona de manera deficiente, se produce un deterioro de la forma urbana a distintas escalas (Brandis & Río, 1995).
A nivel del plano, algunas de las grandes implantaciones antes reseñadas son susceptibles de compactar la trama, densificando espacios previamente más porosos.
Estas implantaciones también pueden afectar negativamente a las vistas, lo que Zoido (2012) denomina el ‘paisaje urbano exterior’.
Sigue siendo frecuente la implantación de grandes equipamientos y hoteles de volumetría excesiva.
A pesar de las protestas de algunos colectivos, se han llevado a cabo proyectos como el Hotel Vela de Barcelona y las Setas de Sevilla. La polémica también afecta a la Torre del Puerto de Málaga, diseñada para albergar un hotel de lujo.
En muchas ocasiones, estos proyectos cuentan con el apoyo decidido de los gobiernos locales, deseosos de contar con nuevos iconos que renueven la imagen de la ciudad.
La inserción de las arquitecturas contemporáneas en los centros históricos y sus entornos visuales siempre ha sido un ámbito abonado a la polémica, por su capacidad de impacto en el paisaje.
De hecho está en la génesis del Memorándum de Viena (2005) y toda la doctrina posterior sobre paisaje histórico urbano.
El impacto también puede afectar a la escena urbana, lo que se muestra a cualquier persona en su recorrido por la ciudad.
De acuerdo con Fariña (2006), esta escena se compone de elementos estructurantes y otros más epidérmicos.
Los primeros dan forma al espacio público: el tejido, los edificios, las alineaciones, los espacios, las alturas.
En este caso los efectos negativos derivan de las implantaciones turísticas desajustadas, en una problemática similar a la expresada anteriormente.
Los componentes epidérmicos incluyen mobiliario, luces, árboles, terrazas, toldos, antenas, publicidad, pavimentos o fuentes.
A partir del análisis de las normativas locales, Fernández & Santos (2018) han identificado los principales conflictos que genera el turismo sobre esta dimensión del paisaje urbano.
De una parte, se genera impacto negativo a nivel del espacio público por la presencia de terrazas, instalaciones publicitarias, cierto mobiliario urbano e incluso la presencia de vehículos y visitantes.
De otra, se afecta negativamente a las edificaciones debido a una inadecuada implantación de rótulos publicitarios y otros elementos añadidos.
Incluso la adaptación al uso turístico de muchos inmuebles puede suponer alterar la estructura de vanos de la fachada, modificando las características tipológicas de los edificios afectados.
El resultado final es una imagen urbana deteriorada, con fuerte presencia de elementos turísticos que generan contaminación visual.
Se conforman así paisajes turísticos a nivel de escena urbana fácilmente reconocibles en todas partes del mundo.
Son, en cierto sentido, paisajes de la globalización, pero en su dimensión más banal y estética más deteriorada.
5.2.5.2. Incremento de la congestión y la contaminación
Como se ha señalado anteriormente, la turistificación implica la presencia de un mayor número de visitantes en determinados sectores del espacio urbano.
De forma paralela, aumenta el número de vehículos en circulación, ya sean vehículos genéricos utilizados por los visitantes para acceder y/o moverse por el destino o correspondan a productos turísticos basados en la movilidad.
Además del incremento cuantitativo, hay que tener en cuenta que turistas y excursionistas entorpecen el desplazamiento de otros usuarios del espacio urbano, ya que su movimiento es más lento y errático.
De una parte, desconocen los lugares por donde se mueven, por lo que su orientación es más difícil.
De otra, en muchas ocasiones se aproximan a estos lugares en una lógica de contemplación, lo que implica un ritmo de movimiento más pausado.
Los visitantes y sus vehículos intensifican la congestión de algunos espacios ya previamente saturados.
La congestión se produce en las calles y plazas donde se concentran turistas y excursionistas.
Afecta a los estacionamientos, los servicios de transporte público, las zonas verdes, las playas y determinadas tiendas y establecimientos de hostelería.
Y también a museos y otros espacios culturales, cuyas colas sobre las calles adyacentes derivan en problemas de gestión urbana.
Desde aproximaciones econométricas, los efectos de la congestión se han analizado en lugares como Amberes (Neuts, 2016) y Amsterdam (Neuts et al., 2012).
De forma más general, implica una competencia por recursos escasos entre distintos tipos de usuarios.
Dentro de éstos, la población local tiende a evitar los espacios y momentos que considera más congestionados por motivo del turismo. El problema radica en que se está ampliando esta congestión tanto en el espacio como en el tiempo.
En consecuencia, aumenta la presión de ciertos grupos de interés para solventar estas situaciones aumentando la capacidad de infraestructuras y servicios (aeropuertos, aparcamientos…), lo que a su vez puede acelerar el proceso de turistificación.
La mayor presencia de visitantes también presiona sobre los sistemas de abastecimiento de aguas, saneamiento y recogida de residuos sólidos.
Sobre todo, supone incrementar la contaminación acústica y atmosférica.
• La primera está especialmente asociada al ocio nocturno, pero también a la ocupación de terrazas y veladores.
• La segunda se incrementa por prácticas como el encendido continuo de los motores de los autobuses discrecionales para refrigerar su interior.
La turistificación implica incremento de la congestión y de la contaminación, sobre todo en ausencia de acciones de política pública expresa.
No obstante, resulta difícil ponderar el peso del turismo en problemas de este tipo.
En cambio, su contribución sí está clara cuando se trata de los cruceros.
Además de los residuos que dejan en alta mar, suponen un vector importante de contaminación atmosférica de las ciudades donde atracan (García, 2017).
Entre otras razones, porque recurren a un fuel más barato y tóxico que el de uso habitual en el transporte terrestre.
De otra parte, depositan en tierra de forma abrupta miles de pasajeros que se mueven en grupo por la ciudad o toman distintos vehículos para realizar excursiones.
Las embarcaciones son cada vez mayores y los puertos se adaptan para permitir su atraque.
Como resultado, se incrementan los niveles de congestión urbana.
Debido a la especial idiosincrasia, este conjunto de problemas adquiere una especial relevancia en Venecia (Testa, 2011; Seraphina et al., 2018), ciudad especialmente vigilada por UNESCO debido a su condición de Patrimonio de la Humanidad (Trancoso González, 2018).
5.2.5.3. Simplificación funcional
En líneas generales, el centro histórico corresponde a la ciudad preindustrial.
Lo que hoy es una pieza de la aglomeración urbana, antes fue la ciudad total: un ámbito que concentraba todas las funciones en un espacio relativamente reducido.
Esta concentración de funciones dota de singularidad a estos centros como piezas urbanas y es uno de sus valores patrimoniales.
Es más, la conversión de muchos de estos espacios en los centros urbanos de sus ciudades ha potenciado el desarrollo de funciones asociadas a la centralidad, con una influencia sobre el territorio que supera los límites municipales.
En estos sectores más dinámicos siempre ha existido una fuerte presión de terciarización.
La oleada actual de turistificación supone:
• Un crecimiento del alojamiento turístico convencional y establecimientos como tiendas de recuerdos;
• Una reorientación hacia los visitantes de comercio y hostelería;
• La progresiva conversión de la vivienda en mercancía turística.
En las áreas sometidas a estos procesos se asiste a un declive de la función residencial, aspecto que se tratará más adelante, y un empobrecimiento del entramado de actividades productivas, que puede llegar a suponer la aparición de espacios de monocultivo turístico.
El diferencial de rentas entre usos turísticos y no turísticos explica el desplazamiento de ciertos tipos de comercios de proximidad y actividades manufactureras, en muchos casos de raigambre artesana.
Además, las situaciones de congestión y una imagen urbana asociada al turismo pueden incidir negativamente sobre el terciario de oficinas y negocios similares.
Además de los grandes edificios ocupados por hoteles y apartamentos turísticos, el cambio más notable se produce en los locales a pie de calle.
La turistificación supone una simplificación del tejido comercial y hostelero.
Esta simplificación no implica tanto una reducción de la oferta como en su reorientación hacia un consumidor foráneo en detrimento de la clientela local.
Cierran o se transforman los establecimientos de proximidad, lo que dificulta el abastecimiento de los vecinos de estos barrios.
Cierran también comercios centenarios, que forman parte de la memoria de la ciudad.
Y en cambio se extienden las tiendas de recuerdos, el comercio de las grandes marcas y los establecimientos vinculados al entretenimiento, en especial determinadas fórmulas de hostelería.
En todo caso no se trata de un proceso nuevo, sino de un fenómeno que se ha intensificado durante los últimos años y se expande a nuevas áreas de la ciudad.
El sentido y la intensidad de la transformación están determinados por factores como la estructura comercial y hostelera preexistente y el volumen de la demanda asociada al turismo.
A veces supone una sofisticación de la oferta, que implica una ‘gourmetización’ de restaurantes y tiendas de alimentación.
En otras ocasiones simplemente se refuerza el paisaje turístico típico, con calles repletas de tiendas de recuerdos que presentan sus productos en expositores externos; bares, cafeterías y restaurantes de cocina adaptada a los gustos y precios foráneos; y tiendas de moda y complementos de marcas reconocibles a nivel internacional.
En general, la sofisticación brilla por su ausencia.
Es más, la progresiva especialización turística en productos y precios puede llegar a disuadir de acudir a estos espacios al resto de la población de la ciudad, lo que a su vez refuerza dicha especialización.
5.2.5.4. Declive residencial
En su versión actual, la turistificación incide muy negativamente sobre la función residencial.
El diferencial de renta entre alojamiento comercial y vivienda es el vector que amenaza la condición de estos centros como espacios habitados, uno de los objetivos centrales de las políticas urbanas desde hace al menos 30 años.
Edificios de propiedad horizontal con usos residenciales se transforman en hoteles-boutique o apartamentos.
Esta transformación implica procesos administrativos bastante prolongados y ajustados al marco urbanístico vigente.
En cambio, la conversión de una vivienda en una vivienda turística es un proceso mucho más rápido, que se aprovecha además de la falta de regulación a diferentes niveles.
Las expectativas de los usos vinculados al alojamiento comercial elevan los precios de los bienes inmuebles y, en definitiva, dificultan el acceso a la vivienda en propiedad.
Esta situación es aún más palpable en el mercado del alquiler.
Los estudios realizados en Barcelona (Arias, 2018) indican que el alquiler turístico de corta duración puede llegar a ser hasta cuatro veces más rentable que el alquiler de larga duración, sobre todo en aquellos barrios donde el alquiler es más bajo.
Blanco & Blázquez (2019) apuntan a una relación directa entre ‘mercantilización turística de la vivienda’ y ‘burbuja del alquiler’.
No obstante, más allá de las afirmaciones generales resulta difícil determinar el peso de dicha mercantilización en el incremento constatado de los precios del alquiler, ya que confluye con diferentes factores: un crecimiento de la demanda que deriva tanto de la recuperación económica como de las dificultades de acceso a la compra de vivienda; las modificaciones del marco regulatorio tendentes a una liberalización del mercado del alquiler; y la acción de SOCIMIs y otros inversores que han entrado con fuerza en el sector.
De hecho, los únicos trabajos que han intentado cuantificar el impacto de las VUT sobre el mercado del alquiler derivan de encargos de las patronales del sector, lo que plantea dudas sobre credibilidad.
Para Madrid, FEVITUR (2018) señala que este impacto se limita al distrito Centro, en una cuantía del 1,19 % sobre el total del incremento del precio del alquiler.
Es más, se limita dicho impacto a cuatro barrios del distrito: Palacio, Sol y, especialmente, Lavapiés-Embajadores y Chueca-Justicia.
Las dificultades para acceder a la vivienda son el principal factor que favorece el declive residencial.
Pero también influye la turistificación de la oferta comercial y hostelera, ya que productos y precios están más orientados a los consumidores foráneos que a los vecinos.
El declive también está favorecido por las molestias que generan los visitantes, desde la congestión hasta los problemas de convivencia a los que se aludirá en el apartado siguiente.
Desde la corriente crítica, se ha prestado especial atención al proceso de cambio social que afecta a los barrios afectados por la turistificación.
En origen, se consideraba una manifestación adicional de la gentrificación, de sustitución de población de bajos ingresos por otros grupos de clase media y media alta.
Con el paso del tiempo, se ha empezado a considerar una forma singular de gentrificación (Cócola, 2018), que implica la sustitución de población residente por visitantes, e incluso como dos procesos diferentes (Sequera & Nofre, 2018), que pueden coexistir en los mismos espacios en una situación de equilibrio inestable.
Más allá de las interpretaciones generales, los datos disponibles no permiten obtener conclusiones irrebatibles.
Registrar la dinámica sociodemográfica de los centros resulta difícil debido a la fuerte movilidad de la población.
Además, confluyen procesos muy distintos en periodos de tiempo bastante cortos.
Estas dificultades quedan patentes en el trabajo de LópezGay & Cócola (2016) sobre el barrio Gótico de Barcelona, quizás el intento más consistente de apoyar las teorías en datos, para lo que se recurre al instrumental de análisis demográfico.
Como señalan estos autores, este barrio tiene la mayor presión turística de Barcelona, con una capacidad de alojamiento que iguala a la población residente.
En cifras aproximadas, pasó de 30 000 habitantes en 1970 a 15 000 en 1996.
Después de este fuerte retroceso, la población del barrio ascendió a casi 18 000 personas entre 2008 y 2010, fruto tanto de una inmigración extranjera de bajos recursos como a un proceso incipiente de gentrificación.
La aportación más interesante del trabajo estriba en que compara las dinámicas del barrio Gótico y otros barrios también gentrificados de Barcelona pero con menor presión turística.
Y los resultados apuntan a una mayor pérdida de población y hogares en el Gótico, así como mayores cambios en la estructura sociodemográfica por incorporación de extranjeros de elevado nivel de instrucción (fundamentalmente Europa y Norteamérica) y salida de población nacional en grupos de edad avanzada y/o con niños pequeños.
En suma, se estaría produciendo un declive de la función residencial, de sustitución de familias con hijos por una población flotante poco vinculada al lugar, una sustitución que afectaría incluso a los primeros gentrificadores del barrio.
Aunque no se han realizado trabajos tan detallados, es posible que esta situación se repita en otros barrios de grandes ciudades en proceso acusado de turistificación.
En todo caso falta por elaborar trabajos equivalentes en centros de ciudades menos dinámicas, donde la presión turística está creciendo pero que no registraron procesos anteriores de inmigración / gentrificación.
5.2.5.5. Rechazo local al turismo
El estudio de la percepción de la comunidad local sobre el turismo tiene amplia tradición.
Existen trabajos notables de principios de siglo (Haley et al., 2005), cuyos planteamientos, técnicas y resultados han sido sometidos a contraste en contextos urbanos muy diferentes (Chen & Chen, 2011; Lee et al., 2007).
En general, la actitud de la población residente ante el desarrollo turístico se considera una de las dimensiones críticas de la capacidad de carga social de un territorio.
Dicha actitud, que nunca va a ser homogénea, viene determinada por una multiplicidad de aspectos (Almeida et al., 2015).
Entre otros, es frecuente citar el nivel de dependencia económica con el turismo, el sentido de apego al lugar y el grado de contacto directo con turistas y excursionistas.
Es mayoritario el recurso a encuestas, en las que se pide al entrevistado que se posicione en relación a determinadas cuestiones.
En líneas generales, los trabajos más institucionales sobre ‘overtourism’ replican estas características (Postma & Schmuecker, 2017).
La reciente ola de turistificación ha supuesto un incremento local del rechazo al turismo, en especial en aquellos barrios donde la presencia de visitantes era hasta hace poco tiempo testimonial.
A nivel personal, surgen problemas de convivencia.
Los turistas acceden a sus alojamientos en horarios poco compatibles con el descanso de la población residente, ya que es frecuente que aprovechen los vuelos más baratos.
El ruido de los ‘trolleys’ retumba en las calles y el trasiego de visitantes en los portales de los edificios con viviendas de uso turístico es continúo.
Si además los visitantes tienen comportamientos incívicos (fiestas en la madrugada, consumo desmesurado de alcohol…), los problemas de convivencia se acrecientan.
Como resultado, el atractivo de estos lugares como espacios residenciales disminuye, en especial para las familias con menores a su cargo.
De las dificultades de convivencia deriva un sentimiento general de extrañamiento, de desapego progresivo a un lugar que cada vez se reconoce como menos propio.
Este desapego afecta a la comunidad local, pero también se puede extender al resto de la población de la ciudad.
El centro puede llegar a ser percibido como un espacio preferentemente turístico.
Con ello pierde carga simbólica; se acentúa el proceso de vaciado de significados que está en la base de la desposesión simbólica de esta parte de la ciudad (Benach, 2016).
El extrañamiento se hace más doloroso cuando la comunidad percibe que los gobiernos locales atienden más al turismo que al bienestar de la ciudadanía.
Y no tanto al turismo en sí mismo como a algunos sectores del negocio turístico, en una confluencia de intereses en la que los vecinos reciben los inconvenientes del crecimiento turístico pero no sus beneficios potenciales.
Medir los sentimientos de extrañamiento y desposesión simbólica no resulta fácil, sobre todo considerando la pluralidad intrínseca a las sociedades contemporáneas.
En cambio, resulta mucho más fácil identificar las muestras más o menos organizadas de oposición al turismo impulsadas por ciertos movimientos sociales: ataques a instalaciones turísticas, pintadas en paredes, concentraciones ciudadanas de protesta, activismo en redes sociales…
Manifestaciones de este tipo pueden encontrarse en muchas ciudades del mundo (véase al respecto la compilación de Colomb & Novy, 2016) y son la base de la actividad de plataformas como la Assemblea de Barris per un Turisme Sostenible (Barcelona), Málaga no se Vende (Málaga), Lavapiés dónde Vas (Madrid) o Ciutat per a qui l’habita, no per a qui la visita (Palma).
En general se trata de acciones muy minoritarias, aunque magnificadas a nivel mediático y base de un número creciente de trabajos académicos de corte crítico (Cabrerizo, 2016; Gil & Sequera, 2018).
Englobadas bajo el término de ‘turismofobia’ (Alcalde et al., 2018; Milano, 2018), se presentan como un movimiento de defensa del derecho a una ciudad en el sentido lefebreviano, una ciudad libre de presiones mercantilistas y burocráticas (Blanco et al., 2018).
Si bien su alcance y sentido son objeto de notable controversia (Huete & Mantecón, 2018), no cabe duda de que se trata de un nuevo frente de conflicto urbano (Romero, 2018).
5.2.5.6. Deterioro del atractivo turístico
La turistificación puede ocasionar también un deterioro de atractivo turístico y, en esencia, una pérdida de competitividad de la ciudad como destino de visita.
Se trata de un aspecto de especial interés para las administraciones locales del turismo, que aparece expresamente recogido en los documentos institucionales sobre ‘overtourism’ (por ejemplo: WTO, 2018).
De hecho, se ha considerado una dimensión adicional de la capacidad de carga social de un destino, que sería sobrepasada en situaciones de deterioro significativo de la satisfacción del visitante.
En principio, la masificación y congestión asociada deterioran la experiencia turística.
Entre otros inconvenientes, implica largas esperas para acceder a museos y monumentos, dificultades para conseguir sitio en bares y restaurantes, sospecha de un incremento abusivo de los precios de bienes y servicios, abarrotamiento en calles y plazas… e incluso la sensación de pérdida de autenticidad de los lugares visitados, aspecto especialmente sensible en los lugares del patrimonio urbano.
Ya existe un buen número de trabajos que abordan la congestión turística desde la perspectiva de los visitantes (Riganti & Nijkamp, 2008; Neuts & Nijkamp, 2012; Jin et al., 2016).
La percepción sobre la sensación de aglomeración está influida por los rasgos personales del turista (motivaciones, expectativas…), una serie de variables ambientales (por ejemplo, la calidad atribuida al entorno) y las características de los otros visitantes (comportamiento…).
En líneas generales se trata de trabajos basados en encuestas que recurren a planteamientos de la psicología ambiental.
En buena medida, los resultados obtenidos no sostienen una relación directa entre masificación y pérdida de competitividad turística.
Los visitantes sí reconocen situaciones de saturación e incluso pueden ser percibidas en términos negativos, sin embargo, tienden a asumir estos momentos como algo intrínseco a determinados destinos.
Los trabajos realizados en Florencia por Popp (2012) reflejan la complejidad del tema.
A partir de una metodología cualitativa, capta los momentos y lugares donde los turistas perciben hacinamiento.
En estas ocasiones la congestión por una densidad turística excesiva sí deteriora la experiencia del lugar.
Pero también identifica situaciones de aglomeración positiva: los visitantes entienden que cierto barullo forma parte de una ciudad viva y la propia presencia de otros turistas genera sensación de seguridad al viajero menos experimentado.
La congestión es un rasgo característico de las ciudades de mayor trayectoria turística.
En cambio, el rechazo explícito al turismo que muestran algunos colectivos es un fenómeno mucho más reciente, cuyo impacto sobre el atractivo de los destinos está todavía por determinar.
El turismo se basa en la hospitalidad, aunque se trate de una hospitalidad mercantilizada.
Es una cuestión que preocupa sobremanera a las autoridades públicas del turismo y a los representantes de la industria turística de las ciudades donde los conflictos aparecen con más virulencia.
Frente a estos destinos, en otros se enfatiza la buena acogida al visitante como nuevo argumento promocional.
Como se ha señalado, la mayoría de los trabajos se basan en estudios sobre los visitantes en destino.
Falta por determinar cómo afecta la percepción sobre la congestión y hostilidad en el proceso de selección del destino, sobre todo en relación a las noticias que aparecen en los medios de comunicación de masas.
Y, si en destino se ha sentido hacinamiento y/o rechazo, cómo afectan estas experiencias a las recomendaciones de viaje.
Además hay que tener en cuenta la pluralidad de los visitantes, en relación a motivaciones, expectativas, niveles de gasto…
Aunque no se perciban efectos negativos a nivel general, algunos tipos de turistas pueden ser mucho más sensibles a estas situaciones, lo que puede provocar una sustitución de unos segmentos de la demanda por otros.
En el peor de los casos, esta sustitución puede suponer un deterioro de la imagen del destino e incluso profundizar en los procesos de turistificación.
Características principales del modelo p2p en turismo
5.1. Qué son las economías colaborativas?
El modelo P2P (peer-to-peer) en turismo se caracteriza por ser una forma de economía colaborativa donde individuos ofrecen y consumen servicios turísticos directamente entre ellos, sin intermediarios tradicionales como las agencias de viajes.
Las características principales del modelo P2P en turismo:
Desintermediación:
Elimina la necesidad de intermediarios tradicionales, como agencias de viajes o tour operadores.
Utiliza plataformas digitales para conectar directamente a los proveedores de servicios (anfitriones) con los consumidores (turistas).
Flexibilidad y Personalización:
Ofrece opciones más variadas y adaptables a las necesidades individuales de los turistas.
Permite experiencias personalizadas que a menudo no están disponibles en el turismo masivo.
Uso de Tecnologías Digitales:
Depende en gran medida de plataformas en línea (por ejemplo, Airbnb, Couchsurfing, Blablacar).
Las aplicaciones y sitios web facilitan el contacto, la reserva y el pago entre los participantes.
Impacto Social y Cultural:
Promueve la interacción entre personas de diferentes culturas y la creación de redes sociales.
Puede fomentar un sentido de comunidad y pertenencia.
Accesibilidad Económica:
Generalmente, ofrece servicios a precios más competitivos que el turismo convencional.
Proporciona ingresos adicionales para los anfitriones, democratizando la oferta turística.
Sostenibilidad y Uso de Recursos Subutilizados:
Facilita el uso de recursos infrautilizados, como habitaciones vacías o vehículos privados.
Puede contribuir a la sostenibilidad al optimizar los recursos existentes en lugar de construir infraestructura adicional.
Retos y Regulaciones:
Plantea desafíos legales, fiscales y de seguridad debido a su naturaleza descentralizada.
En algunos casos, puede generar conflictos con los actores tradicionales del sector turístico o con las comunidades locales debido a problemas de gentrificación o saturación.
Críticas y Consecuencias:
Falsificación cultural: Las culturas vivas se ven sometidas a procesos de mercantilización y pérdida de autenticidad debido a las demandas del turismo.
Impacto social y económico: Las comunidades anfitrionas son desplazadas y sometidas a una economía dominada por las leyes del mercado, lo que afecta su estructura social, cultural y económica.
Reacción académica: Desde la década de 1970, disciplinas como la antropología y la sociología comenzaron a analizar críticamente los impactos del turismo, revelando sus fisuras y consecuencias negativas.
Jurdao enfatiza que los mitos del turismo, inicialmente triunfalistas, terminaron por convertirse en trampas que perpetúan desigualdades y destruyen culturas. Esta perspectiva crítica resalta la necesidad de replantear las dinámicas del turismo moderno.
Definición de economía colaborativa, tipologías y críticas
La economía colaborativa se refiere a prácticas y actividades facilitadas por plataformas digitales que promueven el intercambio de bienes y servicios entre particulares (P2P). Este modelo busca maximizar el uso de bienes ociosos, reducir intermediarios y fomentar el acceso a bienes y servicios en lugar de su propiedad. Sin embargo, existe debate sobre si estas actividades cumplen realmente los principios de colaboración o si son adaptaciones de la economía tradicional al entorno digital.
Tipologías de Economía Colaborativa
1. Según Botsman y Rogers:
o Sistemas de Producto-Servicio: Uso compartido de bienes sin necesidad de adquirirlos (e.g., alquiler de coches).
o Sistemas de Redistribución: Redistribución de bienes ya no utilizados hacia quienes los necesitan.
o Estilos de Vida Colaborativos: Intercambio de activos no tangibles como tiempo, habilidades o espacio (e.g., coworking).
2. Según Sharing España:
o P2P (Particular a Particular): Relaciones entre particulares que operan fuera de regulaciones comerciales.
o P2B (Particular a Profesional): Interacciones entre consumidores y profesionales.
o B2C (Empresa a Consumidor): Servicios gestionados por empresas para consumidores.
o B2B (Empresa a Empresa): Intercambios entre actores profesionales.
3. Según Schor:
o Consumo Colaborativo: Incremento del uso de recursos durables.
o Economía Bajo Demanda: Provisión de servicios a través de plataformas digitales.
o Economía de Plataforma: Empresas que gestionan intercambios mediante tecnología digital y sistemas de reputación.
Críticas a la Economía Colaborativa
1. Confusión Conceptual:
o La diversidad de actividades bajo el término “colaborativa” lo hace poco útil como categoría analítica.
o Muchos actores profesionales buscan legitimar prácticas tradicionales como colaborativas.
2. Falta de Principios Colaborativos:
o Gran parte de las plataformas no cumplen el principio básico de usar bienes ociosos, actuando como intermediarios comerciales tradicionales.
3. Explotación Laboral:
o Generación de trabajos sin derechos ni capacidad de negociación colectiva, con los riesgos transferidos a los trabajadores.
4. Capitalismo de Plataforma:
o Extensión de lógicas neoliberales que favorecen a empresas a costa de los trabajadores, generando desigualdades y concentración de riqueza.
5. Impacto Social y Económico Negativo:
o Aumento de la turistificación, subida de alquileres y conflictos en comunidades locales por plataformas como Airbnb.
6. Sharewashing:
o Uso del término “colaborativo” como estrategia de marketing para ocultar prácticas empresariales tradicionales o nocivas.
Ejemplos y Casos
• Airbnb:
o Viviendas usadas como bienes ociosos cumplen los principios de economía colaborativa.
o Propiedades adquiridas para uso turístico no representan prácticas colaborativas.
• Blablacar:
o Cumple mayoritariamente los principios al compartir viajes en coches infrautilizados.
• Uber:
o Solo cumple principios colaborativos en casos donde conductores particulares comparten trayectos ya planificados.
Conclusión
La economía colaborativa está marcada por una polarización entre sus impactos positivos y negativos. Para abordar sus efectos económicos, sociales y medioambientales, es fundamental diferenciar entre actividades verdaderamente colaborativas y aquellas que replican modelos tradicionales bajo nuevas plataformas digitales.
El mito de las 5D
- El mito de las 5D (Desestacionalización, Descongestión, Descentralización, Diversificación, Deluxe Tourism)
El 10 de agosto de 2017, el ex Secretario General de la OMT, Taleb Rifai, declaró en una entrevista para el periódico The Guardian que ‘el sentimiento anti-turístico es una situación muy grave que precisa una gestión correcta’.
En un comunicado de prensa de la OMT publicado el mismo mes de agosto explicó que ‘el crecimiento no es el enemigo, los números no son los enemigos y el sector necesita regulaciones y directrices que aseguren su gestión sostenible’.
Hasta aquel entonces, la OMT no había hecho declaraciones explicitas respecto a la emergencia turística y al eco de las denuncias de los destinos más saturados. pocas instituciones gubernamentales se habían mostrado reactivas a las peticiones de las organizaciones vecinales.
Los motivos residen sin duda en la caótica malla de relaciones de poder imbricadas entre turismo y política (Burns y Novelli, 2007).
Algunas excepciones las han proporcionado las restricciones, parciales y totales, de la concesión de licencias de alojamientos turísticos de los gobiernos municipales de Palma de Mallorca, Ámsterdam, Madrid y Barcelona.
Indudablemente, tras varios diagnósticos de los fenómenos de saturación en diversos entornos turísticos, el mayor desafío actual de la clase política, del sector privado y de los académicos es proponer estrategias para dar soluciones a este malestar social.
Desde hace varias décadas se han estado debatiendo las posibles medidas para mejorar y hacer más eficiente un destino turístico, así como para optimizar la experiencia turística de los visitantes y mejorar la competencia de productos y servicios concretos.
Pocas veces estas estrategias han estado dirigidas a mejorar la calidad de vida de quienes residen en las áreas de acogida y no obtienen un beneficio directo y tangible de las plusvalías turísticas.
A continuación, se observan algunas de estas estrategias que podrían considerarse técnicas más que políticas y que parecen soslayar el origen del problema (la consideración del espacio como mercancía) al establecer sus propuestas de solución.
Para ello, se discuten las controvertidas múltiples perspectivas de algunas de estas estrategias, reagrupadas bajo el apelativo 5D: Desestacionalización, Descongestión, Descentralización, Diversificación y turismo de calidad (Deluxe tourism).
Muchas de ellas han sido propuestas por organismos institucionales, consultores turísticos, técnicos del sector y académicos.
Si bien estas estrategias pueden resolver puntualmente la saturación de un área turística, la presión durante una cierta época del año o la maximización de los beneficios, no parecen ser estructuralmente resolutivas.
No es de extrañar que en un informe del World Travel & Tourism Council (WTTC) en colaboración con la empresa McKinsey & Company ‘Coping with Success. Managing Overcrowding in Tourism Destinations’ (2017) se propongan algunas acciones prácticas, a corto y largo plazo, como por ejemplo la desestacionalización de los flujos turísticos durante ciertas épocas, semanas o días concretos, la descentralización y distribución de los visitantes en áreas residenciales y poco visitadas, o la puesta en marcha de políticas de precios para apostar por una elitización, el denominado turismo de calidad, de los flujos turísticos.
La estacionalidad ha sido ampliamente abordada desde la literatura científica en sus múltiples perspectivas, causas e implicaciones (Allcock, 1989; Butler, 1998).
Además, la estacionalidad no es un fenómeno que afecte únicamente el sector turístico, sino más bien a toda la cadena productiva y de consumo de numerosas actividades económicas.
Junto al fenómeno estacional del turismo, la desestacionalización ha sido un importante instrumento para poner en marcha medidas y acciones de promoción de un mismo destino fuera de las temporadas altas y, así, reconducir la movilidad turística.
Inevitablemente, la eficacia de las diferentes políticas de desestacionalización turística dependerá de múltiples factores y no asegura siempre una mejor gestión y gobernanza de los flujos turísticos.
Sin lugar a dudas, puede mejorar la competitividad de un destino, pero no se puede comprobar su eficacia para evadir la saturación turística de un área congestionada.
Igualmente hay casos, sobre todo insulares, donde el componente estacional permite volver a los modos de vida tradicionales y garantiza ‘la vuelta a casa’ de los residentes que se dedican al turismo sólo durante las temporadas altas.
Por ejemplo, en el caso de la isla de Creta, el factor estacional a pesar de dar lugar a algunos desequilibrios (ambientales y económicos, entre otros) no debe ser considerado sólo negativamente y puede estar relacionado directamente con la forma de vida de lo residentes isleños (Andriotis, 2005).
En esta línea, se ha observado que no siempre la estacionalidad tiene un efecto perjudicial y, por el contrario, desde una perspectiva ambiental podría ayudar a requilibrar el gasto ambiental que se produce durante la temporada alta (Chung, 2009) o favorecer la combinación de los empleos turísticos durante la temporada alta con las actividades agropecuarias durante la baja (Andriotis, 2005).
Para hacer un paralelismo, sería como apagar el interruptor durante un tiempo para evitar el sobrecalentamiento (Chung, 2009). La gestión turística de la ciudad de Barcelona, por ejemplo, ha estado históricamente orientada a la desestacionalización dirigida a la promoción del turismo de congresos (Mobile World Congress y la celebración de congresos del ámbito médico entre otros) y el turismo de crucero.
Con respecto a este último, el Puerto de Barcelona lleva años impulsando la desestacionalización de la actividad de cruceros (Ayuntamiento de Barcelona, 2015) y los datos del primer semestre de 2018 anuncian un importante incremento de cruceristas en la temporada baja.
El resultado de estas políticas ha sido una evolución ascendente de la ocupación media en los meses de menor actividad turística (de noviembre a febrero), que ha pasado del 58,5 % en el 2013 al 68,1 % en el 201615.
Ahora bien, cabe preguntarse si estas políticas desestacionalizadoras están contribuyendo a mantener la competitividad del destino durante todo el año o si favorecen realmente a la descongestión de la ciudad.
Otra medida que muchas veces acompaña a la desestacionalización es la diversificación de los productos, las actividades y las experiencias turísticas. Tomamos como ejemplo el clima, su papel puede representar un factor fundamental en la configuración de las ofertas turísticas.
Muchas veces, el clima se asocia a la oferta turística tradicional de sol y playa.
Con este propósito, varios destinos han apostado, para revertir su imagen de destino turístico masivo, por apuntar a nichos de mercados que van desde lo cultural y lo gastronómico a los deportes de aventuras.
La diversificación de los servicios, atracciones y prácticas turísticas forma parte sobre todo de las políticas empresariales e institucionales del sector en un marco economicista neoliberal.
Un ejemplo emblemático nos lo brinda la Costa Brava con el ‘Plan Operativo de Renovación Turística 2015-2020’ y el previo ‘Plan Estratégico de Turismo 2010-2014’ de Lloret de Mar que representan la apuesta por relanzar y revalorizar el ciclo de vida del destino y revertir su imagen promocionando otras narrativas y ‘conceptos limpios’ tales como los de turismo familiar, turismo cultural y turismo deportivo (Yanes Torrado, 2016).
En el caso de Barcelona, la política de diversificación de la demanda ha pasado por la promoción del turismo de eventos, negocios y congresos para generar otras oportunidades de acumulación de productos y servicios.
estas políticas no siempre aseguran soluciones a largo plazo.
La diversificación puede estar relacionada también con la fijación y restructuración geográfica del capital en otros espacios de acumulación.
En este caso, podríamos hablar de descentralización,que no debe ser confundida por su potencial matiz político.
No debe entenderse como los cambios de poderes legislativos, ejecutivo y judicial a nivel institucional, como en algunos casos tales como la descentralización de la gobernanza turística en Turquía (Yüksel, Bramwell y Yüksel, 2005), o la descentralización política en términos de desarrollo turístico y participación comunitaria en el norte Tailandia (Lortanavanit, 2009).
La política descentralizadora aquí es entendida como la estrategia de generar y promover atractivos turísticos más allá de la ‘burbuja turística’ de un destino (Judd, 1999).
Se trata de un proceso evolutivo del turismo donde aparece una amplia gama de nuevos productos turísticos tales como nuevos paisajes urbanos, exposiciones, infraestructuras, eventos, museos y servicios de última generación (Marchena Gómez, 1995).
Volviendo a Barcelona, en estos últimos años se han propuesto varias acupunturas turísticas descentralizadoras como la apertura de la Casa Vincens, la renovación del Mercat de l’Abaceria en el barrio de Grácia, la inauguración del Mercat de Sant Antoni en el barrio homónimo o las concesiones de licencias de apartamentos turísticos fueras de las zonas congestionadas propuestas en el PEUAT (Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos).
Con este propósito, en 2013 se presentó en el Consejo Plenario la Medida de Gobierno ‘Desconcentración territorial de la actividad turística’ y la puesta en marcha de los Planes de Turismo de Distrito como estrategia para promover atractivos periféricos y, así, descentralizar la actividad turística en la ciudad.
Muy a menudo, las medidas descentralizadoras vienen propuestas como solución a la congestión de áreas turísticas saturadas.
En este marco, se sitúa otra medida: la descongestión.
La estrategia de descongestionar puede ser considerada como un paso previo a la de descentralizar.
A pesar de sus múltiples interpretaciones, la descongestión ha actuado centrándose no sólo en un marco de centro/periferia, sino más bien en términos de redistribución de los flujos turísticos de ciertas áreas hacia otras.
Bajo este presupuesto, el Plan Estratégico del Turismo de Barcelona 2020 hace referencia a la apuesta del anterior Plan Estratégico de Turismo de la Ciudad de Barcelona 2010-2015 que apuntaba a la necesidad de descongestionar y señalar los potenciales beneficios de estas medidas.
El actual Plan alerta de las posibles disfunciones y ‘nuevas problemáticas de sobreocupación en espacios frágiles que no están preparados para acoger un gran volumen de visitantes (por ejemplo, el Turó de la Rovira)’ (Ayuntamiento de Barcelona, 2017: 82).
Ahora bien, si descongestionar y descentralizar pueden parecer medidas necesarias para dar salida a áreas turísticamente saturadas, es necesario preguntarse de qué forma podemos evitar producir sólo un mero desplazamiento del problema.
Por último, otra estrategia de reconversión de la oferta turística ha sido dirigida a las políticas de precios para alinear la demanda con lo que se viene denominando como turismo de calidad (Deluxe Tourism).
aumentar los costos de visita de un destino, sitio o atractivo turístico tratando de elitizar a los turistas que lo visitan.
Esta medida también podría estar justificadas por el ilusorio objetivo de descongestionar áreas concretas.
Este tipo de reconversión turística, muy a menudo está relacionada con políticas de diversificación que además de renovar sus atractivos están dirigidas a reconvertir su público objetivo. Inevitablemente, este tipo de medidas y las consecuencias económicas de la elitización ponen en cuestión la naturaleza misma del fenómeno turístico. Presentan matices clasistas que no parecen poder beneficiar y dar respuesta directa a temas como el encarecimiento de la vivienda, la transformación del tejido comercial o la privatización del espacio público, entre otros.
hay pruebas de que el supuesto turismo de calidad presenta una mayor distancia socio económica con los residentes que podría producir una inflación de los precios y un encarecimiento de los bienes y productos locales.
Por último, en gran medida estos flujos turísticos (un ejemplo son los cruceristas o los viajes organizados por operadores turísticos) están guiados y gestionados en torno a burbujas turísticas concretas con lo cual la redistribución de los beneficios resultaría mucho más reducida.
Puesto que las estrategias propuestas a nivel institucional no siempre han alcanzado soluciones satisfactorias para todos los actores implicados, la complejidad del desafío queda al descubierto.
Actualmente, persiste una crítica de los movimientos sociales en torno a las estrategias mencionadas.
Éstas son descritas como una manera de dar soluciones temporales, desviando y no tomando en serio la propuesta que, en el caso de la ABTS en Barcelona y de algunos grupos de investigación académica, se asume como la solución más plausible y resolutiva: el decrecimiento turístico.
Por último, el turismo se ha convertido en una actividad permanente en la ciudad de Barcelona y, por ello, la puesta en marcha de estrategias aisladas y direccionadas meramente a resolver la ‘cuestión turística’ no tomaría en cuenta los sistemas subyacentes y la necesidad de integrar el turismo en un régimen más amplio de gobernanza urbana.
Principales mecanismos de devaluación del trabajo turístico
En el ámbito de las empresas turísticas, y en especial en el sector hotelero, los mecanismos cotidianos a través de los cuales se consolida este proceso de devaluación del trabajo tienen que ver fundamentalmente con:
a) Medidas relativas a la composición de la fuerza de trabajo. A través de estas se producen procesos de selección de personal que priorizan ciertos colectivos, a los que se le puede pagar menos en función de la naturalización de determinadas desigualdades estructurales por razones de género, procedencia o edad. Así se segmentan las plantillas según el tipo de actividad y características atribuidas a ciertos colectivos. Son los casos, por ejemplo, de las mujeres cuando desempeñan tareas que pueden asociarse con una extensión del trabajo doméstico y de cuidados, que es desvalorizado socialmente en una cultura patriarcal, y que cuando pasa a la esfera del mercado se reproducen esas mismas consideraciones. Pero es también el caso de inmigrantes de países con menor renta a los que un mercado laboral muy segmentado les asigna ciertas ocupaciones. Finalmente, es también el caso de estudiantes que realizan determinadas actividades a tiempo parcial y temporal. Así, el estatus migratorio, el género, la clase y la edad se entrecruzan para organizar las oportunidades de trabajo en el mercado laboral, generando trabajadores más o menos «apropiados» según cada tipo de tarea. De esta manera la distribución del personal en un hotel, por ejemplo, se realiza de manera diferenciada según requerimientos de cómo ha sido concebido el trabajo en cada departamento y las imágenes construidas a través de la naturalización de habilidades y determinados estereotipos (Dyer et al., 2010; Zamudio y Michael, 2008).
b) Medidas relativas a las formas de contratación y de vinculación del personal. Con ellas se busca reducir sus costes y flexibilizar al máximo su disponibilidad en función de las necesidades variables de la demanda. Esto tiene que ver con los procesos de reducción de personal y el aumento de las cargas de trabajo a los que quedan; la destrucción de formas estándar de empleo y el incremento de formas atípicas de contratación, en especial el trabajo temporal, a tiempo parcial, pero también el recurso al trabajo de agencias temporales y subcontratado gracias a los procesos de externalización (Knox, 2010). Supone hacer un uso discrecional de los momentos en los que se trabaja, que implica las resistencias a brindar un calendario laboral o poder jugar con las bolsas de horas. Implica igualmente toda una serie de prácticas de dudosa legalidad, como los cambios de categorías para pagar menos, el uso fraudulento de autónomos o de estudiantes en prácticas, la retribución por propinas, como es el caso de los free tours o, finalmente, la obligación de trabajar sin retribución en jornadas ampliadas más allá del tiempo de contratación.
c) Medidas relativas a las formas de retribución. Los trabajadores y trabajadoras en situación de precariedad asumen mayores niveles de riesgo porque los costes salariales de las empresas ya no serían permanentes, sino que dependerían de la marcha del negocio y del contexto. Su participación en la distribución de renta y en el nivel de salarios disminuye porque los empleados con contratos temporales, a tiempo parcial o externalizados tienden a cobrar menos debido a un menor reconocimiento de categoría profesional, menor capacidad de negociación, no acumulación de antigüedad, entre otros (Recio, 2007).
d) Medidas que buscan una mayor optimización del rendimiento de las personas contratadas mientras están en su centro de trabajo. Esto implica una creciente presión por la intensificación del trabajo y por la polivalencia del personal, de tal manera que la empresa pueda asegurarse de que las personas contratadas rinden al máximo durante todo el tiempo que están efectivamente en el centro de trabajo.
e) Medidas que buscan limitar las capacidades de organización colectiva con un claro sesgo antisindical que vulnera derechos fundamentales. Esto pasa por la fragmentación de la negociación colectiva. En el caso español, la reforma laboral de 2012, aprobada por el Partido Popular con el apoyo, entre otros, de Convergencia i Unió, la priorización de los convenios de empresa por encima de los sectoriales es una medida claramente dirigida a disminuir el poder sindical, y de ahí que la externalización no pueda ser vista únicamente como una forma de reducir gastos (Cañada, 2016). En el mismo sentido, la división de las plantillas en múltiples situaciones debilita también la capacidad de organización y defensa colectiva. Finalmente, es necesario señalar también la pervivencia de formas diversas de presión y coacción contra la organización sindical.
Principales características de la desigualdad por género en el trabajo turístico
7.1. Desigualdades de género en el mercado laboral turístico
El mercado laboral turístico está profundamente marcado por desigualdades de género, con una feminización estructural que perpetúa la precariedad laboral. Las mujeres suelen ser canalizadas hacia trabajos relacionados con tareas de cuidado, muchas veces desvalorizados y poco remunerados, lo que refleja roles tradicionales de género.
Estas desigualdades se agravan cuando se intersectan con otros ejes como la raza, el estatus migratorio y la edad, configurando opresiones específicas. La doble presencia, es decir, la carga simultánea de responsabilidades domésticas y laborales, genera estrés y afecta negativamente la salud de las trabajadoras.
La investigación sobre género en el turismo ha sido limitada y sesgada, centrada principalmente en temáticas como el “techo de cristal” y la brecha salarial, dejando sin explorar muchas otras manifestaciones de desigualdad. Además, las mujeres en contextos como el turismo rural comunitario suelen extender sus responsabilidades domésticas al ámbito laboral, lo que incrementa su carga de trabajo sin obtener el reconocimiento o el apoyo necesario.
Para abordar estas desigualdades, es necesario ampliar el enfoque investigativo hacia una perspectiva crítica e interseccional, considerando factores como la identidad de género, la raza, la discapacidad y la orientación sexual. Este enfoque también debe incorporar fuentes no tradicionales, como informes de organizaciones y sindicatos, para superar las limitaciones de datos en un sector tan privatizado y fragmentado como el turismo.
Este análisis destaca la necesidad de transformar el enfoque de investigación en el mercado laboral turístico hacia una perspectiva interseccional y crítica que reconozca y aborde las diversas manifestaciones de desigualdad de género.
- Doble presencia
Las mujeres enfrentan una doble carga al compaginar las responsabilidades domésticas y laborales. Esto afecta su contratación, salario y posibilidades de promoción profesional. - Segmentación laboral por razones de género y raza
- Segmentación laboral por género y raza:
o La división del trabajo por género atribuye valores específicos a ciertas tareas, perpetuando la desigualdad.
o Las mujeres, especialmente inmigrantes, se enfrentan a condiciones precarias, salarios bajos y falta de reconocimiento de habilidades. Se concentran en trabajos como limpieza, recepción y atención al cliente.
o Algunos trabajos son tradicionalmente masculinos (pilotos, botones) y excluyen a las mujeres.
o Los cruceros turísticos ejemplifican segregación étnica, racial y de género: mujeres asiáticas suelen ocupar puestos de servicio, mientras que los hombres latinoamericanos y asiáticos trabajan en posiciones físicas.
o En restaurantes, las personas blancas dominan puestos visibles, mientras que las mujeres e inmigrantes trabajan en tareas menos valoradas como cocina y limpieza, enfrentándose a barreras para ascender. - Discriminación salarial
• Desvalorización del trabajo femenino: Las tareas feminizadas suelen tener salarios más bajos, a pesar de que las mujeres frecuentemente tienen niveles de formación superiores a los hombres.
• Factores sociológicos y culturales: La menor experiencia laboral de las mujeres, ligada a las responsabilidades de cuidado, y el estereotipo de que los hombres son los “proveedores principales”, contribuyen a la disparidad salarial.
• Impacto de los contratos a tiempo parcial: Más comunes entre mujeres, limitan los ingresos totales y perpetúan las brechas salariales.
• Ejemplos concretos: En el sector hotelero y turismo rural, los hombres reciben salarios significativamente más altos que las mujeres, incluso en roles comparables.
• Luchas por la igualdad: Iniciativas sindicales han logrado pequeñas mejoras salariales, como el caso de las camareras de piso en Málaga que obtuvieron un aumento mensual tras asambleas y negociaciones. - Contratación atípica
• Formas de contratación atípica: Contratos temporales, a tiempo parcial y externalizaciones se utilizan para flexibilizar el trabajo y reducir costos laborales, afectando principalmente a mujeres y colectivos vulnerables.
• Motivación de estas prácticas: Adaptarse a la demanda fluctuante del turismo, reducir costes y mantener disponibilidad laboral flexible.
• Impacto en las trabajadoras:
o Contratos a tiempo parcial: Facilitan la conciliación, pero limitan los ingresos y aumentan el malestar laboral, como en el caso de azafatas o guías turísticas.
o Contratos temporales: Más comunes entre mujeres, jóvenes e inmigrantes, intensifican el trabajo y restringen el acceso a derechos laborales.
o Externalización: Se concentra en departamentos feminizados, como el de pisos en hoteles, con consecuencias como despidos, cesión ilegal, sobrecarga laboral, inseguridad contractual, y degradación de condiciones de trabajo.
• Consecuencias de la externalización:
o Reducción salarial y pérdida de categoría laboral.
o Mayores problemas de salud física y mental.
o Inseguridad en horarios y contratos.
o Segmentación y competencia entre trabajadoras subcontratadas y contratadas directamente.
o Disminución de la representación sindical y la defensa colectiva. - Trabajo informal
• Definición y alcance: El trabajo informal se caracteriza por la falta de regulación legal, operando a pequeña escala y con bajo nivel de organización. Representa el 61% de la población mundial activa, afectando especialmente a mujeres en países con renta media baja.
• Características del trabajo informal en el turismo:
o Surge por la naturaleza fragmentada y estacional del sector turístico.
o Predomina en actividades como el comercio callejero y el trabajo doméstico en hoteles o restaurantes.
• Perspectiva de género:
o Las mujeres tienen mayor presencia en el sector informal del turismo, trabajando invisibilizadas desde sus casas o como vendedoras ambulantes.
o Carecen de seguridad social, ingresos justos y jornadas laborales regulares, enfrentándose a pobreza y vulnerabilidad.
• Ejemplos y problemáticas:
o Vendedoras ambulantes: Sufren acoso policial, confiscación de bienes y largas jornadas bajo condiciones climáticas adversas, afectando su salud y la de sus hijos.
o Casos específicos: En Baja California Sur y Hanoi, las trabajadoras enfrentan autoexplotación, ingresos inestables y riesgos físicos por las duras condiciones laborales.
• Impactos:
o Vulnerabilidad y explotación por falta de reconocimiento legal.
o Empoderamiento limitado dentro de su hogar y entorno social.
o Marginalización de la seguridad social y falta de futuro estable. - Techo de cristal
• Definición: Barreras invisibles y prejuicios organizacionales que impiden a mujeres cualificadas alcanzar cargos directivos.
• Causas:
• Incompatibilidad percibida entre posiciones de alta responsabilidad y las responsabilidades domésticas atribuidas a las mujeres.
• Valores culturales y organizacionales masculinizados que no favorecen la conciliación laboral y familiar.
• Estereotipos que limitan las oportunidades de formación y crecimiento para mujeres consideradas “madres potenciales”.
• Situación en la industria turística:
• Reino Unido: Las mujeres representan la mayoría de la plantilla turística (59%), pero sólo el 15.8% están en juntas directivas y el 13.3% en altos cargos (ejemplo: TUI Travel).
• España: En el sector hotelero, el 67.2% de los altos cargos están ocupados por hombres. En niveles intermedios, hay paridad, pero en posiciones bajas (como limpieza), las mujeres representan el 90%.
• Tenerife: Segmentación horizontal; mujeres lideran en recepción y relaciones públicas, pero casi no están presentes en áreas masculinizadas como cocina o restaurantes.
• Impacto en la academia: En las 20 principales revistas de turismo, el 75% de los cargos de alta responsabilidad son ocupados por hombres, limitando la representación femenina en la generación de conocimiento.
7. Suelo pegajoso
• Definición: Metáfora que describe patrones de empleo discriminatorios que mantienen a las mujeres en los niveles más bajos de la pirámide ocupacional, con poca movilidad y barreras invisibles para su avance profesional.
• Causas principales:
• Naturaleza de los trabajos feminizados con trayectorias profesionales cortas y pocas oportunidades de ascenso.
• Asociaciones culturales que vinculan a las mujeres con “trabajos sucios” o menos valorados.
• Datos y estudios destacados:
• Barcelona (2019): 52.5% de las mujeres enfrentan este fenómeno, mientras solo el 7.8% tiene trayectorias ascendentes. En comparación, los hombres presentan mayor movilidad profesional.
• Hoteles en Kingston, Jamaica (Spencer, 2019): Mujeres en puestos como recepcionistas o camareras tienen menores posibilidades de ascender, mientras que los hombres acceden más fácilmente a promociones verticales.
• Sector de cruceros: Las mujeres son contratadas mayoritariamente en posiciones medias o bajas, mientras que los hombres acceden a cargos superiores en un 25% más. Sólo el 13% de los puestos sénior son ocupados por mujeres.
• Impacto en las mujeres:
• Estancamiento profesional en trabajos como camareras de piso, limpieza o cocina.
• Retos físicos y psicológicos que dificultan la sostenibilidad de su carrera profesional a largo plazo.
8. Imposición de estándares físicos
• Definición: Discriminación laboral en el sector turístico basada en la apariencia física, siguiendo cánones de belleza occidentales (juventud, delgadez, piel clara, cabello largo).
• Colectivos afectados:
o Azafatas: Exigencias de apariencia “atractiva”, como maquillaje obligatorio, peinados específicos, tacones, y estándares físicos que incluyen peso y altura.
o Eventos internacionales: En el Mobile World Congress (MWC), las trabajadoras enfrentaron requisitos como altura mínima y tallas específicas, con diferencias salariales vinculadas a estos atributos.
o Azafatas de vuelo: Protocolos estrictos relacionados con el peso, figura, maquillaje y vestimenta. Casos de discriminación salarial en empresas como Aeroflot contra mujeres mayores de 40 años o con tallas superiores a la 42.
o Eventos deportivos: Ejemplos de cosificación en torneos como el Comte Godó, donde se exigía vestimenta inadecuada como minifaldas a bajas temperaturas.
• Denuncias: La cosificación ha sido criticada en varios sectores, lo que llevó a eliminar figuras como las “chicas del paraguas” en Fórmula 1 o azafatas en eventos como la Volta a Catalunya.
• Impacto: Perpetuación de roles de género y discriminación salarial, además de una presión constante sobre la apariencia física de las trabajadoras.
9. Acoso sexual
• Definición: Comportamientos no deseados de índole sexual (física o verbal) que afectan la seguridad, promoción profesional, autoestima y bienestar psicológico y físico de las víctimas.
• Impacto:
o Consecuencias psicológicas (estrés, baja autoestima) y físicas (impactos en la salud).
o Generación de ambientes laborales hostiles o intimidantes.
• Grupos afectados: Mujeres cis, mujeres trans, hombres cis, y minorías étnicas.
o Las mujeres trans son más propensas al acoso, enfrentando tres veces más incidentes que otras trabajadoras.
o Trabajadoras en sectores como recepcionistas, camareras de piso, azafatas y animadoras son especialmente vulnerables debido a la feminización y sexualización de sus roles.
• Factores de riesgo en la industria turística:
o Jornadas largas, contacto directo con clientes y condiciones laborales que naturalizan el trato sexualizado.
• Formas de acoso:
o Verbal: Comentarios insultantes y bromas sexuales.
o Física: Contacto no deseado.
o Visual: Comentarios o gestos sobre apariencia.
o Laboral: Obligación de realizar actividades no relacionadas con el puesto, como bailar.
• Casos y sectores específicos:
o Restaurantes: Las camareras enfrentan presión por aceptar comportamientos inapropiados debido a la dependencia de propinas.
o Tour leaders y guías: 60% han reportado acoso sexual, con la mayoría de agresores siendo clientes y conductores.
o Hoteles: Las camareras de piso están expuestas a riesgos en habitaciones cerradas.
• Dificultades para denunciar:
o Falta de protocolos claros y conocimiento de políticas.
o Barreras sociales y burocráticas para proceder con denuncias.
• Estrategias frente al acoso: Ignorar al agresor, evitar situaciones de riesgo, buscar apoyo en redes cercanas, aunque estas no siempre tienen herramientas adecuadas para ayudar.
10. Explotación sexual
• Definición: Abuso de una posición de vulnerabilidad, poder o confianza con fines sexuales, incluyendo el aprovechamiento económico, social o político de otra persona.
• Confusiones conceptuales:
• Diferenciar entre explotación sexual, tráfico de personas y desplazamientos irregulares para ejercer prostitución.
• No son conceptos equivalentes, aunque puedan estar relacionados.
• Turismo sexual y explotación infantil:
• Turismo sexual: Viajes organizados para relaciones sexuales comerciales, facilitados por estructuras turísticas.
• Explotación sexual infantil: Fenómeno globalmente condenado, con iniciativas como The Code para combatirlo.
• Sexualización en la industria turística:
• Los destinos turísticos perpetúan roles de género tradicionales y cosifican a las mujeres.
• Ejemplo: En Cuba, las mujeres son vistas como objetos de belleza y conquista.
• La hipersexualización también conlleva estereotipos racistas, presentando a las mujeres como “exóticas” para atraer turistas.
• Impacto en el mercado laboral turístico:
• Algunos roles femeninos incluyen ofrecer servicios sexuales, como camareras, personal de limpieza y ocio nocturno.
• La explotación sexual puede estar integrada en ciertas dinámicas laborales, dificultando su medición.
• Motivos del turismo sexual:
• Diferencias morales y legales entre origen y destino.
• Poder adquisitivo del turista y exotismo asociado a las personas explotadas.
• Debates y estrategias:
• Necesidad de políticas internas en empresas turísticas para prevenir explotación sexual.
• Reflexiones sobre las relaciones de poder en el espacio público y las prácticas legitimadas por el turismo sexual.
11. Desvaloración social e invisibilización
• Desvaloración del trabajo femenino: El trabajo doméstico y de cuidado, trasladado al mercado laboral, se percibe como fácil, asociado al género femenino, sin formación requerida, y mal remunerado.
• Invisibilización de tareas de cuidado: Poco reconocimiento económico o social, y naturalización de las capacidades de las mujeres en estos roles.
• Colectivos afectados: Camareras de piso y limpiadoras de viviendas turísticas, que representan un alto porcentaje de la plantilla hotelera y son fundamentales en el turismo, pero reciben sueldos bajos (2,50 € por habitación).
• Movilización y visibilización: En España, las camareras de piso han ganado visibilidad gracias a movimientos sociales como el de las Kellys, aunque las condiciones laborales aún reflejan desvalorización.
• Azafatas de congresos y eventos: Aunque no están invisibilizadas, sufren infravaloración y sexualización por estándares de belleza excluyentes y discriminatorios.
12. Salud laboral
• Riesgos laborales: Se dividen en:
• Medioambientales: Exposición a agentes físicos, químicos, biológicos y condiciones del puesto.
• Ergonómicos: Movimientos repetitivos, malas posturas, iluminación deficiente, ruido, calor.
• Psicosociales: Estrés, acoso, síndrome de “estar quemado”.
• Causas de insuficiente atención en el sector turístico:
• Dimensión familiar y patriarcal de empresas.
• Inestabilidad laboral y plantillas rotativas.
• Externalización de la gestión laboral.
• Camareras de piso:
• Físico: Dolores musculares, agotamiento, problemas respiratorios y dérmicos por químicos.
• Psicológico: Estrés, insomnio y automedicación.
• Avances: Reconocimiento de enfermedades profesionales como el túnel carpiano.
• Azafatas de vuelo:
• Mayor riesgo de cáncer, infertilidad y efectos de radiación.
• Problemas por bipedestación prolongada, jet lag y fatiga crónica.
• Guías de autobús turístico:
• Riesgos físicos (golpes, posturas incómodas) y climáticos.
• Problemas psicosociales por tensiones con usuarios y personal.
• Personal de restauración:
• Riesgos por exposición a humos, tóxicos, y largas jornadas con posturas incómodas.
13. Insuficiente atención en las agendas sindicales
1. Representación femenina en sindicatos:
o Ha aumentado en España de un 21,4% en 2003 a un 37,5% en 2015.
o Sin embargo, los sindicatos mantienen estructuras y valores masculinizados que dificultan la participación activa de las mujeres.
o Las tareas domésticas y de cuidado limitan el tiempo disponible para la militancia femenina, creando una “triple jornada laboral”.
2. Baja presencia sindical en el sector hotelero:
o La externalización y la falta de contratos fijos dificultan la implantación y acción de sindicatos, especialmente en hoteles nuevos.
o Esto afecta la capacidad de organización sindical.
3. Problemas estructurales en sindicatos:
o Las mujeres tienen mayor afiliación que representación dentro de los sindicatos.
o Falta de confianza por parte de líderes masculinos hacia propuestas femeninas.
o La cultura organizacional sindical refleja valores masculinos, excluyendo indirectamente a las mujeres.
4. Sectores con menor representación:
o Trabajadores con contratos no estándar, jóvenes, y sectores precarios como las azafatas de eventos y congresos tienen baja representación sindical.
o Los trabajos transitorios y la “liminalidad” dificultan la solidaridad y la organización sindical en estos grupos.
5. Desafíos actuales de los sindicatos:
o Incrementar la afiliación de sectores precarios, fragmentados, jóvenes y trabajadores con contratos no estándar.
o Representar de manera más equitativa a mujeres y minorías en el liderazgo.
14. Oposición social y familiar para acceder al mercado laboral
• Barreras de entrada al mercado laboral:
• Las mujeres enfrentan oposición social y familiar para trabajar, especialmente en contextos donde el rol tradicional de madre y cuidadora es prioritario.
• En algunos casos, dependen de la aprobación de sus maridos o familiares para acceder a ciertos empleos.
• Falta de apoyo social y familiar:
• Se espera que las mujeres mantengan sus responsabilidades domésticas, incluso tras integrarse al mercado laboral.
• Los conflictos familiares, especialmente con los esposos, pueden surgir por la percepción de pérdida de control sobre la vida de las mujeres.
• Impacto en las dinámicas familiares:
• La inserción laboral de las mujeres puede cuestionar las masculinidades tradicionales, provocando rechazo social hacia los esposos.
• En algunos casos, esto puede llevar a episodios de violencia doméstica, especialmente si los hombres perciben una amenaza a su poder dentro del hogar.
• Conflictos específicos en el sector turístico:
• Las mujeres que acceden al sector turístico pueden experimentar mayor resistencia por los estereotipos de género asociados a este ámbito.
• Deben lidiar con conflictos emocionales y sociales, como la falta de apoyo de sus parejas o la necesidad de aprobación para trabajar.
15. Negocios familiares que aumentan cargas laborales
1. División jerárquica por género:
o Las tareas femeninas en negocios familiares suelen ser invisibilizadas, no reconocidas y no remuneradas.
o Las mujeres son vistas como “buenas esposas y madres” que ayudan a la familia, limitando su empoderamiento laboral.
2. Feminización de los negocios familiares en el turismo:
o Las mujeres representan el 70% de las trabajadoras familiares en el sector turístico, muchas de ellas sin recibir pago.
o En el turismo rural comunitario, las mujeres asumen tareas como cuidado de huéspedes, preparación de alimentos y otras labores domésticas, incrementando sus cargas de trabajo.
3. Perspectivas sobre el empoderamiento femenino:
o Empoderamiento: Algunas mujeres rompen roles tradicionales al participar en tareas masculinizadas, obteniendo ingresos propios y ampliando su participación social.
o Perpetuación de roles: Se sigue naturalizando la división de tareas por género, asociando los cuidados a las mujeres.
4. Trabajo invisibilizado:
o En contextos rurales, los hombres asumen tareas visibles como la gestión administrativa y el contacto con clientes, mientras que las mujeres realizan tareas domésticas no reconocidas que garantizan el funcionamiento del negocio.