EVALUACIÓN, INTERVENCIÓN Y MANEJO DEL RIESGO DE CONDUCTA VIOLENTA Flashcards

1
Q

Intención, acción u omisión mediante la cual intentamos imponer nuestra voluntad sobre otros/as, generando daños de tipo físico, psicológico, moral o de otros tipos

A

VIOLENCIA

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2
Q

Emoción adaptativa e inherente en los seres humanos

A

Agresividad

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3
Q

Cualquier forma de conducta que pretende herir física y/o psicológicamente a alguien

A

AGRESIÓN

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4
Q

“el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas posibilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”.

A

Según la definición de la O.M.S. (2002):

la Violencia es

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5
Q

Para ser definida como violencia, una conducta debe cumplir tres criterios:

A

Producirse en un contexto social interpersonal o intergrupal.

Intencionalidad.

Daño como consecuencia del acto agresivo.

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6
Q

“Algo funciona mal en el individuo, los factores de violencia escapan al control del mismo (Freud, 1921; Eysench, 1964; Baumeister, Smart y Boden, 1996).

A

TEORÍAS INNATISTAS, BIOLÓGICAS Y PSICOBIOLÓGICAS

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7
Q

La violencia se genera en la interacción de los individuos dentro de los grupos (Bandura y Walters, 1963, Berk, 1974; Jones y Herkin, 1988).

A

TEORÍAS PSICOSOCIALES

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8
Q

Contexto social y cultural (Smelser, 1962; Davies, 1962; Berk, 1974).

A

TEORÍAS SOCIOLÓGICAS

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9
Q

PERSONA –> Interrelaciones personales o EXOAMBIENTE –> Comunidad o MESOAMBIENTE –> Sociedad o MACROAMBIENTE

A

MODELO ECOLÓGICO EN VIOLENCIA

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10
Q

Creencias y valores culturales acerca de: mujer, hombres, niños/as, familia.

Concepción acerca del poder y la obediencia

Actitudes hacia el uso de fuerza para la resolución de conflictos

Concepto de roles familiares, derechos y responsabilidades

A

MACROSISTEMA:

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11
Q

Legitimación institucional de la violencia, modelos violentos, victimización secundaria, carencia de legislación adecuada, escasez de apoyo institucional para las víctimas, impunidad de los perpetradores

A

EXOSISTEMA

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12
Q

Estrés económico

Insatisfacción laboral

Aislamiento social

A

FACTORES DE RIESGO

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13
Q

Conflictos familiares
Aislamiento
Relaciones familiares de origen

A

MICROSISTEMA

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14
Q

Historia personal
Aprendizaje resolución conflictos violento
Baja autoestima
Etc.

A

FACTOR INDIVIDUAL EN LA VIOLENCIA

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15
Q

MANIFESTACIONES: Injusticia social, racismo, etc.

DIMENSIÓN DE GÉNERO: Infanticidio femenino

A

ÁMBITO ESTRUCTURAL. LA VIOLENCIA EN ÁMBITOS EXTRAFAMILIARES

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16
Q

MANIFESTACIONES: Acoso físico o moral en el trabajo (mobbing). Explotación laboral o sexual menores.

DIMENSIÓN DE GÉNERO: Acoso sexual.
Diferente remuneración, techo de cristal, mayor desempleo, tráfico y explotación sexual,
prostitución.

A

ÁMBITO ECONÓMICA LABORAL. LA VIOLENCIA EN ÁMBITOS EXTRAFAMILIARES

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17
Q

MANIFESTACIONES: Entre iguales (bulling)

A

ÁMBITO ESCOLAR. LA VIOLENCIA EN ÁMBITOS EXTRAFAMILIARES

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18
Q

MANIFESTACIONES: Violencia en el cine, televisión, internet, prensa escrita, etc.

DIMENSIÓN DE GÉNERO: Publicidad sexista, etc

A

ÁMBITO: MEDIOS DE COMUNICACIÓN, OCIO. LA VIOLENCIA EN ÁMBITOS EXTRAFAMILIARES

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19
Q

MANIFESTACIONES: Violencia derivada de los conflictos armados, refugiados, desplazados, etc.

DIMENSIÓN DE GÉNERO: Acoso, violaciones, tráfico y explotación sexual de mujeres y niñas. Prostitución forzosa.

A

ÁMBITO: CONFLICTOS ARMADOS/TERRORISMO. LA VIOLENCIA EN ÁMBITOS EXTRAFAMILIARES

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20
Q

MANIFESTACIONES: Violencia sexual.

DIMENSIÓN DE GÉNERO: Violaciones. Mutilación genital femenina

A

ÁMBITO SEXUAL. LA VIOLENCIA EN ÁMBITOS EXTRAFAMILIARES

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21
Q

MANIFESTACIONES: Agresiones físicas y verbales en el deporte.

DIMENSIÓN DE GÉNERO: Discriminación en el deporte.

A

ÁMBITO DEPORTIVO. LA VIOLENCIA EN ÁMBITOS EXTRAFAMILIARES

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22
Q

MANIFESTACIONES: Agresiones físicas.

DIMENSIÓN DE GÉNERO: Agresión sexual. Violación

A

ÁMBITO EN LA CALLE. VIOLENCIA EN ÁMBITOS EXTRAFAMILIARES

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23
Q

Maltrato en la pareja.

Maltrato y abuso de menores.

Maltrato a personas mayores.

Violencia entre hermanos/as.

Maltrato a los progenitores

A

Violencia familiar

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24
Q

Maltrato hacia la mujer en el ámbito afectivo

Casados

De hecho

Noviazgo

A

Violencia de género

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25
Q

Otros tipos de violencia

Acoso sexual en el trabajo.

Mutilación genital femenina.

Inducción a la prostitución y trata de mujeres.

Agresión sexual

A

Violencia de género

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26
Q

Todo acto u omisión sobrevenido en el marco familiar por obra de uno de sus componentes que atente contra la vida, la integridad corporal o psíquica, o la libertad de otro componente de la misma familia, o que amenace gravemente el desarrollo de su personalidad

A

VIOLENCIA FAMILIAR

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27
Q

“toda agresión física o psíquica a una mujer, que sea susceptible de producir en ella menoscabo de su integridad corporal, de su libertad sexual, o cualquier otra situación de angustia o miedo que coarte su libertad. Así mismo, se considera violencia de género la ejercida sobre personas dependientes de una mujer cuando se agreda a las mismas con el ánimo de causar perjuicio a aquélla.”
(Ley 5/2005 Integral contra la Violencia de Género de la Comunidad de Madrid)

A

Violencia de Género

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28
Q

Importancia de la prevención.

La peligrosidad es el mejor predictor de la violencia futura.

Es la propensión de una persona a cometer actos violentos (Scott y Resnick, 2006).

Peligrosidad – Concepto legal con
implicaciones a nivel penitenciario.

Tendencia de los profesionales a exagerar la peligrosidad.

Instrumentos existentes para valorar el riesgo de comportamientos violentos.

La evaluación del riesgo debe efectuarse de manera científica, profesional y en el marco legal.

El riesgo puede ser evaluado de distintos modos y procedimientos.

Finalidad: clínica y /o jurídica

La valoración forense tiene como objetivo evaluar la capacidad criminal, asociada a diversos rasgos de personalidad (agresividad, indiferencia afectiva, egocentrismo y labilidad afectiva), así como la inadaptación social. Se basa en la entrevista clínica y en informaciones complementarias (Gisbert-Calabuig, 2004).

Riesgo de generar falsos negativos y positivos.

De la peligrosidad a la valoración del riesgo (continuo).

Diferencia entre las diversas formas de violencia (abuso sexual infantil).

Combinar las valoraciones clínicas con los procedimientos empíricos.

A

EVALUACIÓN DEL RIESGO

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29
Q

Agresiones ascendentes
Familias desadaptadas
Disciplina coercitiva
Poca vinculación afectiva
Conflictos conyugales
Hijos no deseados
Tamaño excesivo familiar
Aislamiento social de la familia

A

FACTORES DE RIESGO FAMILIARES. CONDUCTA DE VIOLENCIA

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30
Q

Edad, sexo, raza.
Posición en la estructura social.
Desempleo.
Pobreza.
Pérdida de rol.
Insatisfacción laboral.
Escasa integración social
Alta movilidad e inestabilidad

A

FACTORES DE RIESGO SOCIO-CULTURALES. CONDUCTA DE VIOLENCIA

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31
Q

el momento evolutivo y la situación personal del agresor

tipo de violencia

intencionalidad

repetición y consistencia en el tiempo,

agresión individual o en grupo

presencia de problemas de salud mental

daños producidos

actitud y comportamiento tras la agresión: arrepentimiento, motivación hacia la reparación del daño causado, etc..

A

Valoración clínica no estructurada

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32
Q

OBJETIVO:
Valorar el riesgo de conductas violentas de naturaleza física o sexual contra la pareja o ex pareja.

Contexto forense, penitenciario o clínico.

CONTENIDO:
20 ítems (factores de riesgo) agrupados en tres categorías: factores históricos (H), clínicos (C) y de riesgo futuro (R).

Incluye factores críticos.

Escala de chequeo de factores de riesgo.

NIVELES DE RESPUESTA:
Rango: 0 a 40.

No hay puntos de corte formales. Una puntuación superior a 19 anticipa reincidencia.

A

INSTRUMENTO DE EVALUACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA PAREJA
-SARA-

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33
Q

OBJETIVO:
Valorar el riesgo de violencia sexual en pacientes mentales y delincuentes adultos acusados de este tipo de delitos.

Contexto forense, penitenciario o clínico.

CONTENIDO:
20 ítems (factores de riesgo) agrupados en tres categorías: factores históricos (H), clínicos (C) y de riesgo futuro (R).

Incluye valoraciones de cambio en los factores de riesgo.

Escala de chequeo de factores de riesgo.

NIVELES DE RESPUESTA:
Rango: 0 a 40.

No hay puntos de corte formales. Pero una puntuación superior a 11 está asociada a la reincidencia.

A

INSTRUMENTO DE EVALUACIÓN DE LA VIOLENCIA SEXUAL - SVR-20

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34
Q

Ante un riesgo elevado de agresión:

A

Garantizar la seguridad de la potencial víctima/s

Plan de seguridad

Plan de autoprotección.

Informar.

Coordinación interinstitucional.

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35
Q

Valorar el riesgo de violencia.

Analizar el contexto y adaptarlo para que no suponga un factor de riesgo mas.

Pedir ayuda si se tiene miedo.

No normalizar y justificar ningún acto violento.

No minimizar los factores de riesgo ni las señales.

Establecer planes preventivos.

A

Desde la prevención (manejo del riesgo y la conducta violenta)

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36
Q

Mantener el equilibrio emocional y no responder a las provocaciones.

Permanecer en la situación de riesgo el menor tiempo posible.

Garantizar su propia seguridad y la de las personas que están cerca.

Pedir auxilio en caso de necesidad.

Avisar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en caso de necesidad.

No destruir ninguna prueba hasta que no lleguen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

Comunicar el incidente y/o denunciar.

Aplicar los planes diseñados.

A

Que hacer ante una situación de agresividad o episodio de violencia

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37
Q

Después de una situación de agresividad o episodio de violencia:

A

Analizar la situación.

Determinar los aspectos mejorables.

Identificar las lecciones aprendidas.

Incorporar cambios que permitan minimizar riesgos y aumentar habilidades para la gestión de estas situaciones

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38
Q

ha incorporado recientemente técnicas de predicción de la violencia como una nueva función complementaria a los tradicionales tratamientos de agresores y víctimas. Estas técnicas constituyen procedimientos que tienen como objetivo la estimación de la probabilidad de ocurrencia del comportamiento violento en el futuro que se pueden aplicar en numerosos contextos jurídico-penales y asistenciales. Así, servirán para que el juez tome las decisiones adecuadas (por ejemplo, suspensión condicional de la pena y sinónimo a un tratamiento reeducativo) teniendo en cuenta el riesgo estimado de reincidencia futura del agresor. En el ámbito penitenciario pueden facilitar la toma de decisiones en cuanto a la urgencia y necesidad de un tratamiento, la concesión de los permisos penitenciarios, el cambio de régimen o el acceso a la libertad condicional. La utilidad de la valoración del riesgo está directamente relacionada con la importancia de la gestión de la violencia en el ámbito profesional correspondiente. Naturalmente, es una tecnología imprescindible en la prevención de la violencia y de la protección de las víctimas (Echeburúa y Fernández-Montalvo, 2009; Echeburúa, Sarasua,
Zubizarreta y Corral, 2009).

A

La prevención de la violencia

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39
Q

En los últimos 20 años se han desarrollado nuevas técnicas para predecir la conducta violenta, todas ellas derivadas de un mejor conocimiento de la naturaleza y de los procesos asociados a la violencia.
Asimismo hemos asistido a la sustitución del término peligrosidad por
el de riesgo de violencia junto con el desarrollo de instrumentos para la

A

valoración del riesgo de violencia.

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40
Q

En este procedimiento, basado en la historia clínica o en la entrevista y los test y fundamentado mayoritariamente en diagnósticos psiquiátricos, se toma una decisión (juicio clínico o predicción) con arreglo a la información obtenida por el evaluador siguiendo el procedimiento propio de la clínica. Este procedimiento, aun siendo
el más frecuente, no sigue normas fijas o estables: las decisiones se ponderan a juicio discrecional del evaluador. Por ello, la estrategia clínica en este contexto es muy subjetiva. De hecho, presenta una fiabilidad interjueces baja y una fundamentación teórica débil. Se presupone —con mucha frecuencia erróneamente— que todas las
carreras violentas son estáticas, no modificables, y que las personas violentas están destinadas a comportarse de ese modo. Y, en cualquier caso, con este procedimiento es muy difícil reconstruir el proceso de toma de decisiones, en el caso de que se desee revisarlo (Elbogen, Calkins, Scalora y Tomkins, 2002; Maden, 2007).

A

Valoración clínica no-estructurada

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41
Q

Lo que identifica a la conducta violenta es la intención del agresor (deseo de causar daño) y los efectos sobre la víctima (lesiones, daños, sufrimiento, etc.). La atribución causal de la conducta violenta al agresor le ha conferido a éste una condición (la peligrosidad) que se considera inherente a su forma de ser o a su estado
psicopatológico. Así, el concepto de peligrosidad, aun siendo objeto de importantes críticas (Carrasco y Maza, 2005), es de ________________

A

uso muy frecuente en el entorno forense y penitenciario y constituye la base
para la aplicación de las medidas de seguridad.

“De la evaluación de la peligrosidad a la valoración del riesgo de violencia”

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42
Q

definida como la propensión de una persona a cometer actos violentos (Scott y Resnick, 2006), ha estado ligada a la enfermedad mental grave, a la historia criminal del sujeto y
a su nivel de adaptación social. ____________ es una categoría legal que delimita el riesgo de cometer delitos graves por parte de un delincuente (peligrosidad criminal) o por parte de un sujeto aún sin un historial delictivo (peligrosidad social). Así, _____________,independientemente de que derive de una enfermedad mental (tradición clínica) o de una historia criminal (tradición jurídica), se considera como el mejor predictor de la violencia futura.

A

La peligrosidad

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43
Q

se suele determinar por medio de la técnica clínico-forense o de la clasificación tipológica
realizada por medio de los perfiles delictivos. En el primer caso la valoración forense tiene como objetivo evaluar la capacidad criminal, asociada a diversos rasgos de personalidad (agresividad, indiferencia afectiva, egocentrismo y labilidad afectiva), así como la inadaptación social. Esta valoración forense está fundamentada en la entrevista con el paciente y en informaciones complementarias, como los expedientes judiciales o de los servicios sociales (Gisbert-Calabuig, 2004).

A

La atribución de peligrosidad a un sujeto

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44
Q

se trata de clasificar a un sujeto en un determinado perfil (agresor contra la pareja, agresor sexual, acosador escolar o laboral, etc.) en función de una serie de características psicológicas, sociales y biográficas. La estrategia de recurrir a perfiles-tipo para identificar la peligrosidad de un sujeto es muy popular, pero su popularidad contrasta con una baja precisión predictiva (Quinsey, Harris, Rice y Cormier, 1998).

A

En el caso de los perfiles delictivos

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45
Q

implica una capacidad de predicción limitada y origina dos tipos de errores. En el caso de los falsos negativos los sujetos son valorados como no-peligrosos y, sin embargo, cometen una conducta violenta grave, con las repercusiones que ello conlleva para las
víctimas. Y en el caso de los falsos positivos se identifica al sujeto como peligroso y, sin embargo, no cometerá conductas violentas futuras, con las consecuencias negativas que tiene para el sujeto (reclusión en régimen cerrado, ausencia de permisos penitenciarios, etc.). Los aciertos o los errores en la predicción de la violencia basados en el diagnóstico de la peligrosidad, dependen en buena medida de la experiencia de los profesionales, de la disponibilidad de técnicas de identificación y de la claridad con la que se puede
descubrir el atributo de peligrosidad (Andrés-Pueyo y Redondo, 2007).

A

Considerar la peligrosidad como la causa de la conducta violenta

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46
Q

control situacional (internamiento) y tratamiento terapéutico del sujeto peligroso, pero no ofrece nuevos recursos de gestión del riesgo. De ahí que se haya sustituido la identificación de la peligrosidad por la valoración del riesgo. A diferencia de la peligrosidad, que lleva a decisiones del tipo todo/nada en el pronóstico, el riesgo
de violencia es variable y específico y permite tomar decisiones graduadas y re-evaluables respecto al pronóstico futuro de violencia. Si bien es cierto que todos los tipos de violencia cuentan con elementos en común, no lo es menos que cada tipo de violencia (juvenil, de pareja, sexual, etc.) tiene sus propias claves, que hacen
de cada predicción un reto distinto. Así, la violencia ejercida en el pasado es un factor de riesgo común en todo tipo de violencia; sin embargo, las parafilias son un factor de riesgo para la violencia sexual, pero no para la violencia contra la pareja (Andrés-Pueyo y Redondo, 2007; Hart, 2001; Quinsey et al., 1998; Webster y Cox,
1997).

A

La atribución de peligrosidad a una persona concentra la estrategia de contención del riesgo en dos tipos de intervenciones

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47
Q

La predicción del riesgo está en función de la peligrosidad del agresor y de la vulnerabilidad de las víctimas, ambas en el marco de un contexto situacional específico. Para valorar el riesgo no necesitamos averiguar las causas de la violencia,
sino los factores de riesgo asociados a ella. El paso siguiente es gestionar el riesgo que refiere a la adopción de medidas de seguridad y de protección a la víctima en función de la valoración del riesgo (Andrés-Pueyo, 2009; Douglas, Ogloff y Hart, 2003).

A

Actualmente es preferible valorar el riesgo a diagnosticar peligrosidad

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48
Q

se basa en conocimientos empíricos y no sólo en intuiciones clínicas. El punto débil de éstas es que, por la variedad y simultaneidad con que se dan los factores de riesgo, son muy inestables y pueden inducir a error al clínico. La recogida de datos para la valoración del riesgo incluye entrevistas personales, evaluación psicológica y/o médica estandarizada, revisión de expedientes sociosanitarios y judiciales y obtención de información colateral (Webster, Douglas, Eaves y Hart, 1997).

Este proceso de recogida de información y las decisiones sobre la predicción del riesgo se pueden realizar por medio de procedimientos clínicos, procedimientos actuariales y procedimientos mixtos, que tienen en común tomar una decisión pronóstica a partir de la información relevante (factores de riesgo y protección) de cada comportamiento a predecir (violencia física, sexual, contra la pareja, etc.) (Hart, 2001).

A

La valoración del riesgo

“Valoración del riesgo de violencia: procedimientos clínicos y procedimientos actuariales”

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49
Q

Se trata de un procedimiento que emplea instrumentos objetivos ad hoc que permiten cuantificar el riesgo de violencia por medio de un registro detallado de los datos relevantes de la historia personal del sujeto. El evaluador obtiene la información requerida, bien entrevistando al sujeto o a otras personas relevantes, bien buscando en expedientes o ficheros (Harris y Rice, 2007). Los procedimientos actuariales implican también una ponderación adecuada de la importancia de cada información por medio de reglas matemáticas empíricamente sustentadas. Estas reglas permiten obtener
una puntuación de probabilidad determinada que refleja el riesgo de que suceda aquello que queremos predecir. En este enfoque no hay ningún modelo teórico que explique el porqué de las conductas violentas, lo único relevante es la probabilidad estimada de que
puedan ocurrir en el futuro (Hart, 1997; Quinsey et al., 1998).

Los protocolos actuariales se han diseñado con la finalidad de predecir el riesgo de comportamientos violentos específicos, en un período temporal concreto, para una población determinada y en un contexto sociocultural específico. Estos procedimientos aplican las reglas descubiertas en estudios grupales a los individuos. El riesgo de error es tanto mayor cuanto mayor sea la heterogeneidad de los individuos dentro de un grupo, lo que suele ocurrir, por ejemplo, en el caso de los agresores sexuales o de los maltratadores domésticos. Ésta es la limitación más importante de este procedimiento, que, no obstante, es de gran utilidad.

A

Valoración actuarial

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50
Q

Se trata de un procedimiento mixto «clínico-actuarial» del que forman parte aspectos propios de la valoración clínica (evaluación clínica estructurada y toma de decisión final) y de la actuarial (recogida e inclusión de datos predictores empíricamente verificados).
Este tipo de evaluación se realiza con la ayuda de las guías de valoración del riesgo, basadas en la investigación clínica y en los estudios epidemiológicos. El procedimiento es completo, pero requiere protocolizar el proceso de evaluación y adiestrar adecuadamente a los profesionales (Andrés-Pueyo y Redondo, 2007).

Lo más significativo es analizar los factores de riesgo asociados empíricamente a la violencia y contrastados clínicamente en un protocolo a modo de guía de valoración del riesgo. Ello facilita la toma de decisiones del profesional al disponer éste de una fuente de información relevante y necesaria. Las guías de valoración del riesgo son muy variadas y se ajustan a los diversos tipos de violencia (sexual, de género, etc.). Todas ellas presentan algunos aspectos comunes: a) están diseñadas para predecir un resultado concreto; b) están elaboradas para un intervalo temporal, una población determinada y un contexto sociocultural específico; y c) están encaminadas a la
gestión del riesgo (Hilton, Harris et al., 2006).

____________________ supone algo más que predecir la violencia futura. Así, al valorar la presencia e intensidad de los factores de riesgo estáticos y dinámicos (Andrews y Bonta, 2003), se pueden tomar diversos tipos de decisiones: a) proponer procedimientos de gestión del riesgo individualizados y apropiados al momento de la evaluación; b) iniciar la prevención de la violencia futura; c) desarrollar la protección de las víctimas por medio de la elaboración de planes específicos para el riesgo existente; y d) diseñar programas de tratamiento concretos en función de las características de los agresores. Todo ello constituye la gestión del riesgo.

A

Valoración basada en el juicio clínico estructurado

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51
Q

Entre las guías de valoración del riesgo actuales figuran algunas más genéricas, que están orientadas a la violencia física grave en pacientes psiquiátricos y reclusos

A

Assessing Risk for Violence (HCR-20) (Webster et al., 1997), la Psychopathy Checklist-Revised (PCL-R) (Hare, 1991) o, en un plano estrictamente actuarial, la Violent Risk Appraisal Guide (VRAG) (Harris, Rice y Quinsey, 1993, 2008; Quinsey et al., 1998).

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52
Q

Han surgido también otras guías referidas a tipos de violencia más específicos, que permiten, por ello, afinar la predicción y la gestión del riesgo de violencia. Así, por ejemplo, se han desarrollado escalas relacionadas con la violencia contra la pareja como

A

la Spousal Assault Risk Assessment Guide (SARA) o, en nuestro contexto y más recientemente, la Escala de Predicción de Riesgo de Violencia Grave contra la
Pareja (EPV)

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53
Q

Guía referida a la violencia sexual

A

Guide for Assessment of Sexual Risk Violence (SVR-20)

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54
Q

es una guía para predecir el riesgo de violencia física en pacientes mentales y reclusos violentos.
Su principal objetivo es identificar a pacientes con riesgo de violencia y funciona como una guía con la cual se alcanzan juicios probabilísticos sobre el riesgo de ocurrencia de violencia en el futuro. Incluye 20 factores de riesgo, a modo de ítems que el evaluador tiene que calificar, organizados en tres subescalas, que agrupan factores de riesgo pasados, presentes y futuros. Se incluyen factores de riesgo estáticos y dinámicos que permiten hacer evaluaciones repetidas en función de los cambios en las circunstancias personales o contextuales del evaluado. Se pueden establecer tres niveles de riesgo, sin referencia inicial a tablas, baremos o puntos de corte explícitos: bajo, moderado o alto (e inminente).
Desde su adaptación al español se han realizado numerosas aplicaciones profesionales y estudios que avalan su capacidad predictiva, que, en poblaciones psiquiátricas, alcanza una AUC de 0,732
(Arbach y Andrés-Pueyo, 2007).

A

El HCR-20

Violencia interpersonal inespecifica

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55
Q

es una escala actuarial para la valoración del riesgo de reincidencia violenta en pacientes mentales y en delincuentes en prisión o en cumplimiento de otras medidas penales. Su utilidad está circunscrita mayoritariamente al ámbito penitenciario. Consiste en un listado de 12 ítems (entre los que se incluye la valoración total de la PCL-R) relacionados con los aspectos biográficos y clínicos del evaluado. Estos ítems tienen una ponderación propia para cada uno de ellos y la suma total es la
variable predictora de reincidencia violenta futura. La puntuación global oscila entre un mínimo de -28 y un máximo de +33 y ofrece
resultados en percentiles, siendo su AUC de 0,76. Un estudio empírico demostró la utilidad de la VRAG en población penitenciaria española (Ballesteros, Graña y Andreu, 2006).

A

La VRAG

Violencia interpersonal inespecífica

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56
Q

es el instrumento de referencia en el
contexto profesional y científico para la valoración de la peligrosidad y del riesgo de violencia en delincuentes. Es una escala específicamente diseñada para poder evaluar la presencia de psicopatía por medio de informaciones procedentes de archivos penitenciarios y clínico-biográficos, de una entrevista semiestructurada y de la aplicación de los 20 ítems de la escala. Los ítems se corresponden en parte con los principales síntomas de este grave trastorno de personalidad, que tanta relevancia tiene en la estimación de los problemas antisociales y violentos.
Se trata de una escala actuarial que incluye ítems relacionados con la vida afectiva, las relaciones interpersonales y los hábitos
antisociales, así como con algunos aspectos de la biografía personal y delictiva del evaluado. Sus niveles de fiabilidad y validez
están muy contrastados, así como su capacidad predictiva de la conducta violenta, que se puede establecer en torno a un valor de
AUC de 0,80.
Su empleo es muy extenso y ha dado lugar a una serie de versiones relacionadas para tareas como el cribado (PCL-SV) o la valoración de la psicopatía en jóvenes (PCL-YV y APSD). Existe incluso una versión reciente en formato de auto-informe (PCL-Self).
En España se han adaptado las versiones PCL-R (Moltó, Poy y Torrubia, 2000), PCL-SV, PCL-YV y APSD principalmente por los
grupos dirigidos por los profesores Torrubia y Moltó y por el profesor Garrido. Se ha publicado recientemente la ________baremada
en España por TEA.

A

La PCL-R (Hare, 1991)

Violencia interpersonal inespecífica

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57
Q

tiene como objetivo facilitar a los profesionales un instrumento de valoración de eficacia contrastada (AUC de 0,82) para valorar el riesgo de violencia grave (esencialmente física y sexual) contra la pareja o ex pareja. Esta guía se puede aplicar en diversos contextos: demandas civiles que enfrentan a las parejas o ex parejas, litigios por la custodia de los hijos,
denuncias penales por malos tratos, valoración del riesgo de reincidencia, estimación del riesgo de violencia física inminente, etc.
Esta guía se ajusta adecuadamente a las exigencias que la actual Ley Integral de Violencia de Género (1/2004) requiere.
La guía se presenta con el formato de un pequeño libro que se adjunta al protocolo de valoración. Se ha comprobado su utilidad en España en contextos penitenciarios y forenses. Este instrumento consta de 20 ítems, divididos en varias categorías y relacionados con factores de riesgo de criminalidad y específicos
de violencia contra la pareja. Asimismo dispone de un procedimiento especial de valoración cualitativa de riesgo para situaciones especiales y de gran valor pronóstico. No dispone de tablas de valoración cuantitativa y, al igual que el HCR-20 y el SVR-20, sus
juicios de pronóstico final son bajo, moderado o alto (inminente), pero añade a la valoración la indicación de si ese riesgo es exclusivamente en relación a su pareja o a otros miembros de la familia.

A

La SARA

Violencia contra la pareja

Violencia interpersonal especifica

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58
Q

es un instrumento de valoración del riesgo de violencia grave contra la pareja o ex pareja diseñado en un contexto español. El ámbito de aplicación es el entorno policial, judicial y forense. Esta escala se centra en la predicción del riesgo de homicidio o de violencia grave (no meramente de violencia), no se limita al riesgo de agresión a la esposa (sino a la pareja), establece unos puntos de corte que permiten cuantificar el riesgo (bajo, moderado y alto) e intenta ser un reflejo de la situación sociocultural existente en España (en donde, por ejemplo, el uso de armas o el contexto de la familia son diferentes que en Norteamérica).
Los ítems están agrupados en cinco categorías: datos personales; situación de la relación de pareja; tipo de violencia; perfil
del agresor; y vulnerabilidad de la víctima. Al margen de que una puntuación global superior a 10 en esta escala denota un nivel de riesgo alto de violencia grave contra la pareja, hay ciertos ítems que tienen una mayor capacidad discriminativa. Esta escala se utiliza actualmente por parte de la Ertzaintza para gestionar el riesgo y adoptar medidas de protección individualizadas a las víctimas de
violencia de pareja.

A

La EPV (Echeburúa et al., 2009)

Violencia contra la pareja

Violencia interpersonal especifica

59
Q

es la guía para la valoración del riesgo de violencia en jóvenes y ha sido recientemente adaptada al español y el catalán por Hilterman y Vallés (2007). Se trata de la única guía existente que valora el riesgo de violencia futura (física y sexual) en el ámbito juvenil.
Este instrumento sigue las directrices de las anteriores guías descritas de valoración clínico-profesional, de las cuales es deudora. Se organiza en 30 factores de riesgo agrupados en cuatro categorías, entre las cuales destacan los 10 factores protectores, que sirven para modular los pronósticos de los otros 20 factores y, sobre todo, para gestionar el riesgo de violencia futura en jóvenes.
Es aplicable a partir de los 12-14 años y sirve adecuadamente hasta los 18 años. Sus primeras aplicaciones en España están llevándose a cabo en la actualidad en jóvenes delincuentes en Cataluña y su funcionamiento parece muy adecuado (Hilterman, comunicación
personal).

A

El SAVRY (Borum et al., 2003)

Violencia juvenil

60
Q

se sitúa la prevención y, a la cabeza de esta labor, las técnicas de predicción
son el primer paso para tratar la violencia a nivel del caso individual y evitar su continuidad o cronicidad (Andrés-Pueyo, 2007)

A

Entre las estrategias más útiles para reducir la violencia

61
Q

Entre estas decisiones se incluyen, al menos, tres: delimitar el tipo y características de la violencia a predecir; precisar el plazo temporal de predicción; y señalar la población particular donde se va a realizar la predicción. Imaginemos que queremos predecir el
riesgo de que suceda un acto propio de violencia de género. Habrá que especificar si se trata de violencia física, psicológica, sexual
o de acoso, si la predicción se realiza para la semana siguiente o en un plazo de tres meses, si el agresor y la víctima son o han sido pareja o se trata de personas sin una relación afectiva. Las siguientes decisiones a tomar —aquí sí con la ayuda de las guías de valoración— son determinar la posible existencia de factores
de riesgo y protección en la historia de violencia reciente, analizar ese resultado y predecir los diferentes niveles de riesgo (presencia/ausencia de riesgo inminente, niveles de gravedad del riesgo, etc.). Finalmente, se trata de gestionar el riesgo para eliminarlo o, al menos, reducirlo

A

Cualquier procedimiento de valoración del riesgo comporta una serie de decisiones previas a la elección de un instrumento concreto

62
Q

la técnica idónea para predecir y gestionar
el riesgo de violencia. De este modo se evitan ciertos errores del evaluador, tales como olvidos (por ejemplo, no tomar en consideración algún factor o factores de riesgo relevantes) o sesgos (por ejemplo, fiarse de intuiciones o concentrarse solo en un determinado indicio). En cualquier caso, las guías de valoración del riesgo son herramientas útiles al servicio de los profesionales y no pueden en modo alguno sustituir a éstos en la toma de decisiones (Andrés-Pueyo y Redondo, 2007)

A

En general, el juicio clínico estructurado, basado en las guías de valoración del riesgo, es

63
Q

mejoran los pronósticos de violencia
en, al menos, poblaciones penitenciarias, enfermos mentales, agresores de pareja y violadores, y son tan válidas como los pronósticos obtenidos en otras áreas profesionales, como, por ejemplo, la
meteorología. Estos procedimientos facilitan la toma de decisiones para la gestión del riesgo y se basan en criterios operativos ligados
a la buena práctica, lo que facilita la claridad y transparencia de los juicios de expertos, tan importantes en los contextos profesionales
jurídico-forenses.

A

Las predicciones de riesgo de violencia, realizadas según un juicio clínico estructurado con la ayuda de guías

64
Q

permiten realizar valoraciones rápidas, en donde la toma de decisiones es urgente, y son de utilidad para la policía, los jueces o el personal que trabaja en un entorno forense, penitenciario o en las Ofi cinas de Atención a las Víctimas.
No es su objetivo sustituir a los dictámenes periciales (que suelen tener lugar en un momento más tardío) de los psicólogos o psiquiatras forenses, en donde se debe hacer un estudio psicopatológico de los agresores o del daño psicológico en el caso de las víctimas.

A

Las escalas de predicción

65
Q

están sujetas a diversas limitaciones. La primera deriva de su modo de aplicación, ya que, al ser heteroaplicadas, dependen de la calidad de la información que el evaluador obtiene, pero también de sus decisiones a la hora de responder sobre la presencia/ausencia del factor de riesgo que se está valorando. Por ello, no se trata tan sólo de obtener una puntuación final o de asignar mecánicamente a un sujeto a un grupo de bajo, medio o alto riesgo.
Las limitaciones se pueden subsanar, al menos parcialmente, si los evaluadores están suficientemente adiestrados, si completan la información dos evaluadores independientes, si se cuenta con información complementaria procedente de diversas fuentes (víctimas y agresores, expediente judicial o policial, etc.) y, lo que es más importante, si la valoración del riesgo se reevalúa periódicamente en función de las nuevas circunstancias de la víctima
o del agresor. Es justamente este último aspecto lo que confiere un carácter dinámico a la predicción y lo que permite gestionar
el riesgo de una forma variable en el tiempo según las distintas circunstancias cambiantes.

A

Las escalas de valoración de riesgo

66
Q
  1. Se potencia el cuidado del aspecto físico, la belleza, la capacidad de seducción, el atractivo sexual, saber agradar y complacer…
  2. La valía y el éxito de una mujer dependía de su capacidad para fundar un familia y mantenerla unida.
  3. Modelo de “amor romántico” que implica la renuncia personal, el olvido de las propias necesidades, la entrega total y el amor sin reciprocidad.
  4. Espacio doméstico como lugar social
    asignado a las mujeres
  5. Desvalorización social de lo femenino
A

Socialización femenina

Consecuencias de la socialización de género en la violencia

67
Q
  1. La violencia como virtud o cualidad masculina en desprestigio de la palabra y la
    negociación, como método de reafirmación y de resolver conflictos.
  2. Ser hombre es ser autosuficiente e importante
  3. Ser hombre es ser racional y no emocional
  4. Ser hombre es tener derecho a utilizar violencia como medio para dominar, conquistar y defenderse de quienes ataque el cuerpo, el orgullo o la virilidad.
A

Socialización masculina

Consecuencias de la socialización de género en la violencia

68
Q
  • Debe demostrar su masculinidad.
  • Proveedor, procreador y heterosexual.
  • Las “pruebas” de masculinidad están
    determinadas por las necesidades culturales y
    sociales.
  • Hombre guerrero, despiadado y sumamente
    agresivo.
  • “Educacastración” de las emociones.
  • Imagen del cuerpo confusa y distorsionada.
  • La hombría se ejercita a través de la violencia.
  • Competencia, la realización a través del
    trabajo, el éxito marcado por el tener, etc.
A

Ser hombre …

69
Q

No todos los hombres machistas ejercen violencia directa hacia la mujer, pero todos los hombres que ejercen violencia de género,

A

son machistas.

70
Q

¿Violentos = desequilibrados y físicamente reconocibles?

¿Agresores = desequilibrio psíquico, enfermedad mental, desajuste emocional?.

¿Existe algún perfil específico de agresores de género?

¿Se diferencian de otros perfiles violentos?

A

Agresor

71
Q

Desde una percepción por parte del agresor de
SUPREMACÍA MORAL, se persigue ejercer el poder, someter y, controlar a la mujer, utilizando la violencia como estrategia de dominio.

Con el maltratador siempre sucede lo contrario de lo que cabría esperar; conseguir lo que aparentemente quería no produce su calma, sino todo lo contrario, cada vez se muestra más profundamente contrariado y, por tanto, más violento en sus manifestaciones.
Además, una vez que aparece “cerrado” un tema aparecen otros que concitan su atención y su voluntad.

A

Objetivo del agresor

72
Q
  1. AISLAMIENTO de su entorno familiar, social,
    de sus amistades ➡️ Aumentar la
    dependencia y evitar otros criterios, o que
    pueda pedir y recibir ayuda.
  2. DESVALORIZACIÓN personal,
    humillaciones, insultos ➡️Baja autoestima,
    inseguridad, sentimientos de incapacidad e
    impotencia.
  3. DEMANDAS TRIVIALES ➡️Polarizar su
    atención en él y la relación, impidiendo que
    pueda dedicar su energía a sí misma.
  4. PEQUEÑAS CONCESIONES ➡️
    Dependencia emocional (la mujer no tiene
    otras fuentes de afecto y relación)
  5. CULPABILIZACIÓN, minimizar la violencia,
    provocar pena, chantaje emocional ➡️Hacen
    dudar a la mujer de su responsabilidad y le
    impiden tomar conciencia de ser víctima de
    malos tratos. Paralizan los intentos de
    “huída”
  6. INTIMIDACIÓN ➡️Estado de pánico y terror
A

Estrategias del agresor

73
Q

Proteger a la víctima como prioridad.

Financiación independiente de los recursos destinados a mujeres (Ej. Justicia).

Formar parte de una respuesta global de erradicación y prevención de la V.G.

Enfoque basado en la situación de discriminación y desigualdad de la mujer.

Apoyo simultáneo de las mujeres que sean parejas o ex parejas de los hombres que asisten.

A

CRITERIOS DE CALIDAD DE PROGRAMAS DE ATENCION A HOMBRES QUE EJERCEN VIOLENCIA

74
Q

Detectar posibles mujeres en riesgo.

Evaluación de la peligrosidad del agresor.

Coordinarse y cooperar con recursos de atención a mujeres cuando sea necesario.

Deben ser una medida adicional, no sustitutiva de pena.

Deben informar a la justicia y sancionar si no se cumplen íntegramente.

Deben promover la responsabilidad de ejercer violencia y nunca justicarla.

A

CRITERIOS DE CALIDAD DE PROGRAMAS DE ATENCION A HOMBRES QUE EJERCEN VIOLENCIA

75
Q

Está contraindicada la mediación y la terapia de pareja y/o familiar.

Importancia de un Sistema de evaluación y seguimiento.

No se deben centrar solo en la violencia física, y deben trabajar las ideas machistas y conceptos de género.

Los equipos profesionales deben estar formados/as en género, y trabajar en
equipos mixtos (mujer/hombre).

Reconocimiento de los peligros de exagerar las afirmaciones de eficacia, de ofrecer falsas esperanzas a las parejas.

A

CRITERIOS DE CALIDAD DE PROGRAMAS DE ATENCION A HOMBRES QUE EJERCEN VIOLENCIA

76
Q

en ocasiones, se requiere, por ejemplo, los TBC con el Programa PRIA-MA, o con otras acciones específicas y complementarias.

A

Tratamientos combinados

77
Q

que incluyan el trabajo sobre las actitudes y creencias sexistas sobre la condición de
inferioridad de la mujer respecto al hombre y paralelamente aspectos relacionados con otras áreas: cognitivo, conductual y emocional donde se produzca:

Aumento significativo de actitudes empáticas mediante el entrenamiento de habilidades que ayuden al agresor a ponerse en el lugar del otro

Entrenamiento en comunicación asertiva frente a la agresiva.

Ensayo de las técnicas de negociación y resolución de conflictos.

Control de los impulsos, la ira y la agresividad

A

Tratamientos integrales:

78
Q

que incorporen actividades contrastadas para el uso adecuado de tratamientos terapéuticos que influyen positivamente en la asunción de
responsabilidades hacia el cuidado de otras personas, desarrollo de la empatía, de las habilidades de escucha y acompañamiento, búsqueda de solución a los conflictos, así como de las bien identificadas inteligencias emocionales

A

Tratamientos para fomentar el desarrollo de la responsabilidad social y ayuda los demás:

79
Q

Cada persona es responsable de su conducta.

Los impulsos agresivos se pueden controlar.

Una relación no se debe basar en el poder y el control.

La violencia es siempre inadmisible.

La violencia produce daño siempre en cualquiera de sus modalidades.

A

FILOSOFÍA DE INTERVENCIÓN

80
Q
  1. MOTIVACIÓN AL CAMBIO
  2. TRATAMIENTO ESTRUCTURADO
  3. PREVENCIÓN DE RECAIDAS
A

FASES DE INTERVENCIÓN

81
Q

CARACTERISTICAS: NO SE RECONOCE EL PROBLEMA. NO SE CONSIDERA UN CAMBIO

INTERVENCIÓN: INFORMACIÓN GENERAL, NEUTRA SIN CONSEJOS DIRECTIVOS

A

FASE PRECONTEMPLACIÓN

FASES DEL CAMBIO Y ENTREVISTA MOTIVACIONAL

82
Q

CARACTERISTICAS: SE PUEDE RECONOCER PROBLEMA, SE PUEDE EXAMINAR LAS
CONSECUANCIAS DEL CAMBIO, NO
SE INICIA EL CAMBIO

INTERVENCIÓN: IDENTIFICAR ASPECTOS POSITIVOS, BENEFICIOS/COSTOS, RE-EVALUACIÓN COGNITIVA, Y
EMOCIONAL.

A

FASE CONTEMPLACIÓN

FASES DEL CAMBIO Y ENTREVISTA MOTIVACIONAL

83
Q

CARACTERISTICAS: DESEO DE AYUDA, DIFICULTADA PARA ACTUAR,

INTERVENCIÓN: CONSIDERAR ALTERNATIVAS,
TRABAJAR EXPECTATIVAS, PLANIFICAR ACCIONES A MEDIO PLAZO

A

FASE PREPARACIÓN

FASES DEL CAMBIO Y ENTREVISTA MOTIVACIONAL

84
Q

CARACTERISTICAS: COMPROMISO DE CAMBIO, PUEDE HABER INICIO DE CAMBIO, MUCHA TENSIÓN.

INTERVENCIÓN: APOYAR, ALENTAR, PREVEER
DIFICULTADES

A

FASE DE ACCIÓN

FASES DEL CAMBIO Y ENTREVISTA MOTIVACIONAL

85
Q

INTERVENCIÓN: RECAIDAS COMO PARTE DEL
PROCESO DE CAMBIO, PREVEER Y ENTRENAR

A

FASE DE MANTENIMIENTO

FASES DEL CAMBIO Y ENTREVISTA MOTIVACIONAL

86
Q

Características de Personalidad: estructura, trastornos psicopatológicos, trastornos adictivos.

Evaluación de la violencia: tipo, grado, historia, dinámicas, antecedentes.

Evaluación de la historia personal.

Evaluación de creencias personales, prejuicios.

Evaluación Cognitiva, afectiva, conductual

Evaluación del grado de responsabilidad.

Valoración del grado de peligrosidad.

Valoración del grado de motivación.

A

EVALUACIÓN PSICOLÓGICA

87
Q

Área laboral.
Área social.
Área jurídica.
Situación policial.
Entrevista con familiares.

A

EVALUACIÓN SOCIAL

88
Q

Amenazas.

Posesión de armas.

Consumo de sustancias.

Aumento de la violencia progresivo.

Ideación suicida y/o homicida.

Historial de violencia familiar.

Historial de conducta agresiva.

Abuso verbal o empleo de la fuerza en discusiones.

Crueldad con los hijos/as.

Responsabiliza a otros/as de sus emociones.

Aislamiento e hipersensibilidad.

A

INDICADORES DE PELIGROSIDAD

89
Q

Aceptación de la propia responsabilidad

Empatía y expresión de emociones

Creencias erróneas

Control emociones

Técnicas conductuales: tiempo fuera, control de pensamiento, registro, auto-regulación

Dominio ira; Manejo ansiedad; Superación tristeza; Control de celos

Desarrollo habilidades: Asertividad y comunicación; Solución problemas y toma de decisiones; Relaciones sexuales

Prevención de recaídas
–Mejora autoestima
–Control consumo alcohol y drogas
–Identificación y afrontamiento situaciones de riesgo
–Estilo de vida positivo
–Conducirse por la vida

Tratamiento médico en los casos que sea necesario

A

INTERVENCIÓN

90
Q

ha sido diseñado atendiendo a los criterios y estándares de calidad europeos en esta materia, adaptándolos a la realidad penal y penitenciaria española. Se ha construido sobre la base de modelos etiológicos y de intervención específicos de la violencia
de género de tipo multidimensional, estableciendo como uno de los factores causales de la violencia de género la presencia en los hombres agresores de creencias sexistas que apoyan la
desigualdad de poder entre hombres y mujeres.

A

PROGRAMA DE INTERVENCION PARA AGRESORES DE VIOLENCIA DE GÉNERO EN MEDIDAS ALTERNATIVAS (PRIA-MA),

91
Q

El objetivo principal del programa es que los agresores se responsabilicen de su
comportamiento agresivo y sean conscientes de que la respuesta violenta es intencional y
aprendida y que, por tanto, se puede desaprender y modificar. A lo largo de la intervención, se trabaja la adquisición por parte de los agresores de habilidades prosociales para la resolución de conflictos y de actitudes y conductas igualitarias en las relaciones de pareja. De esta manera,
el programa busca la eliminación de las conductas violentas y, por tanto, redunda en la seguridad de las víctimas (mujer y niños/as).

Como parte fundamental de la intervención con los agresores, se hace hincapié en su
responsabilización respecto al efecto que la violencia ejercida ha tenido, no solo en la mujer, sino también en los hijos/as, igualmente víctimas directas de la violencia de género.

A

PROGRAMA DE INTERVENCIÓN PARA AGRESORES DE VIOLENCIA DE GENERO PRIA-MA

92
Q

tiene tres fases, la Fase de Evaluación y Motivación, en la que se trabaja terapéuticamente con los agresores de manera individual, con un doble objetivo: llevar a cabo una evaluación psicosocial exhaustiva de cada caso, y elaborar un Plan Motivacional Individualizado que será trabajado de manera transversal a lo largo de la intervención; la Fase de Intervención, en la que en un formato grupal, se trabajan terapéuticamente los factores de
riesgo asociados a la violencia de género, y la Fase de Seguimiento, donde se realiza un seguimiento individual con cada penado para afianzar los logros conseguidos a lo largo de las fases anteriores. En los casos que lo requieren, la integridad del programa se realiza de manera individual. En total, el programa de intervención tiene una duración de diez meses, ajustándose a las recomendaciones de calidad sobre el tiempo óptimo de intervención con esta
población.

A

El programa PRIA-MA

93
Q

hombres condenados por delitos de violencia de género que tienen que cumplir una medida penal alternativa

A

Los destinatarios del PRIA-MA

94
Q

ha sido diseñado teniendo en cuenta los principios del modelo RNR y del modelo de las Buenas Vidas, llevando a cabo un enfoque terapéutico de tipo cognitivo-conductual que integra elementos de la perspectiva de género

A

el programa PRIA-MA

95
Q

se basa en tres principios fundamentales. El principio de Riesgo señala que ha de dedicarse mayor intensidad de intervención a aquellos delincuentes de mayor riesgo de reincidencia. El principio de Necesidad indica que los programas han de buscar modificar aquellos factores de riesgo que están vinculados con la reincidencia (necesidades criminógenas). Por último, el principio de Responsividad afirma que las intervenciones han de diseñarse adaptándose a las características de la población a la que van dirigida (Andrews y Bonta, 2006). Por lo tanto, un programa efectivo para el tratamiento de los penados por delitos de violencia de género debe seguir estos principios básicos (Stewart, Flight y Slavin-Stewart, 2013).

A

El modelo RNR

96
Q

para la elaboración del PRIA-MA se ha realizado una extensa revisión bibliográfica sobre los factores de riesgo vinculados a la violencia de género. Cada una de las unidades terapéuticas que integran este programa aborda uno o varios de estos factores, que se encuentran tanto en la esfera emocional, como en la cognitiva y la conductual.

A

Siguiendo el principio de Necesidad

97
Q

se ha diseñado un programa que tiene como finalidad adaptarse al ritmo terapéutico y a la capacidad de aprendizaje de los participantes. Por una parte, se ha diseñado una Fase de Evaluación y Motivación, que se llevará a cabo de manera individual con los participantes antes y durante la Fase de intervención. Durante esta fase se busca mejorar la motivación al cambio de los participantes, diseñar con cada uno de ellos un Plan Motivacional Individualizado y adaptar los contenidos terapéuticos del programa a sus necesidades individuales. Además, se ha modificado el orden de los módulos con respecto al programa PRIA original, con el objetivo de ir introduciendo los temas terapéuticos de manera progresiva en función de su contenido y dificultad. Por otra parte, se han diseñado un amplio abanico de dinámicas y ejercicios terapéuticos para abordar cada unidad, para que el/la terapeuta pueda seleccionar aquellos que mejor se adecúan al estilo de aprendizaje de los participantes. Se han incluido también una gran variedad de ejercicios de tipo audiovisual con el mismo objetivo.

A

Para atender al principio de Responsividad,

98
Q

ya que el programa está diseñado para que el/la terapeuta pueda reforzar el trabajo terapéutico con los usuarios que presenten una mayor vulnerabilidad, tanto a través de las sesiones individualizadas de la Fase de Evaluación y Motivación como a través de la selección de las dinámicas más adecuadas en cada caso.

A

se ha tenido en cuenta el principio de Riesgo

99
Q

es una estrategia aplicada derivada directamente del modelo RNR. Su uso en los programas de tratamiento de delincuentes es generalizado. Se trata de una estrategia para el mantenimiento de los cambios terapéuticos importada del mundo del tratamiento de las drogodependencias (Ward y Gannon, 2006).
La asunción básica de este modelo es que existe un proceso predecible y más o menos lineal por el que un sujeto de riesgo comete un delito de violencia de género. El modelo pone especial énfasis en aquellos factores de riesgo (situaciones, pensamientos, emociones, estímulos) que constituyen un antecedente de un posible fallo y de una recaída (reincidencia) y se entrena al usuario en técnicas para su afrontamiento o evitación. Se trata por lo tanto de una perspectiva que asume la reincidencia como una posibilidad real, y que se centra en qué situaciones o eventos evitar (Marlatt y Gordon, 1985). Para el diseño del programa PRIA-MA se han tenido en cuenta los conceptos más importantes de este modelo. Sin embargo, se ha producido un cambio de enfoque respecto al programa PRIA. Según la información obtenida por los/las terapeutas, era necesario adaptar el proceso de prevención de recaídas a la población diana de este programa. Para ello, se han diseñado ejercicios que buscan reflejar situaciones cotidianas de la vida de los participantes.

A

La prevención de recaídas, basada en el concepto de riesgo,

100
Q

incorpora elementos de la psicología positiva y humanista y tiene como finalidad que el sujeto aprenda a identificar objetivos vitales prosociales y a mejorar sus fortalezas personales. Este modelo propone que el fin terapéutico no sea exclusivamente la no reincidencia, sino que debe potenciarse también que los participantes desarrollen otros objetivos personales positivos que les alejen de la conducta delictiva. Se plantea que el delito ha sido una forma inapropiada de conseguir objetivos vitales comunes a todas las personas (intimidad, sentido de excelencia, sentido de pertenencia a una comunidad, paz interior). El tratamiento, por lo tanto, ha de incluir también estrategias para conseguir aquello que se desea de forma no delictiva (Ward y Brown, 2003).
En el diseño del PRIA-MA, el modelo de las buenas vidas ha sido utilizado en todas las fases. Antes de iniciar la intervención grupal y de manera transversal a lo largo de la misma, en la Fase de Evaluación y Motivación, los participantes trabajarán sus objetivos prosociales como una forma alternativa a la conducta delictiva. Identificar objetivos vitales reales que puedan alcanzar y que motiven el cambio conductual es fundamental para conseguir una mayor implicación de los participantes en el trabajo terapéutico que deben realizar. La aplicación de este modelo en la Fase de Evaluación y Motivación se explicará en mayor detalle en la introducción de dicha fase.
Para la construcción de los módulos terapéuticos que componen la Fase de Intervención también se han utilizado elementos de este modelo. Las unidades terapéuticas tienen como finalidad trabajar factores de riesgo asociados a la violencia de género pero, también, proponer conductas alternativas que mejoren la vida de los usuarios en el plano personal, social y de pareja.

A

El modelo de las Buenas Vidas

101
Q

tiene un enfoque psicoterapéutico cognitivo-conductual que integra elementos de la perspectiva de género

A

El programa PRIA-MA

102
Q

eliminación de conductas violentas y el aprendizaje de conductas alternativas más adaptativas. Para ello, se abordan los factores de riesgo centrándose, entre otros, en el manejo de las emociones, los pensamientos erróneos, las habilidades de relación y la resolución de problemas. A lo largo del programa de intervención, se entrena a los participantes en técnicas de modificación de conducta, técnicas de reestructuración cognitiva y técnicas de autocontrol emocional, basadas en los principios de la terapia cognitivo-conductual.

A

El objetivo de la intervención del programa PRIA-MA

103
Q

pone el énfasis en realizar intervenciones de corte educativo con el grupo de maltratadores. El objetivo sería la instauración en los hombres violentos de comportamientos igualitarios en conjunción con una reestructuración de los roles de género tradicionalmente aceptados.

A

La perspectiva de género

104
Q

incorpora también el concepto de nuevas masculinidades, de tal forma que los participantes reflexionen sobre las ventajas que una nueva conceptualización de la masculinidad y de los roles en la pareja tiene tanto para la mujer como para el hombre. En este sentido, adquiere un gran protagonismo la interiorización por parte de los participantes de la influencia que los procesos de socialización tienen en la formación de las actitudes y las creencias en relación a los roles y estereotipos de género.

A

el enfoque de género del programa PRIA-MA

105
Q

incorpora un módulo específico de educación en igualdad en diferentes ámbitos de la vida (familiar, laboral, etc.). Además, a la hora de enfocar la intervención sobre el resto de factores de riesgo (celos, dependencia emocional, inadecuada gestión de los conflictos en pareja, paternidad, etc.) se tienen en cuenta las creencias de los participantes sobre los roles de género y se ofrece siempre una alternativa de actuación basada en la igualdad de género. Se detallan a continuación algunos ejemplos de cómo se ha introducido este enfoque en los diferentes elementos terapéuticos del programa.

A

programa PRIA-MA. Enfoque psicoterapéutico

106
Q

en el tratamiento de la variable celos, es fundamental analizar el ámbito social y cultural en el que emergen, se nutren y son mantenidos los celos en la relación de pareja, y más concretamente, en la violencia hacia la pareja o expareja, y las conductas abusivas o de control asociadas a los mismos. Así, resulta de interés prestar especial atención a la denominada socialización diferencial de hombres y mujeres en relación, entre otros muchos aspectos, a la actividad sexual y a determinadas variables ideológicas como la cultura del honor (Canto, Moreno, Perles y San Martín, 2012) o las creencias previas de los participantes sobre la forma de manifestar el amor (mitos de amor romántico).

A

programa PRIA-MA. Enfoque psicoterapéutico

107
Q

en el caso concreto del desarrollo de una autoestima equilibrada, es importante que los participantes aprendan a detectar cómo ésta se construye a través del proceso de socialización y cómo los valores sociales y las expectativas básicas que se siembran en cada uno por el mero hecho de ser hombre o mujer influyen en la propia imagen que tienen de sí mismos. La consecución de una autoestima sólida, alejada de la dependencia emocional de la pareja o de los roles tradicionales en torno al género constituye una pieza fundamental en el tratamiento de los participantes.

A

programa PRIA-MA. Enfoque psicoterapéutico

108
Q

En relación a la adecuada gestión de conflictos en las relaciones de pareja es necesario que los participantes entiendan que la primera norma es asumir que la relación de pareja la componen seres humanos en igualdad de condiciones, no existiendo abuso de poder o control. Para la consecución de este objetivo, se revisan y modifican aquellas expectativas culturales sobre cómo tiene que comportarse un hombre y una mujer en la interacción de pareja.

A

programa PRIA-MA. Enfoque psicoterapéutico

109
Q

La consecución de una nueva masculinidad constituye un objetivo principal en el módulo dedicado a los menores, fomentando en los participantes la adquisición de habilidades parentales positivas basadas en el desarrollo de una adecuada afectividad y en el establecimiento de un apego seguro con los/las menores, alejado de un estilo parental tradicional y autoritario. A su vez, es de suma importancia que los participantes asuman que sus comportamientos modelan a los/las menores y por tanto, si se muestran como modelos igualitarios y no violentos ayudarán a sus hijos/as a no desarrollar actitudes o comportamientos negativos en un futuro (evitación de la transmisión intergeneracional de la violencia de género).

A

programa PRIA-MA. Enfoque psicoterapéutico

110
Q

Es un programa flexible, atendiendo al principio de Riesgo del modelo RNR. El objetivo es que el/la terapeuta dedique mayor atención a aquellas personas en las que detecte mayores vulnerabilidades. Se proporcionarán dinámicas y contenidos obligatorios acompañados de otros de tipo opcional, cuyo uso quedará a criterio del profesional.

El principio de Necesidad también ha guiado el desarrollo de los contenidos del programa. Los distintos módulos abordan necesidades criminógenas que la literatura señala como relevantes en esta población. Por ejemplo, las actitudes que apoyan el delito, los celos, la falta de empatía hacia la víctima o la influencia del consumo de alcohol.

Igualmente, se ha prestado especial atención al principio de Responsividad. El nombre de los módulos se aleja de la terminología habitual en los programas de tratamiento, de cara a minimizar las reacciones de rechazo que pueden experimentar los penados. Se trata de un tipo de delitos que están sujetos a un fuerte rechazo social, y la vergüenza y el miedo a la estigmatización son obstáculos graves para un tratamiento. Igualmente, dado el carácter abstracto de muchos contenidos, se procura que su aprendizaje sea progresivo y a través de dinámicas y ejemplos adecuados. Además, se presenta un nivel elevado de actividades para que el/la terapeuta pueda elegir en función del estilo de aprendizaje de los participantes. Las unidades incorporarán técnicas de intervención basadas en el modelado y el entrenamiento conductual.

Siguiendo el modelo de prevención de recaídas, se planteará el delito de violencia de género como un proceso, y se ayudará a los sujetos a identificar las situaciones de riesgo y a desarrollar las herramientas necesarias para evitar la reincidencia.

Siguiendo los principios del Modelo de las Buenas Vidas, tanto al inicio de la intervención como de manera transversal, se trabajará la motivación al cambio, para mejorar la actitud de los sujetos cuyo objetivo sigue siendo la comisión delictiva.

El programa no pretende exclusivamente la eliminación de conductas no deseadas, sino que por el contrario, aboga por la identificación y obtención de objetivos vitales pro-sociales, en consonancia con los principios del Modelo de las Buenas Vidas. Por ejemplo, se trabajará la construcción de relaciones de pareja sanas. El programa se plantea como un momento único para mejorar diferentes aspectos de la vida del individuo.

El programa se desarrolla desde un enfoque cognitivo-conductual con elementos de la perspectiva de género.

A

el programa PRIA-MA incorpora las siguientes premisas:

111
Q

es una propuesta terapéutica para hombres condenados por delitos de violencia de género adaptada al contexto cultural español y a la realidad de los Servicios de Gestión de Penas y Medidas Alternativas. Sus objetivos generales son:
 Erradicar las conductas violentas y reducir el nivel de reincidencia de los
participantes.
 Modificar aquellos factores de riesgo dinámicos que la literatura señala como
relevantes en los delincuentes de género.
 Facilitar la adherencia y receptividad al tratamiento por parte de los penados
mediante un enfoque positivo del tratamiento.
 Introducir mejoras en el funcionamiento psicológico de los participantes.

A

El programa PRIA-MA

112
Q

Integración del Modelo de las Buenas Vidas con el modelo RNR.

Integración del enfoque cognitivo-conductual con elementos de la perspectiva de género.

Cambio en el enfoque de la unidad de género, incorporando el concepto de nuevas masculinidades como eje central. Además, el enfoque de género se utiliza de manera transversal a lo largo de todo el programa.

Cambio de enfoque de la prevención de recaídas, con ejercicios que se adaptan a la realidad diaria de los participantes.

A

Principales novedades del PRIA-MA en el enfoque teórico

113
Q

Incorporación de una Fase específica de Evaluación y Motivación al cambio, previa a la Fase de Intervención. Esta fase busca evaluar a los participantes e iniciar el trabajo terapéutico de motivación al cambio.

Inclusión de sesiones individuales tanto al inicio del programa como a lo largo de la intervención.

Cambio en el orden de los módulos respecto al PRIA, para conseguir una mejor adaptación a la progresión terapéutica de los penados.

Aumento de la duración total del programa.

A

Principales novedades del PRIA-MA en la estructura

114
Q

Incorporación de una selección de instrumentos psicométricos para la evaluación psicológica inicial y final de los participantes. Se incluye la descripción de los instrumentos, los ítems, la forma de corrección y, en su caso, los baremos.

Diseño de un instrumento de evaluación cualitativa que los profesionales podrán utilizar para valorar el cambio terapéutico de los participantes en cada una de las áreas trabajadas en cualquier momento del programa.

A

Principales novedades del PRIA-MA en la evaluación

115
Q

Actualización de la revisión bibliográfica que justifica los contenidos del programa. Esta información ha sido ampliada para dotar a los profesionales de un amplio bagaje teórico que pueda facilitarles el trabajo terapéutico.

Diseño de contenidos específicos para abordar temas que en al anterior programa se presentaban de manera menos detallada, como por ejemplo influencia del consumo de alcohol y drogas en la violencia, habilidades de comunicación, resolución de conflictos de pareja y celos.

Énfasis en la motivación para el cambio como un elemento terapéutico crítico para la eficacia de la intervención y que debe trabajarse de manera transversal.

Ampliación de algunas áreas temáticas, como por ejemplo violencia psicológica, dependencia emocional y habilidades de autocontrol.

Eliminación de la unidad de violencia sexual, integrándose estos contenidos en la unidad “Afrontando la ruptura y construyendo relaciones de pareja sanas”.

Énfasis en la adquisición de conductas alternativas a la violencia, en el ámbito emocional, cognitivo y conductual.

Cambio de enfoque terapéutico respecto a la asunción de la responsabilidad delictiva. El objetivo del PRIA-MA es que los participantes, de manera progresiva a lo largo del programa, reconozcan haber ejercido violencia en su relación de pareja y eviten las externalizaciones de la responsabilidad en la misma. No se busca centrarse exclusivamente en que los agresores reconozcan explícitamente el delito por el que están condenados, ya que insistir en el reconocimiento de esos hechos específicos genera en muchas ocasiones resistencias que impiden el avance terapéutico. El trabajo de la asunción de la responsabilidad se ha realizado de manera transversal en el programa, ya que según la experiencia de los/las terapeutas en este ámbito, un abordaje longitudinal y no confrontativo de este tema resulta más eficaz.

Ampliación y mejora de las dinámicas terapéuticas. Teniendo en cuenta la valoración de los profesionales que aplican diariamente el programa, se han seleccionados las dinámicas mejor valoradas del antiguo PRIA y se han diseñado algunas nuevas, para que el/la terapeuta pueda seleccionar, dentro de un amplio abanico de dinámicas y ejercicios, los más adecuados en función del caso.

Adaptación de las dinámicas al estilo de aprendizaje que presentan los participantes, aumentándose el contenido audiovisual e incidiéndose más en los conceptos básicos.

Incorporación de un apartado de recursos terapéuticos ante posibles dificultades en la introducción de los módulos, como guía para el/la terapeuta.

A

Principales novedades del PRIA-MA en los contenidos

116
Q

El programa tendrá una duración de diez meses, distribuidos en tres fases:
 Fase de Evaluación y Motivación
 Fase de Intervención
 Fase de Seguimiento

A

Estructura y Duración del programa

117
Q

Uno de los principales retos a los que deben enfrentarse los profesionales que trabajan con población condenada por un delito de violencia de género, es lograr unas condiciones terapéuticas al inicio de la intervención que favorezcan la reducción de sus resistencias y su rechazo a la misma. Lograr la adherencia al tratamiento es una condición necesaria para que la intervención sea posible y, en su caso, efectiva.
Para facilitar la adherencia a la intervención, la generación de una alianza terapéutica adecuada y promover la motivación al cambio, se ha creado una Fase específica de Evaluación y Motivación. El material de esta fase ha sido elaborado por Marisol Lila Murillo y su equipo de investigación de la Universidad de Valencia, especialistas en la motivación al cambio en el trabajo terapéutico con delincuentes. Esta fase tiene una duración de un mes y consiste en:

 Tres Entrevistas Motivacionales Individuales, a realizar de manera independiente con cada participante, con una frecuencia semanal. Durante estas entrevistas se realizará una evaluación psicológica en profundidad de los participantes y se elaborará el Plan Motivacional Individualizado (PMI). Para complementar la información de las entrevistas, se ha seleccionado una batería de instrumentos psicométricos que evalúan las principales variables psicológicas relacionadas con la violencia de género. Además, se incluye un instrumento de evaluación cualitativa elaborado expresamente para este programa que los/las terapeutas podrán utilizar para valorar el cambio terapéutico de los participantes en cualquier momento de la intervención.

 Una Sesión Grupal Inicial para conocimiento del grupo, información sobre el programa, resolución de dudas, establecimiento de normas y puesta en común de los objetivos motivacionales de cada participante.

Sin embargo, la motivación de los participantes y su PMI no puede trabajarse exclusivamente durante esta fase. Por ello, de manera transversal a lo largo de las fases de intervención y seguimiento se llevarán a cabo sesiones específicas individuales y grupales para continuar trabajando el PMI, y, de esta manera, reforzar los objetivos motivacionales de los participantes y mejorar su implicación y aprovechamiento del programa.

A

FASE DE EVALUACIÓN Y MOTIVACIÓN

118
Q

3 sesiones individuales

1 sesión grupal

Duración 1 mes

A

FASE DE EVALUACIÓN Y MOTIVACIÓN

119
Q

32 sesiones grupales

Duración 8 meses

A

FASE DE INTERVENCIÓN

120
Q

1 sesión individual

Al mes de terminar la intervención

A

FASE DE SEGUIMIENTO

121
Q

se llevarán a cabo también sesiones y ejercicios para continuar generando el PMI de cada uno de los participantes. En concreto, se realizará:

 Una sesión individual de seguimiento con cada participante a mitad de la intervención. El/la terapeuta citará a los participantes de manera individual en paralelo al desarrollo grupal del Módulo 5. El/la terapeuta utilizará estas sesiones para individualizar, en la medida de lo posible, los contenidos terapéuticos que están siendo trabajados de manera grupal y reforzar cómo el programa está ayudando al participante a conseguir los objetivos de su PMI.

 Una revisión grupal de los objetivos de trabajo de cada participante que se realizará en la última sesión del Módulo 5.

 Una revisión grupal de la evolución y cambios realizados a lo largo del proceso de intervención por todos los miembros del grupo, que se realizará en la última sesión del Módulo 10.

A

FASE DE INTERVENCIÓN

122
Q

Módulos Número de sesiones
1. Inteligencia Emocional 3
2. Pensamiento y Bienestar 3
3. Género y nuevas masculinidades 2
4. Habilidades de autocontrol y gestión de la ira 4
5. La capacidad de ponernos en el lugar de los demás: la empatía 3
6. Cuando sentimos miedo de perder a alguien: los celos 4
7. Antídotos contra la violencia psicológica 4
8. Afrontando la ruptura y construyendo relaciones de pareja sanas 4
9. Pensando en los menores 3
10. Afrontando el futuro 2

A

Distribución de módulos y sesiones en la fase de intervención

123
Q
  1. Primera toma de contacto con el mundo emocional: Adquisición de contenidos
    básicos sobre las emociones.
  2. Análisis de la relación existente entre pensamientos, emociones y conductas:
    Primera aproximación al esquema A-B-C.
  3. Fomento de la identificación y expresión de emociones propias.
  4. Análisis de la importancia de las emociones positivas.
  5. Aprendizaje de técnicas de aceptación y gestión emocional.
  6. Explicación de la importancia de la autovaloración en el ajuste biopsicosocial.
  7. Fomento de una autoestima equilibrada.
A
  1. Inteligencia Emocional y fomento de la autoestima.
    Módulos y Objetivos del programa a llevar a cabo en la fase de intervención
124
Q
  1. Explicación de la influencia de las creencias personales y los esquemas mentales
    en la manera de sentir y actuar.
  2. Identificación de elementos cognitivos que modulan la construcción del significado
    e interpretación distorsionada de los hechos cotidianos.
  3. Identificación y deconstrucción de ideas y creencias estereotipadas relacionadas
    con los roles de género, relaciones de pareja y uso de la violencia.
  4. Aplicación de estrategias cognitivas con la finalidad de construir sistemas de
    creencias funcionales generadores de bienestar/equilibrio personal y relacional.
A
  1. Pensamiento y Bienestar
    Módulos y Objetivos del programa a llevar a cabo en la fase de intervención
125
Q
  1. Distinción de los conceptos de sexo y género.
  2. Reflexión sobre el tipo de masculinidad predominante en nuestra sociedad y
    sobre cuáles son los roles asociados a los estereotipos femenino y masculino.
  3. Análisis de las creencias de género asociadas al sistema patriarcal de los
    participantes.
  4. Análisis de la relación entre creencias patriarcales y violencia de género.
  5. Toma de conciencia de las consecuencias negativas del modelo patriarcal
    predominante en la sociedad, en los propios hombres, sus parejas, hijos e hijas,
    familiares, otros hombres y el resto de la sociedad
  6. Análisis crítico de la identidad masculina de los participantes y deconstrucción de
    estereotipos y creencias basadas en el modelo tradicional.
  7. Inicio del proceso de construcción de una nueva masculinidad que posibilite un
    mayor y más completo desarrollo a nivel: personal, emocional, mental, conyugal,
    familiar, social y político.
  8. Creación de una base de ideas y actitudes que favorezcan la igualdad y mejore las
    relaciones de los hombres con sus parejas, el resto de los familiares, hijos e hijas,
    otros hombres y el resto de la sociedad
A
  1. Género y nuevas masculinidades
    Módulos y Objetivos del programa a llevar a cabo en la fase de intervención
126
Q
  1. Identificación de conceptos básicos sobre la violencia en cualquiera de sus
    manifestaciones.
  2. Reflexión sobre el aprendizaje de la violencia y cómo los participantes la han
    utilizado en diferentes ámbitos y relaciones.
  3. Identificación de los aspectos que disparan la ira en la vida de los participantes.
  4. Análisis de las consecuencias de la pérdida de control sobre la ira.
  5. Cuestionamiento de los mitos sobre la violencia y la ira.
  6. Conocimiento del ciclo de la violencia en la violencia de género.
  7. Aprendizaje de técnicas para controlar y gestionar adecuadamente la ira en
    cualquiera de sus fases.
  8. Comprensión de la relación entre consumo de alcohol/drogas y violencia
A
  1. Habilidades de autocontrol y gestión de la ira
    Módulos y Objetivos del programa a llevar a cabo en la fase de intervención
127
Q
  1. Fomento de la identificación de las emociones en los otros.
  2. Identificación de las posibles causas y consecuencias de las emociones de los
    otros.
  3. Expresión de cómo se puede sentir una persona ante una situación determinada.
  4. Desarrollo de conductas de ayuda, compasión o preocupación por el dolor de los
    demás
  5. Análisis de las creencias y justificaciones sobre el delito cometido y la víctima del
    mismo.
  6. Desarrollo de la empatía cognitiva hacia la víctima.
  7. Desarrollo de la empatía emocional hacia la víctima.
  8. Desarrollo de la preocupación empática.
A
  1. La capacidad de ponernos en el lugar de los demás: la empatía
    Módulos y Objetivos del programa a llevar a cabo en la fase de intervención
128
Q
  1. Incremento del conocimiento de los participantes
  2. Aprendizaje en la detección de pensamientos y conductas de celos no adaptativos
    o patológicos.
  3. Abordaje de los celos como mito de amor romántico y reestructuración de las
    creencias asociadas.
  4. Análisis del papel del apego, la autoestima y la dependencia emocional en el
    desarrollo de los celos.
  5. Incremento de la responsabilización de los sujetos sobre el empleo de los celos
    como estrategia de control y aislamiento.
  6. Aprendizaje de nuevas pautas de relación con la pareja, basadas en el respeto y
    equidad.
A
  1. Cuando sentimos miedo de perder a alguien: los celos
    Módulos y Objetivos del programa a llevar a cabo en la fase de intervención
129
Q
  1. Toma de conciencia entre los participantes en torno a los daños que ocasiona la
    violencia psicológica.
  2. Identificación y eliminación de formas de violencia psicológica como la
    intimidación, las coacciones, las amenazas y el abuso emocional.
  3. Identificación y eliminación de conductas de violencia psicológica empleadas en
    las redes sociales y comunidades digitales.
  4. Análisis del proceso de construcción del aislamiento de la víctima.
  5. Cambio del estilo atribucional respecto a la responsabilidad en el aislamiento de la
    pareja.
  6. Conocimiento de las consecuencias que para la víctima tiene el aislamiento
    laboral, social, familiar y personal.
  7. Concienciación del usuario sobre su influencia en la vida económica de la pareja.
  8. Comprensión por parte del participante de cómo su comportamiento con el
    dinero era una forma de control y abuso de su pareja.
A
  1. Antídotos contra la violencia psicológica:
    Sección I: Intimidación, amenazas, coacción y abuso emocional.
    Sección II: Aislamiento
    Sección III: Abuso económico

Módulos y Objetivos del programa a llevar a cabo en la fase de intervención

130
Q
  1. Diferenciación entre relaciones de pareja sanas (donde la pareja es un medio para
    ser feliz), y las relaciones de dependencia o tóxicas (donde la pareja es el único fin
    de la existencia).
  2. Incremento del conocimiento sobre el amor como emoción positiva.
  3. Fomento de la sexualidad positiva en la relación de pareja.
  4. Análisis de las expectativas erróneas que poseen los participantes de las
    relaciones de pareja.
  5. Comprender el papel que los pensamientos distorsionados o creencias
    irracionales (amor romántico y sesgos de género), desempeñan en la generación y
    gestión de los conflictos de pareja y, en general, en el deterioro de la relación.
  6. Aprendizaje de habilidades básicas de comunicación. Adquisición de un estilo de
    comunicación asertivo.
  7. Aprendizaje técnicas de resolución de problemas y gestión de conflictos.
  8. Gestión adaptativa de la ruptura de la relación.
A
  1. Afrontando la ruptura y construyendo relaciones de pareja sanas
    Módulos y Objetivos del programa a llevar a cabo en la fase de intervención
131
Q
  1. Toma de conciencia del hecho de que, los hijos e hijas de las parejas en las que se
    han producido actos de violencia de género, son víctimas directas de este tipo de
    violencia.
  2. Abordaje de la necesidad de anteponer siempre los intereses legítimos y el
    bienestar de los/as menores a las necesidades paternas: el mayor interés del
    menor.
  3. Identificación y erradicación de formas de violencia hacia los/las menores tras la
    ruptura de pareja.
  4. Adquisición de pautas básicas de afrontamiento de la ruptura de pareja para
    evitar el daño a los hijos y las hijas.
  5. Identificación de los estilos de apego y su influencia en el desarrollo de los/as
    menores.
  6. Aprendizaje de pautas de educación propias de un estilo parental positivo y de un
    estilo de apego seguro.
A
  1. Pensando en los menores
    Módulos y Objetivos del programa a llevar a cabo en la fase de intervención
132
Q
  1. Identificación y revisión de los factores de riesgo personales.
  2. Integración de los factores de riesgo a través del análisis funcional de la conducta.
  3. Aplicación de estrategias de afrontamiento ante situaciones hipotéticas con
    diferente nivel de riesgo.
A
  1. Afrontando el futuro
    Módulos y Objetivos del programa a llevar a cabo en la fase de intervención
133
Q

se llevarán a cabo también sesiones y ejercicios para continuar generando el PMI de cada uno de los participantes. En concreto, se realizará:

 Una sesión individual de seguimiento con cada participante a mitad de la intervención. El/la terapeuta citará a los participantes de manera individual en paralelo al desarrollo grupal del Módulo 5. El/la terapeuta utilizará estas sesiones para individualizar, en la medida de lo posible, los contenidos terapéuticos que están siendo trabajados de manera grupal y reforzar cómo el programa está ayudando al participante a conseguir los objetivos de su PMI.

 Una revisión grupal de los objetivos de trabajo de cada participante que se realizará en la última sesión del Módulo 5.

 Una revisión grupal de la evolución y cambios realizados a lo largo del proceso de intervención por todos los miembros del grupo, que se realizará en la última sesión del Módulo 10.

A

A lo largo de la Fase de Intervención

134
Q

Una vez finalizada la Fase de Intervención, se programarán sesiones individuales de seguimiento con cada uno de los participantes para evaluar su evolución y las posibles dificultades que hayan podido tener a la hora de poner en marcha las estrategias y habilidades aprendidas. El/la terapeuta, podrá utilizar los mismos instrumentos –psicométricos y cualitativos- de la Fase de Evaluación y Motivación, para valorar los cambios terapéuticos de cada participante.

En esta fase se revisará junto con el participante la consecución de su PMI y el mantenimiento de los logros alcanzados en el programa, y se dará por finalizada la intervención.

A

Fase de Seguimiento

135
Q

El programa ha sido diseñado para realizarse en formato grupal. Se sugiere la realización de grupos no superiores a 12 usuarios.
En caso necesario se puede adaptar fácilmente al formato individual.
La sesión de seguimiento se hará, en todo caso, en formato individual.

A

Formato

136
Q

donde se expone, en primer lugar el objetivo general del módulo y las razones por las que ese tema se ha introducido en ese momento temporal del programa, relacionándolo con el resto de unidades. Posteriormente, se explica la necesidad de trabajar terapéuticamente el contenido que se aborda en la unidad, incluyéndose una extensa revisión bibliográfica de la evidencia empírica disponible al respecto. Por último, se ofrecen algunas orientaciones sobre el abordaje terapéutico utilizado en la unidad y sobre las posibles dificultades terapéuticas con las que puede encontrarse el profesional.

A

Introducción.

Estructura de los módulos terapéuticos en el programa PRIA-MA

137
Q

se destacan los objetivos que el/la terapeuta debe alcanzar durante las sesiones dedicadas a cada unidad

A

Objetivos terapéuticas.

Estructura de los módulos terapéuticos en el programa PRIA-MA

138
Q

los módulos han sido divididos en un número de sesiones determinado en función de la extensión y dificultad de la temática abordada. Cada sesión presenta la siguiente estructura:

 Introducción y bienvenida: información para el/la terapeuta sobre cómo llevar a cabo el inicio de la sesión.

 Exposición psicoeducativa: narración que el/la terapeuta puede utilizar para explicar los contenidos psicoeducativos de la unidad.

 Ejercicios y dinámicas: ejercicios que el/la terapeuta desarrollará con los participantes, para abordar los objetivos de la unidad. Cada ejercicio incluye un apartado de objetivos de ese ejercicio en particular, documentos a utilizar y una guía para que el/la terapeuta pueda enfocar adecuadamente la actividad. En algunos módulos se incluyen dinámicas optativas que el profesional utilizará si considera que pueden ser útiles para los participantes con los que esté trabajando. Del mismo modo, el/la terapeuta elegirá las dinámicas que sean susceptibles de trabajo entre sesiones, para fortalecer los conocimientos y habilidades adquiridos durante el programa. El número de ejercicios que se propone en cada sesión es muy amplio. El objetivo no es que se realicen todos ellos, sino que el/la terapeuta disponga de un amplio catálogo de actividades terapéuticas para utilizar las que sean más adecuadas en función del grupo de participantes y de su propio estilo terapéutico.

 Cierre y despedida: información para el/la terapeuta sobre cómo finalizar la sesión.

A

Sesiones terapéuticas.

Estructura de los módulos terapéuticos en el programa PRIA-MA

139
Q

10-15 minutos

 Explicación por parte de los participantes de los acontecimientos que les hayan ocurrido durante la semana que sean de interés para el programa.

 Ideas clave, dudas y reflexiones sobre la sesión anterior.

 Revisión de los ejercicios inter- sesiones.

A

Presentación.

Propuesta de organización de una sesión terapéutica.

Programa de PRIA-MA

140
Q

90-100 minutos

 Exposición psicoeducativa y ejercicios terapéuticos

A

Desarrollo

Propuesta de organización de una sesión terapéutica.

Programa de PRIA-MA

141
Q

10-15 minutos

 Repaso de las ideas clave obtenidas a lo largo de la sesión.

 Explicación de las actividades inter- sesiones

 Breve introducción a los contenidos que se trabajarán en la siguiente sesión

A

Finalización.

Propuesta de organización de una sesión terapéutica.

Programa de PRIA-MA

142
Q

Cada sesión tiene unos objetivos concretos que son abordados a través de exposiciones psicoeducativas y dinámicas terapéuticas.

La exposición psicoeducativa pretende trasladar a los usuarios del programa los contenidos básicos de cada materia. Se debe evitar convertir las sesiones terapéuticas en clases didácticas de mera transmisión de conocimientos. Sin embargo, sí es necesario trasladar a los usuarios cierta información sobre conceptos psicológicos básicos con un lenguaje sencillo. La exposición psicoeducativa presenta gráficos y tablas que hacen más fácil la comprensión de esta información. El manual del participante incluye la misma información psicoeducativa que el manual del/la terapeuta. De este modo, los usuarios podrán seguir con facilidad las explicaciones del/la terapeuta, sin necesidad de tomar notas, o de tener que trasladar esta información a formato audiovisual.

El momento de la explicación psicoeducativa cobra importancia también cuando el programa se aplica en un formato grupal, ya que las opiniones y conocimientos de otros miembros del grupo facilitan la adquisición de conocimientos. En caso de realizar el programa en un formato individual, el/la terapeuta adaptará estas explicaciones al caso concreto.

Las dinámicas y ejercicios incluidos en este manual pretenden ayudar a los usuarios a modificar pensamientos erróneos, mejorar sus habilidades y cambiar sus actitudes y comportamientos. Algunos de los ejercicios que se encuentran en el programa son:
 Visionado y análisis de contenidos audiovisuales.
 Comentario de textos.
 Debates y discusiones dirigidas.
 Trabajo en parejas.
 Análisis de noticias reales.
 Role-playing.
 Redacción de autobiografías.
 Ejercicios individuales de análisis personal.
 Técnicas de autocontrol emocional y conductual.
 Dinámicas para trabajar contenidos en imaginación.

Las actividades y dinámicas han sido diseñadas para ser realizadas en formato grupal. Es conocido el efecto facilitador que supone el grupo en el cambio psicoterapéutico, por lo que estas dinámicas van dirigidas a generar ese clima grupal.

En caso de formato individual, el/la terapeuta elegirá las actividades que mejor se adecuen al usuario.

En algunas ocasiones, se ha mostrado más eficaz empezar las sesiones con las dinámicas y ejercicios, para avanzar posteriormente hacia las conclusiones psicoeducativas de la unidad. Este formato será elegido por los/las terapeutas cuando los contenidos a trabajar, el perfil de los usuarios, así como su propio estilo terapéutico lo aconsejen.

A

Metodología

Programa de PRIA-MA

143
Q

El programa PRIA-MA deberá ser realizado por profesionales de la Psicología.
Carbajosa, Boira y Tomás-Aragonés (2013) recogen las dificultades asociadas al proceso terapéutico con los hombres agresores que han sido estudiadas por la investigación. Fundamentalmente, destacan las complicaciones derivadas del contexto de intervención, entre las que se encuentran los problemas para establecer una relación de cooperación con el agresor, las dificultades inherentes a la obligatoriedad del tratamiento y la obligación del/la terapeuta de informar a las autoridades judiciales sobre la evolución de los agresores.
Las propias características de los agresores pueden ser también problemáticas, especialmente la falta de motivación, la negación o minimización de su conducta, la presencia de mecanismos de defensa, la presencia de actitudes hostiles y los altos niveles de deseabilidad social. El/la terapeuta, por su lado, también presenta dificultades, ya que tiene una duplicidad de funciones (ayuda versus control), es probable la aparición de síntomas de burnout a lo largo de su trayectoria profesional y debe mantener la objetividad y controlar la posible interferencia de sus propias creencias de género.

Para contrarrestar estas dificultades, los autores recomiendan fortalecer las siguientes habilidades terapéuticas:
 Definir de manera adecuada el marco de la intervención y los límites de la relación terapéutica. El profesional debe explicar a los participantes en qué va a consistir el programa y su obligación de mantener informada a la autoridad judicial respecto a su evolución. Una vez claras las normas de la relación terapéutica, debe ser capaz de proporcionar un clima basado en la confianza y el apoyo.

 Mejorar la motivación y la participación de los participantes en el programa. El/la terapeuta tendrá en cuenta la fase de motivación en la que se encuentra cada participante, para poder adaptar adecuadamente el trabajo terapéutico.

 Manejar los mecanismos de defensa y las culpabilizaciones a la víctima que se puedan producir a lo largo de la intervención. Para ello, el/la terapeuta presentará una actitud equilibrada, es decir no será defensiva ni confrontativa, ni tampoco en extremo empática. El objetivo es que el/la terapeuta cree una atmósfera que favorezca la introspección y evite el conflicto directo. Utilizará preguntas abiertas para fomentar la participación de los agresores y reforzará sus actitudes positivas.

 Ser capaz de compaginar el doble rol como terapeuta y como agente de control de una manera equilibrada.

A

Habilidades terapéuticas

Programa de PRIA-MA