EVALUACIÓN, INTERVENCIÓN Y MANEJO DEL RIESGO DE CONDUCTA VIOLENTA Flashcards
Intención, acción u omisión mediante la cual intentamos imponer nuestra voluntad sobre otros/as, generando daños de tipo físico, psicológico, moral o de otros tipos
VIOLENCIA
Emoción adaptativa e inherente en los seres humanos
Agresividad
Cualquier forma de conducta que pretende herir física y/o psicológicamente a alguien
AGRESIÓN
“el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas posibilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”.
Según la definición de la O.M.S. (2002):
la Violencia es
Para ser definida como violencia, una conducta debe cumplir tres criterios:
Producirse en un contexto social interpersonal o intergrupal.
Intencionalidad.
Daño como consecuencia del acto agresivo.
“Algo funciona mal en el individuo, los factores de violencia escapan al control del mismo (Freud, 1921; Eysench, 1964; Baumeister, Smart y Boden, 1996).
TEORÍAS INNATISTAS, BIOLÓGICAS Y PSICOBIOLÓGICAS
La violencia se genera en la interacción de los individuos dentro de los grupos (Bandura y Walters, 1963, Berk, 1974; Jones y Herkin, 1988).
TEORÍAS PSICOSOCIALES
Contexto social y cultural (Smelser, 1962; Davies, 1962; Berk, 1974).
TEORÍAS SOCIOLÓGICAS
PERSONA –> Interrelaciones personales o EXOAMBIENTE –> Comunidad o MESOAMBIENTE –> Sociedad o MACROAMBIENTE
MODELO ECOLÓGICO EN VIOLENCIA
Creencias y valores culturales acerca de: mujer, hombres, niños/as, familia.
Concepción acerca del poder y la obediencia
Actitudes hacia el uso de fuerza para la resolución de conflictos
Concepto de roles familiares, derechos y responsabilidades
MACROSISTEMA:
Legitimación institucional de la violencia, modelos violentos, victimización secundaria, carencia de legislación adecuada, escasez de apoyo institucional para las víctimas, impunidad de los perpetradores
EXOSISTEMA
Estrés económico
Insatisfacción laboral
Aislamiento social
FACTORES DE RIESGO
Conflictos familiares
Aislamiento
Relaciones familiares de origen
MICROSISTEMA
Historia personal
Aprendizaje resolución conflictos violento
Baja autoestima
Etc.
FACTOR INDIVIDUAL EN LA VIOLENCIA
MANIFESTACIONES: Injusticia social, racismo, etc.
DIMENSIÓN DE GÉNERO: Infanticidio femenino
ÁMBITO ESTRUCTURAL. LA VIOLENCIA EN ÁMBITOS EXTRAFAMILIARES
MANIFESTACIONES: Acoso físico o moral en el trabajo (mobbing). Explotación laboral o sexual menores.
DIMENSIÓN DE GÉNERO: Acoso sexual.
Diferente remuneración, techo de cristal, mayor desempleo, tráfico y explotación sexual,
prostitución.
ÁMBITO ECONÓMICA LABORAL. LA VIOLENCIA EN ÁMBITOS EXTRAFAMILIARES
MANIFESTACIONES: Entre iguales (bulling)
ÁMBITO ESCOLAR. LA VIOLENCIA EN ÁMBITOS EXTRAFAMILIARES
MANIFESTACIONES: Violencia en el cine, televisión, internet, prensa escrita, etc.
DIMENSIÓN DE GÉNERO: Publicidad sexista, etc
ÁMBITO: MEDIOS DE COMUNICACIÓN, OCIO. LA VIOLENCIA EN ÁMBITOS EXTRAFAMILIARES
MANIFESTACIONES: Violencia derivada de los conflictos armados, refugiados, desplazados, etc.
DIMENSIÓN DE GÉNERO: Acoso, violaciones, tráfico y explotación sexual de mujeres y niñas. Prostitución forzosa.
ÁMBITO: CONFLICTOS ARMADOS/TERRORISMO. LA VIOLENCIA EN ÁMBITOS EXTRAFAMILIARES
MANIFESTACIONES: Violencia sexual.
DIMENSIÓN DE GÉNERO: Violaciones. Mutilación genital femenina
ÁMBITO SEXUAL. LA VIOLENCIA EN ÁMBITOS EXTRAFAMILIARES
MANIFESTACIONES: Agresiones físicas y verbales en el deporte.
DIMENSIÓN DE GÉNERO: Discriminación en el deporte.
ÁMBITO DEPORTIVO. LA VIOLENCIA EN ÁMBITOS EXTRAFAMILIARES
MANIFESTACIONES: Agresiones físicas.
DIMENSIÓN DE GÉNERO: Agresión sexual. Violación
ÁMBITO EN LA CALLE. VIOLENCIA EN ÁMBITOS EXTRAFAMILIARES
Maltrato en la pareja.
Maltrato y abuso de menores.
Maltrato a personas mayores.
Violencia entre hermanos/as.
Maltrato a los progenitores
Violencia familiar
Maltrato hacia la mujer en el ámbito afectivo
Casados
De hecho
Noviazgo
Violencia de género
Otros tipos de violencia
Acoso sexual en el trabajo.
Mutilación genital femenina.
Inducción a la prostitución y trata de mujeres.
Agresión sexual
Violencia de género
Todo acto u omisión sobrevenido en el marco familiar por obra de uno de sus componentes que atente contra la vida, la integridad corporal o psíquica, o la libertad de otro componente de la misma familia, o que amenace gravemente el desarrollo de su personalidad
VIOLENCIA FAMILIAR
“toda agresión física o psíquica a una mujer, que sea susceptible de producir en ella menoscabo de su integridad corporal, de su libertad sexual, o cualquier otra situación de angustia o miedo que coarte su libertad. Así mismo, se considera violencia de género la ejercida sobre personas dependientes de una mujer cuando se agreda a las mismas con el ánimo de causar perjuicio a aquélla.”
(Ley 5/2005 Integral contra la Violencia de Género de la Comunidad de Madrid)
Violencia de Género
Importancia de la prevención.
La peligrosidad es el mejor predictor de la violencia futura.
Es la propensión de una persona a cometer actos violentos (Scott y Resnick, 2006).
Peligrosidad – Concepto legal con
implicaciones a nivel penitenciario.
Tendencia de los profesionales a exagerar la peligrosidad.
Instrumentos existentes para valorar el riesgo de comportamientos violentos.
La evaluación del riesgo debe efectuarse de manera científica, profesional y en el marco legal.
El riesgo puede ser evaluado de distintos modos y procedimientos.
Finalidad: clínica y /o jurídica
La valoración forense tiene como objetivo evaluar la capacidad criminal, asociada a diversos rasgos de personalidad (agresividad, indiferencia afectiva, egocentrismo y labilidad afectiva), así como la inadaptación social. Se basa en la entrevista clínica y en informaciones complementarias (Gisbert-Calabuig, 2004).
Riesgo de generar falsos negativos y positivos.
De la peligrosidad a la valoración del riesgo (continuo).
Diferencia entre las diversas formas de violencia (abuso sexual infantil).
Combinar las valoraciones clínicas con los procedimientos empíricos.
EVALUACIÓN DEL RIESGO
Agresiones ascendentes
Familias desadaptadas
Disciplina coercitiva
Poca vinculación afectiva
Conflictos conyugales
Hijos no deseados
Tamaño excesivo familiar
Aislamiento social de la familia
FACTORES DE RIESGO FAMILIARES. CONDUCTA DE VIOLENCIA
Edad, sexo, raza.
Posición en la estructura social.
Desempleo.
Pobreza.
Pérdida de rol.
Insatisfacción laboral.
Escasa integración social
Alta movilidad e inestabilidad
FACTORES DE RIESGO SOCIO-CULTURALES. CONDUCTA DE VIOLENCIA
el momento evolutivo y la situación personal del agresor
tipo de violencia
intencionalidad
repetición y consistencia en el tiempo,
agresión individual o en grupo
presencia de problemas de salud mental
daños producidos
actitud y comportamiento tras la agresión: arrepentimiento, motivación hacia la reparación del daño causado, etc..
Valoración clínica no estructurada
OBJETIVO:
Valorar el riesgo de conductas violentas de naturaleza física o sexual contra la pareja o ex pareja.
Contexto forense, penitenciario o clínico.
CONTENIDO:
20 ítems (factores de riesgo) agrupados en tres categorías: factores históricos (H), clínicos (C) y de riesgo futuro (R).
Incluye factores críticos.
Escala de chequeo de factores de riesgo.
NIVELES DE RESPUESTA:
Rango: 0 a 40.
No hay puntos de corte formales. Una puntuación superior a 19 anticipa reincidencia.
INSTRUMENTO DE EVALUACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA PAREJA
-SARA-
OBJETIVO:
Valorar el riesgo de violencia sexual en pacientes mentales y delincuentes adultos acusados de este tipo de delitos.
Contexto forense, penitenciario o clínico.
CONTENIDO:
20 ítems (factores de riesgo) agrupados en tres categorías: factores históricos (H), clínicos (C) y de riesgo futuro (R).
Incluye valoraciones de cambio en los factores de riesgo.
Escala de chequeo de factores de riesgo.
NIVELES DE RESPUESTA:
Rango: 0 a 40.
No hay puntos de corte formales. Pero una puntuación superior a 11 está asociada a la reincidencia.
INSTRUMENTO DE EVALUACIÓN DE LA VIOLENCIA SEXUAL - SVR-20
Ante un riesgo elevado de agresión:
Garantizar la seguridad de la potencial víctima/s
Plan de seguridad
Plan de autoprotección.
Informar.
Coordinación interinstitucional.
Valorar el riesgo de violencia.
Analizar el contexto y adaptarlo para que no suponga un factor de riesgo mas.
Pedir ayuda si se tiene miedo.
No normalizar y justificar ningún acto violento.
No minimizar los factores de riesgo ni las señales.
Establecer planes preventivos.
Desde la prevención (manejo del riesgo y la conducta violenta)
Mantener el equilibrio emocional y no responder a las provocaciones.
Permanecer en la situación de riesgo el menor tiempo posible.
Garantizar su propia seguridad y la de las personas que están cerca.
Pedir auxilio en caso de necesidad.
Avisar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en caso de necesidad.
No destruir ninguna prueba hasta que no lleguen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
Comunicar el incidente y/o denunciar.
Aplicar los planes diseñados.
Que hacer ante una situación de agresividad o episodio de violencia
Después de una situación de agresividad o episodio de violencia:
Analizar la situación.
Determinar los aspectos mejorables.
Identificar las lecciones aprendidas.
Incorporar cambios que permitan minimizar riesgos y aumentar habilidades para la gestión de estas situaciones
ha incorporado recientemente técnicas de predicción de la violencia como una nueva función complementaria a los tradicionales tratamientos de agresores y víctimas. Estas técnicas constituyen procedimientos que tienen como objetivo la estimación de la probabilidad de ocurrencia del comportamiento violento en el futuro que se pueden aplicar en numerosos contextos jurídico-penales y asistenciales. Así, servirán para que el juez tome las decisiones adecuadas (por ejemplo, suspensión condicional de la pena y sinónimo a un tratamiento reeducativo) teniendo en cuenta el riesgo estimado de reincidencia futura del agresor. En el ámbito penitenciario pueden facilitar la toma de decisiones en cuanto a la urgencia y necesidad de un tratamiento, la concesión de los permisos penitenciarios, el cambio de régimen o el acceso a la libertad condicional. La utilidad de la valoración del riesgo está directamente relacionada con la importancia de la gestión de la violencia en el ámbito profesional correspondiente. Naturalmente, es una tecnología imprescindible en la prevención de la violencia y de la protección de las víctimas (Echeburúa y Fernández-Montalvo, 2009; Echeburúa, Sarasua,
Zubizarreta y Corral, 2009).
La prevención de la violencia
En los últimos 20 años se han desarrollado nuevas técnicas para predecir la conducta violenta, todas ellas derivadas de un mejor conocimiento de la naturaleza y de los procesos asociados a la violencia.
Asimismo hemos asistido a la sustitución del término peligrosidad por
el de riesgo de violencia junto con el desarrollo de instrumentos para la
valoración del riesgo de violencia.
En este procedimiento, basado en la historia clínica o en la entrevista y los test y fundamentado mayoritariamente en diagnósticos psiquiátricos, se toma una decisión (juicio clínico o predicción) con arreglo a la información obtenida por el evaluador siguiendo el procedimiento propio de la clínica. Este procedimiento, aun siendo
el más frecuente, no sigue normas fijas o estables: las decisiones se ponderan a juicio discrecional del evaluador. Por ello, la estrategia clínica en este contexto es muy subjetiva. De hecho, presenta una fiabilidad interjueces baja y una fundamentación teórica débil. Se presupone —con mucha frecuencia erróneamente— que todas las
carreras violentas son estáticas, no modificables, y que las personas violentas están destinadas a comportarse de ese modo. Y, en cualquier caso, con este procedimiento es muy difícil reconstruir el proceso de toma de decisiones, en el caso de que se desee revisarlo (Elbogen, Calkins, Scalora y Tomkins, 2002; Maden, 2007).
Valoración clínica no-estructurada
Lo que identifica a la conducta violenta es la intención del agresor (deseo de causar daño) y los efectos sobre la víctima (lesiones, daños, sufrimiento, etc.). La atribución causal de la conducta violenta al agresor le ha conferido a éste una condición (la peligrosidad) que se considera inherente a su forma de ser o a su estado
psicopatológico. Así, el concepto de peligrosidad, aun siendo objeto de importantes críticas (Carrasco y Maza, 2005), es de ________________
uso muy frecuente en el entorno forense y penitenciario y constituye la base
para la aplicación de las medidas de seguridad.
“De la evaluación de la peligrosidad a la valoración del riesgo de violencia”
definida como la propensión de una persona a cometer actos violentos (Scott y Resnick, 2006), ha estado ligada a la enfermedad mental grave, a la historia criminal del sujeto y
a su nivel de adaptación social. ____________ es una categoría legal que delimita el riesgo de cometer delitos graves por parte de un delincuente (peligrosidad criminal) o por parte de un sujeto aún sin un historial delictivo (peligrosidad social). Así, _____________,independientemente de que derive de una enfermedad mental (tradición clínica) o de una historia criminal (tradición jurídica), se considera como el mejor predictor de la violencia futura.
La peligrosidad
se suele determinar por medio de la técnica clínico-forense o de la clasificación tipológica
realizada por medio de los perfiles delictivos. En el primer caso la valoración forense tiene como objetivo evaluar la capacidad criminal, asociada a diversos rasgos de personalidad (agresividad, indiferencia afectiva, egocentrismo y labilidad afectiva), así como la inadaptación social. Esta valoración forense está fundamentada en la entrevista con el paciente y en informaciones complementarias, como los expedientes judiciales o de los servicios sociales (Gisbert-Calabuig, 2004).
La atribución de peligrosidad a un sujeto
se trata de clasificar a un sujeto en un determinado perfil (agresor contra la pareja, agresor sexual, acosador escolar o laboral, etc.) en función de una serie de características psicológicas, sociales y biográficas. La estrategia de recurrir a perfiles-tipo para identificar la peligrosidad de un sujeto es muy popular, pero su popularidad contrasta con una baja precisión predictiva (Quinsey, Harris, Rice y Cormier, 1998).
En el caso de los perfiles delictivos
implica una capacidad de predicción limitada y origina dos tipos de errores. En el caso de los falsos negativos los sujetos son valorados como no-peligrosos y, sin embargo, cometen una conducta violenta grave, con las repercusiones que ello conlleva para las
víctimas. Y en el caso de los falsos positivos se identifica al sujeto como peligroso y, sin embargo, no cometerá conductas violentas futuras, con las consecuencias negativas que tiene para el sujeto (reclusión en régimen cerrado, ausencia de permisos penitenciarios, etc.). Los aciertos o los errores en la predicción de la violencia basados en el diagnóstico de la peligrosidad, dependen en buena medida de la experiencia de los profesionales, de la disponibilidad de técnicas de identificación y de la claridad con la que se puede
descubrir el atributo de peligrosidad (Andrés-Pueyo y Redondo, 2007).
Considerar la peligrosidad como la causa de la conducta violenta
control situacional (internamiento) y tratamiento terapéutico del sujeto peligroso, pero no ofrece nuevos recursos de gestión del riesgo. De ahí que se haya sustituido la identificación de la peligrosidad por la valoración del riesgo. A diferencia de la peligrosidad, que lleva a decisiones del tipo todo/nada en el pronóstico, el riesgo
de violencia es variable y específico y permite tomar decisiones graduadas y re-evaluables respecto al pronóstico futuro de violencia. Si bien es cierto que todos los tipos de violencia cuentan con elementos en común, no lo es menos que cada tipo de violencia (juvenil, de pareja, sexual, etc.) tiene sus propias claves, que hacen
de cada predicción un reto distinto. Así, la violencia ejercida en el pasado es un factor de riesgo común en todo tipo de violencia; sin embargo, las parafilias son un factor de riesgo para la violencia sexual, pero no para la violencia contra la pareja (Andrés-Pueyo y Redondo, 2007; Hart, 2001; Quinsey et al., 1998; Webster y Cox,
1997).
La atribución de peligrosidad a una persona concentra la estrategia de contención del riesgo en dos tipos de intervenciones
La predicción del riesgo está en función de la peligrosidad del agresor y de la vulnerabilidad de las víctimas, ambas en el marco de un contexto situacional específico. Para valorar el riesgo no necesitamos averiguar las causas de la violencia,
sino los factores de riesgo asociados a ella. El paso siguiente es gestionar el riesgo que refiere a la adopción de medidas de seguridad y de protección a la víctima en función de la valoración del riesgo (Andrés-Pueyo, 2009; Douglas, Ogloff y Hart, 2003).
Actualmente es preferible valorar el riesgo a diagnosticar peligrosidad
se basa en conocimientos empíricos y no sólo en intuiciones clínicas. El punto débil de éstas es que, por la variedad y simultaneidad con que se dan los factores de riesgo, son muy inestables y pueden inducir a error al clínico. La recogida de datos para la valoración del riesgo incluye entrevistas personales, evaluación psicológica y/o médica estandarizada, revisión de expedientes sociosanitarios y judiciales y obtención de información colateral (Webster, Douglas, Eaves y Hart, 1997).
Este proceso de recogida de información y las decisiones sobre la predicción del riesgo se pueden realizar por medio de procedimientos clínicos, procedimientos actuariales y procedimientos mixtos, que tienen en común tomar una decisión pronóstica a partir de la información relevante (factores de riesgo y protección) de cada comportamiento a predecir (violencia física, sexual, contra la pareja, etc.) (Hart, 2001).
La valoración del riesgo
“Valoración del riesgo de violencia: procedimientos clínicos y procedimientos actuariales”
Se trata de un procedimiento que emplea instrumentos objetivos ad hoc que permiten cuantificar el riesgo de violencia por medio de un registro detallado de los datos relevantes de la historia personal del sujeto. El evaluador obtiene la información requerida, bien entrevistando al sujeto o a otras personas relevantes, bien buscando en expedientes o ficheros (Harris y Rice, 2007). Los procedimientos actuariales implican también una ponderación adecuada de la importancia de cada información por medio de reglas matemáticas empíricamente sustentadas. Estas reglas permiten obtener
una puntuación de probabilidad determinada que refleja el riesgo de que suceda aquello que queremos predecir. En este enfoque no hay ningún modelo teórico que explique el porqué de las conductas violentas, lo único relevante es la probabilidad estimada de que
puedan ocurrir en el futuro (Hart, 1997; Quinsey et al., 1998).
Los protocolos actuariales se han diseñado con la finalidad de predecir el riesgo de comportamientos violentos específicos, en un período temporal concreto, para una población determinada y en un contexto sociocultural específico. Estos procedimientos aplican las reglas descubiertas en estudios grupales a los individuos. El riesgo de error es tanto mayor cuanto mayor sea la heterogeneidad de los individuos dentro de un grupo, lo que suele ocurrir, por ejemplo, en el caso de los agresores sexuales o de los maltratadores domésticos. Ésta es la limitación más importante de este procedimiento, que, no obstante, es de gran utilidad.
Valoración actuarial
Se trata de un procedimiento mixto «clínico-actuarial» del que forman parte aspectos propios de la valoración clínica (evaluación clínica estructurada y toma de decisión final) y de la actuarial (recogida e inclusión de datos predictores empíricamente verificados).
Este tipo de evaluación se realiza con la ayuda de las guías de valoración del riesgo, basadas en la investigación clínica y en los estudios epidemiológicos. El procedimiento es completo, pero requiere protocolizar el proceso de evaluación y adiestrar adecuadamente a los profesionales (Andrés-Pueyo y Redondo, 2007).
Lo más significativo es analizar los factores de riesgo asociados empíricamente a la violencia y contrastados clínicamente en un protocolo a modo de guía de valoración del riesgo. Ello facilita la toma de decisiones del profesional al disponer éste de una fuente de información relevante y necesaria. Las guías de valoración del riesgo son muy variadas y se ajustan a los diversos tipos de violencia (sexual, de género, etc.). Todas ellas presentan algunos aspectos comunes: a) están diseñadas para predecir un resultado concreto; b) están elaboradas para un intervalo temporal, una población determinada y un contexto sociocultural específico; y c) están encaminadas a la
gestión del riesgo (Hilton, Harris et al., 2006).
____________________ supone algo más que predecir la violencia futura. Así, al valorar la presencia e intensidad de los factores de riesgo estáticos y dinámicos (Andrews y Bonta, 2003), se pueden tomar diversos tipos de decisiones: a) proponer procedimientos de gestión del riesgo individualizados y apropiados al momento de la evaluación; b) iniciar la prevención de la violencia futura; c) desarrollar la protección de las víctimas por medio de la elaboración de planes específicos para el riesgo existente; y d) diseñar programas de tratamiento concretos en función de las características de los agresores. Todo ello constituye la gestión del riesgo.
Valoración basada en el juicio clínico estructurado
Entre las guías de valoración del riesgo actuales figuran algunas más genéricas, que están orientadas a la violencia física grave en pacientes psiquiátricos y reclusos
Assessing Risk for Violence (HCR-20) (Webster et al., 1997), la Psychopathy Checklist-Revised (PCL-R) (Hare, 1991) o, en un plano estrictamente actuarial, la Violent Risk Appraisal Guide (VRAG) (Harris, Rice y Quinsey, 1993, 2008; Quinsey et al., 1998).
Han surgido también otras guías referidas a tipos de violencia más específicos, que permiten, por ello, afinar la predicción y la gestión del riesgo de violencia. Así, por ejemplo, se han desarrollado escalas relacionadas con la violencia contra la pareja como
la Spousal Assault Risk Assessment Guide (SARA) o, en nuestro contexto y más recientemente, la Escala de Predicción de Riesgo de Violencia Grave contra la
Pareja (EPV)
Guía referida a la violencia sexual
Guide for Assessment of Sexual Risk Violence (SVR-20)
es una guía para predecir el riesgo de violencia física en pacientes mentales y reclusos violentos.
Su principal objetivo es identificar a pacientes con riesgo de violencia y funciona como una guía con la cual se alcanzan juicios probabilísticos sobre el riesgo de ocurrencia de violencia en el futuro. Incluye 20 factores de riesgo, a modo de ítems que el evaluador tiene que calificar, organizados en tres subescalas, que agrupan factores de riesgo pasados, presentes y futuros. Se incluyen factores de riesgo estáticos y dinámicos que permiten hacer evaluaciones repetidas en función de los cambios en las circunstancias personales o contextuales del evaluado. Se pueden establecer tres niveles de riesgo, sin referencia inicial a tablas, baremos o puntos de corte explícitos: bajo, moderado o alto (e inminente).
Desde su adaptación al español se han realizado numerosas aplicaciones profesionales y estudios que avalan su capacidad predictiva, que, en poblaciones psiquiátricas, alcanza una AUC de 0,732
(Arbach y Andrés-Pueyo, 2007).
El HCR-20
Violencia interpersonal inespecifica
es una escala actuarial para la valoración del riesgo de reincidencia violenta en pacientes mentales y en delincuentes en prisión o en cumplimiento de otras medidas penales. Su utilidad está circunscrita mayoritariamente al ámbito penitenciario. Consiste en un listado de 12 ítems (entre los que se incluye la valoración total de la PCL-R) relacionados con los aspectos biográficos y clínicos del evaluado. Estos ítems tienen una ponderación propia para cada uno de ellos y la suma total es la
variable predictora de reincidencia violenta futura. La puntuación global oscila entre un mínimo de -28 y un máximo de +33 y ofrece
resultados en percentiles, siendo su AUC de 0,76. Un estudio empírico demostró la utilidad de la VRAG en población penitenciaria española (Ballesteros, Graña y Andreu, 2006).
La VRAG
Violencia interpersonal inespecífica
es el instrumento de referencia en el
contexto profesional y científico para la valoración de la peligrosidad y del riesgo de violencia en delincuentes. Es una escala específicamente diseñada para poder evaluar la presencia de psicopatía por medio de informaciones procedentes de archivos penitenciarios y clínico-biográficos, de una entrevista semiestructurada y de la aplicación de los 20 ítems de la escala. Los ítems se corresponden en parte con los principales síntomas de este grave trastorno de personalidad, que tanta relevancia tiene en la estimación de los problemas antisociales y violentos.
Se trata de una escala actuarial que incluye ítems relacionados con la vida afectiva, las relaciones interpersonales y los hábitos
antisociales, así como con algunos aspectos de la biografía personal y delictiva del evaluado. Sus niveles de fiabilidad y validez
están muy contrastados, así como su capacidad predictiva de la conducta violenta, que se puede establecer en torno a un valor de
AUC de 0,80.
Su empleo es muy extenso y ha dado lugar a una serie de versiones relacionadas para tareas como el cribado (PCL-SV) o la valoración de la psicopatía en jóvenes (PCL-YV y APSD). Existe incluso una versión reciente en formato de auto-informe (PCL-Self).
En España se han adaptado las versiones PCL-R (Moltó, Poy y Torrubia, 2000), PCL-SV, PCL-YV y APSD principalmente por los
grupos dirigidos por los profesores Torrubia y Moltó y por el profesor Garrido. Se ha publicado recientemente la ________baremada
en España por TEA.
La PCL-R (Hare, 1991)
Violencia interpersonal inespecífica
tiene como objetivo facilitar a los profesionales un instrumento de valoración de eficacia contrastada (AUC de 0,82) para valorar el riesgo de violencia grave (esencialmente física y sexual) contra la pareja o ex pareja. Esta guía se puede aplicar en diversos contextos: demandas civiles que enfrentan a las parejas o ex parejas, litigios por la custodia de los hijos,
denuncias penales por malos tratos, valoración del riesgo de reincidencia, estimación del riesgo de violencia física inminente, etc.
Esta guía se ajusta adecuadamente a las exigencias que la actual Ley Integral de Violencia de Género (1/2004) requiere.
La guía se presenta con el formato de un pequeño libro que se adjunta al protocolo de valoración. Se ha comprobado su utilidad en España en contextos penitenciarios y forenses. Este instrumento consta de 20 ítems, divididos en varias categorías y relacionados con factores de riesgo de criminalidad y específicos
de violencia contra la pareja. Asimismo dispone de un procedimiento especial de valoración cualitativa de riesgo para situaciones especiales y de gran valor pronóstico. No dispone de tablas de valoración cuantitativa y, al igual que el HCR-20 y el SVR-20, sus
juicios de pronóstico final son bajo, moderado o alto (inminente), pero añade a la valoración la indicación de si ese riesgo es exclusivamente en relación a su pareja o a otros miembros de la familia.
La SARA
Violencia contra la pareja
Violencia interpersonal especifica