Disociación Flashcards
¿Qué es la disociación?
- La disociación estructural, como la definen los autores (Van der Hart et al., 2004), se refiere a una organización de los sistemas psicobiológicos que conforman la personalidad de una persona traumatizada.
- Esta organización no es aleatoria, sino que sigue ciertas “líneas de fractura” evolutivas dentro de la estructura de la personalidad, como lo describieron psiquiatras franceses del siglo XIX.
- Janet, uno de los pioneros en estudiar la disociación, indicó que esta ocurre cuando hay una división entre “sistemas de ideas y funciones que constituyen la personalidad” (Janet, 1907).
- La personalidad, entonces, se compone de distintos subsistemas que funcionan de manera coordinada bajo condiciones normales.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Sistemas de acción
- Estos son subsistemas psicobiológicos que cumplen funciones específicas dentro de la personalidad, como la aproximación a estímulos atractivos (comida, compañía) o la evitación de estímulos aversivos (amenazas).
- Estos sistemas son cruciales para determinar las respuestas adaptativas ante el entorno y están organizados para maximizar la supervivencia y el bienestar.
- Las acciones mentales y conductuales de las personas se organizan alrededor de estos sistemas, lo que les permite actuar de manera adaptativa en situaciones de la vida cotidiana o en situaciones de amenaza.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Partes disociativas
- Los individuos traumatizados a menudo presentan una división disociativa que puede incluir una “parte aparentemente normal” (PAN) y una “parte emocional” (PE).
- La PAN es responsable de funcionar en la vida cotidiana, mientras que la PE mantiene los recuerdos y emociones traumáticas.
- Esta disociación primaria se observa en trastornos como el trastorno por estrés postraumático (TEPT) y algunos trastornos disociativos.
PAN= Parte Aparentemente Normal
La PAN es aquella parte de la personalidad que se encarga de la vida cotidiana y de las actividades normales. Esta parte busca continuar con la vida evitando, en la medida de lo posible, los recuerdos traumáticos y las emociones abrumadoras. Las personas que operan predominantemente desde su PAN se enfocan en tareas diarias, responsabilidades laborales, relaciones sociales y otras actividades que les ayudan a mantener una fachada de normalidad.
Propósito de la PAN: La función principal de la PAN es mantener la rutina diaria sin verse abrumada por las emociones o los recuerdos relacionados con el trauma. En esencia, intenta proteger al individuo al desconectarse de las emociones traumáticas.
Ejemplo: Una persona que sufrió un trauma severo puede seguir con su vida cotidiana (trabajo, estudios, relaciones) y aparentar normalidad. Sin embargo, esta parte evita conscientemente enfrentar o recordar el trauma. Este es el caso de la “niña de día” en el relato de Marilyn Van Derbur, quien, aunque víctima de abusos, funcionaba durante el día con una actitud retraída y amnésica.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
PE= Parte Emocional
- La PE es la parte de la personalidad que está directamente conectada con las emociones, los recuerdos y las sensaciones traumáticas. Esta parte se “activa” en situaciones que desencadenan recuerdos del trauma o durante momentos de estrés emocional. A diferencia de la PAN, la PE está más centrada en la defensa, la huida o la lucha, respondiendo a las amenazas que percibe.
- La PE es donde se experimentan y almacenan los sentimientos intensos y las respuestas emocionales traumáticas.
- Además de los mecanismos de defensa relacionados con la huida o la lucha, las PE también están mediadas por defensas cognitivas como la negación y la represión. Estas defensas contribuyen a mantener las partes emocionales separadas del acceso consciente de la PAN. Es decir, las PE pueden desarrollar sistemas de creencias basados en la negación de ciertos aspectos del trauma, lo que impide que se integren completamente en la conciencia.
Propósito de la PE: La PE se encarga de procesar las emociones y defender al individuo durante una amenaza. Cuando se activa, la persona puede revivir el trauma a través de flashbacks, emociones abrumadoras, miedo o reacciones emocionales intensas.
Ejemplo: En el caso de Marilyn Van Derbur, la “niña de noche” representaba su PE, ya que era la parte que enfrentaba los abusos y contenía las emociones intensas y la defensa.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Relación entre la PAN y la PE
- Ambas partes de la personalidad se encuentran separadas entre sí en personas que sufren disociación.
- La PAN y la PE funcionan de manera independiente, con poca o ninguna comunicación entre ellas, lo que provoca un desajuste y una falta de cohesión en la personalidad. Esto hace que la persona viva en una tensión constante, oscilando entre momentos en los que parece estar completamente “normal” y momentos en los que se activa la PE, trayendo consigo síntomas disociativos, flashbacks o emociones incontrolables.
PAN y PE como mecanismos de defensa:
* La PAN representa la defensa contra el trauma al evitar los recuerdos y las emociones, mientras que la PE está más vinculada a la defensa directa frente a amenazas percibidas o experiencias traumáticas.
Riesgo de aislamiento: Este tipo de división disociativa impide que la persona pueda procesar completamente el trauma. La PAN se desvincula de la PE, lo que evita que la persona integre los recuerdos traumáticos en su vida consciente. Esto puede llevar a que los síntomas disociativos persistan y la persona se sienta “desconectada” de su propia experiencia emocional.
Complejidad de la disociación
* * * La disociación entre la PAN y la PE puede variar en complejidad. En casos de disociación estructural primaria, la división es relativamente simple, con una única PAN y una única PE. Sin embargo, en casos más complejos, como en la disociación estructural secundaria o terciaria, puede haber múltiples PE y, en los casos más graves, múltiples PAN, lo que puede llevar a diagnósticos como el trastorno de identidad disociativo (TID).
En el tratamiento
* El tratamiento de la disociación estructural requiere abordar tanto a la PAN como a la PE. La terapia se centra en ayudar a la persona a reconectar estas partes disociadas de su personalidad, permitiendo que la PAN reconozca y procese los recuerdos y emociones que están en la PE, de manera que se pueda lograr una mayor integración de la personalidad y una resolución del trauma.
En resumen, la PAN y la PE son partes disociadas de la personalidad en individuos traumatizados. Mientras que la PAN busca la normalidad y la evitación del trauma, la PE está atrapada en las emociones y respuestas de defensa asociadas con el trauma. El objetivo en la terapia es restaurar la integración entre ambas para que el individuo pueda funcionar de manera más coherente y saludable.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Tipos de PANs y PEs: La “personalidad invitada”
Definición de “Personalidad Invitada”:
* En estudios sobre TDI, la “personalidad invitada” o “invitado” se refiere a la Parte Aparente Normal (PAN) que controla la mayor parte del tiempo y que se ocupa de la vida diaria sin tener plena conciencia de los traumas vividos. En disociaciones complejas, la PAN es vista como el “invitado” aunque en realidad, no existe una “personalidad original” íntegra, ya que la personalidad está dividida en varias partes disociativas.
Función del “Invitado”:
* La función principal del “invitado” es mantener una apariencia de normalidad en la vida cotidiana. Sin embargo, este “invitado” puede no estar al tanto de la existencia de otras partes disociativas o de los recuerdos traumáticos. Esta ignorancia, que algunos textos llaman “no darse cuenta” o “nonrealization”, puede ser tan fuerte que incluso, cuando se enfrenta con evidencia de su disociación, el “invitado” puede rechazar el tratamiento.
Ejemplo de disociación como “fachada social”:
* Algunos pacientes desarrollan varias PANs que trabajan como un equipo para mantener una “fachada social” y ocultar la disociación profunda. En el libro, se menciona el caso de Lena, quien tenía varias PANs con nombres y características levemente distintas, todas colaborando para que nadie notara su trastorno disociativo.
Variantes del “Invitado” con rasgos de PE:
* En casos en los que el paciente ha sufrido abandono y abuso desde temprano, la PAN puede estar “contaminada” por los sistemas de defensa, ya que no ha sido posible formar una PAN exclusivamente dedicada a la vida cotidiana. Esto significa que algunas PANs pueden tener características defensivas típicas de una Parte Emocional (PE), como miedo o hipervigilancia, debido a la imposibilidad de separar por completo los recuerdos traumáticos.
Consciencia y Negación Activa del “Invitado”:
* En muchos casos, el “invitado” tiene un conocimiento parcial de otras partes de la personalidad. Sin embargo, la negación activa es común; el “invitado” puede rechazar conscientemente la existencia de otras partes. En lugar de que estas partes se escondan del “invitado”, es el propio “invitado” quien ignora o niega su existencia para preservar su sentido de normalidad.
En resumen, la “personalidad invitada” en el TDI funciona para mantener la apariencia de normalidad y está en una constante lucha entre el conocimiento limitado de otras partes y la negación activa de estas. La configuración de las PANs y PEs varía, dependiendo del tipo de trauma y el tiempo que ha transcurrido desde que ocurrió, creando en muchos casos una compleja estructura interna destinada a proteger al individuo del sufrimiento asociado con los recuerdos traumáticos.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Tipos de PANs y PEs: Partes infantiles de la personalidad
Frecuencia y naturaleza de las partes infantiles (PEs):
* Las partes infantiles son comunes en casos de maltrato infantil crónico y abandono, tanto en la disociación secundaria como en la terciaria. Estas PEs suelen mostrar miedo y desconfianza, y algunas también tienen una conducta “pegajosa” y necesitada. Esta necesidad intensa y ansiosa se basa en un estilo de apego inseguro y dependiente, donde el sistema defensivo del “llanto de apego” se activa para buscar seguridad en otros.
Percepción limitada del mundo:
* El foco de estas partes infantiles está en identificar señales de amenaza o de apego. Esto puede hacer que vean al terapeuta como un potencial agresor, pero también como una figura de consuelo, mostrando así una relación ambivalente. Estas PEs infantiles suelen quedarse fijadas en el periodo de trauma y, debido a su estado de inconsciencia, pueden verse a sí mismas literalmente como niños sin reconocer la realidad adulta del individuo.
Idealización y rechazo de la realidad:
* Las partes infantiles pueden idealizar a sus agresores, lo que indica una negación extrema de sus experiencias traumáticas. En algunos casos, incluso niegan tener los mismos padres que otras partes de la personalidad, rechazando cualquier conexión con los eventos dolorosos. Esto refleja su incapacidad de integrar los eventos traumáticos y les impide afrontar la realidad de su historia.
PANs infantiles y sistemas de acción inmaduros:
* Algunas de las PANs pueden tener características infantiles, especialmente aquellas relacionadas con el juego, la exploración y la vinculación. Estas PANs infantiles suelen quedarse “fijadas” en un estado de desarrollo temprano, y pueden mostrar una ilusión de consuelo. Esta fijación evita que perciban las dificultades crecientes de su entorno, como en el caso de Frances, una parte llamada “Play”.
Ejemplo de Frances: Parte “Play”:
* Frances tenía una PE llamada “Play” que disfrutaba del juego y aborrecía cualquier actividad laboral. Esta parte no reconocía los abusos que había sufrido y, cuando surgía el tema, simplemente intensificaba su actitud juguetona y hablaba de cosas divertidas. “Play” representa cómo el juego no solo sirve como un mecanismo de desconexión de los recuerdos traumáticos, sino que también se convierte en una defensa para no tomar conciencia de la realidad del abuso.
Ejemplo de Lilly: Juego como mecanismo de recreación y defensa:
* Lilly tenía una PE infantil que buscaba constantemente jugar en terapia. En su infancia, había sido abusada sexualmente bajo la apariencia de juegos con un enfermero. Esta PE veía el juego como una forma de obtener placer y también como un mecanismo para protegerse de la invasión sexual. En la terapia, Lilly revivía estos patrones con el terapeuta, intentando mantener la relación a nivel de juego sin permitir que se profundizara en aspectos dolorosos de su pasado.
Resumen
Estas partes infantiles de la personalidad son producto de mecanismos de defensa activados frente al trauma y al abandono. Su desconexión con la realidad, junto con un enfoque casi exclusivo en el apego y las amenazas, revela su papel de proteger al individuo del dolor a través de una negación persistente y una ilusión de seguridad. Los casos de Frances y Lilly ilustran cómo estas partes infantiles buscan consuelo en actividades evasivas como el juego, evitando reconocer los abusos y el trauma de su historia personal.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Tipos de PANs y PEs: Las partes protectoras
Tipos de Partes Protectores y sus Funciones
El texto identifica tres tipos de Partes Emocionales (PEs) protectoras que tienen la función de “proteger” al individuo traumatizado, aunque cada una lo hace de manera diferente:
1. Partes disociativas atacantes: Actúan de forma activa y ofensiva para proteger a la persona de lo que perciben como amenazas, ya sean externas o internas. Estas partes protectoras se activan como una “defensa” ante cualquier cosa que perciban como una amenaza. Su misión es proteger al individuo de situaciones que creen que pueden hacerle daño. Actúan de forma activa y ofensiva. Esto significa que se comportan de manera desafiante o agresiva, como si estuvieran listas para “atacar” ante cualquier señal de peligro, incluso si este peligro es solo percibido y no real. Ejemplo: Si un terapeuta trata de acercarse emocionalmente al paciente, esta parte atacará con conductas hostiles o despectivas para evitar el apego, que interpreta como una amenaza de dependencia o vulnerabilidad. En terapia, una parte atacante puede decir cosas como: “No necesito nada de usted. ¡Déjeme en paz!” Esto refleja su creencia de que no necesitan ayuda y su deseo de mantener la distancia para no volverse vulnerables.
1. Partes disociativas persecutorias: Adoptan la identidad del agresor original, internalizándola y dirigiendo sus acciones hostiles hacia la persona misma, como si esta fuera su propio enemigo. En lugar de “atacar” hacia afuera, estas partes dirigen su hostilidad hacia el individuo mismo. Es como si la persona tuviera un “enemigo interno” que le dice cosas negativas o actúa de forma autodestructiva. Ejemplo: Si alguien fue maltratado de niño y una parte persecutoria se activa, esta parte podría decirle cosas muy críticas o crueles a la persona, como: “Eres débil” o “Todo es culpa tuya”. A veces, esta parte incluso revive las experiencias traumáticas desde la perspectiva del agresor, manteniendo el ciclo de abuso internamente. Es una forma de protegerse de reconocer que fue víctima, ya que aceptar ese dolor puede resultar devastador.
1. Partes observadoras o cuidadoras: A diferencia de las anteriores, este tipo de protector muestra una actitud más constructiva y observadora, ayudando de manera funcional, aunque su capacidad para adaptarse a la vida cotidiana puede ser limitada y rara vez ocupa un papel significativo en la personalidad del paciente. Su acción es menos agresiva y más orientada a cuidar o proteger de manera saludable. Estas partes se interesan por las necesidades de las otras partes disociativas y tratan de mantener cierta estabilidad en la personalidad. Sin embargo, suelen enfocarse más en cuidar a otros que en cuidar de sí mismas. Ejemplo: En terapia, una parte cuidadora podría ayudar a calmar al paciente cuando se siente ansioso, pero podría agotarse fácilmente si se involucra demasiado. Estas partes tienen una función limitada y rara vez tienen un rol dominante en la vida cotidiana del paciente; más bien, aparecen en momentos específicos para tratar de mantener el control y la paz en el sistema de la personalidad. Otro ejemplo: En una situación de estrés, una parte cuidadora podría calmar a una parte infantil que está angustiada o asustada, o intentar contener la ira de una parte atacante. Sin embargo, al estar enfocadas solo en esta función de “control”, estas partes no suelen buscar actividades positivas o de crecimiento personal, como el juego, la exploración o el desarrollo de relaciones, que ayudarían al “yo” completo a sanar.
Características y Conductas de las PEs Defensivas
Fijación en el Subsistema Defensivo de “Ataque”:
* Tanto las partes atacantes como las persecutorias están profundamente condicionadas por el subsistema defensivo del ataque. Su propósito es regular las intensas emociones de rabia y agresividad y evitar que el individuo se sienta herido, vulnerable, avergonzado o asustado.
* Sin embargo, el condicionamiento de estas partes es tan generalizado y rígido que perciben como amenaza prácticamente cualquier situación. Esto incluye el contacto con el terapeuta, ya que estas PEs suelen reaccionar automáticamente para evitar relaciones de apego, dependencia o expresar necesidades emocionales, las cuales interpretan como señales de debilidad o peligro.
PEs Atacantes: Actitud y Creencias Defensivas
Construcción de una Identidad Fuerte y Amenazante:
* Las PEs atacantes se presentan como figuras resistentes y autosuficientes. Tienden a construir una identidad fuerte como mecanismo de defensa, viéndose a sí mismas como “invulnerables”, fuertes y capaces de reaccionar con violencia si es necesario. Estas creencias sustitutas (o defensivas) cumplen la función de proteger a la persona, pero también impiden el contacto con el dolor subyacente del trauma.
En el contexto terapéutico, estas partes se manifiestan como figuras “duras” o intimidantes, a veces como un niño desafiante o un hombre adulto fuerte, lo que se expresa en frases despectivas o de autosuficiencia hacia el terapeuta, como: “No necesito nada de usted, ni ellos (otras partes) tampoco lo necesitan. ¡Así que mejor déjelos solos!”.
PEs Persecutorias: Identificación con el Agresor y Hostilidad Interna
Internalización del Agresor:
* Las PEs persecutorias se caracterizan por una identificación extrema con los agresores que traumatizaron al individuo. Esta identificación o “introyecto” permite que estas partes adopten el rol de los abusadores, actuando como si fueran el propio agresor. Esta es una forma de “creencia sustituta” que, aunque delirante, permite evitar el dolor de haber sido víctima al asumir la postura del agresor.
* Estas partes pueden llegar a negar completamente la realidad de su victimización, convencidas de que su rol es atacar o castigar, como lo hacía el agresor. Actúan entonces como una especie de agresor interno, atormentando a la persona a través de pensamientos y acciones autodestructivas, perpetuando el ciclo de maltrato psicológico desde el interior.
Escenificación del Trauma Desde la Perspectiva del Agresor:
* Las PEs persecutorias no solo internalizan el rol del agresor, sino que también pueden recrear las experiencias traumáticas desde el punto de vista del abusador, lo que perpetúa la relación abusiva a nivel interno. Un ejemplo en el texto muestra cómo un paciente, durante una experiencia abusiva, se “convirtió” en el agresor para aliviar el dolor. Aunque este paciente era consciente de que no era realmente el agresor, le resultaba imposible reconectarse con el niño vulnerable que había sido. Esta falta de conexión con la parte herida bloquea la integración y perpetúa la disociación.
Conductas Autodestructivas y Acting-Out en Terapia
* Tanto las partes atacantes como las persecutorias suelen manifestarse de manera autodestructiva. Estas PEs pueden tomar control sobre la personalidad, generando episodios en los que el individuo se autolesiona (como cortarse o mutilarse). Estas conductas pueden desencadenarse espontáneamente, dejando a la Parte Aparente Normal (PAN) con amnesia o sin control sobre lo que ha sucedido.
* Además, estas partes pueden expresar su hostilidad mediante episodios de acting-out en la relación terapéutica, complicando la dinámica con el terapeuta al replicar patrones de agresión o desconfianza que provienen del trauma pasado. La PAN puede no ser plenamente consciente de estos episodios, lo que refleja la desconexión interna típica de la disociación estructural.
Partes Cuidadoras y Observadoras: Un Enfoque Alternativo de Protección
Rol de las Partes Cuidadoras:
* Las partes cuidadoras, a diferencia de las atacantes o persecutorias, tienen un enfoque más positivo en la protección. Están mediadas por el sistema de acción de “cuidados” y su objetivo es ayudar a regular las otras PEs y mantener cierta estabilidad en la personalidad. Sin embargo, aunque estas partes tienen buenas intenciones, carecen de habilidades para el autocuidado y tienden a agotarse rápidamente, ya que su atención está dirigida principalmente a las necesidades de los demás.
Limitaciones y Peligro de una Dependencia Terapéutica:
* Estas partes pueden volverse una “muleta” en el proceso terapéutico si el terapeuta se apoya demasiado en ellas para interactuar con el paciente, ya que ello puede reforzar una visión limitada del campo de conciencia, centrada solo en el sistema de acción de los cuidados. Esta dependencia reduce la integración de otros sistemas de acción esenciales para una vida equilibrada, como el juego o la exploración.
Resumen Final
Las partes protectoras en el trastorno de disociación compleja representan diversas facetas de la defensa psicológica ante el trauma.
Las PEs atacantes y persecutorias reaccionan de manera extrema, con conductas autodestructivas y creencias rígidas que evitan el dolor de la victimización.
Las partes cuidadoras, aunque menos destructivas, están limitadas en su capacidad de adaptación y autocuidado.
En la terapia, es esencial trabajar con estas partes para que aprendan a regular su agresividad y encontrar maneras menos dañinas de proteger al individuo, favoreciendo una mayor integración de la personalidad y un funcionamiento más adaptativo en la vida cotidiana.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Síntomas Disociativos: Negativos
Síntomas negativos
Son manifestaciones de pérdida o desconexión de funciones mentales, como:
Amnesia disociativa: Una parte de la personalidad no tiene acceso a un recuerdo, aunque otra sí.
* Incapacidad para concentrarse en el presente.
* Dificultad para controlar la propia conducta.
* Estos síntomas son característicos de la parte aparentemente normal de la personalidad (PAN), que tiende a evitar recuerdos y emociones relacionadas con el trauma. Janet señaló que los síntomas negativos son más persistentes y duraderos en el tiempo.
Ejemplo clínico:
* Una persona con amnesia disociativa podría ser incapaz de recordar detalles de un evento traumático durante una conversación, pero puede recuperar el acceso a esos recuerdos al revivirlos en un flashback.
* Amnesia selectiva: Un individuo no puede recordar detalles de una agresión que vivió, pero sí tiene fragmentos emocionales como miedo o angustia.
* Apatía emocional: Una persona puede sentirse desconectada de sus emociones, incapaz de reaccionar ante situaciones que normalmente serían significativas.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Síntomas Disociativos: Positivos
Síntomas positivos
Representan intrusiones de fenómenos mentales o físicos, como:
- Recuerdos traumáticos intrusivos (flashbacks).
- Voces internas asociadas a otras partes de la personalidad.
- Emociones abrumadoras o percepciones irracionales.
Estos síntomas son comunes en la parte emocional de la personalidad (PE), que está activada por el trauma y puede invadir la PAN o incluso otras PEs en casos complejos.
Ejemplo clínico:
* Un paciente con TEPT puede experimentar un flashback en el que reviva la escena traumática como si estuviera ocurriendo en el presente, con imágenes, sonidos y emociones intensas.
* Voces internas: Una paciente puede oír una “voz” que representa una PE crítica que la culpa por el trauma.
* Intrusiones visuales: Un sobreviviente de abuso puede ver repetidamente la imagen de su agresor.
Históricamente, figuras como Janet y Myers reconocieron tanto los síntomas positivos como negativos. Sin embargo:
En décadas recientes, la literatura sobre el trauma se ha centrado más en los síntomas negativos, especialmente en el contexto del TEPT.
Los síntomas positivos, como flashbacks o intrusiones, se consideran con menor frecuencia dentro del ámbito disociativo, a pesar de su clara relación.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Teoría de la disociación estructural
- La disociación estructural implica una organización específica de los sistemas psicobiológicos de la personalidad en función de la adaptación evolutiva del ser humano. Según esta perspectiva, la personalidad está organizada en dos grandes sistemas: uno para manejar la vida cotidiana y otro para responder a amenazas. Esta división es lo que llamamos “disociación estructural”.
- Esta teoría se basa en el concepto de que, ante eventos traumáticos, la personalidad se divide para proteger la conciencia del individuo de experiencias abrumadoras, creando sistemas de acción separados.
- Por ejemplo, la ex Miss América Marilyn Van Derbur (2004) ilustra cómo su personalidad se dividía entre la “niña de día”, que era retraída y centrada en la vida normal, y la “niña de noche”, que enfrentaba los abusos. Este caso representa la disociación primaria de la personalidad: una parte de la personalidad actúa normalmente, mientras que otra parte contiene la experiencia traumática.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Disociación estructural primaria
Se refiere a la forma más básica de disociación estructural, en la que la personalidad se divide entre una parte aparentemente normal (PAN) que se encarga de la vida cotidiana y una parte emocional (PE) que contiene las reacciones traumáticas.
La disociación estructural primaria se asocia con:
* Tipos simples de trastorno por estrés agudo
* Tipos simples de trastorno por estrés postraumático
* Tipos simples de trastornos disociativos, DSM-IV
* Tipos simples de trastornos disociativos de los movimientos y las sensaciones, CIE-10
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Disociación estructural secundaria
Es una forma más compleja de disociación, en la cual hay múltiples PE (partes emocionales) que se encargan de diferentes respuestas defensivas al trauma, como huir, congelarse o luchar. La PAN sigue siendo una, pero las PE se multiplican.
Las partes emocionales de la personalidad pueden ser máscomplejas y autónomas que las observadas en la disociación estructural primaria. Estas PEs pueden adoptar características como nombres, edades y sexos distintos, y pueden incluso llegar a dominar la conciencia y la conducta. Sin embargo, su autonomía tiende a ser desadaptativa, ya que están dirigidas principalmente por mecanismos de defensa como la huida, lucha, o paralización ante amenazas percibidas.
Las PEs en la disociación estructural secundaria pueden ser extremadamente autónomas, pero están gobernadas principalmente por defensas desadaptativas, lo que dificulta la funcionalidad y la integración en la vida diaria.
Las PEs que surgen en respuesta a traumas prolongados no suelen ser funcionales en la vida cotidiana. Sus acciones están orientadas a la defensa y no a la adaptación, lo que hace que sean ineficaces para resolver los problemas actuales. Este tipo de disociación secundaria genera una desconexión entre las acciones defensivas de las PEs y las demandas reales del entorno.
Los autores citan un ejemplo de Marta, una paciente que sufría trastorno límite de la personalidad y trastorno de estrés postraumático complejo. Marta tenía una PE que se encolerizaba fácilmente, otra que se paralizaba de terror, y otra que estaba constantemente alerta frente a peligros. Además, tenía una PAN que funcionaba bien en el trabajo, siempre y cuando no se sintiera amenazada por las relaciones interpersonales. Este ejemplo ilustra cómo las personas con disociación estructural secundaria pueden tener múltiples PE que les dificultan un funcionamiento adaptativo coherente.
Ejemplo Clínico - Brenda: Se presenta el caso de Brenda, una paciente que sufrió abusos durante su infancia. Brenda tiene varias PEs, cada una con un rol específico en su respuesta al trauma. Una PE se vuelve agresiva y afecta su trabajo, otra responde con terror a las interacciones sexuales con su esposo, y una tercera PE intentó suicidarse en varias ocasiones. En este caso, Brenda, como PAN, es consciente de algunos de estos episodios, pero siente que no tiene control sobre ellos, lo que demuestra el grado de fragmentación y falta de integración entre las diferentes partes de su personalidad.
La disociación estructural secundaria está más asociada a trastornos más complejos como:
* Trastorno por estrés postraumático, tipo complejo
* Trastornos por estrés grave no especificado en otros apartados
* Trastornos disociativos no especificados en otros apartados
* Trastorno límite de la personalidad relacionado con experiencias
* traumáticas
* Trastornos disociativos complejos de los movimientos y las sensaciones, CIE-10
Tratamiento: Desde el punto de vista terapéutico, el manejo de la disociación estructural secundaria requiere identificar no solo las partes disociativas, sino también las interacciones defensivas entre ellas. El tratamiento se enfoca en ayudar al paciente a reconocer estas partes y sus defensas, facilitando una reintegración gradual de las experiencias emocionales en la vida consciente. Este proceso, aunque desafiante, es crucial para que el paciente pueda superar la fragmentación de la personalidad y desarrollar un sentido de identidad más cohesivo.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Disociación estructural terciaria
El nivel más complejo de disociación, en el cual tanto las PAN como las PE se dividen en múltiples partes, lo que caracteriza casos graves de trastorno disociativo de identidad (TDI). En estos casos, las diferentes partes de la personalidad pueden volverse muy elaboradas y actuar de forma independiente.
En esta forma de disociación, las partes disociativas, tanto PAN como PE, pueden volverse altamente elaboradas y autónomas, adoptando características propias como diferentes nombres, edades, sexos o preferencias. Esta complejidad implica que las distintas partes de la personalidad pueden funcionar de manera separada, como si fueran distintas personas dentro de un mismo individuo.
Los autores hacen referencia a cómo, en los casos graves de disociación terciaria, las partes disociativas pueden volverse independientes y generar una vida propia, creando una fragmentación profunda en la personalidad del individuo.
La disociación estructural terciaria está vinculada con:
* Trastorno disociativo de la identidad
Orígenes del Desarrollo de Múltiples PANs
* La creación de múltiples PANs se explica como una respuesta de supervivencia en la infancia, donde el niño, falto de apoyo emocional y expuesto a abusos constantes, fracasa en la integración de los sistemas de acción necesarios para la vida cotidiana. Este proceso lleva a que diferentes aspectos de su vida cotidiana queden disociados en partes separadas, cada una encargada de funciones específicas como el trabajo, las relaciones interpersonales o el autocuidado. Esta multiplicidad en las PANs refleja una estructura de personalidad fragmentada y altamente especializada.
* La existencia de varias PANs y PEs en la disociación terciaria implica que diferentes partes de la personalidad gestionan distintos ámbitos de la vida cotidiana. Por ejemplo, una PAN puede ocuparse exclusivamente de las interacciones sociales, mientras otra se encarga del cuidado de los hijos. Esta división es necesaria para sobrellevar la carga emocional y psicológica del trauma, permitiendo que cada parte mantenga un enfoque limitado en su función específica sin quedar abrumada por las emociones y memorias asociadas a otras áreas de la vida
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Orígenes de la disociación estructural secundaria y terciaria
- Los orígenes de la disociación estructural secundaria y terciaria se remontan a una combinación de factores, destacando la exposición temprana, grave y crónica al trauma en la infancia. Esta forma avanzada de disociación se explica por una serie de elementos interconectados, entre ellos el desarrollo y madurez mental del individuo, la intensidad y duración de la traumatización, factores genéticos, el apoyo social y el apego seguro, la interrupción del desarrollo infantil, y la regresión en las habilidades de afrontamiento del niño frente a las experiencias cotidianas.
- Estudios como los de Cohen et al. (2002) y Draijer y Langeland (1999) muestran que los abusos físicos y sexuales, junto con el abandono, están fuertemente asociados con síntomas disociativos graves. La disociación estructural secundaria y terciaria tiende a emerger con mayor frecuencia en niños pequeños, especialmente cuando la falta de apoyo y el abuso son persistentes y forman parte de la vida diaria.
- La disociación estructural terciaria es comúnmente resultado de una traumatización severa que ocurre antes de los ocho años y que es constante en la vida del niño. En esta forma de disociación, no solo se observa una división en las partes defensivas, sino que también pueden desarrollarse múltiples PANs, cada una encargada de diferentes áreas de la vida cotidiana y totalmente desconectadas entre sí. Este tipo de disociación está generalmente vinculado a condiciones como el Trastorno Disociativo de la Identidad, donde la personalidad está dividida en partes con diferentes nombres, roles e identidades.
Ejemplos de Disociación Secundaria y Terciaria
* Disociación Secundaria: Marta, diagnosticada con TEPT complejo y trastorno límite de la personalidad, tenía diversas partes disociativas. Una se enfurecía ante el menor desaire, otra se paralizaba de terror, una tercera estaba en constante alerta, y una cuarta buscaba cuidados. En la vida cotidiana, una única PAN podía desempeñarse bien en el trabajo, siempre y cuando las relaciones interpersonales no fueran percibidas como amenazantes. Este es un ejemplo de disociación secundaria, donde la defensa frente a las amenazas se divide en varias partes, cada una con una respuesta específica.
- Disociación Terciaria:En casos de disociación estructural terciaria, una persona podría tener múltiples PANs y PEs (Partes Emocionales), cada una con identidad, función y características únicas. Esta forma extrema de disociación es observable en el Trastorno de Identidad Disociativo, donde diferentes partes disociativas no solo tienen roles específicos, sino que pueden presentar nombres, edades y rasgos de personalidad propios, funcionando como identidades autónomas.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Disociación estructural terciaria y Apego Traumático
Hipótesis Evolutiva y Apego Traumático
* Se propone que la disociación estructural terciaria tiene raíces en la incapacidad del niño traumatizado para construir una identidad integrada y cohesionada. En situaciones de abuso crónico, el sistema de apego se ve alterado profundamente, resultando en un estilo de apego traumático y desorganizado.
* Las carencias de apoyo y regulación emocional en la infancia incrementan la probabilidad de desarrollar personalidades fragmentadas en respuesta a la necesidad de gestionar experiencias abrumadoras y crónicamente estresantes.
* A nivel psicológico, el apego seguro es crucial para el desarrollo de una personalidad coherente y estable, pues proporciona un espacio emocional en el que el individuo puede experimentar y regular sus emociones de manera adecuada. Sin embargo, en el caso de los niños traumatizados, esta experiencia está alterada, ya que las figuras de apego no solo no brindan seguridad, sino que también suelen ser fuente de dolor, maltrato o abandono.
* El impacto de esta falta de apego seguro es profundo. Estos niños desarrollan representaciones internas de las figuras de apego como amenazantes o inestables.
* En la vida adulta, esto se traduce en problemas para establecer relaciones íntimas, pues la persona evita el apego por temor a repetir el dolor del pasado, generando una disociación de su personalidad donde unas partes desean la cercanía mientras otras la temen. Así, algunas partes de la personalidad, como las PAN, pueden funcionar de manera cotidiana, mientras que otras, como las PEs, reaccionan intensamente a situaciones que evocan el apego y el trauma, perpetuando la fragmentación interna.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Apego Desorganizado y su Relación con la Disociación
- El apego desorganizado (o apego D) se presenta cuando el cuidador representa simultáneamente una fuente de seguridad y de miedo para el niño. Este estilo de apego, caracterizado por conductas contradictorias de aproximación y evitación hacia el cuidador, es común en niños cuyos padres muestran comportamientos inconsistentes o incluso intimidantes.
- Estudios longitudinales demuestran que los niños con apego D presentan una alta probabilidad de desarrollar síntomas disociativos en su adolescencia o adultez, lo que indica un vínculo directo entre este estilo de apego y la disociación estructural de la personalidad.
- Aunque el comportamiento del cuidador no sea directamente abusivo, puede desbordar la capacidad mental del niño, convirtiéndose en una fuente de trauma.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Creación de PANs como Mecanismo Adaptativo
- Los pacientes con TDI utilizan la creación de nuevas PANs como una estrategia de evasión y defensa ante experiencias actuales que pueden reactivar sus recuerdos traumáticos.
- La división en PANs ocurre cuando situaciones específicas en la vida cotidiana activan las PEs, lo que desborda la capacidad de la PAN original para gestionar estas reactivaciones sin perder su funcionalidad.
- Esta fragmentación de la personalidad, que comenzó como un déficit para enfrentar el trauma en la infancia, se convierte en la adultez en un mecanismo defensivo altamente específico y limitado.
Ejemplos de Casos Clínicos
1. Caso de Etty: Etty, una paciente con TDI y un historial de abuso sexual en la niñez, se enfrenta a la necesidad de exámenes prenatales cuando queda embarazada. Estos exámenes desencadenan en ella una reactivación traumática, debido a que las exploraciones físicas evocan su trauma sexual infantil. Para sobrellevar estas consultas ginecológicas sin ser invadida por sus recuerdos traumáticos, Etty desarrolla una nueva PAN específica que le permite tolerar las revisiones médicas sin activar las PEs, lo cual es esencial para su estabilidad emocional y mental en este contexto particular.
2. Caso de Lena: Lena, también con TDI, crea una PAN específicamente para manejar sus relaciones sexuales con su esposo. Aunque le resulta emocionalmente intolerable tener relaciones sexuales, se siente incapaz de expresar este rechazo. Para protegerse y funcionar en esta área de su vida, Lena desarrolla una PAN que permite la actividad sexual sin la interferencia de sus recuerdos traumáticos o emociones intensas. Adicionalmente, Lena tiene otra PAN extremadamente limitada dedicada únicamente a fregar los platos, lo que refleja el carácter fragmentado y específico de las PANs en casos de disociación estructural terciaria.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Tipos de PANs y PEs
- El texto describe diversos tipos de partes disociativas que pueden encontrarse en personas con Trastorno Disociativo de la Identidad (TDI). Estas partes no son mutuamente excluyentes y pueden clasificarse según su orientación hacia la vida cotidiana o hacia la defensa, aunque algunas de ellas pueden presentar características de ambas.
- Estas partes actúan con sistemas de acción específicos y ciertas defensas psicológicas que les ayudan a gestionar las experiencias traumáticas o aspectos de la vida diaria.
Los diecisiete tipos de partes disociativas mencionados en la bibliografía sobre el Trastorno Disociativo de la Identidad (TDI) incluyen:
- Partes invitadas: La PAN que está a cargo de la vida cotidiana y mantiene la fachada social.
- Partes infantiles: Partes que mantienen rasgos y comportamientos propios de la infancia.
- Partes protectoras y auxiliares: Se ocupan de proteger al individuo o a otras partes disociativas.
- Autoprotectores internos: Defienden la integridad del sistema interno y pueden actuar de manera muy protectora.
- Partes persecutorias: Partes que actúan como agresores internos, con conductas autocríticas o punitivas, a menudo basadas en las figuras de los agresores.
-
Partes suicidas: Pueden expresar desesperanza o deseos de autolesión.
Partes del sexo opuesto: Partes que se identifican con el género opuesto al de otras partes. - Partes promiscuas: Vinculadas a la sexualidad de forma problemática, a veces influenciadas por abusos sexuales.
- Administradores y partes obsesivo-compulsivas: Partes que se encargan de la organización y el orden, a veces de manera rígida o compulsiva.
-
Partes que abusan de sustancias: Partes que recurren al uso de drogas o alcohol para afrontar el dolor o el trauma.
Partes autistas y discapacitadas: Partes que pueden presentar síntomas parecidos al autismo o a una discapacidad. - Partes con talentos o habilidades especiales: Partes que muestran habilidades particulares, como artísticas o intelectuales.
- Partes anestésicas o analgésicas: Partes que bloquean el dolor físico o emocional.
- Imitadores e impostores: Partes que adoptan características de otras personas o figuras.
- Demonios y espíritus: Partes que se perciben a sí mismas como seres no humanos o espirituales.
- Animales y objetos (como árboles): Partes que se identifican con animales u objetos inanimados.
- Partes pertenecientes a una raza diferente: Partes que se perciben a sí mismas como pertenecientes a otra raza o cultura.
Algunos de estos tipos de partes, tales como las partes infantiles, persecutorias y suicidas, son bastantes comunes, en tanto que otras no.
Estas partes reflejan la variedad de sistemas internos que se desarrollan como respuesta a experiencias traumáticas, cumpliendo funciones específicas dentro de la estructura disociativa de la personalidad.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
La relación entre trauma y disociación
- Los autores señalan que el trauma no solo implica recuerdos dolorosos, sino que desintegra la cohesión de la personalidad. Esto se manifiesta en la incapacidad de algunas personas traumatizadas para integrar sus experiencias traumáticas en su vida diaria.
- Las personas que sufren disociación estructural pueden vivir en un estado bifásico, alternando entre momentos en los que reviven el trauma y momentos en los que lo evitan para funcionar en su vida cotidiana.
- Los núcleos patogénicos son aquellos aspectos más amenazantes de la experiencia traumática. Estos aspectos pueden estar profundamente enterrados en la memoria de una persona, y solo cuando se accede a estos “núcleos”, la persona puede comenzar a sanar. Van der Hart y Op den Velde (1995) se refieren a estas creencias asociadas a los traumas como “afirmaciones nucleares patogénicas”. En estos casos, las terapias exclusivamente cognitivas pueden no ser suficientes para superar los traumas profundamente arraigados.
El concepto de núcleos patogénicos se refiere a los elementos centrales de las experiencias traumáticas que son particularmente dañinos o perturbadores para el individuo. Estos “núcleos” se consideran aspectos esenciales del trauma que quedan profundamente incrustados en la memoria y el sistema emocional de la persona. Los núcleos patogénicos están relacionados con las creencias, emociones o recuerdos más angustiantesque se desarrollan a partir de la experiencia traumática.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Núcleos patogénicos
Características de los núcleos patogénicos:
Creencias traumáticas: Estas creencias suelen estar relacionadas con la interpretación que la persona hace del trauma y sus efectos. Pueden incluir ideas de autoinculpación, impotencia, miedo, desesperanza, o una visión distorsionada de sí misma y del mundo. Ejemplos de estas creencias pueden ser: “soy incapaz de protegerme”, “el mundo es peligroso”, “las personas que deberían amarme me dañan”.
Emociones dolorosas: Los núcleos patogénicos también pueden incluir emociones intensas asociadas con el trauma, como la culpa, la vergüenza, el miedo o la tristeza. Estas emociones, al no haber sido procesadas adecuadamente, quedan atrapadas en la psique de la persona y se reactivan con facilidad.
Recuerdos traumáticos: Estos núcleos contienen los fragmentos más dolorosos y perturbadores de las experiencias traumáticas. A menudo, los recuerdos pueden ser incompletos, disociados o no lineales, lo que dificulta su procesamiento y resolución.
En el contexto de la disociación estructural y el tratamiento del trauma crónico, los núcleos patogénicos representan las creencias o ideas relacionadas con el trauma que generan sufrimiento continuo. Estos núcleos se activan o son desencadenados por ciertos estímulos, causando que las personas revivan partes del trauma, lo que puede manifestarse en formas como flashbacks, emociones intensas o respuestas de defensa exageradas.
En el modelo de disociación estructural, los núcleos patogénicos suelen estar “almacenados” en la Parte Emocional (PE), la cual se activa cuando ciertos recuerdos o estímulos relacionados con el trauma emergen. Estos núcleos pueden quedar aislados y no ser accesibles a la Parte Aparente Normal (PAN), que se encarga de la vida cotidiana y trata de evitar el trauma.
Por lo tanto, un objetivo clave del tratamiento del trauma es abordar y procesar estos núcleos patogénicos, permitiendo que la persona los integre en su memoria narrativa, lo que a su vez promueve la cohesión de la personalidad y reduce los síntomas traumáticos.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Niños y la Disociación
En esta sección, los autores subrayan que, en los casos de niños traumatizados, la personalidad nunca llega a estar completamente integrada antes de la aparición de la disociación. Es decir, el trauma interrumpe el desarrollo normal de una personalidad coherente y madura. En lugar de una integración adecuada, los niños con disociación estructural desarrollan partes disociadas para hacer frente a las experiencias traumáticas.
Los autores también sugieren que, a medida que los eventos traumáticos se vuelven más abrumadores o prolongados, las partes emocionales se dividen aún más. Este proceso da lugar a la disociación estructural secundaria o terciaria, dependiendo de la gravedad del trauma y la capacidad del individuo para lidiar con él
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Modelos Internos de Referencia Incompatibles
Los Modelos Internos de Referencia Incompatibles, descritos por Liotti (1992, 1999a), son esquemas contradictorios que el niño con apego desorganizado desarrolla sobre sí mismo y sobre su cuidador. Estos modelos surgen en contextos de relaciones tempranas inestables y son especialmente comunes en niños que han vivido experiencias de apego inseguro o traumático. El término “incompatibles” hace referencia a la dificultad que estos modelos presentan para integrarse en una visión coherente, pues generan percepciones, recuerdos y emociones que no encajan entre sí, contribuyendo así a la fragmentación de la personalidad y a la disociación.
Jerarquía de las tendencias de acción
Tendencias de acción de orden inferior: Son acciones automáticas y reflejas que ocurren sin mucha reflexión. Estas respuestas pueden ser útiles en situaciones simples, pero no son adecuadas para enfrentar situaciones emocionales o traumáticas. Un ejemplo mencionado es cuando las personas traumatizadas responden de forma automática o impulsiva, como golpear la pared ante una emoción intensa.
Tendencias de acción de orden superior: Son respuestas más complejas y adaptativas que requieren un nivel más alto de energía mental y planificación. Los autores describen el caso de Allison, una mujer que, en lugar de golpear la pared como reacción a sus emociones, aprendió en terapia a detenerse y reflexionar sobre sus sentimientos, eventualmente logrando hablar de ellos y resolverlos de manera adaptativa.
El proceso de una acción consta de varias fases: latencia, planificación, inicio, ejecución y finalización. Muchas personas traumatizadas tienen dificultades en alguna de estas fases, ya sea porque no pueden iniciar la acción, o porque la comienzan pero no la finalizan adecuadamente. Esto se debe a que su nivel mental, un concepto clave que incluye la energía y eficiencia mental disponibles, es insuficiente. Según Janet, las personas traumatizadas tienden a quedarse atrapadas en niveles mentales bajos, lo que les dificulta funcionar de manera adaptativa.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Nivel Mental
El nivel mental es un término utilizado para describir la capacidad de una persona para procesar experiencias complejas, integrarlas de manera coherente y funcionar de manera adaptativa en su entorno. Este nivel no es fijo; varía según la energía mental disponible, el grado de estrés y la capacidad del individuo para regular sus emociones y pensamientos.
Durante una experiencia traumática, el nivel mental puede fluctuar drásticamente. Cuando el estrés es extremo, la capacidad de la persona para procesar y manejar las demandas emocionales y cognitivas disminuye. En momentos de alto trauma, la mente puede perder su capacidad de integración, y descender a niveles mentales más bajos donde la persona no puede funcionar de manera adaptativa. En estos momentos, el individuo puede recurrir a mecanismos disociativos para protegerse del trauma.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).
Energía Mental
La energía mental es un concepto clave dentro del modelo de la disociación estructural de la personalidad, y se refiere a la capacidad interna que tiene una persona para procesar experiencias emocionales, cognitivas y conductuales de forma efectiva. Es un recurso limitado que varía según el estado físico, emocional y psicológico del individuo. La energía mental es esencial para llevar a cabo acciones adaptativas y resolver problemas tanto cotidianos como aquellos derivados de experiencias traumáticas.
La energía mental se puede entender como el “combustible” que permite a una persona enfrentar y procesar tanto el entorno externo (relaciones, trabajo, situaciones cotidianas) como el mundo interno (emociones, pensamientos, recuerdos). En otras palabras, es el recurso psicológico que una persona utiliza para:
- Pensar y reflexionar de manera clara.
- Regular emociones intensas.
- Tomar decisiones y planificar acciones.
- Adaptarse a situaciones nuevas o complejas.
- Integrar experiencias emocionales y sensoriales.
La energía mental está íntimamente relacionada con el nivel mental. El nivel mental de una persona se refiere a su capacidad general de funcionar y adaptarse en un momento dado, y está influenciado tanto por la cantidad de energía mental disponible como por la eficiencia mental, que es la habilidad para utilizar esa energía de manera adecuada.
Alta energía mental: Cuando una persona tiene suficiente energía mental, puede mantener un nivel mental alto, lo que significa que puede enfrentar y resolver desafíos complejos, procesar emociones difíciles y tomar decisiones reflexivas.
Baja energía mental: Si la energía mental es baja, el nivel mental de la persona también se reduce, lo que limita su capacidad para manejar situaciones difíciles. Esto puede hacer que las personas recurran a mecanismos de afrontamiento disociativos o acciones desadaptativas, ya que no tienen los recursos internos necesarios para procesar el trauma de manera efectiva.
En el contexto del trauma, la energía mental juega un papel crucial. Las personas traumatizadas, especialmente aquellas que han experimentado trauma crónico o severo, a menudo tienen niveles reducidos de energía mental, lo que ddificulta su capacidad para manejar recuerdos traumáticos, emociones intensas o relaciones interpersonales. Esta falta de energía mental puede llevar a una fragmentación disociativa más pronunciada, ya que la persona no tiene los recursos internos para enfrentar su trauma y, en cambio, recurre a dividir su experiencia en partes disociadas (PEs).
Por ejemplo, alguien con baja energía mental podría evitar conscientemente cualquier recuerdo del trauma, ya que no tiene la capacidad interna para procesar esos recuerdos dolorosos. Esto genera una fragmentación en la que las PEs contienen los aspectos no procesados del trauma.
Van der Hart, O., Nijenhuis, E. R. S., & Steele, K. (2008). El yo atormentado: La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica (F. Campillo Ruiz, Trad.). Desclée de Brouwer. (Obra original publicada en 2006).