11. Desamortizaciones (c) Flashcards
Introducción
La muerte de Fernando VII en 1833 marcó un hito en la historia de España al provocar una profunda división entre los liberales, conocidos como isabelinos, y los absolutistas o carlistas. Este conflicto no solo tuvo implicaciones políticas y militares, sino que también impactó las estructuras socioeconómicas del país. La propiedad de la tierra, que era la principal fuente de riqueza en el Antiguo Régimen, estaba caracterizada por una distribución profundamente desigual, con grandes extensiones en manos de la nobleza, la Iglesia y los municipios. Este sistema obstaculizaba el desarrollo agrícola, ya que las tierras vinculadas a instituciones como el mayorazgo o las tierras amortizadas carecían de incentivos para una explotación eficiente.
La agricultura, la actividad económica más importante, sufría de bajos rendimientos debido a la falta de innovaciones tecnológicas y una organización de la propiedad que impedía su modernización. En este contexto, las desamortizaciones se plantearon como una solución para transformar la estructura agraria y fomentar el desarrollo económico. Impulsadas por políticos como Juan Álvarez Mendizábal y Pascual Madoz, estas medidas tuvieron como objetivo aumentar la producción agrícola, financiar la modernización del Estado y consolidar el modelo liberal-capitalista, continuando con las reformas iniciadas durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, así como en las Cortes de Cádiz.
Análisis y valoración de las medidas desamortizadoras
La propiedad de la tierra en el Antiguo Régimen estaba altamente concentrada en manos de la nobleza y la Iglesia. La nobleza acumulaba grandes extensiones de tierra gracias al mayorazgo, una institución jurídica que vinculaba las tierras a la familia, impidiendo su venta o partición. Esto obligaba a que el patrimonio se transmitiera íntegro al primogénito, lo que frenaba la movilidad económica y la circulación de bienes en el mercado. Por su parte, la Iglesia había amasado tierras a través de donaciones a lo largo de los siglos, destinándolas en muchos casos a usos espirituales o caritativos, lo que limitaba su explotación productiva.
Los municipios también poseían tierras, clasificadas en tierras del común, utilizadas colectivamente por los vecinos, y tierras de propios, que eran arrendadas para generar ingresos municipales. Estas tierras municipales, al igual que las propiedades de la Iglesia, estaban consideradas como tierras amortizadas, es decir, bienes que no podían ser vendidos ni incorporados al mercado libre. En conjunto, este modelo perpetuaba una explotación agrícola deficiente y mantenía al campesinado en condiciones de pobreza.
Frente a este escenario, los gobiernos liberales del siglo XIX impulsaron reformas para transformar la estructura de la propiedad agraria. La desamortización, una medida liberal-progresista, rompió con las estructuras jurídicas del Antiguo Régimen al desvincular las tierras de las instituciones tradicionales y permitir su venta en el mercado. Este proceso tuvo dos objetivos principales:
- Introducir la propiedad privada y la libertad de mercado en el sistema agrario.
- Incrementar el número de propietarios, con la esperanza de que ello aumentara la producción y contribuyera a la modernización económica.
Principios económico-sociales del liberalismo
El liberalismo del siglo XIX se fundamentaba en la idea de que la propiedad privada era un derecho natural y la base de la felicidad individual. Según esta doctrina, la propiedad aseguraba la libertad y el bienestar de las personas, siendo también el motor del desarrollo económico. En este sistema, el Estado debía garantizar la seguridad de la propiedad y no intervenir en su limitación, permitiendo a los individuos actuar libremente para acumular riqueza y alcanzar su máximo potencial.
La correlación entre propiedad y libertad era un pilar del liberalismo: sin propiedad, no podía existir libertad. Por ello, la desamortización no solo buscaba reorganizar el sistema agrario, sino también consolidar el régimen liberal-capitalista al promover un mercado libre y competitivo.
El proceso desamortizador
El proceso desamortizador se extendió desde finales del siglo XVIII hasta principios del XX, comenzando con la venta de los bienes de los jesuitas en 1767 durante el reinado de Carlos III y concluyendo en 1924 con el Estatuto
Municipal de Calvo Sotelo. Este proceso no fue continuo, sino que se desarrolló en varias etapas:
- Carlos III (1767): Venta de bienes de los jesuitas tras su expulsión.
- Godoy (1798): Venta de bienes de la Iglesia para financiar la deuda pública.
- Cortes de Cádiz (1811-1813): Primeras medidas desamortizadoras en el marco de la construcción de un régimen liberal.
- Trienio Liberal (1820-1823): Reformas que afectaron los bienes nobiliarios y eclesiásticos.
- Mendizábal (1836-1837): Desamortización de los bienes del clero regular.
- Madoz (1855): Desamortización general de bienes municipales y eclesiásticos restantes.
En general, la desamortización consistió en expropiar bienes amortizados y ponerlos a la venta mediante subastas públicas. Los fondos obtenidos se destinaron a financiar el déficit estatal, apoyar la industrialización y consolidar el régimen liberal.
Desamortización de Mendizábal
(1836-1837)
La desamortización de Juan Álvarez Mendizábal fue implementada durante la primera Guerra Carlista para sanear la Hacienda Pública y financiar al ejército isabelino. Esta medida consistió en la expropiación y subasta pública de bienes del clero regular, como tierras, conventos y monasterios, que pasaron a ser considerados “bienes nacionales”. Aunque buscaba también transformar la estructura agraria, los mayores beneficiados fueron los burgueses terratenientes, ya que los campesinos no tuvieron acceso a las tierras por falta de recursos económicos. Aunque permitió al Estado ganar credibilidad financiera, no logró modernizar el campo ni mejorar los rendimientos agrícolas, perpetuando la desigualdad en la propiedad de la tierra.
Desamortización general de Madoz
(1855)
La desamortización de Pascual Madoz amplió las medidas anteriores al incluir bienes municipales, como las tierras del común y tierras de propios, además de los bienes eclesiásticos restantes. Los ingresos obtenidos fueron destinados a proyectos como la expansión del ferrocarril y otras infraestructuras. A pesar de un mayor impacto en la modernización del país, los resultados fueron similares a los de Mendizábal: las tierras quedaron en manos de burgueses y grandes propietarios, mientras los campesinos vieron deterioradas sus condiciones al perder acceso a los recursos comunales. Esta medida consolidó el régimen liberal, aunque acentuó las desigualdades sociales.
Conclusiones
Las desamortizaciones del siglo XIX transformaron profundamente las estructuras sociales y económicas de España, marcando el paso de una sociedad feudal a un régimen liberal-capitalista. Sin embargo, los resultados financieros no alcanzaron las expectativas: la deuda pública no se eliminó y no se logró crear una amplia clase media agraria. Las tierras permanecieron concentradas en manos de la nobleza y la burguesía, consolidando el latifundismo y generando un proletariado agrícola.
El campesinado pobre, principal afectado por las medidas, quedó excluido del acceso a las propiedades desamortizadas, lo que perpetuó las desigualdades. Aunque las desamortizaciones contribuyeron al incremento de la producción agrícola, gran parte del capital se desvió hacia la compra de tierras en lugar de a la modernización tecnológica o la industrialización.
Finalmente, las medidas tuvieron un impacto cultural y urbanístico significativo. La venta de bienes eclesiásticos llevó a la destrucción de numerosos conventos y edificios históricos, así como a la dispersión de patrimonio artístico y documental. A pesar de estos efectos negativos, las desamortizaciones consolidaron el triunfo del régimen liberal en España y marcaron el inicio de una nueva etapa económica y social.
Índice
- Introducción
- Análisis y valoración de las medidas desamortizadoras
- Principios económico-sociales del liberalismo
- El proceso desamortizador
- Desamortización de Mendizábal
- Desamortización general de Madoz
- Conclusión
